lunes, 11 de marzo de 2019


Cuarta Feria 6 de marzo

San Olegario


Obispo
(1060-1136)

Breve
Olegario = Aquel de la lanza invulnerable, es de origen germánico.

Obispo enérgico que supo mantener la cohesión de la Iglesia en Barcelona, en tiempos de guerra y desolación. Guardián celoso y maestro de la castidad, afable para todos, generoso con los pobres, esquivo de la vanagloria, despegado de la pompa mundanal, y amante fiel de la paz verdadera, no fingida.
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En lo religioso, es Nicolás II quien dirige, y en lo civil, Enrique IV administra el Sacro Imperio Romano, cuando nace en el año 1060, Olegario.

Sus padres fueron Olaguer –conde de Barcelona– y Guilia. En su tiempo, se condena a Berengario por sus errores sobre la Eucaristía, y Godofredo de Buillón conquista Jerusalén, nombrándosele defensor del Santo Sepulcro.

Su familia era de origen noble, por parte del padre y de la madre. Ambos se preocuparon por darle una educación, en los valores que nunca defraudan: los del Evangelio.

El padre – cosa rara hoy en día – quiso llevar y dirigir sus estudios, según los criterios de la época en que le tocó vivir.

Cuando vio que su preparación intelectual y humanista, la recibiría mejor con los canónigos de la catedral, no tuvo inconveniente en confiarles su educación.

En los estudios, que le prepararían para ser sacerdote, se distinguió por su piedad sincera, su devoción al estudio, y su afición o “hobby”, por leer a los Santos Padres.

Tanto los leyó, meditó y estudió, por lo que se convirtió en un verdadero especialista.

Él anhelaba la perfección espiritual de su vida. Por eso, al enterarse de que había cerca de Barcelona, un convento de canónigos regulares de San Agustín, no dudó lo más mínimo en irse para imitar su virtud.

Fue canónigo de la iglesia Catedral de Barcelona, y D. Ramón Beltrán, obispo de la ciudad lo ordenó sacerdote. Pero pensando que agradaba más a Dios de otra manera, Olaguer –que así le conocen en Barcelona y Tarragona– renuncia a la prebenda catedralicia, entra en el monasterio de San Adrián, del que llega a ser prior, y pasa a ser abad del de San Rufo, hasta que se le nombra obispo, en el año 1115.

No pocos apuros costaron, ponerle sobre su cabeza, la mitra de Barcelona, y en su mano el báculo, por no quererlos aceptar el frailecito, pensando que eran gran dignidad, y pocos sus méritos; incluso llegó a escaparse por la noche, y el clero tuvo que "atraparle" en Perpiñán; y dicen que hasta el mismo D. Rodrigo suplicó al papa Pascual II, para que le obligara a aceptarla. Aquellas buenas gentes apreciaban bien su calidad.

Como obispo hace su labor con creces; pasó el tiempo reconstruyendo monasterios e iglesias, predicando directamente a los fieles –cosa poco usual en su época– y preocupándose de los pobres, dándoles en limosna, los dineros que él recibía.

Cuando muere el papa Pascual, y se elige a Gelasio II, va Olegario a Roma, a visitarlo y prestarle juramento. A su vuelta, se ha recuperado Tarragona de los moros; se restituye su condición de sede metropolitana, y Olaguer es nombrado su arzobispo, el 21 de marzo de 1118.

El papa lo nombra además legado suyo, para toda España. Tiene que vivir en Barcelona, cuya sede mantiene, porque quedó arrasada Tarragona, y sin bienes propios; ocho años tardará Olegario en terminar de reedificar las murallas de esta ciudad, y en llevar a ella, a gente aguerrida que esté en condiciones de poder defenderla.

Cumpliendo la misión de metropolitano, y legado ad latere, hubo de tomar parte en diversos concilios, y anatematizó al antipapa Anacleto.

A su regreso de Tierra Santa, se preocupa de que se restituyan a la iglesia los bienes, que algunos se habían injustamente apropiado; bendice y repara las iglesias desacralizadas por los sarracenos, e interviene en Zaragoza, en la reconciliación entre don Alonso de Castilla y don Ramiro de Aragón.

Este hombre celoso, incansable, con don de gobierno y mucho amor a Dios, no pudo ver reconstruida su iglesia metropolitana, por falta de recursos económicos, antes de morir el 6 de marzo del 1136.

Fueron sepultados sus restos, en su iglesia de Barcelona, y canonizado a la antigua usanza, es decir, por veneración popular, y consentimiento del Romano Pontífice.

Fecha de canonización: 25 de mayo de 1675, por el Papa Clemente X.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión del Obispo San Olegario, puedan nuestros obispos, católicos y ortodoxos, defender con valentía y constancia tus enseñanzas, y las que nos dejaron los Apóstoles en el Evangelio. A Tí Señor, que nos prometiste que el Cielo y la Tierra pasarán, pero siempre permanecerá incólume tu Palabra. Amén.


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