Domingo
23 de Abril
La
Fiesta de la Misericordia
Domingo
después de Pascua de Resurrección.
Instituida
oficialmente por la Iglesia en el año 2000
Reflexión
de su Santidad Papa Juan Pablo II
“La
Humanidad no tendrá paz, hasta que se vuelva con confianza a Mi
Misericordia”
La
Hora de Gran Misericordia: 15 horas de cada día, en el lugar donde
nos encontremos.
"Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"
Misericordia
Divina, escudo protector de las llamas infernales, en Ti confío.
Breve
El
Señor le pide a Santa Faustina, por lo menos 14 veces, que se
instituya oficialmente una "Fiesta de la Misericordia"
(Diario de Santa Faustina)
Esta
Fiesta surge de Mi piedad mas entrañable...Deseo que se celebre con
gran solemnidad el primer domingo después de Pascua de
Resurrección....Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y
abrigo para todas las almas, y especialmente para los pobres
pecadores.
Las
entrañas mas profundas de Mi Misericordia se abren ese día.
Derramaré un caudaloso océano de gracias sobre aquellas
almas que acudan a la fuente de Mi misericordia.
El
alma que acuda a la Confesión, y que reciba la Sagrada Comunión,
obtendrá la remisión total de sus culpas y del castigo... Que el
alma no tema en acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como la
grana. Toda Comunión recibida con corazón limpio, tiende a
restablecer en aquel que la recibe la inocencia inherente al
Bautismo, puesto que el Misterio Eucarístico es "fuente de toda
gracia".
Nuestro
Señor manifestó a Santa Faustina que en la "Fiesta de la
Misericordia" se abrían todas las compuertas, a través de las
cuales fluían las gracias divinas. Gracias de conversión y perdón
de los pecados.
La
Hora de Gran Misericordia: 15 horas de cada día, en el lugar donde
nos encontremos. Nuestro Señor Jesucristo dijo a Sor Faustina en
1937: “A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia,
especialmente por los pecadores; y aunque sea por un breve momento,
sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono, al momento
de la agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para todo el
mundo. Yo te permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo
no rehusaré nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión”
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Domingo
de la Misericordia: homilía del Papa Juan Pablo II, 2001
¿Por
qué el Señor manifiesta su Misericordia?:
Después
de haber visto brevemente como el Señor manifestó a Santa Faustina
el deseo de su Corazón, de que se arraigara en los corazones la
devoción a su Divina Misericordia, nos podremos preguntar. ¿Por
qué?. ¿Por qué el Señor en pleno siglo XX, se aparece a esta
religiosa, y con insistencia le pide que se establezca esta
devoción?.
Si
pensamos un poco, no es una devoción nueva, ha estado siempre en la
Iglesia desde que el Corazón de Dios existe, pero de una forma nueva
el Señor presenta su Misericordia, fluyendo y derramándose
en forma de dos rayos que no tienen otro fin más que el de la
conversión y arrepentimiento del pecado. Aquí está
el propósito del Señor.
El
Señor, contemplando como la humanidad en el siglo mas avanzado
tecnológicamente, se ha alejado de Él, y ha caído en las garras
del pecado y de la oscuridad, quiso dar a los hombres el remedio para
salir de la fosa en la que se ha adentrado.
Jesús
se le reveló a Santa Faustina, justo antes de la Segunda Guerra
Mundial, y muchas almas recibieron gracias de conversión y de
fortaleza al venerar la imagen de Jesús Misericordioso, que se
propagó rápidamente en toda Polonia, y luego en toda Europa y el
mundo.
El
hombre necesita a Dios, y Dios en su Amor, sale a su encuentro
derramando los rayos de Misericordia, que tanto le costaron, porque
el precio fue que su Corazón fuese
Traspasado.
El
hombre de hoy necesita escuchar que hay esperanza; que Dios en su
Misericordia quiere que todos se salven, pero la única condición es
el cambio de corazón: el reconocer los pecados y con profundo
arrepentimiento volver a Dios y alejarse del mal.
"La
Humanidad no tendrá paz, hasta que torne con confianza a Mi
Misericordia".
La
Paz es fruto de la amistad con Dios, los hombres de
hoy no tienen paz, porque han tornado su corazón lejos de Dios. El
Señor le dijo a Santa Faustina que solo tendría paz la humanidad
cuando se tornase a su Misericordia; porque solo habrá paz en el
corazón del hombre hasta que se arrepienta, y vuelva a restablecer
su amistad con Dios su Señor.
Oremos
todos por la conversión de los pecadores, por nuestra propia
conversión, y la de todos los que viven en pecado mortal.
Atraigamos a todos a la "fuente de la Misericordia" el
Corazón de Jesús, y sumerjámonos en él, para que sean liberados y
sanados del pecado que les separa del Señor, y la gracia de Dios se
restituya en toda la humanidad.
"Oh
Sangre y Agua que brotaron del Corazón de Jesús, como manantial de
Misericordia para nosotros.... En Ti confío".
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La
Hora de la Gran Misericordia: Las tres de la tarde
El
10 de octubre de 1937, Santa Faustina recibió instrucciones del
Señor concerniente a otro elemento principal de la devoción a la
Divina Misericordia; esto es, La Hora de
Gran Misericordia:
“A
las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente
por los pecadores; y, aunque sea por un breve momento, sumérgete en
Mi pasión, particularmente en Mi abandono, al momento de la agonía.
Esta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo te
permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo no rehusaré
nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión”.
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DECRETO
SOBRE LAS INDULGENCIAS RECIBIDAS EN LA FIESTA DE LA DIVINA
MISERICORDIA
Se
enriquecen con indulgencias actos de culto realizados en honor de la
Misericordia divina.
"Tu
misericordia, oh Dios, no tiene límites, y es infinito el tesoro de
tu bondad..." (Oración después del himno "Te Deum")
y "Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón
y la misericordia..." (Oración colecta del domingo XXVI del
tiempo ordinario), canta humilde y fielmente la santa Madre Iglesia.
En
efecto, la inmensa condescendencia de Dios, tanto hacia el género
humano en su conjunto, como hacia cada una de las personas,
resplandece de modo especial cuando el mismo Dios todopoderoso
perdona los pecados y los defectos morales, y readmite paternalmente
a los culpables a su amistad, que merecidamente habían perdido.
Así,
los fieles son impulsados a conmemorar con íntimo afecto del alma
los misterios del perdón divino, y a celebrarlos con fervor, y
comprenden claramente la suma conveniencia, más aún, el deber que
el pueblo de Dios tiene de alabar, con formas particulares de
oración, la Misericordia divina, obteniendo al mismo tiempo, después
de realizar con espíritu de gratitud las obras exigidas y de cumplir
las debidas condiciones, los beneficios espirituales derivados del
tesoro de la Iglesia. "El misterio pascual es el culmen de
esta revelación y actuación de la Misericordia, que es capaz de
justificar al hombre, de restablecer la justicia en el sentido del
orden salvífico querido por Dios desde el principio para el hombre,
y mediante el hombre, en el mundo" (Dives in misericordia,
7).
La
Misericordia divina realmente sabe perdonar incluso los pecados más
graves, pero al hacerlo impulsa a los fieles a sentir un dolor
sobrenatural, no meramente psicológico, de sus propios pecados, de
forma que siempre con la ayuda de la gracia divina, hagan un firme
prepósito de no volver a pecar. Esas disposiciones del alma
consiguen efectivamente el perdón de los pecados mortales, cuando el
fiel recibe con fruto el sacramento de la penitencia, o se arrepiente
de los mismos mediante un acto de caridad perfecta, y de dolor
perfecto, con el propósito de acudir cuanto antes al mismo
sacramento de la penitencia.
En
efecto, nuestro Señor Jesucristo, en la parábola del hijo pródigo,
nos enseña que el pecador debe confesar su miseria ante Dios,
diciendo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya
no soy digno de llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 18-19),
percibiendo que ello es obra de Dios: "Estaba muerto y ha
vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado" (Lc 15,
32).
Por
eso, con próvida solicitud pastoral, el Sumo Pontífice Juan Pablo
II, para imprimir en el alma de los fieles estos preceptos y
enseñanzas de la fe cristiana, impulsado por la dulce consideración
del Padre de las misericordias, ha querido que el segundo domingo de
Pascua se dedique a recordar con especial devoción estos dones de la
gracia, atribuyendo a ese domingo la denominación de "Domingo
de la Misericordia divina" (cf. Congregación para el culto
divino y la disciplina de los sacramentos, decreto Misericors et
miserator, 5 de mayo de 2000).
El
evangelio del segundo domingo de Pascua narra las maravillas
realizadas por nuestro Señor Jesucristo el día mismo de la
Resurrección, en la primera aparición pública: "Al
atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas,
por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban
los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
"La paz con vosotros". Dicho esto, les mostró las manos y
el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús
les dijo otra vez: "La paz sea con vosotros. Como el
Padre me envió, también yo os envío". Dicho esto, sopló
sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos"" (Jn 20, 19-23.
Para
hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el
mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se
enriquezca con la indulgencia plenaria, como se indicará más abajo,
para que los fieles reciban con más abundancia el don de la
consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente
caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y una vez obtenido de Dios el
perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus
hermanos.
De
esta forma, los fieles vivirán con más perfección el espíritu del
Evangelio, acogiendo en sí la renovación ilustrada e introducida
por el concilio ecuménico Vaticano II: "Los cristianos,
recordando la palabra del Señor "En esto conocerán que sois
mis discípulos, si os amáis unos a otros" (Jn 13, 35), nada
pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y
eficazmente a los hombres del mundo actual. (…). Quiere el Padre
que en todos los hombres reconozcamos y amemos eficazmente a Cristo,
nuestro hermano, tanto de palabra como de obra" (Gaudium et
spes, 93).
Por
eso, el Sumo Pontífice, animado por un ardiente deseo de fomentar al
máximo en el pueblo cristiano estos sentimientos de piedad hacia la
Misericordia divina, por los abundantísimos frutos espirituales que
de ello pueden esperarse, en la audiencia concedida el día 13 de
junio de 2002 a los infrascritos responsables de la Penitenciaría
apostólico, se ha dignado otorgar indulgencias en los términos
siguientes:
Se
concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales
(confesión sacramental, comunión eucarística, y oración por las
intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo
de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u
oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado,
incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de
la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo
sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en
el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación
piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús
misericordioso, confío en ti"). Se concede la indulgencia
parcial al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor
Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente
aprobadas.
Además,
los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del
mar; los innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra,
las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares, y otras
causas parecidas han alejado de su patria; los enfermos y quienes les
asisten, y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa,
o desempeñan una actividad impostergable en beneficio de la
comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de
la Misericordia divina, si con total rechazo de cualquier pecado,
como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea
posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa
imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el
Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús
misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en
ti").
Si
ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener
la indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que
realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia, y
ofrecen a Dios misericordioso una oración, y a la vez los
sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo
también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible,
las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria.
Los
sacerdotes que desempañan el ministerio pastoral, sobre todo los
párrocos, informen oportunamente a sus fieles acerca de esta
saludable disposición de la Iglesia, préstense con espíritu pronto
y generoso a escuchar sus confesiones, y en el domingo de la
Misericordia divina, después de la celebración de la Santa Misa o
de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la
Misericordia divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el
rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son
"Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"
(Mt 5, 7), al impartir la catequesis impulsen a los fieles a hacer
con la mayor frecuencia posible obras de caridad o de misericordia,
siguiendo el ejemplo y el mandato de Jesucristo, como se indica en la
segunda concesión general del "Enchiridion Indulgentiarum".
Este
decreto tiene vigor perpetuo. No obstante cualquier disposición
contraria.
Dado
en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólico, el 29 de junio
de 2002, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.
Luigi
DE MAGISTRIS
Arzobispo
titular de Nova
Pro-penitenciario
mayor
Gianfranco
GIROTTI, o.f.m. conv.
Regente
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LETANIAS
A LA MISERICORDIA DIVINA
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
ten piedad de nosotros.
Señor,
ten piedad de nosotros.
Jesucristo,
óyenos: Jesucristo escúchanos.
Dios
Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios
Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios
Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima
Trinidad, que sois Un solo y verdadero Dios, ten piedad
De
nosotros.
*
EN TÎ CONFÎO
1.-
Jesús, Rey de Misericordia, que has redimido el mundo.*
2.-
Jesús, Rey de Misericordia, por quien todas las cosas fueron
creadas.*
3.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has santificado.*
4.-Jesús,
Rey de Misericordia, que nos revelasteis el misterio de
La
Santísima Trinidad.*
5.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos manifestasteis la Omnipotencia
de Dios.*
6.-
Jesús, Rey de Misericordia, que te manifiestas en la creación de
los espíritus celestiales.*
7.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos formasteis de la nada.*
8.-
Jesús, Rey de Misericordia, que abrazas todo el universo.*
9.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos das la vida eterna.*
10.-.
Jesús, Rey de Misericordia, que nos proteges del castigo merecido.*
11.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos libras de la miseria del
pecado.*
12.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes la justificación en el
verbo encarnado.*
13.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes misericordia por Tus
Santas llagas.*
14.-
Jesús, Rey de Misericordia, que brota de Tu Santísimo Corazón.*
15.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos distes a la Santísima Virgen
como Madre de Misericordia.*
16.-
Jesús, Rey de Misericordia, por la cual has sufrido Tu encarnación,
Pasión y Muerte.*
17.-
Jesús, Rey de Misericordia, por medio de la cual ayudas a todos, en
todas partes y siempre.*
18.-
Jesús, Rey de Misericordia, por la cual nos has prevenido con Tus
Gracias.*
19.-
Jesús, Rey de Misericordia, la que nos has manifestado revelándonos
los Misterios Divinos.*
20.-
Jesús, Rey de Misericordia, la que manifestastes instituyendo Tu
Santa Iglesia.*
21.-
Jesús, Rey de Misericordia, que habiendo instituido los Santos
Sacramentos, nos abristes los torrentes de Tus Gracias.*
22.-
Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con los
Santos Sacramentos del
Bautismo
y de la Penitencia.*
23.-
Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con la
Santísima Eucaristía y el Sacerdocio*
24.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos has llamado a Nuestra Santa Fe.*
25.-
Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas por la conversión de
los pecadores.*
26.
Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas iluminando a los
fieles.*
27.-
Jesús, Rey de Misericordia, que la revelas por la santificación de
los justos.*
28.-
Jesús, Rey de Misericordia, que llevas a los santos a la cumbre de
la santidad.*
29.-
Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tus Santas llagas.*
30.-
Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tu Santísimo Corazón.*
31.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres consuelo de los enfermos y
afligidos.*
32.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres el único consuelo de los
corazones afligidos.*
33.-
Jesús, Rey de Misericordia, que das esperanzas a las almas que se
hallan en desesperación.*
34.-
Jesús, Rey de Misericordia, que acompañas a todos los hombres
siempre y en todas partes.*
35.-
Jesús, Rey de Misericordia, que nos colmas con el torrente de Tus
Gracias.*
36.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres el refugio de los moribundos.*
37.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres el consuelo de las almas del
purgatorio.*
38.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres la Corona de todos los Santos.*
39.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres el gozo celestial de los que se
salvan.*
40.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres la fuente inagotable de los
milagros.*
41.-
Jesús, Rey de Misericordia, que eres la salvación del mundo
entero.*
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.
Las
Misericordias de Dios, son más grandes que todas sus obras.
Por
eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.
ALABANZAS
A LA DIVINA MISERICORDIA
El
Amor de Dios es la flor; La Misericordia el fruto. Que el alma
titubeante lea estas consideraciones sobre la Misericordia Divina y
recobre la confianza.
Misericordia
Divina, que brotas del seno del Padre, en Ti confío.
Misericordia
Divina, supremo atributo de Dios, en Ti confío.
Misericordia
Divina, misterio incomprensible, en Ti confío.
Misericordia
Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad, en
Ti confío.
Misericordia
Divina, humano o angélico, en Ti confío.
Misericordia
Divina, de donde brotan vida y felicidad, en Ti confío.
Misericordia
Divina, más sublime que los cielos, en Ti confío.
Misericordia
Divina, manantial de milagros y maravillas, en Ti confío.
Misericordia
Divina, abrazando todo el universo, en Ti confío.
Misericordia
Divina, que bajas a la tierra en la Persona del Verbo Encamado, en Ti
confío.
Misericordia
Divina, que manaste de la herida abierta en el Corazón de Jesús, en
Ti confío.
Misericordia
Divina, enclaustrada en el Corazón por nosotros, y especialmente por
los pecadores, en Ti confío.
Misericordia
Divina, insondable en la institución de la Sagrada Hostia, en Ti
confío.
Misericordia
Divina, que fundaste la Santa Iglesia, en Ti confío.
Misericordia
Divina, presente en el Sacramento del Santo Bautismo, en Ti confío.
Misericordia
Divina, en la justificación de nosotros por Jesucristo, en Ti
confío.
Misericordia
Divina, que nos acompañas a lo largo de la vida, en Ti confío.
Misericordia
Divina, que nos abrazas, especialmente a la hora de la muerte, en Ti
confío.
Misericordia
Divina, por quien recibimos el don de la inmortalidad, en Ti confío.
Misericordia
Divina, siempre a nuestro lado en cada instante de nuestra vida, en
Ti confío.
Misericordia
Divina, escudo protector de las llamas infernales, en Ti confío.
Misericordia
Divina, por quien se convierte el pecador empedernido, en Ti confío.
Misericordia
Divina, que dejas atónitos a los ángeles; inasequible también a
los santos, en Ti confío.
Misericordia
Divina, insondable en todos los misterios de Dios, en Ti confío.
Misericordia
Divina, que nos rescatas de toda miseria, en Ti confío.
Misericordia
Divina, manantial de felicidad y gozo, en Ti confío.
Misericordia
Divina, que de la nada nos trajiste a la existencia, en Ti confío.
Misericordia
Divina, que rodeas con Tus brazos toda obra de Sus manos, en Ti
confío.
Misericordia
Divina, que presides toda la obra de Dios, en Ti confío.
Misericordia
Divina, en la que estamos todos sumergidos, en Ti confío.
Misericordia
Divina, dulce consuelo de los corazones angustiados, en Ti confío.
Misericordia
Divina, única esperanza de los desesperados, en Ti confío.
Misericordia
Divina, remanso de corazones, paz en la turbulencia, en Ti confío.
Misericordia
Divina, gozo y éxtasis de las almas santas, en Ti confío.
Misericordia
Divina, esperanza renovada, perdida ya toda esperanza, en Ti confío.
Dios
Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión
inagotable, vuelve a nosotros Tu bondadosa mirada y aumenta Tu
misericordia en nosotros para que en los momentos difíciles, no nos
desalentemos ni nos desesperemos, sino que, con la máxima confianza,
nos sometamos a Tu santa voluntad, que es Amor y Misericordia.
Oh
incomprensible e infinita Misericordia Divina, ¿quién podrá
adorarte como Te mereces. Eres la dulce esperanza del pecador. Uníos
estrellas, mar y tierra en un sólo himno y cantad a coro, con
vuestra mejor voz, la misericordia Divina, cuya comprensión no se
nos alcanza. (11, 296-297).
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