miércoles, 4 de mayo de 2016

Cuarta Feria, 4 de Mayo

Beato José María Rubio Peralta


Confesor
Sacerdote Jesuita de los suburbios madrileños (1864-1929)

Breve
José María Rubio nació en Dalías, Almería, en 1864.

Ordenado sacerdote en Madrid el año 1887, ejerció el ministerio parroquial en Chinchón y Estremeña, siendo más tarde profesor del Seminario y Notario de la Curia diocesana.

Ingresó en la Compañía de Jesús a los 42 años y después de cinco años de formación se dedicó por entero a la predicación, dirección espiritual y ministerio de la reconciliación.

Fue un verdadero padre para los pobres y abandonados, y formó muchos apóstoles laicos. Murió en Aranjuez el año 1919, siendo beatificado por Juan Pablo II el 6 de octubre de 1985, llamándole el «apóstol de Madrid».
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Anécdotas en vida del Santo
El padre Rubio fue un afamado confesor. Los madrileños formaban largas colas, teniendo que esperar durante varias horas, para poder confesarse con el padre Rubio.

La visita a un moribundo:
Estando confesando, vino una señora que le dio la señas de un hombre a quien debía confesar pronto pues se estaba muriendo. Aquella misma tarde fue a confesar al moribundo. Las señas eran en un tercer piso sin ascensor, teniendo que subir fatigosamente aquellas escaleras, llamó a la puerta y preguntó por el caballero:
Soy yo” -le contestó el hombre al abrirle la puerta- “pero creo que le deben haber gastado una broma pues ya ve que estoy perfectamente de salud. ¡Vamos hombre! pase a tomar algo ya que ha tenido que subir tantos pisos”.

Entrando en el comedor vio un retrato en la pared, mientras el supuesto moribundo le servía un refresco. El padre Rubio afirmó que aquella señora fue quien le había enviado.

Ja, ja, ja,”-rió el supuesto moribundo - “Se debe haber fijado mal padre. Pues esa señora es mi madre y hace años Dios se la llevó a su seno. Mire, de todos modos, ya que está aquí me voy a confesar, porque hace muchos años que no entro en una Iglesia y así su viaje no habrá sido en balde”. Se confesó y aquella misma noche murió santamente.

La costurera:
Una costurera de Madrid contó en confesión que su padre murciano odiaba la fe en Dios, y consideraba la religión cristiana un engañabobos y mentiras de curas. Ella tenía miedo de la condenación eterna de su padre. -”No te preocupes, se salvará”, afirmó el padre Rubio.

Estando en unos ejercicios espirituales predicando el padre Rubio, llegó tarde aquella costurera. En ese instante el padre Rubio calló un momento en su discurso y afirmó en voz potente. -"En este mismo momento una de vosotras acaba de recibir una gracia especialísima. Realmente muy, pero que muy grande. Dentro de unos días sabrá de qué se trata y quien de vosotras lo ha recibido. Aquella afortunada debe agradecérselo a Nuestro Señor Jesucristo ".

Todas las mujeres que allí estaban presentes tomaron nota de la hora y día, pues era ya famoso por esas profecías que luego se cumplían. La costurera al cabo de unos días se enteró que su padre murciano había muerto santamente, y que justo, en aquel momento en que tales palabras pronunció el padre Rubio estaba confesándose y recibiendo los últimos sacramentos.

La broma de carnaval:
Pero lo ocurrido el martes de Carnaval de 1924 en Madrid fue un asunto que corrió en la capital de España de boca en boca como la pólvora, por la notable muestra de Santidad del padre Rubio.

Estando unos amigos divirtiéndose en una casa de prostitutas decidieron hacer una gracia a costa del padre Rubio.

- Que os parece si uno de nosotros se hace pasar por moribundo, le llamamos al padre Rubio, y cuando esté en la habitación, salta de la cama voceando el moribundo mientras los demás entramos con las chicas medio desnudas.

-Es una idea estupenda- Agregó uno- Incluso lo podemos mejorar. Mirad, como trabajo en un periódico le podríamos sacar unas cuantas fotos y publicarlas en mi columna.¡Os imaginaís el titular!: "el padre Rubio sale de putas en Carnaval". Ja, ja, ja

- Yo me haré pasar de moribundo- Dijo otro de los amigos presentes mientras bebían.

- Pues iré a buscarle- afirmó el mejor vestido.

-Vale- Añadió el periodista- Pues agarraré la cámara y nos esconderemos con la chicas para entrar cuando des una voz. Esto va a salir genial.

A la madrugada un hombre bien trajeado llamó al convento donde vivía el padre Rubio suplicando confesión para un moribundo. Pese a la oposición del Superior, fue allí, acompañado de otro jesuita. Llegó hasta la casa de prostitución y entró en la habitación, casi al instante salió enfadado el padre Rubio. - Me tendrían que haber llamado antes, porque ya murió- afirmó.

Ante el estupor de todos los presentes comprobaron que realmente no solo estaba muerto sino también frío. Muchos ingresaron en religión después de lo ocurrido. En todo Madrid fue conocido el incidente, pero el padre Rubio nunca dio demasiado importancia a todo aquello.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que suscitaste como insigne ministro de tu iglesia a San José María Rubio Peralta, haz que su pureza sea un aliciente para todos tus ministros y así perseveren en el camino de la Santidad, llevando a muchas ovejas perdidas a tu redil. A Tí Señor que nos constituiste en un pueblo sacerdotal, siendo Tú mismo Sumo Supremo Sacerdote. Amén.


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