24 De Agosto de 2024
Beata Alfonsa Clerici
(1860 –
1930)
Madre y Maestra de los pobres y necesitados
“Oraba
de rodillas, y ponía su frente en la tierra”
VERCELLI,
martes 24 de agosto de 2010 - El compromiso de la hermana Alfonsa
Clerici con sus alumnos, iba más allá de una “asistencia
piadosa”. El amor y la entrega a cada uno de ellos, se tradujo
en “propuestas e iniciativas de todo tipo, en el plano religioso,
espiritual y cultural, para su auténtica y más completa promoción
humana, y cristiana”, así testimonió una de sus alumnas, durante
el proceso para su beatificación.
La hermana Alfonsa, será
beatificada el próximo 23 de octubre, en la diócesis de Vercelli,
región del Piamonte, al norte de Italia. La ceremonia será
presidida por monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación
para la Causa de los Santos, en representación del Papa Benedicto
XVI.
Alfonsa nació en Lainate, el 14 de febrero de 1860. A
los 15 años entró al colegio de las Hermanas, de la preciosísima
Sangre en Monza. En 1879, consiguió el diploma de maestra en grado
superior, y comenzó a enseñar en la escuela pública de Linate.
A
los 23 años, ingresó en la comunidad del colegio donde había
estudiado: “Yo que tengo el honor, de llevar el nombre de
Hermana de la Preciosísima Sangre”, escribió la religiosa,
cuando emitió sus votos temporales, “estaré contenta donde
haya más sacrificio, estaré contenta de derramar la sangre de la
voluntad, del amor propio”, dijo.
La congregación a la
que perteneció la hermana Alfonsa, tiene el carisma de la vida
comunitaria intensa, así como la educación, en la que resaltan a
sus alumnos, la dignidad como hijos de Dios. También se dedican a la
asistencia a los enfermos, y a la promoción de la mujer.
Actualmente se encuentran en Italia, Brasil, Kenya, Timor Oriental y
Myanmar.
Luego de emitir sus votos, la hermana Alfonsa enseñó
en el colegio, donde había estudiado. Allí fue también la
directora, de 1898 a 1907. El principal desafío que enfrentó, fue
la solución de una gran crisis económica, que sufrió su
instituto. Ella misma admitió, que se trataba de “una comunidad
que reordenar, que reformar, pero no que deshacer”.
La
hermana Alfonsa, fue llamada en 1911, a dirigir el colegio Retiro de
la providencia, ubicado en Vercelli. Se trataba de un instituto de
acogida de personas huérfanas, o que vivían en una situación
familiar difícil.
“Era el consejo de administración el
que guiaba, y seguía este colegio, pero tenían pocos recursos”,
(hermana Santina Dino).
“Encontraron estos chicos,
algunos pequeños, que no lograban tener una educación completa,
porque faltaba el dinero. Ella buscaba mejorar la situación”,
comentó la religiosa.
Su santidad se fue forjando, en
pequeñas acciones de caridad, que tenía con sus alumnos, y con las
personas más necesitadas, que llegaban a este instituto.
“Muchos
pobres y atribulados, iban diariamente al Instituto, para obtener un
pedazo de pan o un vestido, y sobre todo, un poco de amor, que la
hermana Alfonsa sabía dar con alegría. Ninguno se iba
desilusionado, todos recibían algo de ella, sea material o
espiritual”, asegura su postuladora.
Una caridad que se
fundaba, en una vida espiritual muy profunda y particular. Por ello
su biografía, se titula Con la fronte per terra, (Con la frente por
tierra n.d.t), “Oraba de rodillas, y
ponía su frente en la tierra”, indicó su
postuladora.
La Hermana Santina cuenta que un día, durante la
Primera Guerra Mundial, un soldado fue a pedirle dinero. La hermana
Alfonsa, sólo tenía la cantidad exacta de dinero, para comprar una
lámpara para el Santísimo. Ella le dijo, que no lo podía ayudar
económicamente. En la noche no pudo dormir, y decidió darle ese
dinero al soldado.
Al día siguiente, fue una condesa a
visitarla, y a darle una ofrenda. “Era la misma cantidad que le
había dado al soldado. ¡El Señor se lo había devuelto!”,
cuenta su postuladora.
Entre el 12 y el 13 de enero de 1930,
la hermana Alfonsa sufrió una fuerte hemorragia cerebral, mientras
que oraba con su habitual posición de la cabeza en el suelo. Así
fue encontrada. Murió al día siguiente.
Durante su proceso
de beatificación, cinco de sus alumnas, cuyas edades oscilaban
entre 85 y 87 años, dieron su testimonio, sobre los actos de caridad
de esta religiosa: “Lo más bello, es que todas las interrogadas
decían lo mismo: eran bien tratadas, ella sabía estar cercana a
todas, y buscar para cada una, la mejor solución, sea llevarlas de
vacaciones, ayudar a resolver su situación familiar. Ella vivió en
el silencio y en la pobreza en este instituto”, concluyó su
postuladora.
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