lunes, 3 de agosto de 2020

2 de agosto

SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES O DE LA PORCIÚNCULA


Nuestra Señora de los Angeles, patrona de Costa Rica

Conocida también como: porciúncula (pequeña porción). Puedes visitar el sitio en http://www.porziuncola.org/. Tienes oraciones al final del texto.

María es en verdad, Reina de los ángeles y de los santos. Ella es reina donde Jesús es Rey.

La ciudad de Los Angeles, California. El nombre completo de la famosa ciudad de Los Ángeles, en California, es "El Pueblo de Nuestra Señora, la Reina de los Ángeles", que se fundó como un eslabón, en la cadena de misiones de Junípero Serra.

María Santísima, está siempre rodeada de ángeles. El arcángel San Gabriel, le anuncia que Dios la escogió, para ser Madre del Verbo. Cuando da a luz al Redentor, coros de ángeles cantan y anuncian la buena nueva, en torno al establo de Belén. Los ángeles se la llevan al cielo, en cuerpo y alma, en la Asunción.

Según la tradición, los ángeles trasladan su casa de Nazaret a Loreto, Italia.

Historia de la Porciúncula

A 5 km de Asís, Italia, en el valle, se encuentra Santa María de los Ángeles, hermosa basílica, construida sobre LA PORCIUNCULA.

La pequeña capilla de la Porciúncula, fue donde San Francisco de Asís, fundó la Orden de los Frailes Menores, en el año 1209, confiándola a la protección de la Virgen, Madre de Cristo, a quien le ha sido dedicada la iglesia.

Recibió de los Benedictinos, la capilla para hacerlos centro de su comunidad.

Aquí vivió San Francisco, con sus primeros hermanos.

El 28 de marzo de 1211, Clara de Favarone de Offreduccio, recibió aquí el hábito religioso, de manos de San Francisco, dando inicio a la Orden de las Damas Pobres (Clarisas).

En el año 1216, en una visión, San Francisco obtuvo del mismo Jesús, la indulgencia conocida, como "la indulgencia de la Porciúncula", o "el Perdón de Asís", la cual fue aprobada por el papa Honorio III.

Aquí, San Francisco reunía cada año a sus frailes, en los capítulos (reuniones generales), y aquí él murió. 

Entre las reliquias que se encuentran, en Santa María de los Ángeles:

  • - el cordón de San Francisco,
    -la estatua del santo, con las palomas que siempre allí anidan,
    -las rosas sin espinas, fruto del milagro, cuando el santo se tiró sobre ellas, para rechazar una tentación,
    - la capilla de las lágrimas, donde San Francisco rezaba por la Pasión de Cristo, y por los pecadores...

"Yo deseo, si le parece a su Santidad, por las gracias que Dios concede en esa pequeña Iglesia, que todo el que entre en ella, habiéndose arrepentido sinceramente, confesado, y habiendo recibido la absolución, que se le borren todos los pecados, y las penas temporales de ellos en este mundo, y en el purgatorio, desde el día de su Bautismo, hasta la hora en que entren en esa iglesia".

Indulgencia y EL PERDON DE ASIS

(indulgencia de la Porciúncula)  -condiciones

la PORCIÚNCULA (Santa María de los Ángeles)

En una noche de Julio del año 1216, un fraile oraba fervientemente, en su pequeña cueva del bosque. Pedía a Dios la virtud de la humildad.

Le llamaban hermano Francisco, y aunque tenía 34 años; ya era conocido y amado por miles de personas. Doce años más tarde, y solo 22 meses después de su muerte, la Santa Madre Iglesia lo proclamaría santo.

Pero el "poverelo", se consideró siempre el mayor de los pecadores. En el silencio de la noche, imploraba a Dios Todopoderoso, que tuviese misericordia de los pobres pecadores, recordando las palabras del Señor: "a menos que hagan penitencia, todos perecerán".

Pensaba en su propia juventud, solo doce años antes; había sido inquieto, frívolo, ambicioso, mujeriego, y por último soldado. Difícilmente, le daba algún momento de su atención a Dios.

Aquella noche, el Señor le dijo al poverelo: "Francisco, ¿quien puede hacerte mayor bien, el amo o el siervo?". Francisco guardó esta lección en su corazón, y decidió poner de primero, lo primero.

Le preguntó al amo cómo podría servirle, y Jesús, el amado salvador, que abrazó la agonía de la cruz por todos los hombres, le miró con ternura y afecto, y le dijo: "Repara mi Iglesia". Desde entonces, cuando Francisco pensaba en lo delicado, bueno y amoroso que era Jesús, rompía en llanto y exclamaba: "¡El amor no es amado!".

Primero, Francisco tomó las palabras del Señor literalmente, y con gozo reparó la capilla, donde había recibido la visión del Señor. Después bajó al bosque, en el valle de Asís, y reparó la vieja capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, llamada Porciúncula (pequeña porción).

Por su devoción a la Santísima Virgen, y por su reverencia a los ángeles, tomó la porciúncula como lugar de vivienda. Los campesinos insistían que ellos, muchas veces escuchaban ángeles, cantando en la Porciúncula.

Ahí fue, donde los primeros hermanos se unieron a él, en la vida nueva de la santa pobreza, trabajo manual, cuidando a los leprosos, mendigando y predicando el amor de Cristo. Siendo los benedictinos, propietarios de aquel lugar, Francisco pagaba como renta anual, una canasta de pescado.

Oprimido por el pensamiento de ser indigno, ante la misión de fundar la orden religiosa, subió a una cueva en las montañas. Ahí, durante una tormenta, se echó al piso, y con una perfecta contricción, rogó a su Salvador, que le perdonara los pecados de su vida pasada.

En la angustia de su alma, él gritaba: "¿Quien eres Tú, mi querido Señor y Dios, y quien soy yo, vuestro miserable gusano, de siervo?. Mi querido Señor, quiero amarte. Mi Señor y mi Dios, te entrego mi corazón y mi cuerpo, y yo quisiera, si tan solo supiera cómo, hacer más por amor a Tí!. Repetía: "Señor, ten misericordia de mí, que soy un pobre pecador".

Luego, una dulce y gentil paz, la maravillosa paz del Señor, llegó a su pura y penitente alma, y le dijo: "Francisco, tus pecados has sido borrados".

Desde entonces, por la gratitud que sentía, ardía en un deseo apasionado, de obtener el mismo favor celestial, por todos los pecadores arrepentidos. Y por eso, oraba y pedía fervientemente esa noche, en la cueva del bosque.

De repente, él sintió un impulso irresistible de ir a la pequeña Iglesia, la Porciúncula. En cuanto entró, como siempre, se arrodilló, inclinó su cabeza y dijo esta oración: "Te alabamos, Señor Jesucristo, en todas las iglesias del mundo entero, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo". Luego al alzar su mirada, en su asombro, Francisco vio una brillante luz, arriba del pequeño altar, y en unos rayos misteriosos, él vio al Señor con su Santísima Madre, con muchos ángeles.

Con pleno gozo y profunda reverencia, Francisco se postró en el piso, ante esta gloriosa visión, y Jesús le dijo: "Francisco, pide lo que quieras, para la salvación de los hombres".

Sobrecogido, al escuchar estas palabras inesperadas, y consumido por un amor angelical, por su misericordioso Salvador y por su Santísima Madre, Francisco exclamó: "Aunque yo soy un miserable pecador, yo te ruego querido Jesús, que le des esta gracia a la humanidad: dale a cada uno, de los que vengan a esta Iglesia, con verdadera contrición y confiesen sus pecados, el perdón completo, e indulgencias de todos sus pecados".

Viendo que el Señor se mantenía en silencio, Francisco se dirigió, con un confiado amor a María, refugio de los pecadores, y le suplicó: "Te ruego a Ti, Santísima Madre, la abogada de la raza humana, que intercedas conmigo, por esta petición". Entonces Jesús miró a María, y Francisco se alegró al ver a Ella, sonreír a su Divino Hijo, como que si dijera: "por favor, concedele a Francisco, lo que te pide, ya que esa petición me hace feliz a mi".

Inmediatamente Nuestro Señor, le dijo a Francisco: "Te concedo lo que pides, pero debes ir a ver a mi Vicario, el Papa, y pídele que apruebe esta indulgencia". La visión entonces, se desvaneció, dejando a Francisco, en el piso de la capilla, llorando de alegría, con profundo amor y agradecimiento.

Temprano en la mañana, Francisco salió con el Hermano Maceo, a la cercana ciudad de Perugia, donde un nuevo Papa, había sido electo; se llamaba Honorio III.

En el camino, Francisco empezó a preocuparse, ya que iba a pedirle al Papa, un privilegio muy grande, para una capilla desconocida. Ese tipo de indulgencia, solo se le había concedido a la tumba de Cristo, a la de San Pedro y San Pablo, y a los que participaban en las cruzadas. Entonces Francisco, oró arduamente a Nuestra Señora de los Ángeles.

Cuando llegó el turno de hablar con el Papa, Francisco se dirigió con gran humildad:

"Su santidad, unos años atrás, reparé una pequeña Iglesia, en honor a la Santísima Virgen. Le suplico, le conceda recibir indulgencias, pero sin tener que dar ninguna ofrenda" (Francisco pensaba en los pobres).

El Papa replicó:"No es muy razonable lo que pides, pues quien desea una indulgencia, debe hacer un sacrificio. Pero bueno, ¿de cuantos años quieres que sea esta indulgencia?

-Francisco respondió: "Santo Padre, podría usted no darle años específicos, sino almas?

-¿Qué significa eso de almas, Francisco?.

Ahora Francisco, tuvo que elevar una oración ferviente a Nuestra Señora, ya que debía explicarle al Papa, lo que significaba su petición.

Con mucha humildad, pero con firmeza, hizo su extraordinaria petición, la que ha sido conocida, como la indulgencia de la Porciúncula.

"Yo deseo, si le parece a su Santidad, por las gracias que Dios conceda, en esa pequeña Iglesia, que todo el que entre en ella, habiéndose arrepentido sinceramente, confesado, y habiendo recibido la absolución, que se le borren todos los pecados, y las penas temporales de ellos, en este mundo y en el purgatorio, desde el día de su Bautismo, hasta la hora en que entren en esa iglesia".

Impresionado por esta firme y sincera petición, el Papa exclamó: "Estás pidiendo algo muy grande Francisco, ya que no es la costumbre de la Corte Romana, conceder ese tipo de indulgencia".

Reconociendo que esta oportunidad, de traer gracias a la humanidad, podía desvanecerse en aquel instante, Francisco añadió con fervor y vehemencia, y con una serenidad devastadora: "Reverendísimo Santo Padre, yo no le pido esto por mí mismo, lo pido en nombre de Aquel que me ha enviado, Nuestro Señor Jesucristo".

En ese momento, el Papa recordó que su gran predecesor, Inocencio III, estaba convencido que Cristo se le aparecía, y guiaba de manera especial, a este pequeño y santo “poverelo”.

Movido por el Espíritu Santo, el vicario de Cristo, solemnemente declaró tres veces: es mi deseo, que se te sea concedida tu petición. Pero los cardenales que estaban presentes, al escuchar esta innovación revolucionaria, protestaron y reclamaron al Papa, que esta rica y nueva indulgencia, debilitaría las cruzadas. En términos fuertísimos, le exigieron que la cancelara. Pero el Papa les dijo, "yo no cancelo lo que he concedido".

"Entonces restríngela lo más posible".

El Santo Padre, llamó a Francisco y le dijo: "nosotros te concedemos esta indulgencia, y debe ser válida perpetuamente, pero solo en un día cada año, desde las vísperas, a través de la noche, hasta las vísperas del siguiente día".

Francisco sumisamente bajó la cabeza, y después de agradecer al Papa, se levantó y comenzó a salir. Pero el Papa le llamó: "¿Adónde vas, tú pequeño “poverelo”?. No tienes garantía sobre esta indulgencia".

Francisco se volvió hacia él, y con su simpática y confiada sonrisa, le dijo: "Santo Padre, su Palabra es suficiente para mí, si esta es la obra de Dios, es Él quien hará su obra manifiesta. No necesito ningún otro documento. La Santísima Virgen María, habrá de ser la garantía, Cristo el notario y los ángeles los testigos". (recordando la visión).

Francisco escuchó estas palabras, en su oración: "Francisco, quiero que sepas que esta indulgencia, que ha sido concedida a ti en la tierra, ha sido confirmada en el cielo". Con gran gozo, compartió esta revelación al hermano Maceo, y juntos aligeraron el paso, para ir a darle gracias a Nuestra Señora de los Ángeles, en la Porciúncula.

Para la solemne inauguración de este perdón, en la Porciúncula, Francisco escogió Agosto 2, porque fue el primer aniversario, de la consagración de esta santa capilla, y porque Agosto 1, era la fiesta de la liberación de San Pedro, de las cadenas que tenía en la cárcel (Agosto 2, es el día de Nuestra Señora de los Ángeles).

En presencia de los obispos de Asís, Perugia, Todi, Spoleto, Gubbio, Nocera y Foligno, anunció Francisco a la multitud, la gran noticia: «Quiero mandaros a todos al paraíso, anunciándoos la indulgencia, que me ha sido otorgada por el Papa Honorio. Sabed pues, que todos los aquí presentes, como también cuantos vinieren a orar en esta iglesia, obtendrán la remisión de todos sus pecados».

Jesús y María, confirmaron su aprobación del Gran Perdón de la Porciúncula. Una vez a un santo fraile franciscano, Beato Conrado de Ofida, la Virgen Santísima se le apareció, envuelta en un rayo de luz, con el niño Jesús en sus brazos, en la puerta de la Porciúncula. El niño bendecía, a todos los peregrinos que entraban, en la capilla de su Madre, para adquirir el perdón de los pecados.

Más tarde, los obispos de Asís y otros Papas, promulgaron documentos confirmando "El gran Perdón de la Porciúncula". La pequeña iglesia, dedicada a la Santísima Virgen, se convirtió en uno de los más famosos santuarios, de peregrinación de toda Europa. Más tarde, Gregorio XV, hizo extensivo el jubileo de la Porciúncula, a todas las iglesias franciscanas del mundo.

En 1921, el Papa Benedicto XV, canceló la restricción, de manera que se pueda obtener indulgencias cualquier día. Según el decreto de la Penitenciaría Apostólica, del 15 de julio de 1918 («Portiuncolae sacrae aedes»), se puede ganar la indulgencia en La Porciúncula durante todo el año, una sola vez al día.

Cada año una multitud de fieles acude allí, para recibir el «Perdón de Asís», también llamado «Indulgencia de la Porciúncula».

Condiciones para obtener la indulgencia

El Perdón de Asís se puede obtener una sola vez
-PARA QUIEN: Para uno mismo o por los difuntos.
-DONDE Y CUANDO: Visitando las basílicas de San Francisco, y la Porciúncula de Asís, cualquier día del año, o cualquier iglesia franciscana, o cualquier catedral o parroquia del mundo, desde el mediodía del 1ª de agosto, hasta la medianoche del 2 de agosto.

Las condiciones son las prescritas para las indulgencias plenarias.

1ª) Confesión sacramental y Santa Comunión
2ª) Exclusión de cualquier apego al pecado.
3ª) Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.
PADRE NUESTRO…
PROFESIÓN DE FE: Credo

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES

"Salve, celestial Señora, Reina de los Ángeles, poderosa y benigna abogada nuestra, María: sé mil veces bendita y agradecida, por el insigne favor, de haber obtenido de tu Hijo divino, para tu siervo Francisco, la gran indulgencia del perdón de Asís, en beneficio de la Iglesia.

Vuelve a nosotros tus ojos bondadosos, desde el trono radiante de gloria, donde has sido exaltada, y desde el que derramas tantos tesoros de gracias.

Haz que nos arrepintamos sinceramente, de todas nuestras faltas, y que podamos obtener de tu Hijo Jesús, un perdón generoso; para que después de haber hecho aquí, en la tierra, frutos dignos de penitencia, podamos un día verte, alabarte y bendecirte, con los ángeles y los santos, en la gloria del Reino. Amén”.

Testimonio de Simone Weil, hija de Israel, fascinada por Cristo: «Mientras estaba sola en la capillita románica, de Santa María de los Ángeles, incomparable milagro de pureza, donde san Francisco rezó tan a menudo, algo más fuerte que yo, me obligó, por primera vez en mi vida, a arrodillarme» (Autobiografía espiritual).


DULZURA DE LOS ÁNGELES

de la liturgia bizantina

Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,

abogada de los cristianos, Virgen Madre del Señor,

protégeme y sálvame, de los sufrimientos eternos.


María, purísimo incensario de oro,

que ha contenido a la Trinidad excelsa;

en tí se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y

el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra,

Virgen, te ha hecho madre de Dios.


Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos;

tú eres nuestra defensa ante Dios.

Extiende tu mano invencible, y aplasta a nuestros enemigos.

Manda a tus siervos el socorro del cielo. Amén.




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