viernes, 14 de febrero de 2020


14 de Febrero

Santos Cirilo, Monje y Metodio, Obispo. Hermanos

(869 al 884)


Patronos de Europa

«Bendito el Señor, que no nos entregó como presa, a los dientes del demonio; hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió, y pudimos escapar».

Breve
San Cirilo y San Metodio, toman precedencia, sobre San Valentín en la liturgia.

Cirilo. Apóstol de los eslavos.
Nacido en Tesalónica, en la nobleza griega. Hizo brillantes estudios en Constantinopla, y enseñó filosofía en esa ciudad. Como monje, tomó el nombre de Cirilo. Evangelizó en Rusia con gran éxito.

En el año 863, se dirigió con su hermano Metodio, a evangelizar a Moravia, en la lengua nativa. Algunos del clero occidental se les opusieron, y rehusaron ordenar a sus candidatos, al sacerdocio.

Desarrollaron el alfabeto de la lengua eslava. Después de críticas, por usar este lenguaje en la liturgia, fue aceptado.

Entre los dos, publicaron los textos litúrgicos en lengua eslava, escritos en caracteres "cirílicos", como después se designaron en honor a San Cirilo. Promovieron grandemente la cultura y la fe.

Llamados a Roma, Cirilo murió allí, el 14 de febrero del año 869. Puede que haya sido obispo, o que se haya muerto, antes de la consagración.

Metodio, consagrado obispo, marchó a Panonia, donde desarrolló una infatigable labor de evangelización. Tuvo que sufrir mucho a causa de los envidiosos, y la presión política imperial de Alemania, pero contó siempre con el apoyo de los papas. Evangelizó en Moravia, Bohemia, Panonia y Polonia.

Bautizó a Santa Ludmila, y al duke Boriwoi. Fue arzobispo de Vellehrad, Eslovaquia, donde fue apresado en el año 870, por la oposición del clero alemán. Algunos le acusaron de hereje, pero siempre fue liberado de cualquier acusación. Tradujo la Biblia a la lengua eslava.

Murió el 6 de abril del año 885, en la ciudad eslovaca de Vellehrad.

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Del oficio del 14 de Febrero, San Cirilo, monje, y San Metodio, Obispo
Acrecienta tu Iglesia, y reúne a todos sus miembros en la unidad
De la Vida eslava de Constantino Cirilo
(Cap. 18: Denkschriften der kaiserl. Akademie der Wissenschaften 19, Viena 1870, p. 246)

Cargado de trabajos, Constantino Cirilo cayó enfermo; estuvo muchos días con fiebre, y un día tuvo una visión de Dios, y empezó a cantar así:

«Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»; se regocijan mi corazón y mi espíritu».

Revestido de sus ornamentos, se pasó todo aquel día lleno de contento, diciendo:
«Desde ahora ya no soy siervo ni del emperador, ni de hombre alguno sobre la tierra, sino sólo del Dios todopoderoso. Primero no existía, luego existí, y existiré para siempre. Amén».

Al día siguiente, se vistió con el santo hábito monástico, y como quien añade luz a la luz, se impuso el nombre de Cirilo. Permaneció con este hábito, durante cincuenta días.

Llegada la hora de recibir el merecido descanso, y emigrar a las moradas eternas, levantó las manos hacia Dios, diciendo entre sollozos:

«Señor Dios mío, que creaste todas las jerarquías angélicas, y las potestades incorpóreas, desplegaste el cielo y afirmaste la tierra, y trajiste todas las cosas, de la inexistencia a la existencia; que escuchas continuamente a los que hacen tu voluntad, te temen y guardan tus preceptos: escucha mi oración, y guarda a tu fiel rebaño, que encomendaste a éste, tu siervo inepto e indigno.

Líbralos de la impiedad y del paganismo, de los que blasfeman contra Tí; acrecienta tu Iglesia, y reúne a todos sus miembros en la unidad. Haz que tu pueblo viva concorde en la verdadera fe, e inspírale la palabra de tu doctrina, pues tuyo es el don que nos diste, para que predicáramos el Evangelio del Cristo, exhortándonos a hacer buenas obras, que fueran de tu agrado.

Te devuelvo como tuyos, a los que me diste; dirígelos con tu poderosa diestra, y guárdalos bajo la sombra de tus alas, para que todos alaben y glorifiquen el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén».

Y besando a todos con el ósculo santo, dijo:

«Bendito el Señor, que no nos entregó como presa, a los dientes del demonio; hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió y pudimos escapar».
Y con esto se durmió en el Señor. Tenía cuarenta y dos años de edad.

El papa ordenó, que todos los griegos residentes en Roma, así como los romanos, asistieran con cirios, al funeral de aquel santo varón, y que lo hicieran, como si del mismo papa se tratase.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que iluminaste a los pueblos eslavos, mediante los trabajos apostólicos, de los santos hermanos Cirilo y Metodio, haz que la Fe de esos pueblos se acreciente, y que sea el germen de la evangelización en todo el mundo. A Tí Señor, que nos enseñaste, que la piedra que ha sido desechada por los constructores, se convertirá en la piedra fundamental de tu edificio espiritual. Amén.

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(Interesantísima reseña histórica, que nos ayuda a entender y valorar, la compleja trama de la evangelización de los pueblos eslavos, y echa luz sobre los conflictos latentes en esas regiones. De este relato, tomamos conciencia de la paciencia y perseverancia de los santos misioneros, de aquella y también de la época actual)

14 de febrero
SANTOS CIRILO Y METODIO

Patronos de Europa

(† 869 y 884)
SANTIAGO MORILLO, S. I.

Las vidas paralelas, de estos dos santos hermanos del siglo IX, adquieren relieve de trascendente actualidad, en los siglos XX y XXI. Son ellos, no sólo apóstoles de los países eslavos, sino también portaestandartes de la fidelidad a Roma, en los tiempos borrascosos, que preludiaron el cisma oriental. Focio, que había de ser patriarca de Constantinopla, y primer promotor de la ruptura bizantina con Roma, fue profesor y jefe eclesiástico de ambos.

Supieron ellos a tiempo, desligarse del cismático patriarca, para seguir en unión con Roma, centro de la catolicidad. Su táctica marca un hito perenne, en los actuales problemas de la unión de los cristianos.

Los hermanos Cirilo y Metodio, nacieron en Salónica, hermosa y antigua ciudad, de la Macedonia griega, a principios del siglo IX. La ciudad se distinguía por su carácter cosmopolita, y los tesalonicenses aprendían con gusto, los mas extraños idiomas, gloriándose de poder entender, hasta a los bárbaros del Norte, y mantener activo comercio, con las regiones más recónditas de la Panonia, de la Misia y de la Dacia.

El valle del río Vardar, en cuya desembocadura se encuentra la ciudad, forma como un corredor de entrada, a la península Balcánica y a la región danubiana. Salónica era por eso, plaza fuerte tan celosamente atendida por los emperadores bizantinos, ya que perdida ella, podía darse por terminada, la dominación griega en los Balcanes.

Eslavos y búlgaros, intentaron varias veces apoderarse de Salónica, pero en su fracaso, llegaron a establecerse pacíficamente en los suburbios de la ciudad. Entre estas gentes sencillas, aprendieron los dos hermanos, el difícil e inculto idioma eslavo.

Su padre se llamaba León, y ocupaba el alto cargo, de lugarteniente general de la zona militar; hombre versado no sólo en asuntos militares, sino filosóficos y religiosos; en su biblioteca, abundaban las obras de los Santos Padres, particularmente las de San Gregorio Nacianceno. Tanto él como su señora, eran de noble abolengo y muy piadosos. Tuvieron siete hijos, de los que Metodio era el primero y Cirilo el último. Aquél nació en el año 815; éste en el año 826.

Lo mismo el nombre de Metodio que el de Cirilo, son monásticos; Cirilo se llamaba Constantino, debiendo el nombre de Metodio de empezar igualmente por M, según la costumbre monacal de permutar el nombre propio, por otro que empezase por la misma letra.

Muy joven aún, Metodio fue nombrado gobernador de la provincia de la Macedonia interior, en las fronteras de la actual Albania, donde ya se establecían los eslavos. Allí conoció, el espíritu y las necesidades de este pueblo. Cirilo inició sus estudios en Salónica.

En ese tiempo, leía y releía las obras de San Gregorio Nacianceno, aprendiendo de memoria sus maravillosas composiciones poéticas, y aspirando a la sabiduría divina, que brillaba en los escritos del maestro.

Muerto prematuramente León, cuando Cirilo tenía sólo catorce años, fue éste acogido bajo la protección de Teoctistos, canciller imperial y primer ministro de la emperatriz Teodora, quien le llamó a Constantinopla, para completar allí su formación.

Constantinopla estaba en el siglo IX, en el apogeo de su esplendor: era efectivamente, la capital del mundo civilizado, y centro importantísimo de cultura cristiana. El patriarcado gozaba de muchísimos privilegios, lo que unido a la intromisión de los poderes civiles, en el terreno eclesiástico, ofrecía terreno propicio a las intrigas, y a la venalidad de los altos dignatarios de la Iglesia.

Los monjes, eran los que preferentemente salvaguardaban la ortodoxia, y defendían la Iglesia, de las injerencias civiles. El pueblo era profundamente piadoso, datando de entonces, el incremento del culto a las sagradas imágenes, con la derrota de la herejía iconoclasta el 19 de febrero de 842. Gobernaba el patriarcado, el santo monje Ignacio.

Teoctistos cedió a Cirilo, un cuarto en su propio palacio, y le inscribió en la universidad Imperial, que funcionaba en la misma corte, no lejos de Santa Sofía. Sus maestros fueron León, el sabio más ilustre de la ciudad, por sobrenombre el Filósofo, o el Matemático, y Focio.

Éste, a despecho de haber alumbrado el cisma oriental, poseía con todo, una ciencia prodigiosa y grandes méritos, en el campo filosófico, histórico, y aun teológico. Focio era entonces seglar. Cirilo hizo notables progresos, en el conocimiento de la antigüedad clásica, y en las obras de los Santos Padres.

No pudo en cambio, mantener relaciones cordiales con el arrogante Focio, que odiaba al canciller, a la emperatriz, al santo patriarca Ignacio, y a los monjes en general. A Cirilo le asqueaba la vida oficial, y decidió retirarse a un monasterio.

Ante las súplicas de Teoctistos, y la influencia de la emperatriz, demoró Cirilo su retiro. El año 847, recibió la ordenación sacerdotal, y fue nombrado bibliotecario patriarcal, archivero curial, y secretario del Consejo Eclesiástico.

Ante las injusticias de que a diario era testigo, en el desempeño de su cargo, Cirilo desapareció misteriosamente. Obligado a regresar a Constantinopla, en el momento en que su maestro Focio, era elevado a la dignidad de patriarca, aceptó sustituirle en la cátedra de filosofía; tanto se distinguió en ella, que a los veinticinco años, era ya universalmente conocido, con el sobrenombre de "filósofo".

Durante los reinados de Teodora y Miguel, venían del Norte y del Oriente, legaciones de pueblos extranjeros a Constantinopla, buscando en Bizancio protección y luz. Los emperadores enviaban embajadores, mitad religiosos, mitad políticos, para poner trabas a las empresas mahometanas y germanas.

Cirilo fue escogido en el año 851, para acompañar, en calidad de intérprete y consejero, a una legación imperial, a la corte del califa de Bagdad.

Coincidiendo con su retorno a Constantinopla, se acentúan sus ansias de soledad, y sus preocupaciones por la vida monástica.

Debió estar en correspondencia con su hermano Metodio, quien tras los desengaños experimentados en su gobierno, abandonó la carrera administrativa, y abrazó la vida monástica, entrando en el año 853, en un monasterio del monte Olimpo.

Este monte Olimpo, no tiene relación alguna con el Olimpo griego, morada de los dioses mitológicos; estaba situado en el Asia Menor, no lejos del mar de Mármara, cerca de la actual ciudad de Brus; era conocido como el Olimpo asiático o bitinio, centro monacal de contemplación y de estudio. Cirilo siguió a su hermano Metodio, en las soledades del monasterio.

Fue ésta una época de paz para ambos hermanos, en la que harían grandes acopios de santidad, y de ciencia sagrada. Constantinopla, en cambio, era un volcán de pasiones. Bardas, hermano de Teodora, hombre ambicioso e inmoral, y tutor de Miguel, legítimo heredero del trono, acabó por encarcelar y asesinar a Teoctistos, expulsar del trono a Teodora, desterrar al patriarca Ignacio, y entronizar al arribista Focio.

Éste no olvidó a los dos hermanos, y para captárselos a su bando, les ofreció dignidades, que ellos rehusaron valientemente. Focio buscaba desde entonces, un pretexto para alejarlos diplomáticamente del Imperio; en esto coincidía con los deseos de ambos hermanos, que no podían reconocer la autoridad de Focio. Pronto se presentó una ocasión oportuna para ello.

El hakán de los kázaros envió, hacia el año 861, una embajada a Constantinopla, solicitando misioneros que refutasen los errores islámicos y judíos. Cirilo y Metodio, parecieron los sujetos más aptos para esta empresa; Cirilo como director, Metodio como consejero.

A través del Quersoneso, al sur de la península de Crimea, se dirigen en el año 861, al país de los kázaros en la costa del mar Negro, entre el Don y el Cáucaso, donde fueron recibidos con todos los honores.

Dios bendijo en forma extraordinaria esta misión, en la que los hermanos demostraron dotes excepcionales, además de la santidad de sus vidas, para adaptarse a mentalidades extrañas, para aprender lenguas extranjeras, y sobre todo, para no mezclar en su apostolado, la religión con el nacionalismo, o la Política.

Su labor fue sencillamente cristianizar, a base del respeto a los usos y costumbres de los pueblos. Cirilo escribió entonces una obrita, para refutar los errores judaizantes, de que estaban contagiados los kázaros. Metodio la tradujo al eslavo, pero de ella no quedan sino pocos fragmentos. Más de 200 dignatarios abrazaron el cristianismo, y la amistad entre Bizancio y el kan, quedó firmemente cimentada.

Un suceso llenó de alegría el corazón de los hermanos, a su paso por Kerson: el hallazgo del cuerpo de San Clemente Romano, en unas ruinas de la islita que está frente a la ciudad, en la tarde del 23 de enero.

Los sagrados despojos, fueron llevados primeramente a la catedral, donde quedó una parte de ellos; la otra la conservó Cirilo, llevándola consigo a Constantinopla, y más tarde a Roma.

De vuelta a Constantinopla, el emperador y el patriarca, los recibieron con el honor que correspondía, al éxito de su misión. Los dos hermanos, volvieron a retirarse al monasterio del monte Olimpo, pero su retiro debió de durar poco tiempo.

Entran ahora en escena, los pueblos eslavos. Ratislao, príncipe de Moravia, enviará una embajada a Bizancio, solicitando también misioneros. Hacia el siglo IX, se habían extendido ya los eslavos, desde las llanuras de la Rusia meridional, por el norte, hasta el mar Blanco; por el sur, hacia el Adriático y el Egeo; por el occidente, habían penetrado hondamente en Alemania, y por el este llegaban al Volga. Se habían formado incluso varios Estados eslavos, tanto al norte como al centro y sur de Europa. Entre ellos se distinguía, por su creciente poderío, la nación morava.

Moravia había sido ya precedentemente cristianizada, al menos en parte, por misioneros alemanes, pero con escaso éxito, debido sin duda, a la falta general de adaptación al medio ambiente. Es natural que a un pacto entre príncipes, se unieran el motivo religioso y el político; el rey moravo soñaba con poner trabas a la expansión germánica; el emperador bizantino, acariciaba la idea de extender su influencia, entre los pueblos de Centroeuropa.

Cirilo y Metodio, ajenos a las miras políticas de ambos reyes, pensaron solamente en cristianizar. Estudiaron mejor las costumbres del país, y pusieron rápidamente en ejecución, al sistema más adecuado a la evangelización de los eslavos, y sacaron la conclusión, de que se imponía una liturgia oriental en lengua del país, en consonancia con la doctrina de la adaptación.

La empresa debió ser ardua por muchos conceptos. Primero, por lo que parecía una innovación en metodología misional; segundo, por la oposición de los alemanes.

No debía ser, efectivamente, fácil introducir una liturgia en lengua nativa, dado que no existía alfabeto eslavo. Cirilo, que ya en un principio, se había esforzado por transcribir algunas palabras eslavas, con la ayuda del alfabeto griego, renueva ahora ahincadamente sus esfuerzos, logrando definitivamente adaptar, los caracteres cursivos griegos a la lengua eslava, supliendo con media docena de signos originales, los sonidos eslavos inexistentes en la fonética griega.

Surge así el alfabeto llamado "glagolita" (de glagol = palabra), con el que tradujeron progresivamente, los libros indispensables para el culto, y el conocimiento de la Sagrada Escritura. Este milagro lingüístico, produjo una enorme impresión en la corte bizantina.

El alfabeto "glagolita", no debe confundirse con el "cirílico", basado en la aplicación a la fonética eslava, de los signos unciales griegos. Aunque este último lleva el nombre de "cirílico" por San Cirilo, con todo, su autor parece que fue Clemente, uno de sus discípulos. Cirilo es únicamente autor del "glagolita".

Digamos de paso, que las traducciones de la Sagrada Escritura a la lengua eslava, llevan el sello de los mejores códices antiguos, conservados por los monjes del monte Olimpo, siendo, aunque tardías, de gran importancia para la crítica textual, y para la restauración del texto bíblico original.

El éxito de los dos hermanos entre los moravos fue enorme, pero chocaron con la resistencia tenaz de los misioneros germanos, que veían en ellos a dos vagabundos filósofos, perturbadores de la paz religiosa, en lo que ellos creían que eran solo feudos de Germania.

Pero el príncipe los protegía con su apoyo; el pueblo los quería, admirando en ellos a unos griegos finos, cultos y enérgicos, que hablaban la lengua de su país, y les presentaban la palabra de Dios, adaptada a su mentalidad. La mies fue tan copiosa, que faltaban sacerdotes, para tanto fruto de conversiones. Ninguno de los dos era obispo, y Metodio ni siquiera era sacerdote.

Con la intención de interesar a algún prelado, en la empresa de convertir a los eslavos, se ponen en camino, acompañados de algunos de sus discípulos; atraviesan la parte inferior de la Panonia, donde entran en relaciones con el príncipe Kocel, que la gobernaba como vasallo del Imperio germánico.

Estuvieron allí unos seis meses; Kocel aprendió la escritura eslava, y puso bajo el magisterio de Cirilo, a 50 jóvenes de su séquito, para que les enseñase los libros eslavos, y los rudimentos de la fe; él mismo acompañó a los peregrinos, hasta las fronteras de su reino, y más tarde se había de interesar ante Roma, en que Metodio fuese nombrado obispo de Panonia.

Al llegar a Venecia encontraron, por el contrario, una fría acogida por parte del patriarca y del clero, prevenido ya, por los rumores adversos que sobre ellos corrían; estos rumores eran acusación de apostasía y de herejía, que hasta habían llegado hasta Roma, promovidos por el clero germano.

(Nota: desgraciadamente esto se vive en nuestros días, con la discusión de si se debe dirigir la misa en latín, con cántico gregoriano, o en la lengua tradicional con la música y letra que entiende cada pueblo. Sin dudas es una decisión difícil, porque todos los cambios, han dado lugar a abusos, pero quizás lo mejor sea un equilibrio. Quizá las misas solemnes de Navidad, Domingo de Pascua, Domingo de Misericordia, Domingo de Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi, y de la Inmaculada, debieran hacerse en latín con canto gregoriano, y las del tiempo ordinario en la lengua ordinaria, con los cánticos sencillos de cada pueblo).

De no mediar el elemento político, que encendía las pasiones nacionalistas, y ofuscaba la inteligencia de la verdad católica, no se explicaría esta hostilidad, contra los hermanos apóstoles.

Ellos practicaban sencillamente la adaptación, cual lo había hecho Jesucristo con los Apóstoles, y con toda la Iglesia primitiva, al evangelizar el mundo; pero aun dado caso de que en el siglo IX, o en los pueblos eslavos, no conviniera ya continuar el mismo sistema, una cosa meramente metodológica, no era para provocar acusaciones tan graves.

Los dos hermanos continúan viaje a Roma. El recibimiento fue apoteótico, y por ende, inesperado. Había corrido la voz, de que eran portadores de las reliquias de San Clemente; el papa Adriano II, junto a numerosos cardenales y obispos, y una muchedumbre inmensa de ciudadanos, les salieron al encuentro, y llevaron procesionalmente, el santo cuerpo del papa romano.

El Papa tuvo ocasión, de conversar largamente con Cirilo, y prendado de su profunda piedad, de su intachable ortodoxia, de su celo apostólico, bendijo largamente a los hermanos, y aprobó sus proyectos misioneros.

Metodio y otros tres eslavos, recibieron la ordenación sacerdotal, y celebraron su misa en rito eslavo, los días 5 y 6 de enero respectivamente, del año 868. Los libros eslavos, bendecidos por el Papa, recibieron como su consagración, al ser colocados oficialmente, sobre el altar de Santa María ad praesepe (Santa María Mayor).

Ante una reunión de cardenales, obispos y teólogos, presidida por el Papa, Cirilo expuso sus proyectos apostólicos; fue aplaudido unánimemente, excepción hecha de los que simpatizaban con el emperador de Alemania, que veían en la nueva liturgia eslava, una barrera al poder expansionista de los príncipes germanos.

Se quiso nombrar obispo a Cirilo; pero ya enfermo desde la misión a los kázaros, su salud se agravó rápidamente, y tras despedirse de su hermano Metodio, y de todos los presentes, se durmió en la paz del Señor, el 14 de febrero del año 869.

Antes de morir, y después de recibir los últimos sacramentos, hizo la profesión monacal, y cambió el nombre de Constantino por el de Cirilo. Los funerales fueron presididos por el mismo Papa, quien mandó que su cuerpo, recibiera sepultura en la basílica de San Clemente, junto a las reliquias, que él mismo había traído.

Metodio, que a pesar de ser mayor que su hermano, había sido siempre su fiel ayudante, toma ahora el timón de la desolada misión morava. Si no tenía la preparación teológica y científica de su hermano Cirilo, poseía en cambio, en alto grado, el don de mando y de gobierno.

Regresa al Oriente, en calidad de "misionero apostólico de los eslavos", y de "legado pontificio", y portando cartas para los príncipes Ratislao, Kocel y Sviatopolk.

Llamado nuevamente a Roma, volvió a la Ciudad Eterna, acompañado de nobles varones, y de veinte candidatos al sacerdocio. Metodio fue consagrado obispo, a fines del año 869, y nombrado primer arzobispo de Sirmio (Srem), diócesis que se extendía a Moravia, Panonia, Servia, y por el norte hasta la Sarmacia (desde la frontera griega, hasta más allá de los Cárpatos). Esta archidiócesis, debía separar el Oriente bizantino, y el Occidente romano-germánico, germen de seculares luchas.

Cuando en el año 870, Metodio torna a la misión, para tomar posesión de su archidiócesis, encontró las cosas cambiadas. Sviatopolk, tío de Ratislao, había hecho causa común, con los príncipes y obispos alemanes; Ratislao, protector fiel de Metodio, fue hecho prisionero, y desapareció, sin rastro alguna, de la escena.

Metodio fue encerrado en una torre, donde le hicieron sufrir ultrajes y humillaciones, durante dos años y medio, queriéndole obligar a renunciar, a sus cargos y dignidades.

En el año 872, tuvo noticias de su secuestro, el papa Juan VIII, quien mandó bajo excomunión, que fuese puesto en libertad; el obispo de Ancona, "legado pontificio ad hoc", le liberó de la cárcel, y Metodio prosiguió incansable su obra evangelizadora.

Por todas partes, era recibido como "enviado del cielo". Sus discípulos se extendieron por el norte, entre los ucranianos y polacos, y por el sur entre los panonios, croatas y servios.

Los alemanes arreciaban en sus acusaciones de herejía contra Metodio, y el Papa, le impone el sacrificio de abandonar la liturgia eslava. Importaba menos a Metodio, el triunfo momentáneo de sus enemigos, que el fracaso de una misión tan fecunda; por eso emprendió un nuevo viaje a Roma, en el año 879, para responder de las acusaciones de herejía, y de innovación en la liturgia.

El Papa Juan VIII, aprobó enteramente su ortodoxia y su liturgia. Metodio pudo volver justificado a su misión. Hacia el año 882, lo encontramos en Constantinopla, y poco tiempo después muere entre sus fieles, el 6 de abril del año 884.

Se le hicieron grandiosos funerales, con oficios en latín, griego y eslavo: "Reunido el pueblo en masa, con cirios y lágrimas, acompañó a su buen pastor. Allí estaban todos: hombres, mujeres, niños y grandes; ricos y pobres; libres y esclavos; viudas y huérfanos; extranjeros e indígenas; enfermos y sanos, porque Metodio, se había hecho todo para todos, para salvarlos a todos".

Su cuerpo fue llevado posteriormente a Roma, y colocado junto a San Clemente, y al de su hermano Cirilo. Un cuadro sintetiza su santidad: el alma de Cirilo es presentada al supremo juez, por sus dos santos protectores, Miguel y Gabriel, príncipes de las milicias celestiales; San Andrés y San Clemente asisten al trono divino, y el hermano Metodio, levanta suplicante el cáliz eucarístico, en sufragio del difunto.

Ambos suelen ser pintados juntos, por los iconógrafos bizantinos, leyendo y bautizando en Moravia, con un hombre arrodillado a sus pies, que les ofrece pan y sal, según el rito de los eslavos, en signo de amistad.

Los sepulcros de Cirilo y Metodio en Roma, son lazo de unión, profesión de ecumenicidad, garantía de esperanza, en una no muy lejana recuperación del Oriente cristiano, a la obediencia del Papa.

Cirilo y Metodio esperan en Roma, la hermosa hora del encuentro y del abrazo. Son como el Oriente, hincado en el corazón de Roma. Son como los testigos de una caridad unitiva, que traspasa pueblos y coliga siglos.

Además de las fiestas en el día de su muerte (14 de febrero y 6 de abril), se les honra con una fiesta común, lo mismo en la Iglesia oriental, que en la latina. León XIII puso sus nombres, en el Misal Romano, el 25 de octubre de 1880, fijando su fiesta para el 5 de julio; que luego, en diciembre de 1887, fue trasladada al 7 del mismo mes; en el rito, oriental se celebra el 11 de mayo, tanto por los católicos, como por los disidentes.

Oración Final: Dios Todopoderoso y Eterno, que pueda tu rebaño católico y ortodoxo, mantenerse unido con un solo pastor, Jesucristo, y en obediencia al Papa Romano, cuando ya cesen todas las ambiciones políticas y terrenales. A Tí Señor, que nos advertiste que no se puede servir a dos amos; no se puede servir a Dios y al dinero. Amén.

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