lunes, 3 de febrero de 2020


3 de febrero

San Blás


Obispo y Mártir

Conocido también como Blasius

Patrón de: Enfermedades de la garganta y laringólogos. +C.316

Protector de los niños y del ganado

Bienvenidos sean, hijitos míos. Me traéis una buena nueva. Vayamos prontamente. y sea con nosotros mi Señor Jesucristo, que desea la hostia de mi cuerpo”

Breve
San Blas fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica, en una cueva del Monte Argeus. Fue martirizado en el año 316.
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San Blas era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se ahogaba, al trabársele en la garganta, una espina de pescado. Este es el origen, de la costumbre de bendecir las gargantas, el día de su fiesta.

La leyenda, al relatar la estancia de San Blas, en las soledades del Argeo, nos describe escenas paradisíacas. Estuvo escondido en esas soledades, cuando arreciaba la persecución de Agrícola, gobernador de Cappadocia.

Al ser perseguido por los hombres, le hacen compañía las fieras, que se agrupan en tropel a la entrada de la gruta, esperando respetuosas, a que el santo anacoreta termine su oración, para recibir de él su bendición, y obtener también la curación de sus dolencias.

Así lo encontraron los soldados del prefecto Agrícola, en una cacería organizada por aquellos montes, quedando estupefactos, ante el nunca visto espectáculo. Comunican el caso al prefecto, y ordena éste, que le traigan al obispo solitario.

En la noche anterior a ser arrestado, se le aparece por tres veces el Salvador, instándole para que le ofrezca el sacrificio, entendiendo San Blas que el Señor lo llamaba, para aceptar el cáliz del martirio. Se levanta, ofrece los sagrados misterios, y se presentan los ministros del prefecto. "Sal de tu gruta”. le dicen: “el prefecto te llama".

Responde el Santo a la citación, con rostro sonriente, y palabras cariñosas. "Bienvenidos sean, hijitos míos. Me traéis una buena nueva. Vayamos prontamente. y sea con nosotros mi Señor Jesucristo, que desea la hostia de mi cuerpo".

Agrícola trató sin éxito, de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago. San Blas, parado en la superficie, invitaba a sus perseguidores, a caminar sobre las aguas, y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se ahogaron.

Otro día, intentan quebrantar su fortaleza, suspendiéndolo de un madero, y desgarrando sus carnes con garfios de hierro. Pero el santo pastor, no habla de ofrecer solo el sacrificio: lo habían de acompañar sus ovejas y corderos espirituales.

Al volver a la prisión, regando el suelo con sangre, siete fervorosas cristianas recogen su sangre, y se ungen con ella. Detenidas por ello, confiesan intrépidas su fe en Jesucristo, sin que hagan vacilar su fortaleza, los más crueles y variados tormentos, y alentadas por el ejemplo de su pastor, perseveran firmes hasta ser decapitadas.

Una de estas heroínas, encomienda a San Blas sus dos hijitos, que querían seguirla, por la senda celestial del martirio.

No tardó el pastor en consumar su sacrificio. El prefecto lo condena a la decapitación, con los dos niños. Y en las afueras de Sebaste, es sacrificado el pastor con los dos corderos. Ocurrió el glorioso martirio, según la opinión más probable, en el año 316.

El culto de San Blas se extendió prontamente, por toda la Iglesia. En el Oriente, se celebra su fiesta desde muy antiguo, con culto solemne el 11 de febrero. En Constantinopla, había un templo dedicado a San Blas.

En Armenia, existió la Orden Militar de San Blas. El culto de San Blas, es también muy antiguo en Occidente. Según el cardenal Schuster, en la Edad Media se erigieron en Roma, no menos de 35 iglesias en honor de San Blas. Una de ellas, llegó a ser contada, entre las 24 abadías privilegiadas de Roma.

La república independiente de Ragusa (Yugoslavia), lo tenía por patrón principal. Lo honraba con fiesta de precepto muy solemne. Su efigie figuraba en las monedas. Uno de los principales monumentos de Ragusa, es el templo de San Blas. En el calendario romano, figuraba la fiesta de San Blas con rito simple, pero muchas diócesis de Europa occidental, la celebran con rito doble. En muchas iglesias, se conservan reliquias insignes.

Paralela al culto oficial, ha sido la devoción del pueblo cristiano a San Blas, devoción popular y típica. Se le cuenta entre los 14 santos protectores, llamados así, porque se les tiene por abogados eficaces, en las penalidades de la vida.

Se le invoca especialmente, como abogado en las enfermedades de la garganta. Como tal lo reconoce el Ritual.

Es considerado como especial protector de los niños: San Blas bendito, que se ahoga este angelito. En Rusia es el patrón de los ganados. En otras naciones también se le atribuye, cierto patronazgo sobre los mismos. Los cardadores y sombrereros, lo veneraban por patrón.

En el día de su fiesta, se bendicen pan, vino, agua y frutos, que se dan después a hombres y ganados. En muchas diócesis de Alemania, Bohemia, Suiza, y también de otras naciones, se da la bendición de San Blas, por medio de dos velas cruzadas, que se ponen sobre la cabeza de los fieles, y con ellas se toca la garganta. En Roma y otras partes, se realiza una unción del cuello, con una candela mojada en aceite bendecido.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de San Blas, podamos curar cualquier enfermedad de la garganta, no sólo material, sino también espiritual, como ser valientes para confesar nuestra fe; no tener angustia de ocultar nuestros pecados mortales al confesor, murmuraciones contra el prójimo, e intemperancias en la bebida.

A Tí Señor, que nos advertiste que toda palabra vana, será tenida en cuenta en el último día, y que caminaste por la superficie del lago de Genezareth, demostrándonos que todo es posible, para el que cree en tu Palabra. Amén.


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