Tercera
Feria, 9 de Julio
Nuestra
Señora del Rosario de Chiquinquirá
Patrona
de Colombia
“La
pintura se había vuelto tan renovada, y de celestiales colores, que
era una gloria el verla”
Breve
El
9 de julio de 1919, las autoridades civiles y religiosas - Monseñor
Herrera, Arzobispo de Bogotá, y don Marco Fidel Suárez, Presidente
de la República -, coronaron solemnemente, a nuestra señora de
Chiquinquirá, como Reina de Colombia.
Historia
de Nuestra Señora de Chiquinquirá
Hacía
el año 1563, Don Antonio de Santana, jefe español del pueblo de
Sutamarchán, lleva a la Capilla de su pueblo, una imagen, que por
medio del hermano dominico Andrés Jadraque, ha mandado pintar en
tunja, al pintor Alonso de Narváez.
El
encargo, era pintar la Virgen del Rosario, pero como sobraba tela a
los lados, pintaron al lado derecho de la Virgen, a San Antonio -
Patrono de Don Antonio de Santana - y al lado izquierdo a San Andrés
Apóstol, ya que este santo tiene a su lado la cruz en que lo
crucificaron (en forma de X), y San Antonio de Padua lleva sobre un
libro al Niño Jesús, porque se dice que se le aparecía, el Divino
Niño.
El
cuadro es colocado en la Capilla de Sutamarchán, pero como el techo
es de paja, poco a poco empiezan a caer goteras, y unos años
después, la pintura está casi totalmente borrada.
En
1578, el cuadro está tan borroso y deteriorado, que el Párroco, el
Padre Leguizamón, lo hace quitar del altar, y lo envía a una finca,
que don Santana tiene en Chiquinquirá, finca llamada "Aposentos",
palabra que significa "casa grande, para dar alojamiento a
indios y campesinos”.
En
1585, llega de España, una sencilla mujer, llamada María Ramos,
familiar de la esposa de Don Antonio de Santana, y se va a trabajar
como doméstica, a la casa de ellos en Chiquinquirá.
Allí,
en el ranchejo que hace de Capilla, encuentra María Ramos, el cuadro
que en 1578, había sido quitado de la Capilla de Sutamarchán, por
estar demasiado viejo y borrado, pero ahora sí que es cierto, que
está deteriorado. Todo es agujero y mugre.
La
piadosa mujer lo observa, y al ser informada, de que en un tiempo,
fue una imagen de la Santísima Virgen, pero que por estar ya, en tan
en mal estado, se ha empleado, para poner semillas a secar al sol;
entonces ella se dedica a quitarle el polvo
y la mugre, y lo cuelga en una especie de marco.
María
Ramos pasa largos ratos de rodillas allí, ante el borroso cuadro,
pidiendo a la Virgen que la consuele, porque extraña su casa y su
patria, y rogándole que por favor, se digne hacerse un poco más
visible, porque allí, en aquella tela, casi no se notaba su imagen.
Pasan
los meses, y María Ramos suplicaba: "Rosa del cielo, ¿cuándo
te pondremos contemplarla bien?".
La
Renovación
Dice
la crónica de aquel tiempo: así las cosas, el día 26 de diciembre
de 1586, a eso de las 9 de la mañana, pasaba una india cristiana,
llamada Isabel, que llevaba de la mano, a su hijo de 4 años, llamado
Miguel, y al pasar por frente a la Capilla, le dijo: "Madre
mía, mire a la Madre de Dios, que está en el suelo",
y se volvió la india hacia el altar, y vio como la imagen de la
Madre de Dios, estaba en el suelo, despidiendo de sí, un resplandor
celestial, que inundaba toda la Capilla.
Quedó
asombrada la india, y muy despavorida, le dijo en altas voces a María
Ramos: "mire señora, que la Madre
de Dios, se ha bajado del sitio donde estaba, y parece que se está
quemando".
Volvió
María Ramos el rostro, y vio que la imagen de la Santísima Virgen,
estaba de la manera que decía la india, y admirada de ver tan
estupendo portento, llena de asombro y pasmo, dando goces y
derramando lágrimas, fue corriendo hasta el sitio, donde estaba la
imagen, y arrodillándose, se quedó mirándola, y rezándole con
gran fe y devoción.
A
los clamores de María Ramos y de la india, acudió Juana de Santana,
y juntas, las tres piadosas mujeres, postradas de rodillas,
estuvieron largo rato, contemplando gozosas, aquellos resplandores de
Gloria, que llenaban de luz la Capilla, y de alegría los corazones.
Y
sigue diciendo la crónica de aquel tiempo: "Estaba
la milagrosa imagen en el suelo, recostada e inclinada hacia el
altar, en el mismo sitio, en el que acostumbraba hacer oración María
Ramos. La pintura se había vuelto tan renovada, y de celestiales
colores, que era una gloria el verla”.
Cesaron
los resplandores que despedía, la milagrosa imagen de la madre de
Dios, y después de un rato, con respeto y devoción, levantaron de
aquel sitio, el milagroso cuadro, y lo colocaron en el puesto que
había ocupado antes, sobre el altar.
"Apenas
estuvo colocado el cuadro en su sitio, llegaron otro tanto de mujeres
del servicio, y viendo la bendita imagen, en aquella hermosura nunca
vista, y con el rostro tan encendido, renovada de colores toda la
imagen, que se quedaron asombradas, y postrándose de rodillas todos
los presentes, hicieron adoración, y todo aquel día, estuvo llena
de gente, la humilde Capilla, pues muchos venían a dar gracias a
Dios, y a contemplar la maravillosa imagen, y la celestial hermosura,
que se ve en el presente.
La
fama de tan impresionante suceso, corrió rápidamente por todo el
vecindario. Indios y españoles, comenzaron a acudir de todos los
alrededores, y en un par de meses, todo el territorio del virreinato
de la Nueva Granada, estaba informado del acontecimiento, y los
milagros empezaron a multiplicarse.
A
los 15 días, llegó el párroco de Sutmarchán, a comprobar el
hecho. Se quedó admirado de la renovación milagrosa. Habiendo
reverenciado a la Virgen, con mucha devoción, llamó a los testigos,
que habían presenciado la Renovación, y ante un escribano, les hizo
hacer declaraciones juramentadas, de lo que habían visto, con todos
sus detalles.
Todos
declararon, bajo la gravedad del juramento, lo que acabamos de
narrar, y el 10 de enero de 1587, en sobre cerrado y sellado, fueron
enviadas estas declaraciones, al Arzobispo de Santa Fe de Bogotá.
El
Señor Arzobispo, ante la noticia de que de todas partes, se dirigen
peregrinos, a rezar ante el famoso cuadro, envía a unos
investigadores especiales, a indagar todos los detalles, y después
de mil averiguaciones, los especialistas concluyen, que lo
acontecido, es algo excepcional, algo divino.
Entonces
el Señor Arzobispo en persona, se va a visitar el cuadro, y no le
queda más que repetir las palabras, que dijo Jacob en la Biblia:
"Verdaderamente Dios está en este
sitio, y yo no lo sabía" (Gn. 28, 16).
Las
gentes, acudían de todas la regiones, y la Madre bendita, comenzó a
obrar curaciones y conversiones, en favor de los devotos. Pero
el milagro más grande, y más frecuente, que la Virgen de
Chiquinquirá hace a sus devotos, es la de la Conversión, para que
dejen su vida de pecado, y empiecen una vida como Dios la desea.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que sepamos hacer relucir en nuestros
corazones, la imagen borrosa debida a nuestros pecados, de nuestra
Madre del Cielo. Bendice Señor por siempre, a la República de
Colombia, con la Paz y la Unión Nacional, y que esa Paz se irradie a
toda la región. Bendice también a la República Argentina, con las
mismas bendiciones, en su nuevo aniversario de la independencia, que
celebra hoy. Amén.
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