miércoles, 28 de octubre de 2015

Miércoles 28 de Octubre
San Judas Tadeo, Apóstol y Mártir

Patrón de las causas difíciles o desesperadas
"Judas" es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios".  Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe"

Judas Tadeo aparece último en la lista de los doce Apóstoles de Jesucristo (Mateo 10:3, Marco 3:18). No sabemos cuando ni como entró a formar parte de los discípulos.  Lucas le llama "Judas de Santiago" (Hechos 1:13). Juan aclara: "Judas, no el Iscariote" (Juan 14:22).  Esta distinción es necesaria dado a que el Judas Iscariote fue quien traicionó a Jesús.

Sus hermanos eran cuatro:
  1. Santa María Salomé - su hermana mayor, madre de los apóstoles Santiago el Mayor y Juan el Evangelista. La recordamos el pasado 22 de Octubre.
  2. San Santiago el Menor - Apóstol
  3. Justo
  4. San Simón el Cananeo - Apóstol y luego obispo de Jerusalén que lo acompañó en sus viajes.

Por lo que vemos en este pequeño relato genealógico, Judas Tadeo era un pariente cercano de Jesús, eran primos, por lo tanto quizás crecieron, se educaron y trabajaron juntos. Pertenecía al corazón de la familia de Jesús.

Según algunas tradiciones, Judas Tadeo era el novio de las bodas de Caná donde Jesús —de acuerdo con los Evangelios— realizó su primer milagro al convertir el agua en vino.

Luego de su vida como apóstol de Cristo, llevó el mensaje de éste junto a su hermano Simón a las regiones de Galilea, Judea, Samaria, Egipto, Libia, Eufrates, Tigris, Edesa y Babilonia, llegando hasta los confines de Siria y Persia.

El Apóstol Judas Tadeo, "el hermano de Santiago", era probablemente el hermano de Santiago el Menor, se lo menciona así por la notoriedad de Santiago en la Iglesia primitiva "¿No es éste -se preguntan maravillados los habitantes de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús- el carpintero . . . el hermano de Santiago y de Judas?".

Después de la Ultima Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a quienes le escuchasen, Judas le preguntó porqué no se manifestaba a todos. Cristo le contestó que El y su Padre visitarían a todos los que le amasen: "Vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Juan, 14, 22-23). No sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo.

Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos rasgos comunes con la segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna persona ni iglesia particular y exhorta a los cristianos a "luchar valientemente por la fe que ha sido dada a los santos. Porque algunos en el secreto de su corazón son . . . hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Señor Dios en ocasión de riña y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor Jesucristo". Es una severa amonestación contra los falsos maestros, y una invitación a conservar la pureza de la fe. Termina su carta con esta bella oración: "Sea gloria eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".

San Judas Tadeo es uno de los santos más populares a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe, especialmente en cuanto a conseguir empleo o casa.
Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.
Con frecuencia se ha confundido a San Judas Tadeo con el San Tadeo de la leyenda de Abgar, y se ha dicho que murió apaciblemente en Beirut de Edessa. Según la tradición occidental, tal como aparece en la liturgia romana, se reunió en Mesopotamia con San Simón y que ambos predicaron varios años en Persia y ahí fueron martirizados.
Existe un relato del martirio de los dos Apóstoles; pero el texto latino no es ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho documento se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue discípulo de Simón y Judas y consagrado por ellos primer obispo de Babilonia.

Según dice la antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio, y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con una hacha, y por eso lo pintan con una hacha en la mano. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.

San Judas, tal vez, perteneció a la humilde clase de los trabajadores. Eusebio cuenta que fueron acusados ante el emperador Domiciano unos nietos de Judas, por ser parientes del Señor. Pero el emperador los dejó en libertad, al ver sus manos encallecidas por el trabajo.

San Simón El Cananeo
Hermano de San Judas Tadeo
Apóstol y Mártir

En la lista de los apóstoles le suelen llamar siempre Simón el Cananeo, o el Zelote, dos términos que se identifican. Son, en efecto, dos traducciones de un mismo vocablo hebreo, qanná, que quiere decir zelotes o celoso. Así Simón, apóstol fiel de Jesucristo, encarna en su persona el gran celo del Dios omnipotente; "de hecho, el Dios de Israel se muestra como un ser "celoso" de sí mismo, que no puede en manera alguna tolerar cualquier atentado contra su trascendente majestad" (Ex. 20,5; 34,14).

Simón pertenecía a un partido nacionalista, en el que se habían enlazado indisolublemente la religión y la política. No podemos olvidar que en la historia del pueblo elegido la preocupación social, religiosa y política iba siempre de la mano.

Simón fue un zelote. Es verdad que en su vida pesaba, sobre todo, el matiz religioso. El celo ardiente por la Ley le quemaba el centro de su alma israelita. Como San Pablo, es Simón un judío entregado plenamente al cumplimiento de las tradiciones paternales. Rozando en su persona el formulismo asfixiante y agobiador de los fariseos.

Pero un día, venturoso para él, se encontró con la mirada del Maestro y se convirtió sinceramente al Evangelio (Act. 21,20).
Perdido en su humildad, la Providencia ha querido dejarle olvidado en un casto silencio. De todos los apóstoles, él es el menos conocido. La tradición nos dice que predicó la doctrina evangélica en Egipto, y luego en Mesopotamia y después en Persia, ya en compañía de San Judas.
En la lista de los apóstoles aparece ya al final, junto a su compañero San Judas (cf. Mt. 10,3-4; Mc. 3,16,19; Lc. 6,13; Act. 1,13).

Los evangelios no nos conservan de él ni de su hermano San Judas Tadeo ni una palabra más. La tradición, recogida en los martirologios romanos, el de Beda y Adón, y a través de San Jerónimo y San Isidoro, nos dicen que San Simón y San Judas fueron martirizados en Persia.

Afirma esta tradición que los templos de la ciudad de Suamir estaban recargados de ídolos. Los santos apóstoles fueron apresados. Simón fue conducido al templo del Sol y Judas al de la Luna, para que los adoraran.
Pero ante su presencia los ídolos se derrumbaron estrepitosamente. De sus figuras desmoronadas salieron, dando gritos rabiosos, los demonios en figuras de etíopes.

Los sacerdotes paganos se revolvieron contra los apóstoles y los despedazaron. El azul sereno de los cielos se enlutó de pronto. Una horrible tempestad originó la muerte a gran multitud de gentiles.
El rey, ya cristiano por la predicación de los santos apóstoles, levantó en Babilonia un templo suntuoso, donde reposaron sus cuerpos hasta que fueron trasladados a San Pedro de Roma.

Testimonio Personal: Puedo asegurar que con la silenciosa y decidida intervención de San Judas Tadeo, he podido pagar muchas deudas comerciales, normalizar los papeles legales de mi empresa, y redireccionar mi trabajo hacia una editorial de libros educativos. “Casualmente”, el 28 de Octubre del año 2014, salió publicado el edicto en el Boletín Oficial (algo de lo que nadie puede tener control), y terminé toda esta regularización legal con aumento de capital incluido. Cuando yo le pedí a San Judas Tadeo esta especial intercesión era el año 2007, en las estribaciones de la crisis mundial. Pude cerrar el circuito total de la reorganización siete años después. ¡Muchas Gracias San Judas Tadeo!.

Oración: Concédenos Señor, por medio de tu santo apóstol San Judas Tadeo y de su hermano San Simón Cananeo, la gracia de desterrar de nuestro corazón todos nuestros ídolos, y así hacer espacio en nuestro interior, y puedas venir a vivir dentro nuestro junto a tu Divino Hijo y el Espíritu Santo, y poder lograr, al final de nuestras vidas, como ellos, la morada divina que nos has prometido junto a Ti en el cielo en la Última Cena. Por nuestro Señor Jesucristo Ayer, Hoy y Siempre. Amén.



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