miércoles, 16 de octubre de 2019


Cuarta Feria, 16 de octubre

Santa Eduviges


1173-1243

Una religiosa ciega, recobró la vista, cuando la santa trazó sobre ella, la señal de la cruz, entre otras muchas curaciones

"Tendía siempre hacia Dios", de su vida escrita por un contemporáneo


Breve
Nació en Baviera, hacia el año 1174; se casó con el príncipe de Silesia, del que tuvo siete hijos. Llevó una vida de piedad, dedicándose a socorrer a pobres y enfermos, fundando para ellos lugares de asilo. Al morir su esposo, ingresó en el monasterio de Trebnitz, donde murió en el año 1243. Es tía de Santa Isabel de Hungría.

Resumen
Hacia el año 1174, nació en Baviera la niña Eduviges, hija del conde Bertoldo de Andechs. Sus padres, la confiaron a las religiosas, del monasterio de Kintzingen, en Franconia. Gertrudis, hermana de Eduviges, fue la madre de Santa Isabel de Hungría.

A los doce años de edad, Eduviges contrajo matrimonio, con el duque Enrique de Silesia, quien sólo tenía dieciocho años. Dios los bendijo con siete hijos. El esposo de Eduviges, heredó el ducado, a la muerte de su padre, en el año 1202. Inmediatamente, a instancia de su esposa, fundó el gran monasterio, de religiosas cistercienses de Trebnitz, a cinco kilómetros de Breslau.

Se cuenta, que todos los malhechores de Silesia, fueron ordenados a trabajar, en la construcción del monasterio, que fue el primer convento de religiosas en Silesia.

El duque y su mujer, fundaron además otros muchos monasterios, con lo cual, no sólo propagaron en sus territorios la vida religiosa, sino también la cultura germánica.

Entre los monasterios fundados por los duques, los había de cistercienses, de canónigos de San Agustín, de dominicos, y de franciscanos. Enrique fundó el Hospital de la Santa Cruz en Breslau, y Santa Eduviges, un hospital para leprosas en Neumarkt, donde solía asistir personalmente, a las enfermas.

Después del nacimiento de su último hijo, en 1209, Eduviges y su marido, de mutuo acuerdo, hicieron voto de continencia perpetua. Según se cuenta, en su restantes treinta años de vida, Enrique no volvió a llevar oro, plata o púrpura.

Los hijos de Enrique y Eduviges, les hicieron sufrir mucho. En 1212, el duque repartió sus posesiones entre Enrique y Conrado, sus hijos varones, pero ninguno de los dos, quedó contento con su parte.

A pesar de que Santa Eduviges, hizo cuanto pudo por reconciliarlos, los dos hermanos y sus partidarios, trabaron batalla, y Enrique derrotó a su hermano Conrado. Esa pena, ayudó a Santa Eduviges, a deplorar la vanidad de las cosas del mundo, y a despegarse más y más de ellas. De los siete hijos, solo Gertrudis sobrevivió a sus padres, y fue abadesa de Trebnitz.

A partir de 1209, la santa fijó su principal residencia, en el monasterio de Trebnitz, a donde solía retirarse con frecuencia. Durante sus retiros, dormía en la sala común, con las otras religiosas, y observaba exactamente la distribución. No usaba más que una túnica y un manto, lo mismo en invierno que en verano, y llevaba sobre sus carnes, una camisa de pelo, con mangas de seda, para que nadie lo sospechase.

Como acostumbraba caminar hasta la Iglesia, con los pies desnudos sobre la nieve, los tenía destrozados, pero llevaba siempre en la mano, un par de zapatos para ponérselos, si encontraba a alguien por el camino.

Un abad le regaló en cierta ocasión, un par de zapatos nuevos, y le arrancó la promesa, de que los llevaría con ella. Algún tiempo después, el abad volvió a ver a la santa descalza, y le preguntó donde estaban los zapatos. Eduviges los sacó, de entre los pliegues de su manto, diciendo: “Siempre los llevo aquí”.

Mientras tanto, en 1227, los duques Enrique de Silesia y Ladislao de Sadomir, se reunieron para organizar la defensa, contra el ataque del “svatopluk”, o duque de Pomerania. Pero el conde, se enteró de la reunión, y cayó sobre ellos por sorpresa, precisamente durante la reunión, y Enrique, que estaba en el baño, apenas logró escapar con vida.

Santa Eduviges, acudió lo más pronto posible, a cuidar a su marido, pero éste había partido ya con Conrado de Masovia, para defender los territorios de Ladislao, quien había perecido a manos del conde.

La victoria favoreció a Enrique, el cual se estableció en Cracovia. Pero al poco tiempo, fue nuevamente atacado por sorpresa en Mass, y Conrado de Plock le tomó prisionero.

La fiel Eduviges intervino, y consiguió que ambos duques, llegasen a un acuerdo, mediante el matrimonio de las dos nietas de Enrique, con los dos hijos de Conrado. Así se evitó la batalla, lo que le produjo un gran regocijo a Santa Eduviges, quien siempre hacía cuanto estaba de su mano, para evitar el derramamiento de sangre.

En 1238, murió el marido de Santa Eduviges, y fue sucedido por su hijo Enrique, apodado el “Bueno”. Cuando la noticia de la muerte del duque, llegó al monasterio de Trebnitz, las religiosas lloraron mucho; Eduviges fue la única que permaneció serena, y reconfortó a las demás: “¿Por qué os quejáis de la voluntad de Dios?. Nuestras vidas están en sus manos, y todo lo que Él hace, está bien hecho, lo mismo si se trata de nuestra propia muerte, que de la muerte de los seres amados”. La santa, tomó entonces el hábito religioso de Trebnitz, pero no hizo los votos, para poder seguir administrando sus bienes, en favor de los pobres.

En cierta ocasión, Santa Eduviges encontró a una pobre mujer, que no sabía el Padrenuestro, y comenzó a enseñárselo; como la infeliz aldeana, no consiguió aprenderlo, la santa la llevó a dormir a su propio cuarto, para aprovechar todos los momentos libres, y repetirle la oración, hasta que la mujer consiguió aprenderla de memoria, y entender lo que decía.

En 1240, los tártaros invadieron Ucrania y Polonia. El duque Enrique II, les presentó la batalla cerca de Wahlstadt. Se dice que los tártaros, emplearon entonces gases venenosos: “un humo espeso y nauseabundo, brotaba en forma de serpiente, de unos tubos de cobre, y embrutecía a los soldados polacos”. Enrique pereció en la batalla.

Santa Eduviges tuvo una revelación, sobre la muerte de su hijo, tres días antes de que llegase la noticia, y dijo a su amiga Dermudis: “He perdido a mi hijo; se me ha escapado de las manos como un pajarito, y jamás volveré a verle”. Cuando el mensajero trajo la triste noticia, Santa Eduviges consoló a su propia hija Gertrudis, y a Ana, la esposa de Enrique.

Dios premió la fe de su sierva, con el don de milagros. Una religiosa ciega, recobró la vista, cuando la santa trazó sobre ella, la señal de la cruz. El biógrafo de Eduviges, relata varias otras curaciones milagrosas, obradas por ella, y menciona diversas profecías de la santa, entre las que se contaba, la de su propia muerte. Durante su última enfermedad, aunque todos la creían fuera de peligro, Santa Eduviges pidió la extremaución.

Murió en octubre de 1243, y fue sepultada en Trebnitz. Su canonización se llevó a cabo, en 1267. En 1706, la fiesta de Santa Eduviges, fue incluida en el calendario universal de la Iglesia de Occidente.

Fuente: Vidas de Santos Tomo IV; Butler.

Oración: Permite Dios y Señor nuestro, que por los méritos e intercesión de Santa Eduviges, que nuestras familias permanezcan en Paz y Amor todos los días, a imitación de la Sagrada Familia. Tráenos gobernantes fieles a tus deseos, como lo fué Enrique de Silesia. Por nuestro Señor Jesucristo, Ayer, Hoy y Siempre. Amén.

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