Segunda
Feria 6 de marzo
San
Olegario
Obispo
(1060-1136)
Breve
Olegario
= Aquel de la lanza invulnerable, es de origen germánico.
Obispo
enérgico que supo mantener la cohesión de la Iglesia en Barcelona
en tiempos de guerra y desolación. Guardián celoso y maestro de la
castidad, afable para todos, generoso con los pobres, esquivo de la
vanagloria, despegado de la pompa mundanal, y amante fiel de la paz
verdadera, no fingida”.
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En
lo religioso es Nicolás II quien dirige, y en lo civil Enrique IV
administra el Sacro Imperio Romano cuando nace en el año 1060
Olegario.
Sus
padres fueron Olaguer –válido de D. Ramón Berenguer, conde de
Barcelona– y Guilia. En su tiempo se condena a Berengario por sus
errores sobre la Eucaristía, y Godofredo de Buillón conquista
Jerusalén, nombrándosele defensor del Santo Sepulcro.
Su
familia era de origen noble por parte del padre y de la madre. Ambos
se preocuparon por darle una educación en los valores que nunca
defraudan del Evangelio.
El
padre – cosa rara hoy en día – quiso llevar y dirigir sus
estudios según los criterios de la época en que le tocó vivir.
Cuando
vio que su preparación intelectual y humanista la recibiría mejor
en los canónigos de la catedral, no tuvo inconveniente en confiarles
su educación como persona humana.
En
los estudios que le prepararían para ser sacerdote, se distinguió
por su piedad sincera, su aprovechamiento y su afición o “hobby”
por leer a los Santos Padres.
Tanto
los leyó, meditó y estudió, por lo que se convirtió en una
verdadero especialista.
Él
anhelaba la perfección espiritual de su vida. Por eso, al enterarse
de que había cerca de Barcelona un convento de canónigos regulares
de San Agustín, no dudó lo más mínimo en irse para imitar su
virtud.
Fue
canónigo de la iglesia Catedral de Barcelona y D. Ramón Beltrán,
obispo de la ciudad lo ordenó sacerdote. Pero, pensando que agradaba
más a Dios de otra manera, Olaguer –que así le conocen en
Barcelona y Tarragona– renuncia a la prebenda catedralicia, entra
en el monasterio de San Adrián, del que llega a ser prior, y pasa a
ser abad del de San Rufo, hasta que se le nombra obispo en el año
1115.
No
pocos apuros costaron ponerle sobre su cabeza la mitra de Barcelona,
y en su mano el báculo, por no quererlos aceptar el frailecito
pensando que eran gran dignidad y pocos sus méritos; incluso
llegó a escaparse por la noche y el clero tuvo que "atraparle"
en Perpiñán; y dicen que hasta el mismo D. Rodrigo suplicó al papa
Pascual II para que le obligara a aceptarla.
Puede
que el dato sea leyenda, o puede que sea verdad por su humildad; pero
ciertamente hoy –los tiempos cambiaron– no cuesta tanto aceptar
un nombramiento episcopal. Aquellas buenas gentes apreciaban bien su
calidad.
Como
obispo hace su labor con creces; pasó el tiempo reconstruyendo
monasterios e iglesias, predicando
directamente a los fieles –cosa poco usual en su época–
y preocupándose de los pobres, dándoles en limosna los dineros que
él recibía.
Cuando
muere el papa Pascual y se elige a Gelasio II, va Olegario a Roma a
besar los pies de Pedro, y prestarle juramento como acto protocolario
del tiempo. A su vuelta se ha recuperado Tarragona de los moros, se
restituye su condición de sede metropolitana, y Olaguer es nombrado
su arzobispo el 21 de marzo de 1118.
El
papa lo nombra además legado suyo para toda España.
Tiene que vivir en Barcelona, cuya sede mantiene, porque quedó
arrasada Tarragona y sin bienes propios; ocho años tardará Olegario
en terminar de reedificar las murallas de esta ciudad, y en llevar a
ella a gente aguerrida que esté en condiciones de poder defenderla.
Cumpliendo
la misión de metropolitano y legado ad latere, hubo de tomar parte
en diversos concilios, y anatematizó al antipapa Anacleto.
A
su regreso de Tierra Santa se preocupa de que se restituyan a la
iglesia los bienes que algunos se habían injustamente apropiado,
bendice y repara las iglesias desacralizadas por los sarracenos, e
interviene en Zaragoza en la reconciliación entre don Alonso de
Castilla y don Ramiro de Aragón.
Este
hombre celoso, incansable, con don de gobierno y mucho amor a Dios,
no pudo ver reconstruida su iglesia metropolitana por falta de
recursos económicos, antes de morir el 6 de marzo del 1136.
Fueron
sepultados sus restos en su iglesia de Barcelona, y canonizado a la
antigua usanza, es decir, por veneración popular y consentimiento
del Romano Pontífice.
Fecha
de canonización: 25 de mayo de 1675 por el Papa Clemente X.
Oración:
Te pedimos Señor, que por los méritos e intercesión del Obispo San
Olegario, puedan nuestros obispos, católicos y ortodoxos, defender
con valentía y constancia tus enseñanzas, y las que nos dejaron los
Apóstoles en el Evangelio. A Tí Señor, que nos prometiste que el
Cielo y la Tierra pasarán, pero siempre permanecerá incólume tu
Palabra. Amén.
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