viernes, 27 de septiembre de 2019


Sexta Feria, 27 de septiembre

San Vicente de Paul


Fundador de la Congregación de la Misión, y de las Hijas de la Caridad
1581-1660

Párroco de los galeotes franceses. Cuerpo Incorrupto
Resumen: Nació en Aquitania, en el año 1581. Cursados los correspondientes estudios, fue ordenado sacerdote, y ejerció de párroco en París. Fundó la Congregación de la Misión, destinada a la formación del clero, y al servicio de los pobres, y también contó con la ayuda de Santa Luisa de Marillac, de la Congregación de Hijas de la Caridad. Murió en París en el año 1660.
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Acontecimientos providenciales cambiaron su vidaA comienzos de 1617, visita Vicente a un moribundo en Gannes, en el distrito del Oise, cerca del palacio de los Gondi; aquel hombre, que tenía fama de ser un hombre de bien, reveló a Vicente unos pecados, que jamás se había atrevido a confesar a su párroco, tanto por vergüenza, como por amor propio.

El moribundo que experimentaba una extrema soledad moral, que padecía la noche, el frío y la imposibilidad de hablar con Dios; era un hombre cerca de la muerte, sin haber encontrado una mirada sacerdotal, lo bastante dulce, y lo bastante humana, para poder salirse de sí mismo, y atreverse a creer en la ternura de Dios. He ahí la vocación de Vicente: la ternura.

Su corazón ha sido tocado. Quería ir a los campos mas remotos, a expresar a todos los que se sienten perdidos, que existe un Dios de ternura, que no les ha olvidado. Quiere ser testimonio de ese amor divino. Estar presente con la ternura de Dios.

De 1630 a 1650, Francia atraviesa una época de guerras desastrosas, para el pueblo sencillo. Vicente mira de frente las desgracias de su época, se niega a cerrar los ojos, y lucha contra la miseria, a brazo partido. Esta miseria impide a los hombres, vivir como seres humanos.

Si tomamos las cosas más elementales de la existencia, el nacimiento, por ejemplo, vemos que una de cada siete mujeres, moría después del parto. Las que no se morían, pasaban por el momento más grave, el período post-parto: las fiebres y los problemas de infección.

Por otra parte, un hecho que se repite constantemente: "Una gran cantidad de huérfanos, que tienen que ser dejados a cargo, de los que sobreviven, y que son adoptados durante un tiempo por la comunidad de la aldea o barrio, hasta que el padre contrae nuevo matrimonio”.

Se suceden guerras, se triplican los impuestos, y los pobres siempre, son los perdedores. La miseria es espantosa.

Un sacerdote de la Misión, que acaba de llegar a Champagne, escribe a Vicente: "No hay lengua que pueda decir, ni pluma capaz de expresar, ni oído que se atreva a escuchar, lo que hemos contemplado, desde los primeros días, de nuestra estancia en estas tierras.

Todas las iglesias, y los más santos misterios han sido profanados; los ornamentos saqueados; las pilas bautismales destrozadas; los sacerdotes asesinados, torturados u obligados a huir; las viviendas demolidas; las cosechas robadas; las tierras están sin labrar ni sembrar; el hambre y la mortandad, son casi absolutas; los cadáveres se hallan sin sepultar, y en su mayor parte, sirven de pasto a los lobos.

Los pobres que sobreviven a esta ruina, se ven obligados a recoger por los campos, los granos de trigo, o de avena semipodridos. El pan que consiguen fabricar, es como barro, y la vida que llevan es tan insana, que más se parece, a una muerte viviente.

Casi todos están enfermos, ocultos en miserables chozas, o en cuevas, a las que uno no sabe cómo llegar; la mayor parte tumbados en el suelo desnudos, o sobre paja podrida, sin más ropa, que unos miserables harapos. Sus rostros ennegrecidos y desfigurados, más parecen rostros de fantasmas, que de hombres".

Vicente envía allá, a doce de sus sacerdotes, para organizar la ayuda. No había más que un modo, de poner fin a la miseria de las poblaciones: la paz.
Y Vicente no lo duda un momento: se atreve a enfrentarse a Richelieu, y pedirle enérgicamente, que ponga término a tan enormes conflictos.

Cabe recordar, que estaban en curso en Francia, dos terribles guerras sucesivas, casi sin interrupción, a lo largo de casi cien años: las guerras religiosas entre protestantes y católicos, y la guerra de los treinta años, como una continuación de la primera. Los impuestos que se le aplicaron a los pobres fueron terribles, ya que las clases pudientes como el Alto Clero, la Nobleza y la Burguesía, se negaron a pagarlos. Esta horrorosa injusticia, preparó el camino, de la sangrienta y abominable Revolución Francesa.

Por eso, el camino de Vicente son los pobres, tanto espiritual como materialmente. "La Iglesia de Cristo, no puede abandonar a los pobres. Ahora bien, hay diez mil sacerdotes en París, mientras que en el campo, los pobres se pierden, en medio de una espantosa ignorancia". Vicente quiere sacerdotes para la "misión", para ser enviados a las zonas rurales.

Para Vicente, la oración es lo primero; era muy práctico, pero esa práctica se fundamentaba, en una profunda intimidad con Jesucristo, o sea, en la vida interior de oración.

Vicente, era amigo de la actividad organizada. Si dio mucho fruto, es porque utilizaba muy bien el tiempo empleado, empujadas las velas de su barco, por la fuerza del Espíritu Santo.

Su horario era invariable: se levantaba a las cuatro de la mañana, y se acostaba a las nueve de la noche; la jornada consistía en tres horas de oración, tres horas y media de lo que él llamaba "varios", y nueve horas y media de trabajo.

Su vida estuvo constantemente marcada por ese trabajo pausado, regular y porfiado, que recordaba el trabajo de los campesinos de su época, los campesinos, entre los que había nacido.

San Vicente fue consejero de gobernantes, y verdadero amigo de los pobres. "Monsieur Vincent", como se le llamaba, estimulaba y guiaba la actividad de Francia, en favor de todos los pobres: envió misioneros a Italia, Irlanda, Escocia, Túnez, Argel, Madagascar, así como a Polonia, donde luego, dieron inicio las Hijas de la Caridad. Se rodeó de numerosos colaboradores, sacerdotes y seglares, y en nombre de Jesucristo, los puso al servicio de los que sufren.

Fue proclamado santo, por el Papa Clemente XII, el 16 de junio de 1737. Su fiesta se celebra el 27 de septiembre.

En 1712, 52 años más tarde, cuando su cuerpo fue exhumado, por el Arzobispo de París, junto a otros dos obispos, dos promotores de la fe, un doctor, un cirujano, y un número de sacerdotes de su orden, incluyendo al Superior General, Fr. Bonnet, relataron lo siguiente:

"Cuando abrieron la tumba, todo estaba igual, como cuando se depositó su cuerpo. Solamente en los ojos y nariz, se veía algo de deterioro. Se le contaban 18 dientes. Su cuerpo no había sido movido; se veía que estaba entero, y que la sotana, no estaba para nada dañada. No se sentía ningún olor, y los doctores testificaron, que el cuerpo no había podido ser preservado, por tanto tiempo, por medios naturales”. La obra de Vicente sigue viva

Vicente fue sobre todo el hombre, que al conseguir espolear el clero, renovó la Iglesia francesa. La Congregación de los "Paules", se convirtió en la orden más vigorosa en Francia, antes de la revolución francesa , con 6,000 miembros repartidos en 40 provincias.

La Congregación de Hijas de la Caridad, se extendió por todo el mundo, hasta el punto que en 1965, contaba con 46,000 hermanas. A lo largo de los siglos, han prestado ayuda a millones de personas desgraciadas: niños abandonados, huérfanos, enfermos, heridos, refugiados, presidiarios, etc.

El servicio sencillo y discreto al prójimo, constituye el principal fundamento, de todas estas asociaciones vicentinas.

Reflexiones de San Vicente de Paul:
"Al servir a los Pobres, se sirve a Jesucristo" C. IX, 252

"Por consiguiente, debes vaciarte de tí mismo, para revestirte de Jesucristo" C. XI 342

"No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo" C. XII, 262

"¡Cómo!. ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él, ni sentirse enfermo con él!. Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura." CXII, 271

"Si se invoca a la Madre de Dios, y se la toma como Patrona en las cosas importantes, no puede ocurrir sino que todo vaya bien, y redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo..." C.XIV, 126ee

"No puede haber caridad, si no va acompañada de justicia" C. II, 54

"Nada mas grande que un sacerdote, a quien Dios dé todo poder, sobre su Cuerpo natural, y su Cuerpo místico".

Oración: Dios y Señor mío, que por intercesión de San Vicente de Paul, los gobernantes puedan brindar las condiciones favorables, para que se pueda acceder en todo el mundo, a la Paz, al Pan y al Trabajo digno. Ruega Vicente al Señor, por el desarme mundial, la paz entre las religiones, y la promoción del desarrollo social y económico, en nuestro atribulado mundo. Por Jesucristo nuestro Señor, y por su Amada Madre, y Madre nuestra también. Amén.

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