17 de Julio 2024
San León IV
Papa
(855)
Protector
de Roma, y defensor del primado de Pedro.
Romano
de nacimiento, fue creado papa en 847; monje en San Martín de Roma,
y elevado al sacerdocio por el papa Sergio II. Gregorio IV le nombró
cardenal de los Cuatro Coronados.
Rodeó de murallas el
Vaticano, y construyó una parte de Roma, que de su nombre se
denominó Ciudad Leonina, y fortificó a Ostia y Porto.
En su
pontificado, los sarracenos invadieron a Italia; pero no pudieron
entrar en Roma. San León, al frente de un grueso ejército de
romanos, los deshizo junto a Ostiaen el año 849.
En 853
reunió un concilio de sesenta y seis obispos; al fin de su
pontificado, reconstruyó la ciudad de Civita-Vecchia, la antigua
Centum Cellae, destruida por los sarracenos, que amenazaban caer
sobre Roma. Murió en 855.
Los historiadores le apellidaron
Mitissimus heros, el héroe
suavísimo.
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León
era romano de nacimiento, pero probablemente de origen lombardo.
Recibió su educación, en el monasterio benedictino de San Martín,
cerca de San Pedro.
Las cualidades del joven, llamaron la
atención de Gregorio IV, quien le nombró subdiácono de la basílica
de Letrán, y más tarde cardenal-presbítero, titular de «Quatuor
Coronati».
A la muerte de Sergio II, el año 847, León
fue elegido para sucederle en el pontificado. El nuevo Papa, fue
consagrado sin consultar al emperador, ya que los romanos, aterrados
ante la perspectiva de una invasión sarracena, querían ver la
cátedra de San Pedro, ocupada por un hombre decidido y bueno, por
más que la idea no le agradaba a San León.
Lo primero que
hizo, fue prepararse para el ataque de los sarracenos, y mandó
reparar y reforzar las murallas de la ciudad, pues en los años
precedentes, los sarracenos habían penetrado por el Tíber, y se
habían entregado al saqueo.
La lista de las donaciones de
San León, a las diversas iglesias, ocupa veinte páginas del Liber
Pontificalis. Además, hizo llevar a Roma, las reliquias de numerosos
santos, entre las que se contaban las de los Cuatro Coronados, que el
Papa mandó depositar en la basílica, que había reconstruido en su
honor.
Pero, por grandes que hayan sido estas realizaciones,
quedaron eclipsadas, por la magna empresa de la construcción de una
muralla alrededor de la colina Vaticana. Tal fue el origen del
predio, que desde entonces se conoce, con el nombre de «la ciudad
Leonina».
Sin embargo, San León sabía que las más
poderosas murallas, son incapaces de defender a un pueblo, contra la
cólera divina, y que un clero negligente o rebelde, corrompe a los
fieles y provoca esa cólera.
Así pues, el año 853, reunió
en Roma un sínodo, cuyos cuarenta y dos cánones se referían, en
gran parte, a la disciplina, y los estudios del clero. El sínodo
hubo de tomar también ciertas medidas, contra el cardenal Anastasio,
quien intrigaba con el emperador Lotario I, para obtener la sucesión
del pontificado.
San León hizo también frente, al violento
y rebelde arzobispo Juan de Ravena, y a su hermano, el duque de
Emilia, que habían asesinado a un legado pontificio. El Papa se
trasladó a Ravena, donde juzgó y condenó a muerte al duque y a dos
de sus cómplices; pero como la sentencia fue dictada en el tiempo
pascual, en que no se podía ejecutar a nadie, los asesinos escaparon
con vida.
San León tuvo también dificultades, con el duque
de la Gran Bretaña, Nemonos, quien se arrogó el poder de
establecer, una sede metropolitana en su territorio; con San Ignacio,
patriarca de Constantinopla, el cual depuso al obispo de Siracusa, y
con un soldado llamado Daniel, quien acusó falsamente al Pontífice
ante el emperador, de tramar una conspiración con los griegos y los
francos.
Por último, San León tuvo que defenderse también
de Hincmar, arzobispo de Reims, el cual le había acusado, de impedir
que los clérigos depuestos, apelasen a la Santa Sede. El enérgico
Pontífice, falleció en medio de esas pruebas, el 17 de julio del
855.
San León IV fue un hombre que supo combinar la
liberalidad y la justicia, con la paciencia y la humildad. Cierto que
sus principales realizaciones, fueron de orden político y temporal;
pero ello se debió, a los tiempos en que vivió, y al hecho de que
la historia, olvida muy fácilmente la grandeza espiritual, o se
preocupa muy poco por ella.
San León fue un buen predicador,
por lo que se le ha atribuido, aunque probablemente sin razón, una
homilía sobre el «Cuidado pastoral». Por su entusiasmo por
el canto en las iglesias romanas, San León fue un precursor de San
Pío X.
Todavía se conserva una carta que escribió, sobre
ese tema a un abad: «Ha llegado a nuestros oídos, un rumor
increíble ... Se dice que tenéis tal aversión por el armonioso
canto gregoriano, que no sólo disentís de su práctica en esta
diócesis tan próxima, sino en toda la Iglesia occidental, y de
todos aquéllos que emplean la lengua latina en las alabanzas al Rey
del cielo.
En seguida, el Papa amenazaba con la excomunión al
abad, en caso de obstinarse contra «el supremo jefe religioso» en
la cuestión del culto.
El pueblo atribuyó a san León varios
milagros, entre otros, el de haber detenido un gran incendio, en el
«borgo» romano con la señal de la cruz.
A pesar de las
objeciones de los historiadores, parece cierto que Alfredo el Grande,
que no tenía entonces sino cuatro años, recibió en Roma, de manos
de San León, el título honorario de «Cónsul Romano» (que no
equivalía a la consagración regia). Algunos historiadores
atribuyeron erróneamente a San León, la institución del rito del
"Asperges" antes de la misa dominical.
La principal
fuente es el Liber Pontificalis con las notas de Duchesne. Pero
también se encuentran ciertos datos en las crónicas de Hincmar de
Reims, y en las cartas del Pontífice.
Fuente: «Vidas de los
santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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