miércoles, 21 de octubre de 2015

Miércoles 21 de Octubre

Santa Ursula

Virgen y Mártir

(451)



Según un relato cincelado en una lápida de Colonia, en el siglo IV fue martirizado un grupo de doncellas cristianas. Cuatrocientos años después, los relatos sobre esas mujeres dieron lugar a esta devoción.

Corría el siglo IV cuando un rey de Britania (Inglaterra) prometió a su hija Úrsula en matrimonio a un alto personaje de la nobleza del país. Su futuro esposo era pagano y Úrsula cristiana, y no estando conforme con tal matrimonio, pidió y obtuvo un periodo de tres años para poder peregrinar a Roma. Con ella viajaron diez compañeras más.

En Colonia, ella y sus doncellas fueron atacadas por los hunos. Úrsula rechazó la propuesta de matrimonio del cabecilla de los bárbaros – Atila - y todas fueron asesinadas al negarse a tal petición.

En un documento datado en el año 922 y encontrado en un monasterio cerca de Colonia, se hacía referencia a la historia de Santa Úrsula y sus compañeras.

En el citado documento entre otras cosas se decía:

"Dei et Sanctas Mariae ac ipsarum XI m virginum"

donde "XI m virginum"

debía leerse como "undecim martyres virginum" (once mártires vírgenes)

y en su lugar leyeron "undecim millia virginum" (once mil vírgenes)

Lo que sí es cierto es que Clematius, un senador, reconstruyó la basílica de Colonia, Alemania, que originalmente había sido construida en el siglo IV, para honrar un grupo de vírgenes que fueron martirizadas en esa ciudad.
Quienes y cuantas eran no se sabe.

La persecución posiblemente fue la del emperador romano Diocleciano (siglo IV).

En la isla de Gozo, Malta (centro del Mediterráneo), existe la devoción a esta santa, siendo allí muy venerada, y sus reliquias están en la catedral de la ciudad.


Es patrona de las jóvenes y colegialas.


SAN HILARION DE GAZA

(+ 371)


Fundador de la vida monástica en Palestina


Breve
San Hilarión fue de los primeros anacoretas que tenemos registros escritos. Hombre de gran pureza de espíritu e iniciador en Palestina de la vida monástica cristina.

Vida y Obra
La primera edad de la Iglesia fue la de las persecuciones que se desataron contra ella, suscitadas principalmente por el Imperio romano durante tres siglos.

A ésa sucedió una era de paz iniciada por el emperador Constantino, que en el año 313 declaró lícito el culto cristiano y él mismo se convirtió al cristianismo. Si en la primera floreció principalmente la fe heroica de los mártires, que ornaron a la Iglesia con la púrpura de su sangre, en la segunda se vieron pulular ejemplos de virtudes sólidas y perfectas, como frutos propios del árbol de la Iglesia.

El día 21 de octubre celebra ésta la fiesta de San Hilarión, abad, nacido en Tabatha, cerca de la ciudad de Gaza, en Palestina,

Su vida es admirable por resplandecer en ella la supremacía del espíritu y la fidelidad en seguir los movimientos de la gracia, que ora le lleva al desierto, viviendo largos años en la contemplación y desasimiento de todo lo que halaga a la carne y a las pasiones, ora le hace dedicarse a hacer el bien a aquellos que, subyugados por su ejemplo, le piden que les deje imitar su vida bajo su dirección, y a socorrer milagrosamente con actos de caridad espiritual y corporal a las gentes afligidas que acuden a él implorando su socorro.

La fecha de su nacimiento no consta abiertamente, pero podemos deducirla por el aserto de San Jerónimo, de que a la muerte de San Antonio (en el año 356), tenía Hilarión sesenta y cinco años de edad.

Llamó poderosamente la atención, en todos los países por donde discurrió, por sus grandes virtudes de abstinencia, recogimiento, oración, humildad, caridad y estupendos milagros, y liberación de espíritus impuros.

Cuando a los veintiséis años volvió al hogar paterno se encontró con dos acontecimientos: habían muerto sus padres y quedaba constituido dueño de una pingüe herencia, Lo primero, claro está, le causó dolor; pero, en cuanto al propósito que llevaba en su corazón, le libraba de los lazos que pudieran impedírselo. Cuanto a lo segundo, al contrario, de suyo, era algo que podía aprisionarlo por el amor a las riquezas y a las comodidades. Pero tenía presente el ejemplo de San Antonio, que, joven como él, había seguido el consejo divino: "Ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y ven y sígueme" (Mt. 10,21), y así lo realizó. Se estableció en el desierto de Majuma, cerca de Gaza, y allí observó un género de vida similar al de San Antonio. Vestía una camisa de pelo de camello; una túnica exterior tejida de lo mismo y una cogulla.

Aunque era palestinense, no era judío, pues los israelitas tenían sus confines muy delimitados. Era, pues, la suya una familia pagana, de posición acomodada. Según lo describe San Jerónimo, cuando salió de su casa para ir a cursar los estudios a Alejandría, emporio entonces del saber humano, era un jovencito de quince años, rubio, de complexión delicada, pero dotado de un alma noble, una voluntad férrea y hambriento de la verdad, cualidades todas que se adaptaban a maravilla para recibir la fe cristiana, la cual, de hecho, recibió en Alejandría.

No tenemos pormenores de su conversión; podemos suponer que entre sus condiscípulos los había cristianos, que no serían los peores en su conducta ni los menos distinguidos por su aplicación y aprovechamiento en aquella sede fundada por San Marcos, ilustre por el martirio de Santa Catalina y cuna del gran doctor de la Iglesia San Atanasio.

Es la de la abstinencia la virtud de que le convierte en uno de los más notables santos de la Iglesia, no porque no lo sea también en otras virtudes, ni porque sea esa virtud la que sobresalga entre las demás, sino porque él se señaló como nadie en dicha virtud.

A un hombre que así castigaba su carne para rendirla al espíritu no es de admirar que Cristo le diese poder sobre los demonios y sobre la naturaleza, como en el milagro de las cuadrigas de las ciudades de Gaza y Majuma, donde haciendo rociar con un vaso de agua los carros, caballos y auriga de los de Majuma, hizo que vencieran en velocidad a aquellos. Ese poder estupendo fue lo que, no queriendo admitir escritores positivistas, optaron por negar su historicidad.

El deseo de huir del aura popular que lo admiraba, así por su virtud como por sus milagros en curar las dolencias del cuerpo y las posesiones del demonio, le hacía ansiar la soledad, y, finalmente, la amenaza de Juliano el Apóstata, que había ya destruido su monasterio de Majuma el año 362, le obligó a embarcarse en el puerto de Alejandría en la primera nave que partiera y que fue con rumbo a Sicilia.

Murió en Chipre diciendo: "Sal, sal, alma mía ¿Por qué temes? ¿Ya cerca de setenta años que sirves a Cristo y temes?" Y con esto expiró.

Llegó la noticia a Hesiquio en Palestina, que partió al punto para Chipre, personándose en el lugar de la sepultura y, simulando querer vivir allí, trasladó ocultamente las reliquias del Santo, que con avidez fueron recibidas en Chipre, en Palestina y en toda el Asia Menor.


Oración: Señor te pedimos, que por intercesión de San Hilarión de Gaza, traigas la paz a Palestina, haciendo posible la reconciliación de todos los países de la región, desterrando el odio y la violencia. Que San Hilarión nos ayude y aconseje para convertir nuestra casa en casa de oración. También te pedimos que con Santa Úrsula y compañeras mártires, nuestros jóvenes sepan conservar y valorar siempre la virginidad del cuerpo hasta su casamiento, sabiendo decir que NO a cualquier insinuación en contrario, y mantener siempre la virginidad del espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo que vive eternamente. Amén.

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