Sábado
11 de abril
SANTA
GEMA GALGANI
Sufrió
la Pasión por amor a Jesús y a los pecadores.
(1878-1903)
Cuerpo
y Corazón Incorrupto. Su corazón se conserva en el convento
Pasionista de Madrid.
"Jesús;
yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos confines del universo,
para alcanzar a todos los pecadores, y gritarles que entren todos
dentro de tu Corazón"
Breve
Nació
en 1878. Sufrió grandemente por su precaria salud, y el desprecio de
quienes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros
fenómenos.
Vivió
para Jesús, Su Santísima Madre y para rescatar a los pecadores.
Tuvo
periódicamente los estigmas de la Pasión y las llagas de la
flagelación en todo su cuerpo.
Padeció
ataques físicos del demonio, y tuberculosis en la espina
dorsal. Las pruebas no pudieron separarla de su comunión con Nuestro
Señor, sino que más bien la fortalecieron.
Queriendo
ser pasionista, no se le permitió por su delicada salud. Murió en
Lucca, ciudad donde vivió casi toda su vida. Era un Sábado Santo
del año 1903. Tenía solo 25 años.
Fue
beatificada en el año 1933, y canonizada en 1940 como santa
pasionista.
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VIDA
DE SANTA GEMMA
(Leer
con paciencia y veneración, aunque no seas creyente, ya que es un
relato apasionante y así poder entender que estamos inmersos en una
profunda batalla espiritual, invisible a los ojos humanos, lo que
confirma que nuestra Vida es un gran misterio. Para los que creen
reafirmar la condición de Soldados de Cristo, y para quienes no
estén confirmados ir a la Parroquia más cercana a pedirla. No es
posible resistir los embates del demonio sin esta protección
espiritual).
"Jesús;
yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos confines del universo,
para alcanzar a todos los pecadores, y gritarles que entren todos
dentro de tu Corazón".
Este
es el mensaje que Santa Gemma deja al mundo entero. Estas palabras
reflejan lo que fue toda la vida de nuestra santa: un constante
ofrecerse a sí misma al Señor, como víctima, para atraer así a
muchos de regreso al Corazón de Jesús, de regreso a la vida de la
gracia, y a rechazar el pecado. Buscaba la restitución de los
corazones.
Nace
esta "joya del cielo" (como la llamó el Párroco de
Gragnano), el 12 de marzo 1878, en Camigliano, Italia, en el pueblo
de Borgonovo de Capannori.
Sus
padres, Don Enrique Galgani, [farmacéutico] y Doña Aurelia Landi,
tuvieron 8 hijos (Carlos, Guido, Héctor, Gino, Antonio, Angelina y
Julita). De ellos, Gemma fue la cuarta en nacer y la primera niña de
la familia.
Cuando
iban a darle su nombre, un tío de ella propuso que la llamasen
"Gemma", pero su mamá no estaba conforme. No había
ninguna santa que se llamara así, y su hija no tendría protectora
en el cielo. Sin embargo Don Olivio Dinelli, el Párroco de Gragnano,
que estaba presente en la discusión, dijo unas palabras que
resultaron proféticas: "Muchas gemas hay en el cielo,
esperemos que también ella sea un día otra gemma del Paraíso"
.
Al
día siguiente, 13 de Marzo, la bautizó Don Pedro Quilici, Párroco
de San Miguel de Camigliano, con los nombres de Gemma Hipólita Pía.
Santa
Gemma vivió solo un mes en Camigliano, ya que sus padres decidieron
trasladarse a Lucca, donde vivió el resto de su vida.
Desde
muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía
cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un
día, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a
una imagen de la Virgen. La abuela corrió a llamar al tío, quien la
contempló por largos minutos; luego le dijo: "¡Gemmita!
¿Qué estas haciendo?”. La niña, sin inmutarse, contestó:
"Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración".
Desde esta tierna edad, la oración era ya para ella el sostén de su
vida y de sus virtudes.
Nos
podríamos preguntar: “¿Quién enseñó a Gemma a amar a Jesús
y a María?”. Su primera y gran maestra en la escuela del amor
a Jesús fue su madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón
de su hija lo que sería el distintivo especial de toda su vida: Su
amor a Cristo Crucificado, del que llegaría a ser como imagen viva,
y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad tan dulce y atrayente.
Dice
Santa Gemma: "De lo primero que me acuerdo es que mi mamá,
cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos,
y llorando me enseñaba un crucifijo, y me decía que había muerto
en la Cruz por los hombres".
Había
también, entre ellas, diálogos como este: "Hija mía -me
decía mamá- yo moriré pronto, y tendré que dejarte. Si pudiera te
llevaría conmigo. ¿Te gustaría venir?".
-
"¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo.
- "Al Paraíso con Jesús y con los ángeles".
- "Al Paraíso con Jesús y con los ángeles".
Doña
Aurelia, sabiendo que su muerte estaba próxima, solía decir: "¿Que
cosa mejor puedo hacer antes de morir, que confiar mi niña al
Espíritu Santo?. Así, cuando yo falte, sabré quien cuidará de
ella".
La
preparó, pues, para la Confirmación, que recibió a pesar de ser
aun muy pequeña (tenia siete años), el 26 de Marzo de 1885, de
manos del Arzobispo de Lucca, Monseñor Nicolás Ghilardi.
Durante
la Misa se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma este diálogo:
-De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?"
- "Sí", respondí, "pero llévame también a mí".
- "No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tú debes quedarte por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo; ¿me la entregas de buena gana?. Tuve que decir que sí. Acabada la Misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme”.
-De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?"
- "Sí", respondí, "pero llévame también a mí".
- "No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tú debes quedarte por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo; ¿me la entregas de buena gana?. Tuve que decir que sí. Acabada la Misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme”.
Don
Enrique, temiendo que la niña no pudiera soportar la pena de ver a
su mamá morir, la envió a casa de una tía en San Genaro. Doña
Aurelia murió santamente a los 39 años el 17 de septiembre de 1885.
Sus últimas palabras fueron:
"Ofrezco
a Dios gustosísima el sacrificio de mi vida, para que me conceda
recoger un día a todos mis ocho hijos en el Paraíso".
MADRE
POR MADRE:
Con
la muerte de su mamá, todo cambió para Gemma: "Estando en
la casa de los tíos, dice, cambió totalmente mi vida. Me encontré
con una tía que no se parecía en nada mi mamá. Era religiosa y
buena, pero...¡Cómo echaba de menos el tiempo en que mamá rezaba
conmigo!".
Se
puso, entonces a buscar otra "mamá", y la encontró en la
Madre de Dios: "Al perder a mi madre terrena, me entregué a
la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: ¡María!, ya
no tengo madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre".
Y como buena Madre que es, la Virgen Santísima acogió a Santa Gemma
como hija.
"¡Oh,
cuántas veces -dice la santa- depositando en mi Mamá del cielo las
angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me consolaba!.
Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana
de madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre
del cielo”.
..."¡Cuán
buena se me ha mostrado siempre esta celestial Mamá!. Qué hubiera
sido de mí si no la hubiera tenido. Me ha ayudado en mis necesidades
espirituales, me ha preservado de los peligros, me ha librado del
poder del demonio, que siempre viene a molestarme...y, finalmente, me
ha enseñado a conocer y amar a Jesús, a ser buena y a agradarle.
¡Oh, queridísima Mamá, te amaré toda mi vida!".
PRIMERA
COMUNIÓN:
Para
Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida. Este
deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento
mientras pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba
Confirmada, no podía recibir la Primera Comunión ya que no tenía
la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento. Santa
Gemma tenía 9 años.
Fue
su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien conociendo el
anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le
daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.
Fue
así que Don Enrique dio el permiso para que las religiosas del
Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para
recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días
con las demás niñas del colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas
me vi en el convento rebosaba de felicidad. Corrí a la capilla a dar
gracias a Jesús, y le pedí con gran fervor la gracia de prepararme
bien para la primera comunión".
Una
de las religiosas Zitinas, Sor Camila Vagliensi, que había
profundizado en las cualidades absolutamente excepcionales de Gemma,
comenzó a explicarle sistemáticamente la Vida, Pasión y Muerte del
Señor. La niña se compenetraba de tal modo con el relato que
llegó a experimentar un dolor profundo. En grado tal que una
tarde se le produjo una fiebre altísima. La profesora, alarmada,
interrumpió su relato de la Pasión.
Hizo
confesión general tres veces sucesivas con Monseñor Volpi, quien
sería su confesor ordinario.
Llegó,
por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887, fiesta del Sagrado
Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar:
"me siento incapaz de describir la experiencia de aquel
encuentro. En ese momento comprendí que las delicias del cielo no
son como las de la tierra. Hubiera anhelado no interrumpir nunca
aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del
mundo, y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma
mañana Jesús despertó en mi un gran deseo de ser religiosa".
A
raíz de la primera comunión se afianza la vocación de Gemma. Ella
misma lo afirma: "sentía desarrollarse en mí un ardiente
anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".
Jesús
se encargó de irla desprendiendo inexorablemente de todo afecto
humano, aún de los más legítimos. En 1894 muere su
hermano Gino, a quien Gemma amaba mucho. Tenía 18 años y se
preparaba para ser sacerdote. El 11 de Noviembre de 1897 Gemma debe
soportar la prueba del tercero, terrible e inexorable
desprendimiento: su papá muere, de cáncer en la garganta.
Ello
supuso la quiebra económica de la familia. Hasta tal extremo que
los acreedores, apenas muerto Don Enrique, se precipitaron como
chacales sobre la casa Galgani para apoderarse hasta de los últimos
despojos. Gemma confidenciaría luego, temblando aún ante el
recuerdo de aquella escena inhumana: "llegaron
hasta meterme las manos en los bolsillos llevándose las cinco o seis
monedas, apenas unos centavos, que yo guardaba conmigo".
Después
del entierro de don Enrique, los hijos se comienzan a separar. Héctor
emigra al Brasil, donde muere. Guido abandona la práctica religiosa,
e interrumpe sus estudios de farmacia en Pisa, que más tarde
concluye. Julia y Angelina se quedan con las tías Elena y Elisa.
Gemma y Antonio se refugian en Camaiore con los tíos Carolina
Galgani y Domingo Lencioni.
En
Camaiore transcurre un año en la vida de Gemma, y no le deja buen
recuerdo: "La tía nos llevaba a misa todas las mañanas. La
comunión la hacía pocas veces, porque no me arreglaba bien para
confesarme con otro que no fuera Monseñor (Volpi, de Lucca). En este
tiempo comencé de nuevo a olvidarme de Jesús, a descuidar la
oración y a amar las diversiones. La tía tenía otra sobrina -Rosa
Bartelloni. Se hizo muy amiga mía, y con ella iba en perfecto
acuerdo en mis pillerías. La tía nos dejaba salir solas a menudo. Y
bien me doy cuenta de que si Jesús no hubiera usado conmigo de tanta
misericordia, habría caído en pecados graves. El amor del mundo
comenzó a apoderarse poco a poco de mi corazón; pero Jesús vino
otra vez en mi ayuda".
Gemma
tiene 20 años, y en este momento Jesús permite una enfermedad
grave, para que Gemma retorne a Él con todo su corazón, y nunca más
se distraiga con las cosas del mundo.
"De
repente comencé a andar jorobada, y a sentir dolores de riñón.
Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí
permiso a la tía para regresar a Lucca".
Así
sucedió. Por pudor quiso resistir un poco más sin avisar al médico,
pero las tías lo mandaron a llamar, y de improviso se presentó y la
examinó. Su diagnóstico fue osteítis en las vértebras lumbares,
con sucesivo absceso frío en los ingüinales. Se quedó paralítica
de ambas piernas.
El
28 de Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza,
fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del
mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían
mejoría, y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron; solo por
cumplimiento acuden de cuando en cuando a verla.
El
8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, reacciona con
disgusto... "le
dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté
qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me
respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte
cada vez más en el espíritu".
Su
antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la biografía de un
joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora
piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de
misericordia con Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera
le prestó la biografía de Gabriel de la Dolorosa, escrita por un
desconocido P. Germán de San Estanislao, C.P. ¡Cómo son las cosas
del Señor!.
Estas
dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de su
vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que
cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias
místicas, y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo
Señor le enviaría para que guiara su alma, y para confirmar luego
la autenticidad de su vida.
Dice
Santa Gemma: "Tomé el libro con desprecio, y lo puse debajo
de la almohada... Un día estaba sola. Serían como las doce. Me
sobrevino una fuerte tentación, y me decía para mí que estaba
aburrida de todo. El demonio se valió de esto para tentarme,
diciéndome que si le hacía caso me curaría. Estuve a punto de
sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí al Venerable
Gabriel y le dije: Primero el alma, después el cuerpo".
Superada
esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida del Venerable
Gabriel, y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes.
Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a
Gemma devolvérselo. Aquella misma noche, "se me apareció
(Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí....se quitó la túnica
blanca y se apareció vestido de pasionista.
Me
dijo: "Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He venido yo
mismo a verte. Procura ser buena y volveré".
En
otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel, y esta vez le
dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera
nada más.
"¿Y
por qué?"-le pregunté.
"Me
sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y repitió: `Hermana
mía...`, y desapareció."
Su
salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata Margarita
María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al
Sagrado Corazón varias veces, pero su debilidad no le permitía
continuarla. El día 23 de Febrero 1899, recomienza en serio la
novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre esto:
Faltando
algunos minutos para la medianoche, Gemma escuchó el rozar de las
cuentas de un rosario, y sintió una mano que se le posó en la
frente, la voz que escuchaba rezar le preguntó:
“¿Quieres
curarte?”.
-"Todo me da igual", le respondí.
-”Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón”...
-"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté.
-"Añade en su honor tres veces el 'Gloria' ". (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María Alacoque cuya fiesta celebramos el 16 de Octubre – leer en el blog)
-"Todo me da igual", le respondí.
-”Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón”...
-"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté.
-"Añade en su honor tres veces el 'Gloria' ". (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María Alacoque cuya fiesta celebramos el 16 de Octubre – leer en el blog)
"En
el penúltimo día de la Novena quería recibir la Comunión, ya que
terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy temprano.
¡Que momentos tan deliciosos pasé con Jesús!. Él me repetía:-
'¿Quieres curarte?'. No pude contestar por la emoción. ¡Pobre
Jesús! La gracia había sido concedida. ¡Estaba curada!".
Al
amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies, y toda la
familia, al verla, lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios.
Este milagro es la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema
recibiría durante su vida. Su amor por Cristo crucificado, y su
anhelo de ser solo para Jesús, la llevarían cada vez más a
ofrecerse al Señor como víctima de amor.
El
Señor iba preparando a Santa Gema, a través del crisol del
sufrimiento, para derramar en ella gracias y "joyas", que
nunca ella imaginó, pudiese Él concederle. ¡Qué lejos estaba de
pensar que ese Cristo crucificado a quien tanto amaba, muy pronto la
iba a convertir en un retrato vivo de sí mismo!.
IMAGEN
VIVA DE JESÚS: VICTIMA
El
8 de junio 1899, víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón, después
de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de
su frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de
"Víctima".
Dice
Santa Gemma:
“Después
de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde me haría una
gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que
estuviese atenta, y que se lo contara luego. Llegó la tarde.
De repente me asaltó un fuerte dolor de mis pecados. Después me
sentí recogida... Al recogimiento sucedió la pérdida de los
sentidos, y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del ángel
de la guarda, que me mandó hacer un acto de contrición. Después mi
Madre me dijo: -"Hijita, en nombre de Jesús te sean perdonados
tus pecados. Mi Hijo te ama mucho, y quiere hacerte una gracia muy
grande. Sabrás hacerte digna de ella... Yo seré tu Madre. Sabrás
mostrarte como verdadera hija"
Me
cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De
sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a
cebarse en mis manos, pies y costado. Creía morir,
y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera sostenido.
Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la
frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un
dolor fuerte en las manos, pies y costado. Me levanté para
acostarme, pero noté que de estas partes manaba sangre..."
Santa
Gemma, la víctima de Jesús, comienza a "suplir
en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo".
Este fenómeno se repetirá en las tardes
del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular
las llagas usa guantes. Su confesor ordinario, Monseñor Volpi le
dice que no se deje ver las manos, porque la gente se podría reír
de ella.
En
efecto Santa Gema sufrió el desprecio, rechazo y la burla de muchos
aun cuando caminaba por las calles de Lucca. La tenían por una
farsante, y una histérica. Le gritaban insultos y burlas por las
calles. Esto tan solo por su radical entrega a Jesús y su
piedad. En realidad no manifestaba nada de histeria.
Así
comienza para Santa Gemma una vida de incomprensión verdaderamente
conforme a la vida de nuestro Señor, que también padeció todo esto
por nosotros. Este es el consuelo y aliciente de Santa Gema, que cada
vez se parece mas a Jesús, y en toda ocasión en la que es
humillada, le da gracias al Señor que le permite compartir sus
sufrimientos.
Su
propio confesor, Monseñor Volpi, duda de la veracidad de las
estigmas, y piensa que es obra de la histeria. Esto hiere mucho el
corazón de Santa Gema, pero todo lo aguanta por amor a Aquel que lo
sufrió todo por nosotros los pecadores.
RECOGIDA
POR CARIDAD CON LOS GIANNINI:
En
el mes de junio de 1899, Santa Gemma conoce a los pasionistas en una
misión que predicaban en Lucca. Al verles reconoce en ellos el
hábito de San Gabriel de la Dolorosa, y en su corazón escucha al
Señor que le dice: "Tu serás una hija predilecta de mi
Corazón".
Se
confiesa con uno de ellos, pero es tanto lo que Santa Gemma le
comienza a decir, que el sacerdote le dice que le vaya a ver a la
casa de la familia Giannini, donde siempre se hospedaban los
pasionistas. Esta es la puerta de entrada para Santa Gema.
Los
Giannini eran una familia de extraordinaria fe. Acogían en su casa
como familia a los sacerdotes y otras almas buenas. Dijo el Papa
Pio XII "En el año 1899 la extraordinaria piedad y modestia
de Gemma, despertó tan gran admiración en la piadosísima familia
apellidada Giannini de Luca, que decidió acogerla en su propia casa
y considerarla como hija". Así lo expresa el mismo Don
Mateo, que después de haber escuchado a su hermana doña Cecilia, le
dice que recibirá a Gema como a una hija; y así fue efectivamente.
Santa Gemma se convirtió en la onceava hija, y todos la amaban. Ella
por su parte les servía con extraordinario amor.
Todos
sabían que Gemma era un alma especial, pero quien estuvo en mayor
contacto con ella fue la señora Cecilia, a quien Santa Gemma
consideraba como su mejor confidente. La señora Cecilia tiene 52
años. Permanece soltera, y muere en el 1931. Es una mujer de
carácter, emprendedora, afanosa y devota. En sus relaciones con
Gemma sigue al pie de la letra las directrices de los confesores con
tal fidelidad, que el ángel de la guarda dirá a Gema: "Ninguna
persona puede hacer mi trabajo mejor que ella".
REGALOS
DE DIOS:
Conversando
con la señora Cecilia, Gemma oye hablar del P. Germán de San
Estanislao; le pide a Jesús que se lo muestre, y el Señor lo hace
en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su
alma. Efectivamente el P. Germán se convierte en el confesor y
director extraordinario de Gema, quien es testigo de las obras de
Dios en su alma.
Muchos
fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la vida de Santa
Gemma; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se
la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció
con todo su corazón. Su ángel de la guarda un día le mostró dos
coronas, y le pidió que escogiese la que ella quisiera, y ella
escogió "la de Jesús".
Santa
Gemma tenía una relación muy particular con su ángel de la guarda,
que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le
servía de "cartero", llevando sus cartas al P. Germán. Se
asegura que también tenía el don de leer los corazones, y que en
varias ocasiones le dijo a varios religiosos que abandonarían la
religión, cosa que sucedió mas tarde, confirmando este don de su
corazón.
Hay
una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gemma en la casa
Giannini. En el comedor de la casa había un crucifijo grande al que
toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas
ocasiones le hacía pequeñas "visitas", orando frente a
Él.
Un
día, al tiempo que Gemma preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su
Jesús, y le dijo que tenía hambre y sed de Él. Siente ansias de
dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús
le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la
abraza muy estrechamente, permitiéndole
apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.
¿Cuál
es la actitud del corazón de Santa Gemma ante tantos hechos
extraordinarios?. Gemma se mantiene en humildad y sencillez. En
ningún momento permite que el orgullo se apodere de su corazón, le
escribía al P. Germán: "¡Cuánto he rogado a Jesús que me
lleve por la vía común!"
FURIOSA
GUERRA INFERNAL:
Jesús
dijo cierto día a Gemma: "Prepárate, pues el demonio será
quien dé la última mano a la obra que en tí deseo ejecutar".
Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra.
El
demonio detestaba a Gema; le daba golpes, la tentaba contra la pureza
con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de
impedir que comulgase, e incluso llegó a aparecérsele bajo la
apariencia del mismo Jesús.
Por
todos los medios trataba de privarla de dirección espiritual,
insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose
pasar por ellos. Era una guerra constante y continua que duró hasta
su misma muerte.
Era
de esperar esta guerra de parte del demonio, ya que serían muchas
las almas que se beneficiarían de los sufrimientos y oraciones de
Santa Gemma, y mas aún, ella solo quería conformarse con la
voluntad de Dios para su vida. Esto hacía que el demonio se
revolcara de rabia, porque no podía vencerla.
Tanta
era la rabia que sentía hacia la pureza de Santa Gemma, que un día
la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir de él,
hizo la señal de la Cruz, y se arrojó en un pozo de agua helada en
el jardín. Su ángel la sacó, y la felicitó por su gran amor a
la pureza, por su valentía y por su triunfo.
En
otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán, escribía
su vida: "dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer
(el libro de su vida), se lo robó gritando: `¡Guerra,
guerra a tu Padre!, tu escrito está en mis manos`; y
se relamía, y se revolcaba en el suelo de la satisfacción".
El
P. Germán, enterado por una carta de Gemma, se fue al sepulcro de
San Gabriel de la Dolorosa, y allí leyó los exorcismos, ordenando
al demonio que volviese el manuscrito a su lugar.
El
demonio lo devolvió todo chamuscado, aunque perfectamente legible,
como se conserva todavía hoy en el Convento de los Pasionistas de
Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo ven.
Escribe
la santa: "El demonio me hace sufrir mucho, pero siempre
terminan por vencerle Jesús y María, o bien el ángel, o San Pablo
de la Cruz, o el hermano Gabriel; siempre son estos tres”. "¡Si
vieras cómo escapa tan pronto como se presenta alguno de ellos!.."
¡PADRE!...
ME VOY CON JESÚS:
Gemma
estaba enferma. El P. Germán que no quería que muriese aún, le
ordenó que sanara. Jesús la sanó, pero le dijo: "Escribe a
tu padre que será por poco tiempo". Gemma comunicó a doña
Cecilia que deseaba verle, y ésta le escribió: "Venga
pronto a indicarnos que debemos hacer".
Gemma
ya había vuelto a enfermar. Llegando el Padre Germán, se sentó
junto a ella, y se produjo este diálogo: -"Pero...¿qué es
lo que hacemos, Gemma?"
-"¡Padre!",
contestó Gemma llena de gozo, "Me voy con Jesús. Me lo ha
dicho claramente. ¡Al cielo, padre, al cielo con Jesús!".
-"¿Y
los pecados cometidos cuándo se van a pagar?"
-"¿Me
ha dicho Jesús que me enviará sufrimientos para purificarme...Él
me aplicará los méritos de su Pasión...y me llevará con Él al
Paraíso".
Esa
misma tarde el P. Germán escuchó su confesión, y llorando decía
que Gema había mantenido intacta su inocencia bautismal. Al
siguiente día le administró el Viático.
El
P. Germán tenía urgencia de volver a Roma, y preguntó a Gema:
"¿Cuánto durará esto? ...Gema le contestó: "Esta
enfermedad será la última, pero me dice Jesús que aún no ha
llegado mi hora". Añade el P. Germán: "Por última vez
bendije aquel ángel de la tierra, al que no había de ver más, y me
retiré".
Tenía
que retirarse, pues Jesús había dicho a Gemma que el demonio sería
quien diese la última mano a su virtud, y estando el Padre Germán
presente, el demonio no se hubiera atrevido a hacerle nada. Pero tan
luego como el P. Germán se fue, no reconoció límites su
bestialidad durante siete largos meses.
Perturbaba
su imaginación con horribles fantasmas con el fin de producirle
estados de ansiedad, tristeza, amargura y temor, que la indujeran a
la desesperación. Le decía muchas veces: "Ahí tienes lo
que has conseguido con tus fatigas en el servicio de Dios";
y le presentaba tales figuras contra la pureza, que escribió al P.
Germán: "Padre mío, pídale a
Jesús que me cambie esta cruz por cualquier otra. Haga desde ahí
los exorcismos para que este
perverso se vaya, o
mande a su ángel para que lo ahuyente".
Viendo
que con tentaciones no podía vencerla, empezó a maltratarla con los
golpes más brutales, y en forma de bestias feroces, que amenazaban
despedazarla. Dirigiéndose entonces a María Santísima,
le decía: "Madre mía; me encuentro bajo el poder del
demonio, que quiere arrancarme de las manos de Jesús. Ruéguele por
mí. ¡Viva Jesús!".
Jesús
y María, complacidos al ver como luchaba, le enviaban a San Pablo de
la Cruz, o a San Gabriel para animarla. El mismo Jesús le dijo:
"Hija mía; humíllate bajo mi mano poderosa, y lucha que tu
lucha te conducirá a la victoria".
ENTREGA
SU VIDA POR UN PECADOR
Le
escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda paz.
Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior
parezca seria. Y tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".
Este
pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que había
dejado el sacerdocio hacía ya doce años, y daba mucho escándalo
con su vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo
que los sacrificios que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso
a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su vida por su
conversión; el padre dijo que sí, y Jesús aceptó el intercambio.
Este
sacerdote se convertiría dos días antes de Gema morir, dándole a
ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había
ofrecido al Señor. (Nota: Pasados los doce años
que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio es la
mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años).
PARALELO
CON LA PASION DE CRISTO
Creyendo
los médicos que la enfermedad era contagiosa, sacaron a Gema de la
casa Giannini, y la llevaron a un apartamento, contiguo a la casa,
que su tía Elisa había alquilado. Este era otro designio de Dios
para asemejarla a Cristo, que murió fuera de la ciudad como "Víctima
oficial" por los pecados.
"REPETICIÓN
DEL VIERNES SANTO"
Gemma
había pedido a Jesús morir crucificada con Él, y crucificada
moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba
retirarse un poco, y Gemma le dijo: "No me dejes, mamá,
mientras no esté clavada en la cruz, pues Jesús me ha dicho que
tengo que morir crucificada como Él".
Momentos
después entró en éxtasis profundo, extendió un poco sus brazos, y
en esta posición permaneció hasta mediodía. Su semblante era
mezcla de amor y dolor, de calma y desolación...¡Agonizaba, como
Jesús en la Cruz!. Los presentes la contemplaban atónitos.
Era
Viernes Santo, 10 de abril de 1903.
A
las ocho de la mañana del sábado, se le administró la
Extremaunción (hoy día se le llama Unción de los
Enfermos), a cuyo rito sagrado contestó con pleno
conocimiento. A doña Cecilia que le habló del P. Germán le dijo:
"Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para
prepararme a morir".
Tomó
entonces el crucifijo en las manos y exclamó: "¡Jesús!...¡En
tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la
imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a
Jesús mi pobre alma...Dile que tenga misericordia de mí".
De
repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa de cielo
se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El
párroco, que estaba presente exclamó: "Jamás he
presenciado muerte semejante". Y él mismo puso sobre el
pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al sepulcro.
Muere
Santa Gemma a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de abril de 1903.
La
profecía de Santa Gemma se cumplió. Los pasionistas la
rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí.
El Señor que había acrisolado su corazón con el sufrimiento,
también había pedido de ella el sacrificio de no entrar en ninguna
orden religiosa, y ella lo aceptó y lo ofreció al Señor, como todo
lo demás.
CON
UNA LANZADA LE ABRIÓ EL COSTADO; Y AL PUNTO BROTÓ SANGRE Y AGUA:
Era
necesaria una prueba irrefutable que revelara las intimidades del
corazón de aquella criatura que había amado ardientemente a Jesús.
La
prueba se tuvo cuando al fin, y Dios sabe con qué sacrificios, llegó
el P. Germán a Lucca.
Ya
habían pasado 14 días de la muerte de Santa Gemma. El Padre
anhelaba volver a ver aquel rostro lleno de dulzura. Pero quería
sobre todo verificar los misterios de aquel corazón virginal, cuyos
secretos en vida nadie mejor que él había profundizado... "El
24 de abril se procedió a exhumarlo. Se abrió el cuerpo y se
extrajo el corazón, que apareció fresco, lozano, flexible,
rubicundo, humedecido de sangre, igual que si estuviera vivo.
Los especialistas que practicaban la autopsia quedaron maravillados.
Estaba bastante achatado y dilatado por ambos lados, apareciendo como
más ancho que alto. Al abrirlo fluyó enseguida la sangre, bañando
el mármol donde se realizaba la intervención".
Aquella
que en muchas ocasiones le había pedido al Señor que le ensanchara
el corazón para poder amarlo más, recibió esta gracia que tanto
pedía. Su corazón se conserva en el convento Pasionista de Madrid.
El
P. Germán escribió muy pronto su biografía, y la devoción a Santa
Gemma comenzó a extenderse de manera prodigiosa, no solo en Italia,
sino en muchos países del mundo. Sin duda el Señor quiso darla a
conocer como un medio de ayudarnos a todos a comprender lo que es la
santidad y animarnos a conseguirla.
Su
intercesión no se hizo esperar, y muchos comenzaron a recibir
grandes milagros y gracias por medio de la Santa. El mas grande de
ellos es el deseo de santidad que al meditar en su vida, infunde en
las almas.
Una
hija espiritual: La Madre Gema Eufemia Giannini.
El
proceso de canonización de Sta. Gemma Galgani
El
proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de 1907,
cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el
proceso de "fama de santidad", porque era conocida ya en
todo el mundo.
Gemma
fue Beatificada el 14 de mayo de 1933, Año Santo del XIX Centenario
de la Redención; la Beatificó el Papa Pío XI.
Gemma
fue Canonizada el 2 de Mayo de 1940 (día de la Ascensión del
Señor), por el Papa Pío XII, que dijo: "Santa Gemma será
la piedra preciosa de nuestro Pontificado".
Los
grandes amores de Santa Gemma, durante toda su vida fueron Jesús
Crucificado, la Virgen María, la Eucaristía y la sed de conversión
de las almas. Para ellos vivió toda su vida, y por ellos murió como
víctima de amor.
¡Santa
Gemma Galgani, ruega por nosotros!.
Oración
compuesta por Santa Gemma
Aquí
me tenéis postrada a vuestros Pies Santísimos,
mi querido Jesús, para manifestaros en cada instante
mi reconocimiento y gratitud por tantos y tan continuos favores
como me habéis otorgado y que todavía queréis concederme.
mi querido Jesús, para manifestaros en cada instante
mi reconocimiento y gratitud por tantos y tan continuos favores
como me habéis otorgado y que todavía queréis concederme.
Cuántas veces os he invocado, ¡oh Jesús!,
y me habéis dejado siempre satisfecha;
he recurrido a menudo a vos,
y siempre me habéis consolado .
¿Cómo
podré expresaros mis sentimientos amado Jesús?
Os
doy gracias ... pero otra gracia quiero de Vos.
¡Oh, Dios mío! , si es de vuestro agrado ...
(Aquí se manifiesta la gracia que se desea conseguir).
Si no fuérais Todopoderoso no os haría esta súplica .
¡Oh, Dios mío! , si es de vuestro agrado ...
(Aquí se manifiesta la gracia que se desea conseguir).
Si no fuérais Todopoderoso no os haría esta súplica .
¡Oh
Jesús!, tened piedad de mí.
Hágase en todo vuestra santísima Voluntad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria .
(Con licencia eclesiástica)
Hágase en todo vuestra santísima Voluntad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria .
(Con licencia eclesiástica)
Oración
Final: Te pedimos Señor, que por los méritos e intercesión
de Santa Gema Galgani, podamos vivir una vida recta y basada en la
Verdad, el Amor y la Misericordia. Haz que nuestros pastores renueven
la importancia vital de conceder a todos los bautizados el Sacramento
de la Confirmación, como sucedió con Santa Gema, a fin de poder
aumentar el número de tus fieles soldados, alistados y dispuestos a
la inmensa y durísima batalla espiritual en la que está inmerso el
mundo y nuestras vidas, hasta tu definitiva venida. Amén.
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