29
de febrero
San
Dositeo de Palestina, eremita ( s. IV )
Cuenta
una antiquísima biografía suya, que pasó los años de su juventud,
alineado en las filas del ejército, peleón como el primero, y
entusiasta de las victorias como el que más.
Era
cristiano. Entre guerra y guerra, tuvo la oportunidad de visitar los
Santos Lugares; como peregrino piadoso, y fue rememorando los
acontecimientos de la Salvación que allí se realizaron; su amor a
Jesucristo, fue creciendo entre las piedras, que ahora podía tocar y
besar; en Getsemaní se quedó profundamente impresionado, ante la
visión de un cuadro, que representaba los tormentos del Infierno.
Aquello fue la ocasión, para que diera un vuelco su vida.
Decidió
abandonar sus bien estudiados planes de futuro, y los cambió
para hacerse monje en Gaza (Palestina); desde entonces, intentó
poner en juego todas sus energías, con el fin de lograr la más
perfecta imitación de Jesucristo, bajo la dirección del abad San
Doroteo.
Desprendimiento,
es la palabra-clave desde entonces para él. Comprendió
con claridad, que cualquier persona, cosa y situación de la tierra,
podría servirle de enredo y estorbo, para el anhelo del Cielo.
Y
con el paso del tiempo, cuentan sus biógrafos, logró un desapego
tan completo y perfecto de todas las cosas, manifestado incluso en el
desprendimiento, de los libros para los rezos, y de las herramientas
con las que trabajaba su huerto.
Debían
tener razón, porque ¡tantas veces se oculta el apego a las cosas,
detrás de la razonable excusa, de poseer las cosas consideradas
imprescindibles, para el ejercicio de la profesión, o de las que son
un medio para vivir!.
De
esta manera, se presenta al asceta San Dositeo, como un inmenso amor
a Dios; un hombre cuya voluntad está plena de deseos, de ansias, de
anhelos de vivir en exclusividad para el Señor, con la decisión de
entrar,¡ en su eterna posesión, sin la rémora o lastre, que pueda
suponer, el más ínfimo cariño a las cosas terrenas.
Pensándolo
bien, no es extraño que con esa desnudez heroica de afectos, a lo
que la mayoría de los mortales aprecian, Dositeo haya dado una
prueba más, al acertar a morirse en el día del año, que sólo cada
cuatro llega. Así, ni siquiera está apegado a su recuerdo.
Oración:
Te pedimos
Señor y Dios nuestro, que a imitación de San Dositeo, eremita,
podamos sólo pensar en Tí, y en la gloria de tu Santo Nombre, y en
el Reino de los Cielos. Ayúdanos a alcanzar la perfección, por el
camino del desprendimiento, y la perfecta obediencia a tus órdenes,
que siempre llegan a nuestro corazón, cuando sabemos hacer silencio
interior. A Tí Señor, que no tenías dónde recostar tu cabeza,
siendo que todo el Universo te pertenece. Amén.
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