miércoles, 29 de marzo de 2017

Tercera Feria, 28 de marzo

Sixto III, 44ª Papa

(432-440)

Fue elegido papa a la muerte de San Celestino I, en el año 432, y ocupó la sede de Pedro por ocho años que fueron muy llenos de exigencias.

Durante su vida se vio envuelto casi de modo permanente en la lucha doctrinal contra los pelagianos, siendo uno de los que primeramente detectó el mal y combatió la herejía que había de condenar el papa Zósimo. (Ver al final la explicación del pelagianismo del Padre Jordi, y una reflexión y oración mía).

De hecho, Sixto escribió dos cartas sobre este asunto enviándolas a Aurelio, obispo que condenó a Celestio en el concilio de Cartago, y a San Agustín. Se libraba en la Iglesia la gran controversia sobre la Gracia sobrenatural, y su necesidad tanto para realizar buenas obras como para conseguir la salvación.

Pelagio fue un monje procedente de las islas Británicas. Vivió en Roma varios años, ganándose el respeto y la admiración de muchos por su vida ascética, y por su doctrina de tipo estoico, según la cual el hombre es capaz de alcanzar la perfección por el propio esfuerzo, con la ayuda de Dios solamente extrínseca -buenos ejemplos, orientaciones y normas disciplinares, etc.,- ¡era un voluntarista!.

Además, la doctrina pelagiana llevaba aneja la negación del pecado original. Y consecuentemente rechaza la necesidad de la redención de Jesucristo. De ahí se deriva a la ineficacia sacramentaria. Todo un monumental lío teológico basado en principios falsos que naturalmente Roma no podía permitir.

Y no fue sólo esto. El Nestorianismo acaba de ser condenado en el concilio de Éfeso, en el 431, un año antes de ser elegido papa Sixto III; pero aquella doctrina equivocada sobre Jesucristo había sido sembrada, y las consecuencias no desaparecerían con las resoluciones conciliares. Nestorio procedía de Antioquía y fue obispo de Constantinopla.

Mantuvo Nestorio una cristología imprecisa en la terminología y errónea en lo conceptual, afirmando que en Cristo hay dos personas y negando la maternidad divina de la Virgen María; fue condenada su enseñanza por contradecir la fe cristiana; depuesto de su sede, recluido y desterrado al monasterio de San Eutropio, en Antioquía, muriendo impenitente fuera de la comunión de la Iglesia.

El papa Sixto III intentó con notable esfuerzo reducirlo a la fe, sin conseguirlo, y a pesar de sus inútiles esfuerzos, tergiversaron los nestorianos sus palabras afirmando que el papa no les era contrario.

Llovieron al papa las calumnias de sus detractores. El propio emperador Valentiniano y su madre Plácida, impulsaron un concilio para devolverle la fama y el honor que el Papa Sixto III tenía en entredicho.

Baso -uno de los principales promotores del alboroto que privaba injustamente de la fama al Sumo Pontífice- muere tan arrepentido que fue perdonado por el papa, quien lo atiende espiritualmente al final de su vida, y le reconforta con los sacramentos.

Como todo santo ha de ser piadoso, también se ocupó antes de su muerte -en el año 440 y en Roma-, de reparar y ennoblecer la antigua basílica de Santa María la Mayor que mandó construir el papa Liberio, la de San Pedro y la de San Lorenzo.

Oración: Te pedimos Señor que por intercesión del Papa Sixto III, siempre tengamos conciencia del pecado original que llevamos en nuestro corazón, y nunca permitas que se haga carne en nosotros las doctrinas orientalistas que hablan de la perfección humana sin tu intervención personal. Te necesitamos Señor, ya que Tú nos enseñaste que somos como los sarmientos que deben permanecer unidos a la Vid Sagrada que eres Tú. Amén.

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Pelagio y pelagianismo
355-425
Padre Jordi Rivero

Pelagio es el iniciador del pelagianismo, una serie de herejías que surgieron en el siglo V.

Fue condenado en el Concilio de Cartago y Mileve, en 416, confirmado el año siguiente por el Papa Inocente I. Pelagio engañó al próximo papa, Zozimo, quien al principio lo exoneró, pero pronto (418) el papa se retractó.

Herejías de Pelagio:
1: Adán hubiese muerto aunque no hubiese pecado.
2: El pecado de Adán dañó solo a él. Sus descendientes solo recibieron mal ejemplo.
3: Los niños antes del bautismo están en la misma condición que estuvo Adán antes de la caída.
4: La humanidad no muere por el pecado de Adán, ni resucita en el último día por la redención de Cristo.
5: El pecado de Adán solo le afectó a él y no a su descendencia. Por lo tanto los hijos de Adán nacen libre de culpa.
6: La ley del Antiguo Testamento ofrece la misma oportunidad de salvación que el Evangelio.

San Agustín (De peccat. orig., XXIV) testifica que Pelagio vivió en Roma “por largo tiempo”. Fue allí donde comenzó a propagar sus ideas, durante el reinado del papa Atanasio (399-401).

Repudió la enseñanza de San Agustín sobre la necesidad de la gracia para permanecer casto, argumentando que ponía en peligro el libre albedrío.

El pelagianismo, que más tarde en su desarrollo negó totalmente el orden sobrenatural, y la necesidad de la gracia para la salvación. La salvación depende solo de las obras que siguen el ejemplo de Jesús.

Pelagio escribió en Roma varias obras: De fide Trinitatis libri III, ahora perdida, la cual fue elogiada por Gennadio como "indispensable materia de lectura para los estudiantes"; Eclogarum ex divinis Scripturis liber unus, que es la principal colección de pasajes de la Biblia basada en el Testimoniorum libri III de Cipriano y Commentarii in epistolas S. Pauli.

En la última negó el estado primitivo del hombre en el paraíso y el pecado original; insistió en la naturalidad de la concupiscencia y la muerte del cuerpo, y vinculó la existencia y universalidad actual del pecado al mal ejemplo dado por Adán al cometer el primer pecado.

Pelagio interpretaba la Biblia basándose en ideas principalmente en la filosofía estoica, y otras antiguas filosofías paganas. Consideró que la fuerza moral de la voluntad humana (liberum arbitrium), cuando está fortalecida por el ascetismo, es suficiente en sí misma para desear y conseguir la virtud.

Por lo tanto, consideró que el valor de la redención de Cristo está limitado principalmente a la formación (doctrina) y al ejemplo (exemplum), que servían de contrapeso frente al mal ejemplo de Adán.

Por lo tanto, la naturaleza, según Pelagio, es capaz de someter el pecado, y ganar la vida eterna sin la ayuda de la gracia. Según Pelagio, somos lavados de nuestros pecados por justificación mediante la sola fe, pero este perdón (gratia remissionis) no implica una renovación interior del alma.

Reflexión Personal: que la naturaleza sea capaz de someter al pecado y ganar la vida eterna sin la ayuda de la gracia, es una afirmación osada y tragicómica. Sabemos que hay niños muy malos y rebeldes, y que nunca tuvieron mal ejemplo de los padres, ni de los hermanos y compañeros de escuela, la famosa “oveja negra”.

Además es ignorar las terribles y temibles fuerzas destructivas que anidan en nuestro corazón, pese a que nos esforzamos día a día en hacer el bien sin mirar a quién. Solo con la gracia podemos avanzar a tientas en la búsqueda del buen camino, buscando la entrada de la puerta estrecha que nos advirtió Jesús que es por donde entran los que se salvan.

Estoy convencido que los que accedan finalmente al Paraíso, llevarán a la vista de los ángeles, arcángeles, los tronos, las dominaciones, y de los que hubiesen sido creados en estado de pureza y santidad en el no Tiempo, la cicatriz horrenda del pecado original, como signo de que fueron los que vivieron la Gran Tribulación de cada Vida Personal pero no sucumbieron, gracias al Divino Cordero y al Espíritu Santo.

Con seguridad serán obedecidos y respetados, y Dios les encargará misiones complejas en los espacios increados. Lo que fue un signo de abominación, será el signo de gloria y reconocimiento en los cielos, al estilo de los veteranos de guerra, que son respetados por su valor y sus cicatrices.

Por eso Jesús nos dijo: “Los primeros serán últimos y los últimos primeros”. Confiemos nuestra Vida al Gran General Jesucristo, y no desfallezcamos. Amén.

Oración final: Dios Todopoderoso y Eterno, ayúdanos a encontrar el camino de la puerta estrecha, y no permitas que sucumbamos a nuestras pasiones desordenadas, y haznos harina buena en el horno sagrado de tu Amor. Amén.


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