Sábado
28 de mayo
SAN
GERMÁN, OBISPO DE PARÍS
Obispo
(† 576)
Gran
parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el
obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.
San
Germán nació en el año 469 en Autun, en la región de la Borgoña
(Francia). Se hizo monje y llegó a Abad del monasterio de San
Sinforiano, cercano a su ciudad.
En
el año 554 es nombrado obispo de París. Este
ascenso no alteró sus austeridades y siguió viviendo con la misma
simplicidad y frugalidad que cuando era monje.
Es
allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros,
según el relato de Fortunato. Por lo que
cuenta su biógrafo, se había propuesto el santo abad que ningún
pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin comida; un día
reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más;
cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían
peligrar su ración, llegan al convento dos cargas de pan y, al día
siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del
monasterio. También se narra el milagro de haber apagado con un
roción de agua bendita el fuego del pajar lleno de heno que
amenazaba con arruinar el monasterio.
En
su mesa no faltaban nunca los más desfavorecidos, y atendía en todo
lo que podía a los pobres. Su testimonio
hizo que el rey de París, Childebert, abandonase su ambición, y se
entregase enteramente a la piedad, reformando toda su
corte. Este rey, entregó a nuestro santo, tierras en las que se
construyó una iglesia y un monasterio. El
sucesor de este rey también abandonó su vida licenciosa por la
acción de Germán.
Sin
embargo, a la muerte de ese rey, París se dividió en tres partes,
tantas como sucesores, y eran continuas las luchas entre unas y
otras. Germán hizo todo lo que pudo para preservar la paz, pero eran
demasiado enquistados los resentimientos.
El
buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se
enterró en la tumba que se había mandado preparar para San
Sinfroniano. El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando
presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después
de la invasión de los normandos se llamó ya san Germán. Hoy
reposan allí mismo -y se veneran- en una urna de plata que mandó
hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, concédeles a todos los Obispos del Mundo
el espíritu de caridad y desprendimiento que le infundiste a San
Germán, Obispo de París, y acrecienta la Fe y Devoción de Francia
en tu Santa Cruz y tu Divino Corazón. A Tí Señor que descubriste
tu Sagrado Corazón en Francia a Santa Margarita María Alacoque.
Amén.
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