domingo, 8 de marzo de 2020


8 de Marzo

San Juan de Dios
(1495-1550)


«¡Haced el bien hermanos, para vuestro bien!»

«Porque así como el agua mata al fuego, así la caridad mata al pecado».

Todo lo que hicisteis con cada uno de éstos, mis hermanos enfermos, conmigo lo hicisteis” (Mt. 25,40).

Comprendió el gran error, que es pretender curar las enfermedades mentales, a bases de golpes y desprecio. Enseñó con su ejemplo, que a ciertos enfermos, hay que curarles primero el alma con amor, si se quiere obtener la curación de su cuerpo.

Patrono de los que trabajan en hospitales, y de los que propagan libros religiosos

Breve
Fundador de la Comunidad de Hermanos Hospitalarios, de San Juan de Dios.

Juan de Dios, laico consagrado. Su vocación: amar a los pobres y enfermos de Dios. Revolucionó los hospitales, para convertirlos en «lugares de acogida», para los pobres y enfermos mentales. «El loco del amor", se dedicó a llevar "Medicina con Amor".

San Juan de Dios, funda hospitales de ayuda a los enfermos mentales, como gran precursor, en el siglo XVI. Después de una vida en la milicia, llena de peligros, se entregó por completo al servicio de los enfermos.

Fundó un hospital en Granada, y vinculó a su obra, a un grupo de compañeros, los cuales constituyeron después la Orden de los Hospitalarios, de San Juan de Dios. Se destacó sobre todo, por su caridad con los enfermos y necesitados. Murió en Granada, en el año 1550.

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Nace cerca de Toledo, España, en 1495, aunque muchos por error, creen que nació en Portugal. Era de familia pobre, pero muy piadosa. Su madre murió cuando él era joven, y su padre entró en la vida religiosa, hasta su muerte.

Ejerció como pastor, y fue tan apreciado por su patrón, que éste le propuso, sin éxito, que se casara con su hija, y fuese su heredero. Juan entró en la milicia, y participó en varias batallas de Carlos V.

En una de las campañas, le pusieron a cuidar un depósito, y como el enemigo logró saquearlo, le condenaron a la horca. Juan se encomendó a la Virgen María, y le perdonaron la vida. Dejó la vida militar, pero en ella, aprendió a ser disciplinado y sufrido.

Se dedicó entonces a vendedor ambulante de libros, y estampas religiosas. En una ocasión, llegando a la ciudad de Granada, vio a un niño muy pobre, y se ofreció a ayudarlo. Aquel niño era Jesús, quien le dijo, antes de desaparecer: "Granada será tu cruz".

En una ocasión, asistió a la prédica del famoso Padre, San Juan de Ávila, que estaba de visita en Granada. En plena prédica, cuando hablaba contra la vida de pecado, San Juan se arrodilló y comenzó a gritar: "Misericordia Señor, que soy un pecador". Salió gritando por las calles, pidiendo perdón a Dios. Tenía unos 40 años.

Se confesó con San Juan de Ávila, y quedó tan impresionado con su visión interior, que tuvo una transformación radical. Repartió todas sus posesiones entre los pobres. Deambulaba por las calles, pidiendo misericordia a Dios, por todos sus pecados. Cosechó rechazos, y la gente lo creyó loco, y lo trataban con gran desprecio. Hasta lo atacaban a pedradas y golpes.

Al fin, lo llevaron a un asilo para locos, donde recibió fuertes palizas, tal como se acostumbraba a tratar a los locos. Sin embargo, sus custodios notaban que Juan, soportaba con valentía los azotes, ofreciendo su dolor a Dios. Juan aprovechaba todo su sufrimiento, para corregir a los guardias, y les hacía comprender, lo injusto en el modo tan brutal, de tratar a los demás enfermos.

Cuando San Juan de Ávila volvió a la ciudad, y supo que Juan estaba recluido en un asilo para locos, fue a verlo y logró sacarlo de allí. Le curó, de esa locura temporal en la que se hallaba, y le mandó a que se dedicara, a la verdadera "locura de amor": gastar toda su vida y sus energías, ayudando a los enfermos más miserables, por amor a Cristo Jesús, a quien ellos representan.

Fundación
La estadía de Juan de Dios en el asilo, fue providencial. Comprendió el gran error que es pretender, curar las enfermedades mentales, a bases de golpes y desprecio.

Se propuso ayudarles. Alquila una casa vieja en Granada, para recibir a cualquier enfermo, mendigo, loco, anciano, huérfano o desamparado. Durante todo el día, atiende a cada uno, con el más exquisito cariño, haciendo de enfermero, cocinero, barrendero, mandadero, padre, amigo y hermano de todos. Por la noche, se va por la calle, pidiendo limosnas para sus pobres.

Sabía poco de medicina, pero tenía mas éxito, curando enfermedades mentales, que cualquier médico. Enseñó con su ejemplo, que a ciertos enfermos, hay que curarles primero el alma con amor, si se quiere obtener la curación de su cuerpo.

Este fue el comienzo, de la fundación de su hospital. Mas tarde, vinculó a su obra, a un grupo de compañeros, los cuales constituyeron, la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Dios.

Pronto se hizo popular, el grito nocturno de Juan, por las calles de Granada. "¡Haced el bien hermanos, para vuestro bien!". Las gentes salían a la puerta de sus casas, y le daban las sobras de la comida del día. Al volver cerca de medianoche, se dedicaba a hacer el aseo en el hospital, y a la madrugada, se echaba a dormir un rato, debajo de una escalera.

La obra llegó a oídos del señor Obispo. Admirado, le añadió dos palabras a su nombre, que en adelante sería "Juan de Dios". Como Juan de Dios, cambiaba sus ropas por los harapos de los pobres, que encontraba en las calles, el prelado le dio un hábito negro, con el que se vistió hasta la muerte.

Un día, su hospital se incendió. Juan de Dios, entró varias veces, a través de enormes llamaradas, para sacar a los enfermos, sin sufrir quemaduras. Así logró salvarle la vida, a todos sus pacientes.

Otro día el río creció, y arrastraba troncos y palos. Juan necesitaba abundante leña para el invierno, para sus ancianos. Mientras sacaban troncos del río, uno de sus compañeros jóvenes, de pronto fue arrastrado por la corriente. Juan se lanzó al agua para salvarle la vida. El agua fría le hizo enfermar, y empezó a sufrir espantosos dolores. Trataba de que no se notara cuanto sufría.

Por la artritis, tenía sus piernas retorcidas, y con grandes dolores. Eventualmente, se hizo imposible esconder su enfermedad. Una señora, obtuvo del señor Obispo, autorización para llevarlo a su casa, y cuidarlo un poco. El santo, fue ante el Santísimo Sacramento, para despedirse de su amado hospital.

Le confió la dirección de su obra a Antonio Martín, quien había tenido gran enemistad con otro hombre. Juan los reconcilió, y ambos habían entraron con él, a la vida religiosa como buenos amigos.

Al llegar a la casa de la rica señora, Juan exclamó: "OH, estas comodidades son demasiado lujo para mí, que soy tan miserable pecador". Allí trataron de curarlo de su dolorosa enfermedad, pero ya era tarde.

El 8 de marzo de 1550, sintiendo que le llegaba la muerte, se arrodilló en el suelo y exclamó: "Jesús, Jesús, en tus manos me encomiendo", y quedó muerto, así, de rodillas.

Había trabajado incansablemente durante diez años, dirigiendo su hospital de pobres, con tantos problemas económicos, que a veces ni se atrevía a salir a la calle, a causa de las muchísimas deudas que tenía; y con tanta humildad, que siendo el más grande santo de la ciudad, se creía el más indigno pecador.

El que había sido apedreado como loco, fue acompañado al cementerio por el Obispo, las autoridades y todo el pueblo, como un santo.

Muchos milagros se han atribuido a su intercesión.

El Papa lo canonizó en 1690.

Es Patrono de los que trabajan en hospitales, y de los que propagan libros religiosos.

Los religiosos Hospitalarios de San Juan de Dios, unos mil quinientos, sirven a enfermos mentales y otros enfermos, en 216 casas en todos los continentes. En Italia se les conoce como «Fatebenefratelli». Los primeros beatos de Colombia, pertenecieron a esta santa comunidad.
Controversia sobre su país de origen: El libro de Fray José Martinez Gil, «San Juan de Dios. Fundador de la Fraternidad Hospitalaria» Ed. BAC, escrito en el Vaticano, y utilizando los archivos secretos, revela aspectos del santo hasta ahora desconocidos.

Por ejemplo: San Juan de Dios nació en Casarrubios del Monte, cerca de Toledo, España. La errónea atribución del nacimiento del santo a Portugal, fue originada por una invención, de su primer biógrafo, Castro, que no quiso escribir que Juan de Dios fue hijo de judíos. Su nacimiento fue en 1495, es decir, sólo tres años después de la expulsión de los judíos de España.

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Oficio de lectura, 8 de Marzo

San Juan de Dios, religioso
Jesucristo es fiel, y lo provee todo

De sus cartas, archivo general de la Orden Hospitalaria

Si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el Bien, mientras pudiésemos: pues que dando nosotros, por su amor a los pobres, lo que Él mismo nos da, nos promete ciento por uno en la bienaventuranza. ¡Oh bienaventurado logro y ganancia!.

¿Quién no da lo que tiene, a este bendito mercader, pues hace con nosotros, tan buena mercancía y nos ruega, con los brazos abiertos, que nos convirtamos y lloremos nuestros pecados, y hagamos caridad primero a nuestras almas, y después a las del prójimo?. Porque así como el agua mata al fuego, así la caridad mata al pecado.

Son tantos los pobres que aquí nos llegan, que yo mismo, muchas veces, estoy espantado de cómo se pueden sustentar; mas Jesucristo lo provee todo, y les da de comer. Como la ciudad es grande y muy fría, especialmente ahora en invierno, son muchos los pobres, que llegan a esta casa de Dios.

Entre todos, enfermos y sanos, gente de servicio y peregrinos, hay más de ciento diez. Como esta casa es general, recibe en ella, generalmente, de todas enfermedades y suerte de gentes, así que aquí hay tullidos, mancos, leprosos, mudos, locos, paralíticos, tísicos, y otros muy viejos, y hasta muy niños, y sin contar con otros muchos peregrinos y viajantes, que aquí se arriman, y les damos fuego y agua, sal y vasijas para guisar, y tener algo que comer. Para todo esto, no hay renta, mas Jesucristo lo provee todo.

De esta manera, estoy aquí empeñado y cautivo, sólo por Jesucristo. Viéndome tan empeñado, muchas veces no salgo de casa, por las deudas que debo, y viendo padecer tantos pobres, mis hermanos y prójimos, y con tantas necesidades, así al cuerpo como al alma, como no los puedo socorrer, estoy muy triste; mas empero, confío en Jesucristo, que Él me asistirá, pues Él conoce mi corazón.

Y así digo que, desgraciado el hombre que se fía de los hombres, olvidando pedir y confiar sólo en Jesucristo; de los hombres has de quedar desamparado, lo quieras o no; mas siempre Jesucristo es fiel y perdurable su asistencia, y puesto que Jesucristo lo provee todo, a Él sean dadas las gracias, por siempre jamás. Amén.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, concédenos siempre amarte y servirte, como lo hizo San Juan de Dios, confiando en todo momento, en tu Divina Providencia, y así marchar seguros, en medio de tantos peligros espirituales y materiales, que nos asechan en nuestra peregrinación sobre la Tierra. A Tí Señor, que nos enseñaste, a ser siempre persistente en la Fe y la Oración. Amén.

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