martes, 25 de abril de 2017

Domingo 23 de abril

SAN JORGE DE CAPADOCIA


SOLDADO Y MÁRTIR
(† ca.303)

San Jorge era un soldado que murió mártir en Lydda, Palestina.

El culto a San Jorge se difundió desde muy antiguo por Oriente y Occidente. Ya en el siglo IV fue objeto de veneración en Dióspolis (Palestina), donde había una iglesia construida en su honor.

Patrón de Cataluña (Jordi) y de Aragón (Chorche).
El 23 de Abril es festivo en estas regiones desde 1461
Venerado en Malta (4 Domingo de Junio) y en la isla vecina de Gozo: (tercer domingo de Julio).
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La leyenda dorada
Un temido dragón vivía en un lago cerca de Silena, Libia. Los ejércitos se habían enfrentado con la bestia, solo para ser derrotados. El monstruo comía dos ovejas diarias. Cuando estas escaseaban, entre las villas aledañas se echaba la suerte para escoger doncellas, para que fuesen sacrificadas en vez de las ovejas.

Llegó a esta región San Jorge. Al escuchar la historia precisamente en el día en que una princesa fuera a ser devorada, San Jorge se persignó y cabalgó para hacer batalla contra la bestia. La mató de un solo golpe con su lanza. Obtenida la victoria convirtió con su predica a los de aquella región. Recibió una gran recompensa del rey, y la distribuyó entre los pobres antes de retirarse sobre su caballo.

Conocido por su intercesión en las batallas: El ejercito de Aragón ganó la batalla de Alcoraz contra los musulmanes gracias a la aparición de San Jorge.
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El valor y significado de esta leyenda es muy claro. San Jorge porta la espada que simboliza al Evangelio, montado sobre un caballo blanco que simboliza a la Iglesia, y que rescata a una doncella de las fauces del dragón, simbolizando lo que más le apetece al príncipe de las tinieblas: la pureza virginal de nuestro corazón.

Por eso debemos ser muy estrictos en no participar de nada deshonroso como el adulterio, y así liberarnos de las fauces del demonio, y de nuestra propia destrucción como personas, que a su vez destruye a nuestra familia al mismo tiempo.

Somos un pueblo sacerdotal, y así debemos comportarnos. Los verdaderos y más feroces combates son los que se libran al interior de nuestro corazón.
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Del oficio de lectura, 23 de Abril, San Jorge, Mártir

Protegido inexpugnablemente con el estandarte de la cruz

De los sermones de San Pedro Damiani, Obispo

Sermón 3, sobre San Jorge: PL 144, 567-571

La festividad de hoy, queridos hermanos, duplica la alegría de la gloria pascual, y es como una piedra preciosa que da un nuevo esplendor al oro en que se incrusta.

San Jorge fue trasladado de una milicia a otra, pues dejó su cargo en el ejército, cambiándolo por la profesión de la milicia cristiana, y con la valentía propia de un soldado, repartió primero sus bienes entre los pobres, despreciando los bienes de este mundo, y así, libre y dispuesto, se puso la coraza de la fe, y cuando el combate se hallaba en todo su fragor, entró en él como un valeroso soldado de Cristo.

Esta actitud nos enseña claramente que no se puede pelear por la fe con firmeza y decisión, si no se han dejado primero los bienes terrenos.

San Jorge, encendido en fuego del Espíritu Santo, y protegiéndose inexpugnablemente con el estandarte de la cruz, peleó de tal modo con aquel rey inicuo, que al vencer a este delegado de Satanás, venció al príncipe de la iniquidad, y dio ánimos a los soldados de Cristo para combatir con valentía.

Junto al mártir estaba el Árbitro Invisible y Supremo, que según sus designios, permitía a los impíos que le atormentaran. Si es verdad que entregaba su cuerpo en manos de los verdugos, guardaba su alma bajo su constante protección, escondiéndola en el baluarte inexpugnable de la fe.

Hermanos carísimos: no debemos limitarnos a admirar a este combatiente de la milicia celeste, sino que debemos imitarle.

Que nuestro espíritu se eleve hacia el premio de la gloria celestial, de modo que centrado nuestro corazón en su contemplación, no nos dejemos doblegar, tanto si el mundo seductor se burla de nosotros, como si con sus amenazas quiere atemorizarnos.

Purifiquémonos pues de cualquier impureza de cuerpo o espíritu, siguiendo el mandato de San Pablo, para entrar al fin en ese templo de la bienaventuranza al que se dirige ahora nuestra intención.

El que dentro de este templo que es la Iglesia, quiere ofrecerse a Dios en sacrificio necesita, una vez que haya sido purificado por el bautismo, revestirse luego de las diversas virtudes, como está escrito: Que tus sacerdotes se vistan de justicia; en efecto, quien renace en Cristo como hombre nuevo por el bautismo, no debe volver a ponerse la mortaja del hombre viejo, sino la vestidura del hombre nuevo, viviendo con una conducta renovada.

Así es como limpios de las manchas del antiguo pecado, y resplandecientes por el brillo de la nueva conducta, celebramos dignamente el misterio pascual e imitamos realmente el ejemplo de los santos mártires.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que infundiste valor a San Jorge en el momento de su martirio, haz que sea para nosotros, un protector generoso en nuestra debilidad. A Tí Señor que nos ordenaste mantener la pureza de nuestro cuerpo y mente en todo momento, y así poder alcanzar las moradas eternas. Amén.



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