martes, 24 de septiembre de 2019


Tercera Feria, 24 de septiembre

NUESTRA SEÑORA SANTA MARIA DE LA MERCED


El nombre de Santa María de la Merced, sonó por vez primera, a orillas del Mediterráneo, en el siglo XIII.

Eran siglos de fe y de lucha. El sur y el levante de España, estaban en poder de los árabes. Las aguas del mar Mediterráneo, estaban infestadas de corsarios turcos y sarracenos, que lo mismo abordaban a los barcos, que desembarcaban en las costas, y entraban a sangre y fuego, por campos y caseríos, reduciendo a cenizas los pueblos, y haciendo cautivos a sus habitantes.

La esclavitud llegó a ser un hecho real, político, social y económico, surgido de las guerras, del corso, y de la enemistad religiosa entre cristianos y mahometanos.

Una noche, la que va del 1 al 2 de agosto de 1218, se hallaba San Pedro Nolasco en oración, cuando se le apareció la Santísima Virgen, rodeada de ángeles y radiante de gloria, y no sólo le animó en sus intentos, sino que le declaró, la histórica revelación de su misión mercedaria, y tal revelación fue la siguiente:

"Que la obra de redimir cautivos, a la cual él se dedicaba, era muy agradable a Dios, y para perseverar en ella, engrandecerla y perpetuarla, le transmitía el mandato, de la fundación de una Orden religiosa, cuyos miembros imitaran a su Hijo, Jesucristo, redimiendo a los cristianos cautivos de infieles, dándose a sí en prenda, si fuera menester, para completar la obra de libertad encomendada".

Diez días más tarde, San Pedro Nolasco se decidió a cumplir el mandato divino, alentado y apoyado por el rey, don Jaime el Conquistador, y por el consejero real San Raimundo de Peñafort.

A tal efecto, el día 10 de agosto de 1218, fiesta de San Lorenzo, ante el altar de Santa Eulalia, de la iglesia catedral de Barcelona, el obispo de la misma, don Berenguer de Palóu, vistió canónicamente, el hábito blanco al Santo, y algunos de los jóvenes que con él trabajaban, y quedó fundada, la Orden de la Merced.

La Virgen de la Merced, al fundar su Orden, echó los cimientos de una obra, en alto grado humanitaria y social. Por ella vino la redención, la esperanza, y la libertad. Por amor de ella, la caridad se hizo sangre, sacrificio y martirio. Con su apoyo, se llevaron a cabo, los mayores heroísmos.

A lo largo de los siglos, la Orden de la Merced, ejecutó centenares de redenciones colectivas, unas anónimas y olvidadas, otras conocidas, y perfectamente documentadas. El número de los redimidos, estuvo sujeto a mil azares, y condicionantes de tipo social, económico, político, y hasta bélico.

Hubo redención, en que los frailes de María de la Merced, arrancaron de la esclavitud a más de cuatrocientas personas, entre clérigos, mujeres, niños, soldados, y hombres de diversa edad.

Los sufrimientos de San Pedro Nolasco; el apaleamiento, y el candado en su boca de San Ramón Nonato; la crucifixión de San Serapio; la horca de San Pedro Armengol, que la Virgen milagrosamente suspendió; la decapitación de San Pedro Pascual, y la innumerable historia de víctimas mercedarias, son el rastro de la sangre y el honor, de las redenciones.

Oración: Dios y Señor nuestro, te pedimos que nos liberes, de las modernas esclavitudes que sufrimos todos los días, para que bajo la protección de la Virgen de la Merced, y San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort, San Serapio, San Ramón Nonato, San Pedro Armengol, San Pedro Pascual, y todos los santos y santas, podamos romper las cadenas, que atan y condicionan nuestra vida, espiritual y material. Por nuestro señor Jesucristo, por siempre. Amén.

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