25 de Agosto
San
José Calasanz (Calasanctius)
1556-1648
Abrió la primera escuela pública gratuita en Europa
Patrón de las escuelas públicas cristianas. (Pío XII, 1948)
Llamado en religión "a Mater Dei"
Breve:
Nació el 11 de Septiembre de 1556 en Aragón, en el año 1557, en el castillo de Calasanza. cerca de Petralta de la Sal, Aragón (España).
Obtuvo una excelente formación, y ejerció el sacerdocio en su patria.
Más tarde se trasladó a Roma, donde se dedicó a la instrucción de los niños pobres, y fundó una Sociedad, destinada a este fin. Es el fundador de los Padres Escolapios (escuelas pías).
Tuvo que sufrir duras pruebas, entre ellas, las calumnias de los envidiosos.
Murió el 25 de agosto de 1648, en Roma.
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Sus Padres son Pedro Calasanza, que era el gobernador de la región, y Doña María Gastonia. José era el menor de cinco hijos; tuvo una buena educación en su casa, y después, en la escuela de Petralta. Los religiosos que lo instruyeron en su niñez, lo entusiasmaron por la vida sacerdotal.
Desde muy pequeño, su gran deseo era poder alejar el mal y el pecado, de las almas de los demás. En el colegio, se burlaban de él los compañeros, porque les parecía demasiado piadoso, pero poco a poco, con su amabilidad, los fue ganando a su favor.
Después de sus estudios clásicos en Estadilla, estudió filosofía y leyes en Lérida, recibiendo el doctorado en leyes. Posteriormente, completó con honores, cursos de teología en Valencia y Alcalá de Henares, España.
Tras la muerte de su madre y hermano, Don Pedro quiso que José fuera militar, y se casase para perpetuar la familia, pero Dios intervino, enviandole una enfermedad en 1582, que lo llevó a José al borde de la muerte. El joven le prometió a Dios, que si le concedía la curación, se dedicaría únicamente, a trabajar por la salvación de las almas.
El joven curó de la enfermedad, y entonces el papá le permitió cumplir su promesa, y fue ordenado sacerdote, el 17 de diciembre de 1583, por Hugo Ambrosio de Moncada, obispo de Urgel.
Sacerdote sabio, virtuoso y entregado
San José comenzó su ministerio sacerdotal, en la Diócesis de Albarracín, donde el Obispo della Figuera, lo envío a una región montañosa, donde la gente era muy ignorante en religión. Allá, entre campos y caminos peligrosos, se propuso visitar familia por familia, para enseñarles la religión.
En Barcelona, existía una terrible pelea, entre dos familias de las principales de la ciudad, con grave peligro de matanzas. San José fue enviado a poner la paz, y logró que se casara, un joven de una de las familias, con una muchacha de la familia contraria, y así volvió a haber paz, entre los que antes eran enemigos.
El señor obispo de Urgel, lo nombró su teólogo, confesor y vicario general, el más alto puesto en la diócesis, después del prelado. Cuando el obispo fue transferido a Lérida, se llevó a su teólogo. En 1586, della Figuera, fue enviado como visitador Apostólico, a la abadía de Montserrat, y José le acompañó como secretario.
El obispo murió el año siguiente, y José se marchó de allí, aunque urgentemente le pidieron que se quedase. Llegó a Calasanz, solo para estar presente en la muerte de su padre. Fue entonces llamado por su obispo de Urgel, para ser vicario-general del distrito de Trempe.
Dios lo llama a enseñar a los niños abandonados de Roma
Sentía una voz en su interior, que le decía: "¡Vete a Roma!, ¡Vete a Roma!". Y en sueños, veía multitudes de niños desamparados, que le suplicaban que se dedicara a educarlos.
Entonces renunciado a sus altos puestos, y repartiendo entre los pobres, las grandes riquezas, que había heredado de sus padres, se dirigió a pie a la Ciudad Eterna, en 1592. Allí encontró un protector, en el Cardenal Marcantonio Colonna, quién lo escogió como su teólogo, e instructor para su sobrino.
Roma ofrecía un espléndido campo, para el ministerio de la caridad, especialmente en la instrucción de los niños sin hogar, muchos de los cuales eran huérfanos. José entró en la Cofradía de la Doctrina Cristiana, que se dedicaba a enseñar catecismo a los niños. Reunía a los niños y niñas de las calles, para llevarlos a la escuela.
Los maestros, que recibían poca paga, rehusaron la carga adicional sin remuneración. José vio que era necesario fundar escuelas, para que los jovencitos, tuvieran educación e instrucción durante la semana, y no solo el domingo. En ese tiempo, los gobiernos no tenían ni escuelas ni colegios, y la juventud crecía sin instrucción.
El párroco de San Dorotea, Antonio Brendani, le ofreció dos cuartos, y le prometió ayuda en la enseñanza. Cuando otros dos sacerdotes, prometieron ayuda similar, José, en noviembre de 1597, abrió la primera escuela pública gratuita en Europa. El Papa Clemente VIII, dio una contribución anual, y muchos otros aportaron en esta gran obra. En corto tiempo, José tenía mil niños bajo su cuidado.
Funda los Escolapios y las "Escuelas Pías"
En 1602, alquiló una casa en San Andrea della Valle, y comenzó la vida comunitaria con sus asistentes. Allí puso los fundamentos, para su congregación religiosa.
A sus institutos educativos, les puso por nombre "Escuelas Pías", y los padres que acompañaban al padre Calasanz, se llamaron Escolapios. Después de un par de años, ya había "Escuelas Pías", en muchos sitios de Italia, y en muchos países.
En sus ratos libres, se dedicaban a socorrer enfermos y necesitados, especialmente durante la peste, o las inundaciones. San José de Calasanz y su amigo, San Camilo, eran incansables en el servicio.
En 1612, la escuela fue transferida, al palacio de Torres junto a San Pantaleone. Aquí José vivió el resto de sus años, como un verdadero hijo de la Iglesia, y amigo de los niños abandonados.
Oposición y reivindicación
El padre Calasanz tenía una gran fuerza, y un día se echó sobre sus espaldas, una pesadísima campana, y se subió por una escalera, para llevarla a la torre. Pero la escalera se partió, y él cayó con la campana, y se rompió una pierna. Luchó varios meses en cama, entre la vida y la muerte, y desde entonces su falta de salud, le hizo sufrir mucho. Pero los mayores sufrimientos, le iban a llegar de otra manera, totalmente inesperada.
Recibió el padre Calasanz como colaborador, a un hombre ambicioso y lleno de envidia, el cual se propuso hacerle la guerra, y quitarle el cargo de Superior General. Por las calumnias de este hombre, y de varios más, nuestro santo fue llevado a los tribunales, y solamente la intervención de un cardenal, evitó que vaya a la cárcel. Él repetía: "Me acusan de cosas que no he hecho, pero yo dejo a Dios mi defensa".
El envidioso logró a base de calumnias, que a San José Calasanz, le quitaran el cargo de Superior General, y después las acusaciones mentirosas, llegaron a tal punto, que la Santa Sede determinó acabar con la congregación, que el santo había fundado. San José, al escuchar tan triste noticia, repitió las palabras del Santo Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó; bendito sea Dios".
Afortunadamente, después se supo la verdad, y al Fundador le fueron restituidos sus cargos, y la Comunidad volvió a ser aprobada, y ahora está extendida por todo el mundo. Podemos entonces comprender, por qué un cardenal que después fue Sumo Pontífice, llamó a San José Calasanz, "un segundo Job", aludiendo a los sufrimientos del Santo Job de la Biblia.
Por las quejas y calumnias, contra San José de Calasanz y las Escuelas Pías, el Sumo Pontífice Clemente VIII, envió a los sabios Cardenales Baronio y Antoniani, a que hicieran una visita sorpresa a las escuelas. Los dos cardenales se presentaron repentinamente, y encontraron que todo funcionaba tan espléndidamente bien, que el Papa al escuchar su excelente informe, se propuso ayudarlas mucho más en el futuro.
Algo parecido, hizo más tarde el Papa Paulo V, y al darse cuenta de lo bien que funcionaban, las escuelas del padre Calasanz, le concedió toda su ayuda. Y en verdad que la necesitaba, porque las dificultades que se les presentaban, eran muy grandes.
Final de una vida santa
El 25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años, pasó este gran apóstol a la eternidad, a recibir el premio de sus grandes obras apostólicas, y de sus muchísimos sufrimientos. Fue sepultado el 26 de agosto del 1648.
Fue beatificado el 7 de agosto de 1748, y canonizado por Clemente XIII, el 16 de julio del 1767.
Dicen que San Alfonso de Ligorio, cuando estaba fundando la Congregación de los Padres Redentoristas, y encontraba fuertes dificultades y oposiciones, leía la vida de San José de Calasanz, para animarse y seguir luchando, hasta conseguir la definitiva aprobación.
Los padres Escolapios, continúan la excelente obra de su fundador, en sus escuelas esparcidas por todo el mundo. Tienen 205 casas en el mundo, dedicadas a la educación, con 1630 religiosos.
La vida de San José Calasanctius fue escrita por Timon-David (Marseilles, 1883); Hubert (Mainz, 1886); Tomaseo (Rome, 1898); Heidenreich (1907). Cf. Hist. polit. Blatter, CXX, 901; Fehr in Kirchenlexicon, s. v.
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San José de Calasanz, Presbítero
Procuremos vivir unidos a Cristo, y agradarle sólo a Él
De los escritos de San José de Calasanz, presbítero
Memorial al cardenal M.A. Tonti, 1621; Ephemerides Calasantiae 36, 9-10, Roma 1967, pp, 473, pp. 473-374; L. Picanyol Epistolario di S. Giuseppe Clasanzio
Nadie ignora la gran dignidad y mérito, que tiene el ministerio de instruir a los niños, principalmente a los pobres, ayudándolos así a conseguir la vida eterna. En efecto, la solicitud por instruirlos, principalmente en la piedad y en la doctrina cristiana, redunda en el bien de sus cuerpos, y de sus almas, y por esto, los que a ellos se dedican, ejercen una función muy parecida, a la de sus ángeles custodios.
Además, es una gran ayuda, para que los adolescentes, de cualquier género o condición, se aparten del mal, y se sientan suavemente atraídos e impulsados, a la práctica del bien. La experiencia demuestra, que con esta ayuda, los adolescentes llegan a mejorar de tal modo su conducta, que ya no parecen ser los mismos de antes.
Mientras son adolescentes, son como retoños de plantas, que su educador puede inclinar, en la dirección que le plazca; mientras que si se espera a que se endurezcan, ya sabemos la gran dificultad, o a veces, la total imposibilidad, que supone doblegarlos.
La adecuada educación de los niños, principalmente de los pobres, no sólo contribuye al aumento de su dignidad humana, sino que es algo que merece la aprobación, de todos los miembros de la sociedad civil y cristiana: de los padres, que son los primeros en alegrarse, de que sus hijos sean conducidos por el buen camino; de los gobernantes, que obtienen así unos súbditos honrados, y unos buenos ciudadanos; y sobre todo de la Iglesia, ya que son introducidos de un modo más eficaz, en su multiforme manera de vivir y de obrar, como seguidores de Cristo, y testigos del Evangelio.
Los que se comprometen a ejercer, con la máxima solicitud esta misión educadora, han de estar dotados de una gran caridad, de una paciencia sin límites, y sobre todo, de una profunda humildad, para que así sean hallados, si se lo piden con humilde afecto, dignos que el Señor los haga idóneos cooperadores de la verdad, los fortalezca en el cumplimiento de este nobilísimo oficio, y les dé finalmente el premio celestial, según aquellas palabras de la Escritura: “Los que enseñaron a muchos la justicia, brillarán como las estrellas, por toda la eternidad”.
Todo esto se conseguirá más fácilmente, si fieles a su compromiso perpetuo de servicio, procuran vivir unidos a Cristo, y agradarle sólo a Él, ya que Él ha dicho: “Cada acción que hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.
Oración: Señor y Dios nuestro, que has enriquecido a San José de Calasanz, con la caridad y la paciencia, para que pudiera entregarse sin descanso, a la formación humana y cristiana de los niños, concede a todos los maestros y profesores del mundo, a dedicarse con generosidad, en su sagrado ministerio. A Tí Señor, que eres el Divino Maestro, y Vives y Reinas por los Siglos de los Siglos. Amén.
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