jueves, 25 de junio de 2020


25 de junio

San Próspero de Aquitania


Seglar († c. a. 455)

La santidad depende de la fidelidad, a la gracia de Dios, y del esfuerzo por poner en juego, todos los dones recibidos

Breve
Discípulo de San Agustín de Hipona. Gran erudito, quien se convirtió en secretario privado del Papa León I. Luchó en sus escritos, contra los pelagianos, quienes negaban la existencia del Pecado Original.

Herejías de Pelagio:
1: Adán hubiese muerto, aunque no hubiese pecado.
2: El pecado de Adán, lo dañó solo a él. Sus descendientes, solo recibieron mal ejemplo.
3: Los niños antes del bautismo, están en la misma condición, que estuvo Adán antes de la caída.
4: La humanidad no muere por el pecado de Adán, ni resucita en el último día, por la redención de Cristo.
5: El pecado de Adán, solo le afectó a él, y no a su descendencia. Por lo tanto, los hijos de Adán, nacen libre de culpa.
6: La ley del Antiguo Testamento, ofrece la misma oportunidad de salvación, que el Evangelio.

--------------------------------------------
Si no fuera por sus escritos, todos marcados por la controversia semipelagiana, y por el testimonio del historiador Gennadio, no sabríamos gran cosa de su vida, que destaca por su virtud, por la perseverancia, en la lucha por la ortodoxia, y por el apasionamiento por la verdad.

Parece ser que era natural de Aquitania, y así se añade a su nombre como apellido, el de su patria, y vió la luz a finales del siglo IV. Debió recibir una buena y sólida formación, y parece ser que frecuentó la compañía de los monjes, que estaban en el monasterio de San Víctor, en Marsella, al sur de Francia.

Consta que nunca entró en el mundo de los clérigos; siempre permaneció en el estado seglar, y hay indicios prudentes, que llevan a pensar que estuvo casado; de hecho, se le atribuye el «Poema de un esposo a su esposa», en cuyo caso no habría duda sobre su estado matrimonial, e incluso se le podría aplicar, la profundidad de pensamiento, y las claras actitudes de vida cristiana, que en él aparecen, pero no puede afirmarse con total seguridad, por negar algún autor de peso, la autoría del poema.

Bien conocida es la controversia teológica, suscitada en el siglo V, por la desviada enseñanza de Pelagio, contraria al pensar cristiano, poseído pacíficamente en la Iglesia. La reacción de San Agustín, con toda clase de argumentos bíblicos y teológicos, no se hizo esperar, en defensa de la fe, y la sanción de los concilios de Cartago, en los años 416 y 418, con la posterior aceptación del Papa, parecía haber solucionado para siempre el problema. Pero no fue así, y es aquí donde entra en juego Próspero de Aquitania.

Los monjes de San Víctor en Marsella, empiezan a inficionar las Galias, con un pelagianismo camuflado, que enseña el abad Casiano, escritor y teólogo, secundado por sus monjes. Dice en sus «Colaciones», que admite la doctrina contra los pelagianos, expuesta por San Agustín, y aprobada por los concilios y los papas, pero sostiene con sus monjes, que depende del hombre la primera elección, que en términos teológicos, se denominará desde entonces, el «initium fidei».

Este es el pensamiento teológico, que en el siglo XVI, recibirá el nombre de semipelagianismo. Próspero detecta el mal larvado y habla, discute, visita, y escribe a San Agustín, propiciando la escritura de los tratados maduros agustinianos «Sobre el don de la perseverancia» y «De la predestinación de los santos» que escribió, ya anciano, el obispo de Hipona. Es toda una controversia de alto nivel.

Como es laico, y su fuerza termina en su pobre persona, no cede en la verdad teológica, y marcha a Roma, para implicar en la defensa de la fe, al mismo Papa Celestino I, que era ya un hombre avezado, en este tipo de discusiones, y escribió a los obispos galos, pidiendo sometimiento al magisterio de la Iglesia, recogido de San Agustín.

Se trataba de intrincadas cuestiones, que en sus matices, son para especialistas teólogos, y en las que los incautos, son presa fácil del engaño. En juego está la idea de Dios y del hombre; el valor de la Redención, y la necesidad de los sacramentos. No era poca cosa, lo que estaba sobre el tapete.

Había que saber conciliar, la evidencia del absoluto poder de Dios, su voluntad salvífica universal, y su absoluto respeto por la libertad del hombre, que es un ser dependiente, y el papel que le concierne en su propia salvación, correspondiendo personalmente a la gracia.

Si se concedía excesivo protagonismo a la libertad humana; se llegaba al extremo inaceptable, de que el hombre puede llegar a la salvación sobrenatural, por sus propias fuerzas; si por el contrario, se acentuaba la absoluta dependencia del hombre, con respecto a Dios, se hacía a Dios responsable de la condenación, cosa igualmente imposible. Llegar a la expresión técnica de la fe, era cosa de preclaras inteligencias, grandes teólogos y extraordinarios santos.

Muerto Casiano, y fallecido también San Agustín, no se acabó la discusión, entre los seguidores del fraile, y tuvo que ser el laico o seglar Próspero, quien mantuviera firme y alta, la bandera de la ortodoxia. Que se sepa escribió «La vocación de todos los gentiles», «Contra el autor de las Colaciones», «Sobre la Gracia y el libre albedrío» y «De los ingratos».

Terminó sus días el seglar Próspero, siendo secretario, nada menos que del papa San León Magno, y hasta se piensa que pudo poner su aportación, en la Epístola Dogmática, escrita a los Orientales, para exponer magisterialmente, el misterio de la Encarnación, declarando la unión Personal en Cristo, contra la herejía de Nestorio y contra Eutiques, y los monofisitas, de las dos naturalezas de Cristo.

Murió después del año 455, sin que se pueda aventurar, con más exactitud, la fecha de su muerte, en el actual estado de investigación.

Da gusto ver en el siglo V, la entrega de un laico sabio y santo, responsable de su misión, y puesto en la Iglesia sin renunciar al estado, que Dios quiso para él. Aunque en aquella época, no se hablaba aún, de «promocionar al laicado», ni de «laicos comprometidos», se demuestra una vez más, que para cada uno de nosotros en particular, la santidad no depende, del modo de ser Iglesia en la Iglesia, sino de la fidelidad a la gracia de Dios, y del esfuerzo por poner en juego, todos los dones recibidos.
---------------------------------------------------

Hoy también recordamos con Amor y Agradecimiento a:

-San Máximo, Obispo de Turín, doctor insigne y apologista. Asistió al concilio de Milán de 450, y al de Roma de 465, donde firma después del papa San Hilario. Murió hacia 465. Tenemos de él, Homilías sobre el nacimiento de Cristo, Cuaresma, Pasión, Santos, y diversos asuntos morales; exposición de los Evangelios, tres tratados sobre el Bautismo, y dos contra los judíos y paganos; y un tratado de los nombres de los doce Apóstoles.

-San Guillermo (de Vercelli) de Monte Virgine, 1142.
-San Sosípatro, discípulo. de San Pablo, Berea (Asia Menor), s. I.
-Santa Lucía y veintidós compañeros mártires, Roma.
-San Galicano, mártir, Alejandría, 362.
-Santa Febronia, virgen y mártir, Sibaple (Siria), 304.
- San Antido, mártir, Besançon (Francia), s. IV.
-San Adalberto, discípulo de San Willibrordo, Holanda, s. VIII.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, recibe a quienes nos precedieron, y se encuentran camino al Paraíso, y a todos nosotros, en tu Mansión Celestial, mirando siempre nuestra naturaleza fragmentada y mutilada por el pecado original, y no tanto nuestra falta de Fe, de Amor y de Constancia, en el servicio a tu Santo Nombre, y a nuestros Hermanos. Amén.



No hay comentarios:

Publicar un comentario