viernes, 6 de septiembre de 2019


Sexta Feria, 6 de septiembre

BEATO BERTRÁN DE GARRIGUES


(† 1230)

Cuerpo Incorrupto

Presbítero de la Orden de los Dominicos, la Orden de los predicadores, fundada por Santo Domingo de Guzmán. Oriundo de Nimes, sur de Francia.
A decir de un contemporáneo, fue “varón de gran santidad, y de un rigor inexorable para consigo mismo; acérrimo mortificador de su carne, que había copiado en muchas cosas, la vida ejemplar de su maestro, Santo Domingo”, fundador de los Dominicos – la Orden de los Predicadores.
Caminando fray Bertrán, con el santo fundador hacia París, después de hacer noche, en el santuario de Nuestra Señora de Rocamador, se les unieron al paso, unos peregrinos alemanes, que oyéndoles cantar salmos y la letanía de la Virgen, no pudieron menos de sentirse edificados. Al llegar a una aldea, les invitaron a quedarse, y les obsequiaron espléndidamente, y así cuatro días seguidos.
Al quinto día, el bienaventurado Domingo, manifestó a fray Bertrán, que debían predicarles a Jesucristo en alemán, para poder instruirlos mejor. En cuanto se arrodillaron, para hacer esa petición, y con gran asombro de los peregrinos, comenzaron a hablar alemán, y caminando juntos aún otros cuatro días, hablándoles de Jesucristo, hasta llegar a Orleáns, donde los alemanes, que deseaban ir a Chartres, se despidieron de ellos, encomendándose a sus oraciones.
También se supo de otro milagro. En cierta ocasión, viajando Bertrán con el bienaventurado Santo Domingo, estalló una gran tormenta, y la lluvia inundaba los caminos. Entonces, el maestro Domingo hizo la señal de la cruz, y pudieron proseguir la marcha, sin que el agua les tocase, formándose una especie de cortina protectora, a tres codos de distancia, según andaban.
Este hecho tuvo lugar entre Montreal y Carcasona. La devoción popular, para perpetuar este suceso, levantó una ermita, que la Revolución Francesa destruyó, erigiendose posteriormente, en el siglo diecinueve, un monumento con la siguiente inscripción: "Aquí, en el siglo XIII, fueron milagrosamente preservados de la lluvia torrencial, el glorioso Santo Domingo y su compañero, San Bertrán de Garriga. Santo Domingo y San Bertrán, rogad por nosotros, y libradnos de las tormentas".
En otra ocasión, el fray Bertrán, se negaba sistemáticamente, a elevar oraciones por los difuntos, alegando que ya no las necesitaban. Tanta fue su negativa, que se le apareció una noche, un difunto terrible, que le golpeó duramente con un féretro de madera, el cual le despertó, espantó y atormentó, más de diez veces aquella noche, con seguridad una por cada vez, que se había negado a ofrecer sus oraciones por los difuntos.
En cuanto amaneció, fray Bertrán se levantó, y llamando a fray Benito, que le había advertido de su error, se acercó devotamente llorando al altar, y ofreció desde entonces, la misa por los difuntos.
En el año 1230, siendo todavía provincial, difundida su fama de santidad por la región, estando predicando a las monjas cistercienses de Botichet, una rápida enfermedad le condujo a la muerte. Su cuerpo, que recibió sepultura en el cementerio de las monjas, fue hallado incorrupto, después de veintitrés años.
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Santos Donaciano, Leto y compañeros mártires
(† 484)
En el año 484, Humerico, rey arriano de los vándalos, ordenó que todas las iglesias cristianas del África, fueran clausuradas, y confiscados los bienes del clero, para entregarlos al pueblo africano.
Por mandato real, congregaron a los obispos en el palacio, siendo conducidos lejos de la ciudad, y ordenados a que marcharan solos, hacia el destierro. Ante tal injusticia, Donaciano, y otros cuatro obispos de la provincia de Bisaseno, reunieron a numerosos cristianos, para protestar frente a las puertas de la ciudad; el rey Humerico furioso por la revuelta, ordenó a sus soldados, matar y "aplastar" a los quejosos.
Donaciano y los cuatro obispos, fueron brutalmente golpeados, y en estado lamentable, se les condujo al desierto, donde quedaron abandonados, para morir de hambre y sed.
San Leto, Obispo de la Leptis Menor, considerado "un hombre celoso y muy sabio”, y que se había ganado la enemistad de Humerico, por su enérgica oposición al arrianismo, también fue encerrado en un calabozo estrecho, oscuro y pestilente, del cual lo sacaron al cabo de dos meses, para quemarlo vivo.
Oración por los difuntos: Te pedimos Señor por la Iglesia Moroncial, invocando los méritos de San Bertran Garrigues, Donaciano, Leto y compañeros mártires, junto a San Nicolás Tolentino, Santa Adela y Santa Margarita María Alacoque, para que habiendo ya compartido, la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, compartan también con Él la gloria de la resurrección.

Recíbelos Señor en tu Amor, Perdón y Misericordia, mirando siempre nuestra naturaleza, fragmentada y mutilada por el pecado original, y no tanto nuestra falta de Fe, Amor y Misericordia, en el servicio a tu Santo Nombre, y a nuestros hermanos. Amén.

Rezamos también por las intenciones de quienes lean esta oración. Amén.



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