Viernes
16 de octubre
SANTA
MARGARITA MARIA ALACOQUE
1647-1690
Recipiente de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús
1647-1690
Recipiente de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús
Breve
Nació el
año 1647 en la diócesis de Autun (Francia). Entró a formar parte
de las monjas de la Visitación de Paray-le-Monial; llevó una vida
de constante perfección espiritual y tuvo una serie de revelaciones
místicas, referentes sobre todo a la devoción al Corazón de Jesús,
cuyo culto se esforzó desde entonces por introducir en la Iglesia.
Murió el
día 17 de octubre del año 1690.
Canonizada
en 1920 por Benedicto XV
Patrona de los que piadosamente alaben y den gloria al Sagrado Corazón de Jesús.
Patrona de los que piadosamente alaben y den gloria al Sagrado Corazón de Jesús.
Algunos
extractos de las conversaciones de Santa Margarita María Alacoque
con Jesús
(1)
"Mi divino Corazón está tan apasionado de amor por los
hombres y por ti en particular...He aquí este Corazón que tanto ha
amado a los hombres, que nada ha reservado hasta agotarse y
consumirse para mostrarles su amor. Tú, al menos, dame este
consuelo: suplir cuanto puedas a su ingratitud"
(2)
“Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor
abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que
sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo
sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más
desgarradoramente es que estos insultos los recibo de personas
consagradas especialmente a mi servicio”.
(3) "Te constituyo heredera de mi Corazón y de todos mis tesoros".
(3) "Te constituyo heredera de mi Corazón y de todos mis tesoros".
Primera
revelación
El
27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita
María, que tenía solo 14 meses de novicia y 26 años de edad,
estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo
Sacramento expuesto en la capilla.
Era
el momento de la primera gran revelación del Señor.
Ella
lo cuenta así:
"Estando
yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por
Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo
sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas
de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado. El
me dijo:
"Mi
Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en
particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas de su
ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se
manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te
estoy descubriendo los cuales contienen las gracias
santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de
perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de
ignorancia, a fin de que sea todo obra mía."
"Luego,"
continúa Margarita, "me pidió el corazón, el cual yo le
suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo
adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se
consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como
llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en
el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo: "He
ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en
tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de
corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se
extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de
mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y
como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada
imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará
para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has
tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy
amada de mi Sagrado Corazón."
Después
de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como
abrasada toda y embriagada y tan fuera de sí que podía hablar y
comer solamente con gran esfuerzo.
Ni
siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora lo cual tenía
gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor
le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que la
consumía y la abrasaba toda.
A
partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los
primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del
costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los
momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo
que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable
Corazón.
Entre
estas visitas le decía el Señor, "Busco una víctima para
mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el
cumplimiento de mis designios.".
En
su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según
ella corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió
que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de
confusión para Margarita pues su temor era que llegasen a atribuir a
ella las gracias que del Señor recibía.
Segunda
revelación
Unos
dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la
segunda gran revelación. Escribe Margarita:
"El
divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, mas brillante
que el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable,
rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas
producidas por nuestros pecados, y una cruz en la parte
superior......la cual significaba que, desde los primeros instantes
de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón,
quedó plantado en él la cruz, quedando lleno, desde el primer
momento, de todas las amarguras que debían producirle las
humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada
Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa
Pasión."
"Me
hizo ver, " continúa Margarita, "que el ardiente deseo que
tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la
perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le
había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los
hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias,
de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos
quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que
puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos
tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar
bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver
expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el, su
amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en
él todos los movimientos desordenados.
Que
esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere
expuesta su santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición
sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a
los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin
de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para
ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere
restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta
devoción."
En
esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus
intenciones y formular sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón
de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia nosotros, el cual
había entregado sin condiciones, y el Señor quería que
esta imagen se expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en
forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a
quienes lo veneraban. Pero por el momento Margarita no podía
decir nada de lo que había visto pues no había llegado la hora.
Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y
sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que Jesús quiera
revelar.
Tercera
revelación
En
lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta
de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación.
Una
vez entre otras, escribe Sta. Margarita, "que se hallaba
expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en
mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos
y potencias, Jesucristo mi Amado, se presentó delante de mi todo
resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como
cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz en
todas partes, pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un
horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y
amable Corazón."
Entonces
Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso
había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía
sino ingratitudes. Esta aparición es mas brillante que las demás.
Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino
mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro
amor.
Le
dirige las siguientes peticiones:
“Comulgarás
tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírmelo. Del Jueves al
Viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise
sentir en el huerto de los olivos; tristeza que te reducirá a una
especie de agonía mas difícil de sufrir que la muerte.
Por
acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en
medio de todas mis congojas, te levantaré de once a doce
de la noche del Jueves para postrarte durante una hora conmigo; el
rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina,
pidiendo misericordia para los pecadores, como para suavizar, en
cierto modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis
apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar
una hora conmigo”...
"Una
vez, estando expuesto el Santísimo Sacramento, se presentó
Jesucristo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas que se
presentaban como otro tanto soles, saliendo llamaradas de todas
partes de Su Sagrada Humanidad, pero sobre todo de su adorable pecho
que, parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me descubrió
su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las
llamas.
Entonces
fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor
con que había amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo
solamente de ellos ingratitudes y desconocimiento.
"Eso,"
le dice Jesús a Margarita, "fue lo que más me dolió de
todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen
con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de
poder ser, aún habría querido hacer más. Mas sólo
frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el
bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud
de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades."
Ante
estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su
impotencia, Él le replicó: "Toma, ahí tienes con qué
suplir cuanto te falte." Y del Corazón abierto de Jesús,
salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir,
pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le
pidió que tuviese compasión de su debilidad.
El
le respondió:
"Yo
seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a
lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de
mis designios."
Entonces
el Señor le describió a Margarita exactamente de que forma se iba a
realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su
propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisa
sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer.
"Primeramente
me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia
tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones
por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi
amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de
mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré
participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los
Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a
una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte.
Para
acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre,
en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y
las doce de la noche del Jueves para postrarte conmigo durante una
hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera
divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo
la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me
llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo.
Durante esa hora harás lo que te diga.
Pero,
oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes,
porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada
sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la
autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que Satanás
no tiene poder alguno sobre los obedientes."
Oración
Final: "Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón
semejante al tuyo".
Recemos
siempre mientras viajamos, o estamos en un momento de silencio,
apagando el celular al menos cinco minutos al día, especialmente
a las tres de la tarde, y los Jueves de 23.00 a 24.00 hs, digamos varias veces: "Sagrado
Corazón de Jesús. En vos confío. Dulcísimo Corazón de Jesús. En
vos confío. Sagrado Corazón de Jesús. En vos confío".
Muchas Gracias, Bendiciones y Revelaciones vendrán a nuestro Corazón
y Mente con esta práctica. Amén.
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