Quinta
Feria, 6 de abril
San
Samuel, Sacerdote y Profeta
(año
1100 a.C.)
Samuel
significa "Dios me ha escuchado"
En
la Santa Biblia la historia de Samuel es una de las más interesantes
y hermosas. Está narrada en los libros que se titulan 1º y 2º de
Samuel, en el Antiguo Testamento.
Era
hijo de Elcana y Ana, dos israelitas muy creyentes. Ana
tenía la enfermedad de la esterilidad que le impedía tener hijos,
y por eso la otra esposa de su marido la humillaba continuamente. Ana
lloraba de continuo, y ya no quería ni comer.
Y
sucedió que un año cuando subieron a rezar en la Casa de oración
de Israel en Silo, Ana se quedó mucho tiempo junto al altar rezando
con mucha fe y gran fervor. Y el sacerdote Helí al verla mover tanto
los labios le dijo: "Ud. debe estar borracha, y así no
debería venir acá". Ella le respondió: "No estoy
borracha, lo que estoy es muy angustiada, y he venido a implorar el
favor de mi Dios". El sacerdote le dijo: "Vete en
paz, que el Señor ha escuchado tu oración".
Entonces
Ana le hizo a Dios este voto o promesa: "Si
me concedes un hijo varón, te lo ofreceré para que se dedique a
servirte a Ti en la Casa de oración". Y se
volvió contenta a su casa lejana. Y al año le dio Dios a Ana su
primer hijo, al cual le puso por nombre Samuel, que significa "Dios
me ha escuchado", porque ella decía "Dios ha escuchado la
oración que yo le hice pidiéndole un hijo".
Cuando
el niño ya fue grandecito, la mamá lo llevó a la Casa de oración
en Silo, y se lo ofreció a Dios, para que se dedicara para siempre a
servir junto al altar. Y llevó de regalo al templo un novillo de
tres años, un bulto de harina y una vasija de vino, y entonó un
hermoso himno diciendo: "Mi corazón
se regocija por el Señor, porque no hay santo como nuestro Dios,
pues Él a la mujer estéril le permite tener hijos. El Señor hunde
en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza; humilla y
enaltece. Él levanta del polvo al desvalido; alza de la basura al
pobre. Él guarda los pasos de sus amigos. Él es un Dios que sabe;
Él es quien pesa todas las acciones".
El
sacerdote del templo se llamaba Helí, y tenía dos hijos muy
atrevidos que cometían muchas fechorías y maldades, y el papá no
se atrevía a corregirlos. Los pecados de esos jóvenes disgustaban
mucho a Dios, y Él se propuso enviarles un castigo.
El
niño Samuel se quedaba cada noche a dormir en la Casa de oración
para cuidarla. Y una noche oyó que lo llamaban diciendo: "¡Samuel!
¡Samuel!". El jovencito creyó que era Helí el que lo
llamaba, y corrió a donde estaba el sacerdote, y le dijo: "Aquí
estoy señor. ¿Me ha llamado?". Helí le dijo: "No
te he llamado. Vete a dormir en paz".
Pero
la voz de Dios volvió a llamar: - "¡Samuel!, ¡Samuel!".
El jovencito corrió otra vez donde Helí, para ver para qué era lo
que necesitaba. Y así sucedió por tres veces. Entonces Helí se dio
cuenta de que era Dios el que lo llamaba y le dijo: "Si te
vuelve a llamar le dirás: Habla Señor que tu siervo escucha".
Y
así lo hizo Samuel cuando Dios lo volvió a llamar, y entonces oyó
que Dios decía: "Voy a castigar a Helí y a sus hijos con
terrible mal, porque los hijos hicieron grandes males, y el padre no
los ha corregido".
Y
sucedió entonces que los filisteos atacaron al pueblo de Israel. Y
los hijos de Helí se fueron con todo el ejército a defender la
patria. Y se llevaron el Arca de la Alianza (donde estaba el Maná y
las tablas de la Ley con los 10 Mandamientos) y se dio una gran
batalla, y los filisteos derrotaron a los israelitas, e hicieron una
gran matanza y asesinaron a los dos hijos de Helí, y se robaron el
Arca de la Alianza.
Cuando
un mensajero llegó a contar a Helí que se habían robado el Arca, y
habían matado a sus dos hijos, el pobre anciano que estaba sentado
en una silla, se fue para atrás del susto y se desnucó. El pueblo
eligió entonces como sacerdote al joven Samuel, y Dios empezó a
traerle sus mensajes, y a guiarlo en todo, porque Samuel era un
santo.
Los
filisteos devolvieron el Arco y hubo paz. El Pueblo pidió que se le
diera una rey. Samuel consultó a Dios, y el
Señor le dijo que el rey sería Saúl, el cual era el última de la
última familia, de la más pequeña tribu de Israel.
Samuel lo llamó, y le echó aceite sagrado sobre su cabeza, y lo
proclamó rey ante todo el pueblo.
Y
sucedió que Saúl empezó a desobedecer a lo que Dios ordenaba, y
entonces el Señor le dijo a Samuel: "He
retirado mi espíritu de Saúl, y lo he pasado a David. Irás a
Belén, y ungirás a ese joven como rey".
Samuel
se fue a Belén a buscar a David. Este era un pastor de ovejas, y
estaba en el campo cuidando los animales. Samuel lo hizo venir, y
echando aceite sagrado sobre su cabeza lo ungió, y desde entonces el
espíritu de Dios vino a David, y lo fue guiando en todas sus
acciones.
Ya
anciano, Samuel reunió a todo el pueblo y les dijo: "Durante
40 años los he guiado espiritualmente. Ahora les pido que si alguno
tiene alguna queja contra mí la diga claramente. Y si a alguno le he
quitado algo, o le he hecho algún mal, que lo diga sin más".
Y
el pueblo entero le respondió: "Ningún mal nos has hecho, y
a nadie le has quitado nada, y nadie tiene la menor queja contra ti".
Y así terminó santamente su larga vida, este hombre que desde muy
pequeñito fue llevado por su madre a servir junto al altar a Dios, y
que cada día y cada hora, tuvo por único fin de su existencia
agradar a Nuestro Señor.
Que
Dios nos envíe muchos sacerdotes tan santos como Samuel. ¿Has visto
a uno que cumple bien su deber?. Ese ocupará puestos importantes.
(S. Biblia. Proverbios).
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que nos enviaste a San Samuel como
Sacerdote y Profeta, haz que tu Espíritu y Santidad descienda sobre
todos los sacerdotes en la Tierra hasta el fin de los tiempos. A tí
Señor que eres Sumo Sacerdote y Cabeza de la Iglesia. Amén.
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