viernes, 14 de agosto de 2020

14 de agosto

San Maximiliano Kolbe

1894-1941


Mártir en los campos de Auschwitz

La vida es breve. Hemos de emplear todo nuestro tiempo, para la gloria de la Inmaculada y la mayor gloria de Dios"

San Maximiliano se encontró, en medio de un gran choque espiritual, en la batalla que se libra en el mundo, entre la Inmaculada Virgen María, y Satanás

Reina mía, Señora mía, has mantenido tu palabra. ¡Es para esto para lo que yo he nacido!”

"Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el futuro, hasta el final de los tiempos para la Inmaculada, y a través de ella, para el Corazón Eucarístico de Jesús"

"Maximiliano Kolbe es un profeta, y un signo de la nueva era, de la civilización del amor" -Juan Pablo II


LA NIÑEZ

María Dabrowska, madre de San Maximiliano, era una joven piadosa que pensó en ser religiosa, "para gozar del paraíso, junto a las almas puras". Pero los problemas políticos de la época, no lo hicieron posible. Polonia, su patria, estaba ocupada por los rusos, quienes habían cerrado los conventos, y dispersado a los religiosos.

Apenas existía, algún que otro convento clandestino. Entonces rezó: "Señor, no quiero imponeros mi voluntad. Si vuestros designios fueran otros, dadme al menos un marido que no blasfeme, que no tome alcohol, que no vaya a la taberna a divertirse. Esto Señor, te lo pido incondicionalmente".

María deseaba emprender una vida familiar cristiana. Dios la escuchó. El elegido de su corazón, fue Julio Kolbe, católico fervoroso, perteneciente a la Tercera Orden Franciscana, de la cual era dirigente, y en la que ingresó ella también. Era dulce y sensible, casi tímido y sin vicios.

Los jóvenes esposos de la ciudad de Pabiance, tenían en su casa un taller y un altarcito, con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa, veneradísima patrona de Polonia.

PRIMEROS AÑOS; LA VIRGEN LO VISITA

Allí nacieron los hijos. El primero fue Francisco; luego, el 8 de enero de 1894, nació Raimundo, quien mas tarde, tomaría el nombre religioso de Maximiliano. Nacieron tres hijos más: José, Valentín y Antonio. Los dos últimos, murieron prematuramente.

La casa de los Kolbe era pobre, pero llena de amor. Los padres, laboriosos y religiosos, educaron con rectitud a los tres niños, llenos de vida y traviesos. San Francisco era el ideal, en el que los jóvenes crecieron.

"Maximiliano deseaba desbordar de alegría, como San Francisco; y como Francisco, deseaba conversar con los pájaros" (Proc.Vars., fol 340)

Alrededor del 1906, sucede un acontecimiento, que marca un jalón fundamental, en la vida de Maximiliano, y que deja preocupada y desconcertada a la madre. Ella misma lo relata, a los pocos meses del martirio del hijo.

"Sabía yo de antemano, en base a un caso extraordinario, que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir.

Solo no recuerdo, si sucedió antes, o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproché: Niño mío, ¡quien sabe lo que será de ti!. Después, yo no lo pensé más, pero observe que el muchacho, había cambiado tan radicalmente, que no se lo podía reconocer mas. Teníamos un pequeño altar, escondido entre dos roperos, ante el cual, él a menudo, se retiraba sin hacerse notar, y rezaba llorando.

En general, tenía una conducta superior a su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lágrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunte: ¿te pasa algo?. ¡Has de contar todo a tu mamita!.

Temblando de emoción, y con los ojos anegados en lágrimas, me contó: "Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen, que me dijera, lo que sería de mí. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar.

Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miró con cariño, y me preguntó, si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza, y la roja que sería mártir. Conteste que las aceptaba... (a las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura, y desapareció".

El cambio extraordinario, en la conducta del muchacho, para mí atestiguaba la verdad de las cosas. Él tenia plena conciencia, y al hablarme con el rostro radiante, señalaba la deseada muerte de mártir”.

Este fascinante encuentro de Maximiliano, con su "Madrecita" celestial, es algo mas que un episodio pasajero. Es la raíz de todo su futuro; es el motor de sus amplios planes; es la fuerza para los vuelos mas audaces; es el manantial de su santidad y de apostolado.

VOCACION FRANCISCANA

Alrededor de la Pascua de 1907, se realizó en Pabianice una Misión, predicada por los Franciscanos Conventuales, los que se ganaron la admiración de los jóvenes Kolbe.

Al final, uno de los frailes, el Padre Pellegrino Haczela, anunció que se había abierto en Leopolis, un seminario que recibiría a todos los jóvenes, que deseasen consagrarse al Señor, en la Orden franciscana. Maximiliano sentía su vocación, ya preparada por la Virgen, y por la vida Franciscana de su hogar.

Los dos hermanos en la sacristía, hablaron con los Misioneros, pidiéndoles que los recibieran en la Orden. Sus padres dieron su consentimiento, aunque sabían, que sería un gran sacrificio para toda la familia.

Ingresaban en los Frailes Menores Conventuales, el mes de octubre del año 1907, en Luov, en la Polonia ocupada por Austria. Raimundo tomó el nombre de Maximiliano María. El padre Wilk así describe a Maximiliano: "era diligente en el cumplimiento de sus deberes; dotado para las matemáticas, obediente a los profesores, servicial con los compañeros, alegre y equilibrado. Rezaba con recogimiento. Un episodio, se me grabó por siempre. Entrando en una sala, ví a Maximiliano de rodillas, ante una gran cruz, absorto en oración".

Pero entró la crisis en los dos hermanos. Maximiliano llegó a convencerse, y convencer a su hermano, de que ambos abandonasen el seminario. ¿La noche oscura del alma?, ¿temor ante un reto, que él se tomaba tan en serio, que le pareciera por encima de su potencial?, ¿dudas de como cumplir con su opción de las dos coronas, cuando se le apareció la Virgen?. Seguramente extrañaban mucho a su familia.

Pero cuando estaban por hablar con el superior, de pronto les visita la madre, llena de alegría al verlos. Orgullosa les cuenta, que el hermano menor, también va a entrar en la orden. ¡Además ella y su esposo, también tienen vocación religiosa, de manera que será toda la familia Franciscana!. La madre les aseguró, que ella siempre oraría por sus hijos. Abrazos y lágrimas acentuaban sus palabras.

Aquella visita, disipó todas las dudas, en los corazones de los hermanos. Nueve años mas tarde, desde Roma, recuerda aquella visita, en una carta a su madre, y la considera "salvadora providencial, y regalo de la Inmaculada". Su madre tristemente, le comunica la salida de su hermano Francisco, de la orden.

El 4 de septiembre de 1910, vistió el sayal franciscano, ciñó a su cintura el cordón de San Francisco, y comenzó su año de noviciado. ¡Que gran emoción, y tenía apenas dieciséis años!.

En el otoño de 1912, el Padre Provincial, teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos, en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera, para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada.

LOS AÑOS DE ESTUDIO EN ROMA

En 1917, por razón del 75 aniversario de la conversión de Alphonse Ratisbon, conocido agnóstico anti-católico de linaje judío, San Maximiliano fue inspirado a fundar, una asociación pía de fieles conocida como "La Milicia de la Inmaculada". Su propósito es promover el amor y el servicio a la Inmaculada, y la conversión de las almas a Cristo.

Era también ése, el año de las apariciones en Fátima. La Milicia debía responder a la Inmaculada Mediadora, para la conversión y santificación de los no católicos, especialmente aquellos que rechazaban a la Iglesia. Sus miembros se consagran a la Santísima Virgen María, y cada día lo viven, ofreciéndolo todo a ella por la conversión de los pecadores, y esforzándose por todos los medios, por establecer el Reino del Corazón de Jesús, sobre el mundo.

A lo largo de siete años (1912-1919), le absorbe fundamentalmente el estudio. Maximiliano termina sus estudios romanos con dos doctorados. El primero en filosofía, en la famosa Universidad Gregoriana. Era 1915. el segundo en teología, en 1919, en el Colegio Seráfico Internacional. No tenía por ello, vanidad intelectual, sino que su deseo era "poder confundir a los incrédulos".

"Por la misericordia de Dios, a través de la intercesión de la Inmaculada, el 28 de abril de 1918, fui consagrado sacerdote de nuestro Señor Jesucristo", anota Maximiliano. Celebra su primera Misa, en el altar de la Aparición en San Andrés "delle Fratte", lugar de la conversión de Alfonso Ratisbonne. Es su primer sacrificio eucarístico, a los pies de su Reina Inmaculada.

REGRESO A POLONIA Y CRECIMIENTO DE LA MILICIA DE LA INMACULADA

El Padre Maximiliano vuelve a su Polonia querida. Solo tiene 25 años, pero intelectual, moral y espiritualmente, es un hombre cabal. Pero tiene mala salud, sus pulmones están lesionados. "Ha vuelto enfermizo, débil , sin dar grandes esperanzas de trabajo" escribe el Padre Kubit.

Pero había vuelto, con una fuerza espiritual extraordinaria. Pocos lo escuchaban y lo comprendían, y no faltaron las persecuciones y luchas, las calumnias y obstáculos. "Sin embargo, aunque todo esté en contra de nosotros, tenemos cual faro y brújula, a la Santa Obediencia, a través de la cual, se manifiesta la voluntad de la Inmaculada".

Enseña Historia en la Iglesia de Cracovia, Polonia. Allí organiza el primer grupo de la milicia, fuera de Italia. Por causa de su mala salud, su orden lo libera de otros cargos, para que pueda dedicarse exclusivamente, a la promoción de la Milicia.

"La Milicia de la Inmaculada, es todo el ideal de mi vida". Hablaba de ella, y exaltaba su misión. Insistía en la necesidad de organizarse; invitaba a asociarse a la M.I. Su "idea fija" lo perseguía. Y él quería contagiar su entusiasmo a todos.

El 7 de octubre de 1919, Fiesta del Rosario, seis hermanos clérigos, con su maestro el Padre Keller, han rubricado su adhesión a la Milicia de la Inmaculada, mediante la cual quiso expresar, ya antes de ser sacerdote, su amor a la Inmaculada, y su ardoroso celo apostólico.

Pese a su pobre salud, fue dada la sesión inaugural de la M.I.: el 12 de enero de 1920. ¡Fecha preciosa en los anales de la M.I.!. En ese día el Padre Kolbe, pudo cosechar para la Inmaculada, la adhesión y consagración, de todos aquellos a los que él había formado y comunicado, su fuego mariano. Entre ellos, habían estudiantes y obreros, soldados y amas de casa.

A pesar de la oposición y altibajos, muchos habían sentido, un llamado interior de renovación cristiana, a la luz de la Inmaculada, y se consagraron para ser "cosa y propiedad" de la Inmaculada, esclavos de Ella, como Ella lo había sido del Señor (Lc. 1,48).

EL CABALLERO DE LA INMACULADA

El amor a la Inmaculada, reclama un medio para comunicarlo, y para salvar almas. Se debe hacer todo lo posible, para llegar a todos y forjar santos, que dieran su vida por amor. Además los miembros necesitaban vincularse, y formar una verdadera familia espiritual; armarse con una visión clara, de los designios de Dios, llegar a una coherencia de vida. Para ello, nació la necesidad de un boletín de enlace. La M.I. debía utilizar todo medio de propaganda y divulgación, para el advenimiento del reinado de María.

En la mente del padre Kolbe, "El Caballero de la Inmaculada", debía tener un aliento amplio y generoso. No solo debía servir, para estrechar vínculos de fervor, entre los asociados de la M.I, sino que también debía abrirse, a todas las familias, de Polonia y del mundo. Debía "llevar a la Inmaculada a las casas, para que las almas, acercándose a María, reciban la gracia de la conversión".

En noviembre de 1922, la Milicia de la Inmaculada, se traslada con todo su taller, a la ciudad de Grodno. El padre Kolbe quiere conquistar, para la gloria de la Virgen, el mundo entero, con las nobles armas de la cultura y la verdad. Quiere "forrar el mundo entero, con papel impreso, para devolver a las almas, la alegría de vivir".

Allí, el crecimiento de la M.I. será vertiginoso, en las dos vertientes: editorial y vocacional. El padre Maximiliano, emprendió esta nueva tarea editorial, que llegó a ser la obra, quizás mas fecunda de apostolado, en nombre de la Inmaculada. Como toda obra nueva, conoció las dificultades iniciales. Le costó tiempo para ser conocida, apreciada e imponerse.

La M.I. necesitaba servidores, pero debían ser consagrados, y no obreros a sueldo. El altísimo ideal mariano, requería ser servido con todo el corazón, y para toda la vida. La entrega y la generosidad, de los servidores de la Inmaculada, debían ser incondicionales y sin límites. El trabajo que realizarían, debía ser una liturgia, un acto de amor, una ofrenda. La obra de María, no podía ser una simple empresa comercial, sino una consagración.

"No olviden muchachos, que no se trata de ganar suscriptores, sino de salvar almas. Es muy importante que se imprima ‘El caballero’, en millones de ejemplares; pero es más importante que con él, se invite a la oración, porque cada número, ha de ser preparado con la oración, y saber postrarnos de rodillas".

El Padre Maximiliano hizo fotografiar a los hermanos, en hábito franciscano, ocupados en las distintas fases de trabajo en el taller, y publicar las fotos. Causaron tremenda conmoción.

Todos, particularmente los jóvenes, quedaron impresionados, al ver frailes y monjas, llenos de gozo en el servicio a la Virgen, por medio de la imprenta. Cundieron los deseos de consagrar la vida a la Virgen; vinieron más vocaciones. Una llamada a evangelizar con todas las fuerzas, con la imprenta, pero desde una base de vida consagrada, y sin diluir las exigencias de los votos. He ahí, la profunda innovación del Padre Maximiliano.

La técnica del taller, debía servir a la Inmaculada, dentro de una vida en la Bienaventuranzas, con los votos religiosos, y con el mas exigente seguimiento al Señor.

El padre Kolbe era exigente, como lo era consigo mismo: Les pide sus mismos ideales religiosos y marianos: una obediencia total, una filial devoción a la Virgen, fervor de apostolado a través de la prensa, y otros medios de progreso moderno, así como heroicos renunciamientos, según el lema: "¡Nada para sí, todo para la Inmaculada!".

El diario se publica según estas ideas: 1-formato pequeño, 2-el más bajo costo, para hacerlo accesible a todos, 3-noticias frescas, breves y de relevante interés evangélico. Todo para el fin, de llevar el conocimiento de la Inmaculada, entre las clases más humildes.

A los periodistas, el Padre Kolbe les sugiere:

1-Escribir la verdad objetiva aportando documentos.

2-Escribir no toda la verdad, sino sólo la que sirve al bien público.

3-No condenar a los que se equivocan.

4-No apresurarse, a la afirmación de una mala voluntad.

5-Respetar siempre la autoridad espiritual y civil (En Masiero p.159).

SE PUEDE Y SE DEBE SER SANTO

He aquí un diálogo del padre Kolbe, con los jóvenes:

-¡Quiero que sean santos, y grandes santos!

-Padre, ¿no le parece pedir demasiado?

-¡No! La santidad no es un lujo sino un deber, y un compromiso de familia. Dios lo quiere: "¡Sed santos, porque yo soy santo!", Todo hijo ha de imitar a su madre. Nuestra madre es la Inmaculada, la santa. Por eso debemos ser santos.

-Pero ser santo, ¿no es algo engorroso?

-No, muchachos, es lo más sencillo y fácil. ¿Tienen una tiza? Pues bien, aquí sobre el pizarrón, voy a escribir la fórmula de la santidad. ¡Cómo es de simple!

Escribe: v = V = S

-Es apenas una ecuación. La v minúscula es nuestra voluntad. La V mayúscula es la voluntad de Dios. Cuando estas voluntades chocan, es el dolor, el sufrimiento. Cuando estas dos voluntades se identifican, cuando nuestra voluntad se identifica con la de Dios, es la santidad, es la paz del corazón. ¡Que sencillo es! ¿Verdad? (En Winowsca p.153)

"La vida es breve. Hemos de emplear todo nuestro tiempo... Se vive una sola vez. Es necesario ser santos, no a medias, sino totalmente, para gloria de la Inmaculada, y la mayor gloria de Dios" (En Ricciardi p.306).

Hizo una modificación de la consigna de San Ignacio, enseñando que, "No sólo ad maiorem Dei gloriam, sino ad maximam Dei gloriam " (No solo para gloria de Dios, sino para la máxima gloria de Dios)

"¡Todo esto se aprende de rodillas!”. (En Winowka p. 154).

NIEPOKALANOW: CIUDAD DE LA INMACULADA

En 1929, entre su enfermedad y las dificultades, el Padre Kolbe se lanza a su nueva fundación, en unos terrenos que le fueron cedidos milagrosamente: su ciudad mariana. NIEPOKALANOW, o ciudad de la Inmaculada, o mejor, "casa, propiedad, y reino de la Inmaculada".

Decía que él, la M.I., y cada caballero, son cosa y propiedad de la Virgen. En Niepokalanow, María lo es todo: es el corazón y la meta; es el ideal y la fuerza. Por Ella se trabaja, se vive, se sufre, como por Ella se muere. Los caballeros son los hijos felices, y los servidores fieles de la Madre celestial. "¡Todo a la mayor gloria de la Inmaculada!",

Consistía de un convento de sacerdotes y hermanos franciscanos, comprometidos a promover la Milicia, presentes por todas partes, por medio del uso de todos los medios de comunicación, que estuviesen a su alcance.

Ante todo, se construyó la capilla. Mas tarde, se trajeron las maquinarias, y todos los elementos de la imprenta. La aspiración del Padre Maximiliano, era que Niepokalanow, fuera una escuela de santidad. "No sólo para Mayor Gloria de Dios, sino para la Máxima gloria de Dios".

Todos eran pobres y felices; felices porque eran pobres; felices porque estaban al servicio de la Inmaculada.

"Niepokalanów no es este lugar, o estos edificios, o esta maquinaria. Niepokalanów es nuestra alma, es nuestro corazón"

En Niepokalanow, María lo es todo: es el corazón y la meta; es el ideal y la fuerza. Por Ella se trabaja, se vive, se sufre, así como por Ella se muere. ¡Todo a la mayor gloria de la Inmaculada!.

LA INMACULADA EN EL JAPÓN

Dos años mas tarde, San Maximiliano, como respuesta al llamado del Santo Padre a los religiosos, a favor de las necesidades misioneras de la Iglesia, desea ir al Oriente, para fundar otra ciudad de la Inmaculada, en Mugenzai No Sono, Japón.

La visión del Padre Maximiliano, era llevar La Inmaculada a todo el mundo. En Roma, ya había pensado en esto. En una ocasión, al encontrarse con un japonés pagano, sintió el deseo de evangelizar ese país. Ahora le parece, que ha llegado el momento.

Pide permiso para irse al Japón, pero su superior no lo cree posible. No habla Japonés, ni tenía contactos para semejante obra. El padre Kolbe se somete con obediencia, pero sabía que la Inmaculada lo quería, y que por medio del superior, se manifestaría su voluntad. Esa noche, el superior no pudo dormir. Al fin, el padre Kolbe recibió permiso para ir a Japón, con cuatro frailes. Tan solo los movía, el amor a la Virgen Inmaculada.

Un 25 de mayo de 1930, llega a la Niepokalanow polaca, este telegrama: " Hoy expedimos "El Caballero en japonés. Tenemos imprenta. Viva la Inmaculada. P. Maximiliano".

Al leer el telegrama, no faltaron frailes que quedaron estupefactos, y gritaron ¡milagro!, ya que humanamente hablando, el hecho era inexplicable. El milagro fue fruto de la fe en Dios, y la inmensa confianza en la Inmaculada. La heroicidad del trabajo intenso, los grandes sufrimientos, la oración y sacrificio. La Virgen corresponde a sus fieles.

En los años de 1935 y 1936, por el clima cálido y húmedo del Japón, las condiciones de salud del Padre Maximiliano, habían empeorado notablemente. Sufría frecuentes vómitos de sangre. Ante el agravamiento de su salud, con la esperanza de una mejora, y ante el unánime deseo de los frailes de Niepokalanow, el nuevo Capitulo Provincial de 1936, nombró al Padre Maximiliano, superior de esa primera ciudad mariana.

ÚLTIMO PERIODO EN LA CIUDAD DE LA INMACULADA EN POLONIA

Vuelve a Niepokalanow en 1936, y bajo su dirección, el número de frailes crece hasta exceder, en los meses previos a la II Guerra Mundial, el número de 900. El apostolado de publicaciones, producía en exceso de un millón de revistas mensualmente, y 125.000 ejemplares de un diario, destinado para el millón de miembros de la Milicia, en el mundo.

Pero el padre Kolbe, no se hace ilusiones, ni se deja absorber por los triunfos. Mas bien presentía su fin, y el acercarse el calvario para sus hijos. Hizo de los tres años en Niepokalanow, un cursillo de formación. Cada día se reunía, con los hermanos de una sección. Aprovechaba toda ocasión, para enseñarles una nueva verdad, acerca de la Inmaculada, y para prepararlos para todo evento. Lo que la Virgen le enseñaba, él lo compartía con los suyos.

El padre Kolbe, es un profeta de la Virgen. En marzo de 1938, dice a los hermanos:

"Hijos míos, sepan que un atroz conflicto se avecina. No sabemos cuáles serán las etapas. Pero para nosotros en Polonia, hay que esperar lo peor. En los primeros tres siglos de historia, la Iglesia fue perseguida. La sangre de los mártires, hacía germinar el cristianismo. Cuando más tarde la persecución terminó, un Padre de la Iglesia, comenzó a deplorar la mediocridad de los fieles, y no vio con malos ojos, la vuelta de las persecuciones.

Debemos alegrarnos de lo que va a suceder, porque en las pruebas, nuestro celo se hará más ardiente, ¿Y qué?, ¿No estamos acaso en las manos de la Virgen?... Nuestro ideal, ¿no es también dar la vida por Ella?... se vive una sola vez. Se muere una sola vez. Vida y muerte, pero como le gustan a ella" (Winowska p.160).

Dice también:

"La guerra está más cerca, de lo que pueda preverse, y las persecuciones en períodos bélicos, son posibles...Uds. Los profesores, que son los padres espirituales de Niepokalanóv, deben estar preparados para tiempos peores.

Esto ciertamente lo permite la Inmaculada, para nuestro bien. Cuando estalle la guerra, sucederá la dispersión de la comunidad. No nos contristemos, sino que debemos conformarnos, con la voluntad de la Inmaculada. Que esa conformidad con la Inmaculada, sea cada día más fuerte, sentida y viva. De esta manera, la persecución no nos hará daño, sino que acrecentará nuestra santidad" (Ricciardi p.307)

Tres días antes de estallar la guerra, prepara los corazones:

"Trabajar, sufrir y morir caballerescamente, y no como un burgués en la propia cama. He ahí: recibir una bala en la cabeza, para sellar el propio amor a la Inmaculada. Derramar valientemente la sangre, hasta la última gota, para acelerar la conquista de todo el mundo para Ella. Esto les deseo a Uds. Y me lo deseo a mí mismo”.

"Nada más sublime, puedo augurarme y augurarles. Jesús mismo lo dijo: ‘No hay amor mas grande, que dar la vida por el propio amigo‘ " (Masiero p.154).

EL CALVARIO DE LA GUERRA

En septiembre de 1939, estalla la Segunda Guerra Mundial. Sangre, muerte, destrucción, crueldad, odio, bestialidad e infamia sin fin. Los nazis, llenos de soberbia, invaden Polonia. En pocas semanas, el ejército y toda la nación polaca, sufren la humillación de la derrota. Quedan completamente subyugados.

Pocos días después llega la Wermach, o ejército de ocupación, que sin miramiento alguno, comete todo tipo de tropelías, saqueos y vandalismos en la ciudad mariana: destrozan imágenes, encienden fogatas con ornamentos sagrados, retiran y se llevan, una buena parte de la maquinaria tipográfica.

El Padre Kolbe, el fundador, está presente ante esos destrozos sacrílegos. No se deja dominar por el odio, ni grita venganza. Solo reza, llora y consuela... Pese al clima de odio al enemigo, él perdona como Cristo en la Cruz; él ama a todos: "¡ Ánimo muchachos, la Inmaculada nos lo dio. La Inmaculada nos lo quitó. Ella bien sabe como disponer de las cosas!".

El 19 de septiembre, se presentó en Niepokalanow la Wermacht alemana, con gritos: "¡Todos fuera!.. ¡Todos en marcha!”.. Todos los frailes fueron acorralados en el patio, encolumnados y cargados en camiones, rumbo al occidente. Pasaron de un campo de concentración a otro: de Lamsdorf a Amtitz, de aquí a Ostrzeszow.

Aún no se había llegado, a los horrores posteriores de los campos de concentración; sin embargo no faltaban los sufrimientos. Había de sobra dolor, para poner a prueba, hasta a los más fuertes: abusos, prepotencia, desprecio, violencia, repugnante suciedad, hambre, frío, promiscuidad, piojos. 

Pese a todo, había algo de libertad, que permitía a los frailes tener vida común, instalar una imagen, en la repisa de un galpón; rezar y cantar juntos y hasta hacer su retiro espiritual.

El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, luego de tres meses de encierro, fueron inexplicablemente liberados. Era un regalo de la Virgen. Pero triste espectáculo les brindó Niepokalanow al regresar. Primeramente, los bombardeos y los saqueos, habían destrozado la mística ciudad. Ahora, todo se hallaba ocupado por los deportados y desbandados. Sin embargo, no hubo desmayo, sino que en seguida, se organizó la vida religiosa, con tandas continuadas de Adoración ante el Santísimo.

De inmediato, la numerosa comunidad tuvo que enfrentar, no tanto los problemas culturales de las revistas y ediciones, cuanto los más prosaicos y graves de la subsistencia: comida, ropa, remedios. Para resolverlos, como también para salir al encuentro, de las necesidades del pueblo de los alrededores, se abrieron talleres de herrería, carpintería, mecánica, servicios automovilísticos, y también una lechería.

Ocasionalmente, tuvieron que prestar servicios también, a las autoridades de ocupación. Niepokalanow brindó su asistencia, a varios miles de pobres desheredados, entre los cuales había un millar de judíos, marcados por los nazis, con una estrella amarilla sobre el pecho.

El P.adre Maximiliano, había impartido a sus frailes, estas pautas de conducta: la caridad ha de estar abierta a todos, sin discriminación; sus únicos limites han de ser los de las posibilidades, que gracias a su gran espíritu de sacrificio, llegaban a los extremos de la misma generosidad.

El Padre Kolbe se las arregló, para enviar mensajes a los hermanos dispersos: "Trabajemos en la acción misionera. Conquistemos para la Inmaculada, otros corazones. Recemos mucho por la venida del reino. Ofrezcámosle nuestros sufrimientos. Nuestra consigna sea ésta: que la Inmaculada esté contenta de nosotros. Vivamos de amor. Comuniquemos a los otros, fuego de amor".

La Navidad de 1939, es Navidad de guerra: nuevos aprestos bélicos en el frente ruso; escasean los alimentos y la calefacción; aumenta el miedo, las persecuciones y arrestos... ¿Quién se acuerda de celebrar Navidad? -El Padre Maximiliano organiza una fiestecita infantil, para los muchos niños alojados en Niepokalanow: teatrillo, cantos, modestas golosinas, para devolver a los niños un poco de alegría, y hacer brillar de nostalgia, los ojos de las madres.

PRESIDIO

El Padre Kolbe, está en la lista negra de la Policía Secreta. ¿Por qué?. El Padre Kolbe, es el superior de Niepokalanow, cuyas actividades marianas, tienen tanta influencia en toda Polonia. Los nazis quieren destruir esa influencia, y a la vez, quieren vengarse, de que de esos talleres salía "El Pequeño Diario", cuya prédica patriota y católica, que tanto los había enfurecido.

Peor aún, el Padre Kolbe por su sacerdocio, cultura y posición, era un dirigente notable. En el programa de ocupación, estaba previsto el exterminio de los intelectuales y dirigentes. Además, en Niepokalanow, se brindaba asilo a los judíos. A los ojos antisemitas de los nazis, eso era un delito, que merecía el castigo de los campos de concentración.

El Padre Maximiliano, presentía que vendrían para apresarlo, pero seguía firme en su compromiso. Estaba convencido de que su vida, estaba en manos de Dios, y que la Inmaculada velaba por todos. Seguía trabajando, por la difusión de sus ideales marianos.

Deseaba reeditar "El Caballero de la Inmaculada", para llevar auténtica esperanza y paz, a cientos de miles de hogares, en tiempo de tanto dolor y confusión. Finalmente, en diciembre del 1940, luego de infinitas gestiones con los ocupantes invasores, pudo editar el último número, en el cual brillaba la belleza del amor mariano.

Un día de febrero del 1941, por la mañana, dos autos negros de la Gestapo, se paran ante Niepokalanow. Los policías piden hablar con el Padre Kolbe, quien al saber su llegada, contesta con temblor al hermano portero: "¡Bien, bien, hijo mío!. ¡María!".

Reúnen a todos los frailes en el patio; mientras tanto, ellos inspeccionan bruscamente todo el convento. Hacia el mediodía, el Padre Maximiliano y otros cinco padres, son obligados a introducirse en los autos. Parten para un viaje sin retorno. El Padre Maximiliano inicia su vía crucis, sereno y tranquilo, como siempre. Dejó su querida Niepokalanow, su predilecta ciudad mariana, para no volver más.

Para todo polaco, el "Pawiak", es el nombre de la terrible cárcel de Varsovia, que "hace helar la sangre". Ahí ingresó el 17 de febrero de 1941, el Padre Maximiliano Kolbe.

AUSCHWITZ

El campo de concentración de Auschwitz, es llamado por los polacos: "campo de la muerte", porque en sus campos, bloques y sótanos, han perecido miserable y trágicamente, mas de cinco millones de personas.

Levantado sobre los escombros de unos cuarteles y granjas, está situado en la Polonia meridional, en una zona pantanosa, insalubre, para que no hubiese testigos indiscretos, de esa fábrica de muerte. Estaba rodeado por altas alambradas electrificadas, y de torres de control. Allí, toda crueldad e infamia, toda bestialidad y aberración, toda atrocidad y todos los horrores, se habían dado cita, para transformarlo en un verdadero infierno.

Continuas muertes por enfermedades y por inanición; frío, fatigas agotadoras, escorbuto, disentería, traumas e infecciones. El pelotón de fusilamiento, acribillaba a docenas a la vez, contra un paredón forrado de caucho, para atenuar el ruido del disparo.

En la plaza de armas, cinco personas subían a la banqueta. El verdugo les colocaba el lazo al cuello. Con una patada a la banqueta, quedaban las víctimas suspendidas. Auschwitz se había hecho famoso, por la instalación de la primera cámara de gas.

Lo que más se temía, no eran ni las balas, ni las horcas, ni las cámaras de gas, sino los sótanos de la muerte, o "Bunker" de la lenta agonía, del martirio enloquecedor del hambre y de la sed.

En Auschwitz murieron millones de católicos, y también, como es sabido, millones de judíos. El objetivo mas profundo de Hitler en sus masacres, es poco conocido. El hecho, es que él odiaba la revelación divina, confiada a Israel, y también a Jesucristo, particularmente a la Iglesia Católica.

Entra en Auschwitz el Padre Maximiliano, la tarde del 28 de mayo de 1941, con un transporte de otros 320 presos. Sobre el portón de entrada, había un letrero en alemán, que decía: "El trabajo libera". Era una mentira más. En realidad, al entrar los prisioneros, se les decía, que los judíos tenían el derecho de vivir dos semanas, y los sacerdotes católicos, un mes.

Apenas llegan agotados, se pasa lista. Cada preso, ha de pasar debajo de una doble fila de sayones, los que armados de látigos y bastones, se divierten sádicamente, golpeándolos o haciéndoles zancadillas, que obligan a los presos a dar saltos, manotazos, morisquetas y terribles crispaciones. Todo esto provocaba en los verdugos, burlas y risotadas.

Maximilano siempre estaba, al final de la línea de la enfermería, a pesar de la severa tuberculosis que padecía.

La mañana del 29 de mayo, despertó a los 320, con un deshumanizante programa. Desnudados, fueron sometidos a una ducha colectiva, de violentos chorros de agua fría. Después, golpeados y escarnecidos obscenamente por sus desnudeces, fueron revestidos de raídas casacas, muchas de ellas aún manchadas de sangre. Cada casaca lleva un número. Desde ahora en adelante, cada preso, no será más que un número. El del Padre Maximiliano María Kolbe, era el 16670.

Mas tarde, todo el grupo salió a la plaza de armas, para la asignación a las brigadas de trabajo, o bloques. El Padre Kolbe en seguida, fue ocupado como peón, en el acarreo de cantos rodados y arena, para la construcción de un muro, alrededor del horno crematorio. El Padre Kolbe consolaba a sus compañeros, y decía: "todo lo que sufrimos, es por la Inmaculada".

Un día, después de una tremenda paliza, dada por el cabo que estaba a cargo, y que lo había dejado más muerto que vivo, el Padre Kolbe fue internado en el hospital, atacado de neumonía, con fiebre altísima, y con el rostro estriado de moretones. "Con su conducta ante el sufrimiento, asombraba a médicos y enfermeros. Soportaba el dolor virilmente, y con completa resignación a la voluntad de Dios, solía repetir: "Por Jesús, soy capaz de padecer aún más. La Inmaculada está conmigo, y me ayuda”".

EL MARTIRIO FINAL

Bloque 14, bunker de la muerte, donde mataron a San Maximiliano

El bloque 14, había salido para la cosecha de unas parcelas de trigo.

Aprovechando algún descuido de los guardias, un preso se fugó. Por la tarde, al pasar lista, se descubrió el hecho. El terror, congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían la terrible amenaza del jefe: "Por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serán condenados a morir de hambre en el bunker, o en el sótano de la muerte”.

A todos aterrorizaba el lento martirio del cuerpo, la tortura del hambre, la agonía de la sed. Al día siguiente, los otros bloques, siguen con sus faenas diarias. Los del bloque 14, han de quedar en posición de firmes en la explanada, bajo el sol calcinante del verano, sin comer ni beber. Tres horas pasan como la eternidad.

El Padre Maximiliano, el de los pulmones agujereados por la tisis, el que acaba de salir del hospital, siempre débil y enfermizo, resiste de pie, no desmaya ni cae. Él solía repetir: "En la Inmaculada todo lo puedo". A las 21 horas, se distribuyó la comida, pero no para el bloque 14.

Estos pobres observaron, como sus raciones, eran tiradas de las ollas al desagüe. Al romper filas, todos van a los catres, sabiendo que al día siguiente, diez de ellos, serán escogidos para el bunker de la muerte. Ya había ocurrido, en dos ocasiones anteriores.

Al día siguiente, a las 18 horas, Fritsch, el comandante del campo, se planta de brazos cruzados ante sus víctimas. Había un silencio de tumba sobre la inmensa explanada, atestada de presos sucios y macilentos. "El fugitivo no ha sido hallado... Diez de ustedes, serán condenados al bunker de la muerte... La próxima vez serán veinte".

Con total desprecio a la vida humana, los condenados son escogidos al azar. ¡Este!... ¡Aquel!... grita el comandante. El ayudante Palitsch, marca los números de los condenados en su agenda. Aterrorizado, cada condenado sale de las filas, sabiendo que es el final.

¡Adiós, adiós , mi pobre esposa!.. ¡Adiós , mis hijitos, hijitos huérfanos!, dice sollozando, el sargento Francisco Gajownieczek”.

Las palabras del sargento, sin duda, tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe, hacen mas mella. Mientras los diez condenados, responden al grito: "¡Quítense los zapatos!", porque deben ir descalzos al lugar del suplicio; de improviso ocurre, lo que nadie podía imaginarse.

He aquí los testimonio de los que estaban presente:

"Después de la selección de los diez presos, atestigua el Dr. Niceto F. Wlodarski, el Padre Maximiliano salió de las filas, y quitándose la gorra, se puso en actitud de ¡firme!, ante el comandante.

Éste, sorprendido y dirigiéndose al Padre, dijo: "¿Que quiere este cerdo polaco?". "El Padre Maximiliano, apuntando la mano hacia F. Gajownieczek, ya seleccionado para la muerte, contesto: "Soy sacerdote católico polaco; soy anciano; quiero tomar su lugar, porque él tiene esposa e hijos...".

"El comandante maravillado, pareció no hallar fuerza de hablar. Después de un momento, con un gesto de la mano, pronunciando la palabra ¡Raus! ¡Fuera!..., ordenó a Gajowniczek que regresara a su fila. De este modo, el Padre Maximiliano María Kolbe, tomó el lugar del condenado".

"Parece increíble, que el comandante Frisch, haya borrado de la lista al sargento, y haya aceptado el ofrecimiento del Padre Kolbe, y que más bien, no haya condenado a los dos, al bunker de la muerte. Con un monstruo como ése, todo era posible".

"Los diez pasaron ante nuestras filas", declara Fray Ladislao Swies, palotino, "y entonces observé, que el Padre Kolbe seguía el último, y sostenía a tientas, a otro de los condenados, mas débil que él, que no era capaz de caminar con sus propias fuerzas".

A la Virgen dirige su oración: "Reina mía, Señora mía, has mantenido tu palabra. ¡Es para esto para lo que yo he nacido!".

"El sacrificio del Padre Kolbe, al tiempo que provocó la consternación entre las autoridades del campo, provocó la admiración y el respeto de los presos", (Sobolewski). "En el campo casi no se notaban, manifestaciones de amor al prójimo. Un preso rehusaba a otro, un mendrugo de pan. En cambio, él había dado su vida por un desconocido" (Dr. Stemler)

El sol se estaba hundiéndose en el horizonte, detrás de las tétricas alambradas. El cielo iba tomando el color rojizo de los mártires. "Fue una magnifica puesta del sol, una puesta nunca vista", relatan los pocos supervivientes, de esa tarde de fines de julio de 1941. Entre el odio, brilló mas fuerte el Amor que la Virgen nos concede. "No hay Amor mas grande, que dar la vida por un amigo" (San Jn 15:13) .

Los diez condenados al hambre y a la sed, bajan al sótano de la muerte, del que solo salen cadáveres, directamente al crematorio.

Bruno Borgowiec, un polaco encargado de retirar los cadáveres, dio su testimonio: "Después de haber ordenado a los pobres presos, que se desnudaran completamente, los empujaron en una celda. En otras celdas vecinas, ya se hallaban otros veinte, de anteriores procesos. Cerrando la puerta, los guardias sarcásticamente decían: "Ahí se van a secar como cáscaras". Desde ese día, los infelices no tuvieron ni alimentos ni bebidas".

"Diariamente los guardias inspeccionaban, y ordenaban retirar los cadáveres de las celdas. Durante estas visitas, estuve siempre presente, porque debía escribir los nombres-y números de los muertos, o también para traducir del polaco al alemán, las conversaciones y los pedidos de los presos”.

"Desde las celdas, adonde estaban los infelices, se oían diariamente, las oraciones recitadas en voz alta, el rosario y los cantos religiosos, a los que se plegaban los presos de las otras celdas.

En los momentos de ausencia de los guardias, yo bajaba al sótano para conversar y consolar a los compañeros. Las fervorosas oraciones, y cantos a la Virgen, se difundían por todo el sótano. Me parecía estar en una iglesia. Comenzaba el Padre Maximiliano, y todos los otros respondían. A veces estaban tan sumergidos en las oraciones, que no se daban cuenta, de la llegada de los guardias, para la acostumbrada visita. Sólo a los gritos de éstos, las voces se apagaban”.

"Al abrir las celdas, los pobres infelices llorando a lágrima viva, imploraban un trozo de pan y agua, pero les era negado. Si alguno de entre los más fuertes, se acercaba a la puerta, en seguida recibía de los guardias patadas al vientre, tanto que cayendo atrás sobre el cemento, moría en el acto, o era fusilado”.

"Del martirio que han debido padecer los pobres, condenados a una muerte tan atroz, da testimonio el hecho, de que los cubos estaban siempre vacíos y secos. De lo cual hay que concluir que los desgraciados, a causa de la sed, tomaban su propia orina".

"El Padre Maximiliano se comportaba heroicamente. Nada pedía, y de nada se quejaba. Daba ánimo a los demás. Persuadía a los presos a esperar, de que el fugitivo sería hallado, y ellos serían liberados”.

"Por su debilidad, recitaba las oraciones en voz baja. Durante toda visita, cuando ya casi todos, estaban echados sobre el pavimento, se veía al Padre Maximiliano de pie, o de rodillas en el centro, miraba con ojos serenos a los recién llegados. Los guardias conocían su sacrificio; sabían también que todos los que estaban con él, morían con la paz en sus rostros. Por esto, manifestando respeto por el Padre Kolbe, decían entre si: "Este sacerdote es todo un caballero. ¡Hasta ahora no hemos visto nada semejante!"”.

Así pasaron dos semanas; mientras tanto, los presos morían uno tras otro. Al término de la tercera semana, solo quedaban cuatro, el Padre Kolbe entre ellos.

A las autoridades, les pareció que las cosas se alargaban demasiado. La celda era necesaria para otras víctimas. "Por esto, un día, el 14 de agosto, condujeron al director de la sala de enfermos, el criminal Boch, el cual propinó a cada uno, una inyección endovenosa de ácido fénico. El Padre Kolbe, con la plegaria en los labios, él mismo ofreció el brazo al verdugo.

"Partidos los guardias con el verdugo, volví a la celda donde encontré al Padre Kolbe sentado", narra Borgowiec, "recostado en la pared, con los ojos abiertos y concentrados en un punto, y la cabeza reclinada hacia la izquierda (era su posición habitual). Su cuerpo estaba limpio y luminoso. Su rostro lucía sereno, bello, radiante...”.

"En el campo, por meses, se recordó el heroico acto del sacerdote. Durante cada ejecución, se recordaba el nombre de Maximiliano Kolbe”.

"La impresión del hecho, se me grabó eternamente en la memoria".

La Inmaculada se lo llevó, en la víspera de su gran fiesta: La Asunción. Moría un santo sacerdote en Auschwitz, mártir por Dios, por la Virgen y por un padre de familia. El padre Kolbe venció al mal, con el poder del amor. Murió tranquilo, rezando hasta el último momento. Según el certificado de defunción del campo, el Padre Maximiliano María Kolbe, falleció a las 12:50, del 14 de agosto de 1941. Tenía 47 años."

El día siguiente, 15 de agosto, el cadáver del Padre Kolbe, fue llevado al horno crematorio. Cinco meses antes, en la misma mañana del arresto, el Padre Maximiliano María Kolbe, así escribía en su agenda personal (02-17-1941):

"La Inmaculada había sido todo el poema de su vida, la luz de su inteligencia y de su genio, el latido de su corazón, la llama de su apostolado, el éxtasis de su plegaria, su inspiradora y guía, su fortaleza y su sonrisa, la Reina de sus "ciudades", y la Dama de sus caballeros, en resumen, la vida de su vida; Ella quiso arrebatárselo en luz de gloria, entre los ángeles que festejaban su supremo triunfo".

Cumplió su deseo máximo: "Concédeme alabarte, Virgen Santa, concédeme alabarte con mi sacrificio. Concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir..."

San Maximiliano se encontró, en medio de un gran choque espiritual, en la batalla que se libra en el mundo, entre la Inmaculada Virgen María y Satanás. Él supo dar la batalla, y vencer con las armas del amor.

Como respuesta, a la brutalidad del trato de los guardias de la prisión, San Maximiliano era siempre obediente, manso y lleno de perdón. Aconsejaba a todos sus compañeros de prisión, a confiar en la Inmaculada: "¡Perdonen!", "Amen a sus enemigos, y oren por los que os persiguen". Es una batalla que ahora, con su ejemplo e intercesión, debemos nosotros luchar.

El 17 de Octubre de 1971, luego de dos milagros obtenidos, gracias a su intercesión, el Padre Maximiliano Kolbe fue beatificado por el Papa Paulo VI. En su mensaje, el Papa proclamó: "Maximiliano Kolbe, ha sido un apóstol del culto a la Virgen; contemplada en su primer, originario y privilegiado esplendor, el de su propia definición en Lourdes: "LA INMACULADA CONCEPCION. Resulta imposible separar el nombre, la actividad, la misión del Beato Kolbe, del nombre de María Inmaculada....Ningún titubeo estorbe nuestra admiración, nuestra adhesión a esa consigna, que el Beato nos deja en herencia".

Un compatriota suyo, el Papa Juan Pablo II, lo canonizó en 1982: Mártir de la caridad. El mismo Papa, sufrió mucho en esa guerra, y Dios lo libró de la muerte, para que pueda ser testigo, de la victoria de la Inmaculada en San Maximiliano Kolbe.

Numerosos otros institutos y organizaciones, han sido fundados por él, o lo tienen como patrón:

Los Frailes Franciscanos de la Inmaculada

Las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada

La Academia de la Inmaculada

El movimiento "Misión de la Inmaculada Mediadora" y otros.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que sepamos ofrecer diariamente nuestra Vida, y honrar a tu Santo Nombre, manteniéndonos inmaculados, como lo eres Tú, y nuestra Madre, la Santísima Virgen María, por los méritos y la intercesión de San Maximiliano Kolbe. En medio de la terrible lucha, que se libra en nuestro corazón, que siempre reines tú, Virgen Sagrada y Amada por la Iglesia. Amén.




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