viernes, 7 de agosto de 2020

 7 de agosto

SANTA JULIANA DE MONTE CORNILLÓN

Monja y Reclusa Agustina

Impulsora de la fiesta del Corpus Christi

Breve

Monja nacida en Retinnes, cerca de Lieja, Bélgica, en el año 1193; murió en Fosses, el 5 de abril de 1258.

En el lugar de Fosses, en Brabante, hoy Bélgica, Santa Juliana, virgen de la Orden de San Agustín, fue priora de Monte Cornillon, cercano a Lieja, y llevó después vida recluida, en la cual, fortalecida con gracias especiales, promovió la solemnidad del Cuerpo de Cristo. († 1258)

En 1206, recibió el velo, y se dedicó a los enfermos en el hospital, a cargo del convento. También es conocida como Juliana de Lieja

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Juliana fue la hija segunda, del matrimonio de Enrique y Frescinda, vecinos del pueblo de Retina, cerca de Lieja. Nació en 1192, y quedó huérfana a los cinco años. Junto con su hermana Inés, que tenía seis, fue llevada al convento de Monte Cornillón, recientemente fundado, cuyas religiosas se dedicaban, además del Oficio divino, al cuidado de los leprosos y enfermos.

Demasiado niñas las dos hermanas, para aplicarse a las obras de caridad, fueron puestas bajo la dirección de sor Sapiencia, una religiosa que las instruyó, en los rudimentos de la doctrina cristiana, y las inició en las virtudes, que son la base de la vida espiritual: obediencia, humildad, mortificación y penitencia.

Los biógrafos, que han dejado en la penumbra a Inés, nos hablan de la brillante santidad de Juliana. Dotada de excepcionales cualidades, aprendió el salterio de memoria, demostró un amor por la soledad, y un celo intemperante por la mortificación, de lo que tuvo que corregirla su maestra, hasta hacerla entender, que la obediencia vale más que los sacrificios.

Hizo rápidos progresos, y leyó con placer, los escritos de San Agustín y San Bernardo. También cultivó un ardiente amor por la Santísima Virgen, la Sagrada Pasión, y especialmente el Santísimo Sacramento.

A los seis años, tuvo una visión que no pudo comprender. Vio la luna resplandeciente de luz, pero atravesada por una mancha obscura, que parecía cortar el globo en dos partes. Habló de su visión a otras religiosas, pero no supieron desentrañársela; es más: le dijeron que era peligroso investigar en la misma. Sin embargo, la noticia se divulgó por Lieja, y la reputación de la pequeña se incrementó.

La devoción de Juliana por la Sagrada Eucaristía, también iba en aumento, guiada por Sapiencia, su maestra, la cual, habiendo sido nombrada priora, hizo construir para Juliana un oratorio, donde la fervorosa joven, pudiera entregarse libremente a la oración.

Pero la visión que contemplara de niña, se le presentaba continuamente a su espíritu, llenándola de turbación y congoja. Al fin, a fuerza de súplicas, consiguió que se le revelara el misterio.

Una voz celestial, le manifestó que el globo de la luna, era una figura de la Iglesia militante, y la mancha representaba, la falta de una fiesta especial al Santísimo Sacramento, queriendo Dios que fuera instituida dicha fiesta, pues el Jueves Santo, que conmemoraba tal celebración, al coincidir con la Semana Santa, no dejaba lugar a la solemnidad requerida.

Ella comunicó esta revelación a Roberto de Thorete, el entonces obispo de Liège; también al docto Dominico Hugh; más tarde cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén; y finalmente al Papa Urbano IV.

El obispo Roberto se impresionó favorablemente, y como en ese tiempo, los obispos tenían el derecho, de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246, y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan de Monte Cornillón, debía escribir el oficio para esa ocasión.

Éste encara la composición del oficio litúrgico de la nueva festividad, con gran éxito, la que lleva a cabo el año 1232. Al año siguiente, parece que ya en Laon, se celebró por primera vez, la fiesta del Corpus Christi

En 1230, fue elegida superiora por el voto unánime de la comunidad. Pero pronto, Dios le envió pruebas muy duras. Su convento estaba bajo la supervisión, de un superior general, llamado Roger, quien era un hombre de hábitos viciosos y escandalosos; él se aseguró esta posición en 1233, mediante intrigas y sobornos.

Disgustado por las virtudes y la piedad de Juliana, y mucho más por sus súplicas y reproches, incitó a la multitud contra ella.

Ella escapó a la celda de la Beata Eva de Lieja, y luego a una casa, que le fue dada por John, un canónigo de Lausana.

Reivindicada en las cortes, mediante la influencia de Roberto de Thorate, Obispo de Lieja, ella fue restaurada a su posición en la comunidad, y Roger fue destituído.

Pero en 1247, Roger estaba otra vez en el poder, y consiguió de nuevo expulsar a nuestra santa. Juliana encontró refugio en Namur, y después en Fosses, donde pasó los últimos años de su vida en reclusión.

La muerte de Juliana, fue tan santa como su vida. Desterrada hasta seis veces, tuvo que cambiar otras tantas de refugio; perseguida a muerte por sus crueles enemigos, que veían el contraste entre su virtud y su propia depravación. Privada de todo consuelo humano, jamás se la oyó quejarse o murmurar.

Por petición propia, fue enterrada en Villiers. Después de su muerte, un gran número de milagros, ocurrieron por su intercesión (Acta SS., April, I, 435 sq.). En 1869, Pío IX confirmó el culto, y permitió el oficio y Misa en su honor.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que por los méritos e intercesión de Santa Juliana, podamos proclamar nuestro Amor por tu Cuerpo y tu Sangre, no entregando el nuestro, a la voracidad de la concupiscencia, y así honrar el templo viviente, que es nuestro propio cuerpo, en donde has querido morar para siempre. A Tí Señor, que nos enseñaste, que sólo mediante la penitencia y la oración continua, podremos acceder a los divinos tesoros, que nos vas develando todos los días en nuestro corazón. Amén.


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