Domingo
17 de enero
San
Antonio Abad
Monje
del desierto, nace hacia el año 250.
Ilustre padre del monaquismo. Testigo radical del Evangelio
Ilustre padre del monaquismo. Testigo radical del Evangelio
Etim.
Antonio: Floreciente.
San
Antonio es un modelo de espiritualidad ascética.
Nace
en Egipto hacia el año 250, hijo de acaudalados campesinos.
Durante
una celebración Eucarística escucho las Palabras de Jesús: "Si
quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los
pobres".
Al
morir sus padres, San Antonio entregó su hermana al cuidado de las
vírgenes consagradas, distribuyó sus
bienes entre los pobres y se retiró al desierto, donde comenzó a
llevar una vida de penitencia.
Empezó
a vivir junto a un cementerio, siendo testigo de la vida de Jesús
que vence el temor a la muerte. Ante su sola
presencia huían las serpientes. Sufrió continuamente batallas
durísimas contra el demonio. Se habla que se escuchaba a distancia
el fragor de esa lucha.
Hacia
el final de su vida cono ció al primer eremita San Pablo, y lo
asistió en su muerte, como lo relatamos el pasado 15 de Enero.
Organizó
comunidades de oración y trabajo. Pero prefirió retirarse de nuevo
al desierto. Allí logró conciliar la vida solitaria con la
dirección de un monasterio.
Viajó
a Alejandría para apoyar la fe católica ante la herejía arriana.
Tuvo
muchos discípulos; trabajó en favor de la Iglesia, confortando a
los confesores de la fe durante la persecución de Diocleciano, y
apoyando a San Atanasio en sus luchas contra los arrianos.
Una
colección de anécdotas, conocida como "apotegmas"
demuestra su espiritualidad evangélica clara e incisiva.
Murió
hacia el año 356, en el monte Colzim, próximo al mar Rojo. Se dice
que de avanzada edad pero no se conoce su fecha de nacimiento.
Patrón
de tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, cementerios,
carniceros, animales domésticos.
Oración:
Te pedimos Señor que por los méritos e intercesión de San
Antonio Abad, podamos hacer huir las tentaciones malignas que anidan
en nuestro corazón mediante el ayuno y la oración, a fin de
presentarnos a tu Divina Presencia como un manantial de agua pura y
fresca. A Tí Señor, que te enfrentaste al demonio en el desierto,
luego de un terrible ayuno de 40 días. Amén.
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