domingo, 2 de febrero de 2020


2 de Febrero

La Presentación de Jesús en el Templo


La Presentación es el cuarto misterio gozoso del rosario.

Nos ha visitado el Sol que nace de lo alto

Del Oficio: Acojamos la luz clara y eterna


No confundir esta fiesta, con la presentación de la Virgen María, por sus padres Joaquín y Ana

Presentación de Jesús en el Templo
Según la Ley de Moisés, el primer hijo en nacer, el primogénito, le pertenecía a Dios. El niño debía ser "rescatado", llevándolo al Templo a los 40 días de nacido, y pagando por él al Templo con un cordero, o si fuesen pobres, con un par de palomas. La liturgia celebra, la presentación de Jesús el 2 de febrero, por ser esta fecha 40 días después del 25 de diciembre.

José y María, cumplieron la ley: (Lc 2, 22-25, 34-35)
Llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. (...) Y he aquí que había en Jerusalén, un hombre llamado Simeón, que esperaba la consolación de Israel, y estaba en él el Espíritu Santo. (…) Simeón les bendijo, y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto, las intenciones de muchos corazones.

¿Por qué el "rescate", con un cordero o paloma?
En algunas de las religiones paganas de aquel tiempo, los padres mataban a sus hijos primogénitos, para ofrecerlos a los dioses. Dios enseñó a los judíos, que esa práctica es una abominación. En vez de matar al niño, debían ofrecer un cordero por su rescate.

Un sacerdote recibía a los padres, a la puerta del Templo, y hacía la oración de presentación.

El dueño de todo, se hizo por amor tan pobre, que sus padres no tenían cordero con que rescatarlo. Sin embargo, Él mismo es el Cordero de Dios, que se ofreció para rescatar a toda la humanidad.

Según una costumbre católica, los niños se presentan este día, en la iglesia al Señor y a la Virgen.

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La presentación del Señor
Acojamos la luz clara y eterna
De los sermones de San Sofronio, Obispo
(Sermón 3,sobre el Hypapanté, 6.7:PG 87, 3, 3291-3293)

Corramos todos al encuentro del Señor, los que con fe celebramos y veneramos su misterio; vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz.

Llevamos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino, de Aquel que viene a nosotros –el cual hace que todo resplandezca, y expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo, con la abundancia de la luz eterna–, ya sobre todo, para manifestar el resplandor, con que nuestras almas, han de salir al encuentro de Cristo.

En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios, tomó en sus brazos la luz verdadera, y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por Él, y llevando en nuestras manos, una luz visible para todos, apresurémonos a salir al encuentro de Aquel, que es la Luz Verdadera.

Sí, ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para liberarlo de las tinieblas en que estaba envuelto, y llenarlo de resplandor, y nos ha visitado el Sol que nace de lo alto, llenando de su luz, a los que vivían en tinieblas: esto es lo que nosotros queremos significar.

Por esto, avanzamos en procesión con cirios en las manos; por esto acudimos llevando luces, queriendo representar la luz que ha brillado para nosotros, así como el futuro resplandor, que procedente de ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos al encuentro de Dios.

Ha llegado ya aquella luz verdadera, que viniendo a este mundo, alumbra a todo hombre y mujer. Dejemos hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme.

Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz, y se resigne a permanecer en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor; todos juntos, iluminados, salgamos a su encuentro, y con el anciano Simeón, acojamos aquella luz clara y eterna; imitemos la alegría de Simeón, y como él, cantemos un himno de acción de gracias, al Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de nosotros las tinieblas, y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera.

También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos, y que ha manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros, hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado.

También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles, en pueblo de Dios. Cristo es en efecto, la salvación de Dios Padre, y hemos visto, con nuestros ojos, al Dios hecho hombre; y de este modo, habiendo visto la presencia de Dios, y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo Israel. Esto es lo que vamos celebrando año tras año, porque no queremos olvidarlo.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que habiéndote sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo a nosotros, la gracia de ser tu bendito templo, conservando la pureza interior en todo momento, y de esa manera no perder la luz de tu Gracia, en ningún momento de nuestra Vida. Te pedimos por las personas consagradas, que al igual que Simeón y Ana, permanezcan siempre, dentro del Templo de la Luz y de la Verdad. A Tí Señor, que eres la Luz del Mundo, y viniste para echar fuera, a las tinieblas en nuestros corazones. Amén.

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