domingo, 10 de marzo de 2019


Cuarta Feria 6 de marzo

Beato Humberto III de Saboya


Conde y Monje
(1135-1188)

Breve
En Chambery, en Saboya (Francia), beato Humberto, tercer conde de Saboya, que habiendo sido coaccionado a dejar el claustro, para ocuparse del gobierno, volvió más tarde a la vida monástica, viviendo con fidelidad († 1188)
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Nació en el castillo de Avigliana, junto a Turín, el 4 de agosto de 1135, hijo del conde Amadeo III de Saboya, y Mahaut (o Mafalda, o Matilda) de Albon, hermana de Guy IV de Dauphinois.

Reemplazó a su padre en el condado, en 1148, cuando tenía doce años. Humberto llegará a tener hasta cuatro esposas sucesivas: su primera esposa, Faida de Tolosa murió joven en 1154; su segunda unión - Gertrudis de Flandes - terminó anulada.

Los nobles y el pueblo de Saboya, le pidieron que se casara otra vez; esta tercera esposa – Clemencia de Zharingen - le dio dos hijas, y murió en 1162. Entonces Humberto intentó volver a la vida monástica, pero fue persuadido de casarse otra vez. Esta cuarta esposa, Beatriz de Macon, le dio finalmente un hijo -Tomás- que le sucedería en el trono.

Como gobernante, tendió a limitar las autonomías feudales y comunales, lo que le llevará a conflictos con algunos obispos, entre ellos San Antelmo de Belley, que no dudará en excomulgarlo, pero prospera su apelación al Papa Alejandro III, que le levanta la excomunión.

En el conflicto guelfos (Estados Pontificios) y el gibelinos (Sacro Imperio), Humberto intenta una obra de mediación, procurando conservar la amistad tanto del emperador Federico Barbarrosa, como del Papa Alejandro III.

Pero finalmente tuvo que tomar partido, en su amor y fidelidad por el Papa, y eso le acarreó, ser invadido hasta dos veces, por las fuerzas de Barbarrosa. En la primera oportunidad en 1174, fué arrasada a sangre y fuego el valle de Susa, y en 1187, se le quitó todo, dejándole sólo el citado valle de Susa y el de Aosta.

Fue un hombre de acendrada religiosidad y piedad, en el que influyó notablemente, el Beato Amadeo de Lausana, de cuyos consejos y asesoramiento, se sirvió. Se mostró siempre generoso con las iglesias y monasterios, y favoreció a la Iglesia, en todo cuanto pudo. Sintió el deseo de abrazar la vida religiosa, pero comprendió que esto le era imposible, por necesitarlo sus súbditos, al frente de sus Estados.

Como compensación, no deja de acudir al claustro, para vivir con sinceridad tiempos de retiro, integrándose el tiempo que pasaba en los monasterios, en la vida de la comunidad. La muerte le llegó, cuando estaba en la abadía de Haute Combe, vistiendo el hábito cisterciense, el 4 de marzo de 1188.

Por los innumerables milagros atribuidos a su intercesión, durante muchos años, el Rey Carlos Alberto de Cerdeña, intercedió ante el Vaticano, y su culto fue confirmado, el 7 de septiembre de 1838, por el Papa Gregorio XVI.

Su imagen se encuentra expuesta en la catedral de Aosta, y en el castillo de Sarre. Es recordado también en Racconigi, en el Real Santuario de la Virgen de la Gracia, con un cuadro del Beato, donado por la reina Elena, y restaurado por el rey Humberto II.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión del Beato Humberto III de Saboya, sepamos mantener siempre la fidelidad al Papa, a pesar de tener que perderlo todo, incluso la propia vida. A Tí Señor, que afirmaste a Pedro como cabeza de la Iglesia, y que nos aseguraste que las llamas del infierno, no prevalecerían en Ella. Amén.



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