19 de Agosto 2024
Beato Gregorio Martos Muñoz
Sacerdote y
Mártir
(1908 – 1936)
114 mártires en Aguadulce, Almería
(España)
Víctimas por el odio a la fe, durante la guerra civil
en España
Sus
padres, piadosos labradores del granadino pueblo de Válor, emigraron
a la Argentina, en busca de un futuro mejor. En el lugar de
Chilecito, provincia de la Rioja, nació el siervo de Dios, el 3 de
abril de 1908, y recibió el Bautismo nueve días después, en la
Iglesia Parroquial del Sagrado Corazón de Jesús. Al cumplir diez
años, su familia regresó a España.
Muy piadoso, y guiado
por el ejemplo de su virtuosa madre, doña Josefa, ingresó en el
Seminario de Granada. Su entusiasmo era tal, que concluyó sus
estudios, un año antes de lo previsto, y fue nombrado formador del
Seminario Menor. Cuando por fin, fue ordenado presbítero; recibió
la misión de la coadjutoría de El Ejido.
Aunque su
ministerio sólo pudo durar tres años, los ejidenses apreciaron su
entrega pastoral. Presto a socorrer al prójimo, vivía con
austeridad, y rechazó la herencia paterna. Su hermana doña Dolores
cuenta que: « Cuando bautizaba, o casaba a algún hijo de familia
que no tenía medios, él nunca cobraba nada. En una ocasión bautizó
al hijo de una familia gitana, y se marcharon muy contentos, porque
además de no cobrarle, les invitó a desayunar. »
Detenido
nada más iniciarse la Persecución Religiosa, el veintiuno de julio
de 1936, lo encarcelaron en Dalías. Al día siguiente, lo llevaron a
la cárcel de Berja, dejándolo en libertad vigilada el siete de
agosto.
El día doce trató de escapar, pero fue descubierto
en Peña Rodada. Quisieron que blasfemara, sobre una medalla de la
Madre de Dios, pero prefirió tragársela a profanarla. Completó su
cautiverio, en las prisiones de Berja y El Ejido.
En la
Albufera de Adra, fue martirizado a sus veintiocho años, pidiendo
morir antes que otros dos prisioneros, para para darles la
absolución. El siervo de Dios don José Peris Ramos lo sepultó. Su
hermana recuerda que: « Mi madre nos pidió a todos los hermanos,
que no tomáramos venganza por la muerte de mi hermano, que había
que aceptarlo con paciencia porque Dios lo había permitido así.
»
Fuente: https://www.es.catholic.net
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