miércoles, 31 de julio de 2019


Segunda Feria, 29 de julio

Santa Marta


Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?”

Dichosos los que pudieron hospedar al Señor, en su propia casa” - San Agustín

Breve
Etim.: Marta: "señora; jefe de hogar".
La pregunta de Jesús, nos interpela a nosotros hoy mismo, como lo hizo con Santa Marta. En las prioridades de nuestra vida, tendremos la respuesta sincera.

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Marta es hermana de María y de Lázaro, y vivía en Betania, pequeña población, distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús, Nuestro Señor, vivía en Galilea, pero cuando visitaba Jerusalén, acostumbraba hospedarse en la casa, de estos tres discípulos en Betania, que tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea, por la de Judea. Marta se esforzó en servirle, lo mejor que pudo, y más tarde, con sus oraciones, impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice, que "Jesús amaba a Marta, y a su hermana María y Lázaro" (Jn 11:5).

Lucas añade:
"Yendo ellos de camino, entró en un pueblo, y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana, llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada, en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola, en el trabajo?. Dile pues que me ayude»”  -Lucas 10:38-40.

No podemos estar seguros, de la motivación de Marta, al hacer su petición al Señor, pero todo parece indicar, que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo, sabía que era imperfecto.

Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, está mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia, para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. “¿Por qué la otra no hace nada, y soy yo la que trabajo?”.

El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido, y establece prioridades:

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»  -Lucas 10: 41-42

Esa única cosa de la que hay necesidad, es de poner todo el corazón, en amar a Dios, atender lo que Jesús que nos dice, para elevarnos de nuestra miseria.

Toda vida activa, debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación, lleva al alma a dispersarse. y perder de vista el fin. La vida contemplativa, se concentra en Dios, y se une a Él, por la Adoración y el Amor.

La vida contemplativa, es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación, es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María, y afirmó: "sólo una cosa es necesaria". Eso significa, que la salvación eterna, debe ser nuestra única preocupación.

Si contemplamos, como van las cosas en cualquier Iglesia, podremos ver muchas actividades, programas, ideas... Es relativamente fácil, hacer cosas por Jesús, pero ¡ cuánto nos cuesta, estar en silencio ante su Presencia !. En seguida, pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero, y más importante, es atenderlo a Él directamente, por medio de la oración.

Jesús encontró más digna de alabanza, la actitud contemplativa de María. ¡Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante Él para escucharle!. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma, en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

Entonces, ¿no es necesario trabajar?. Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo dé fruto, debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado, al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar, que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera, hacer nada bien, sin el Señor.

San Agustín escribe: "Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú". San Basilio y San Gregorio Magno, consideran a la hermana María, modelo evangélico de las almas contemplativas, y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.

La resurrección de Lázaro
El capítulo 11 de San Juan, narra el gran milagro, de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión, vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte, mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas, le enviaron un empleado, con este sencillo mensaje: "Señor, aquel que Tú amas, está enfermo". Es un mensaje de confianza, en que Jesús va actuar a su favor.

Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo, sin moverse de donde estaba. A los Apóstoles les dice: "Esta enfermedad, será para gloria de Dios". Y luego les añade: "Lázaro, nuestro amigo, ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido, sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer".

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania; la casa estaba llena de amigos y conocidos, que habían llegado a dar el pésame, a las dos hermanas. Tan pronto Marta, supo que Jesús venía, salió a su encuentro, y le dijo: "Oh Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano; pero aún ahora, yo sé que cuánto pidas a Dios, te lo concederá".

Jesús le dice: "Tu hermano resucitará".

Marta le contesta: "Ya sé que resucitará el último día, en la resurrección de los muertos".

Jesús añadió: "Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá. ¿Crees esto?".

Marta respondió: "Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".

Jesús dijo: "¿Dónde lo han colocado?". Y viendo llorar a Marta, y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: "Mirad cómo lo amaba".

Y fue al sepulcro, que era una cueva, con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: "Quiten la piedra". Le responde Marta: "Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días, que está enterrado". Le dice Jesús: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?". Quitaron la piedra, y Jesús dijo en voz alta: "Lázaro ven afuera". Y el muerto salió, llevando el sudario, y las vendas en sus manos.

El Banquete
Marta aparece también en un banquete, en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta, como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces, ya lo sabía atender al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.

De los años siguientes de la santa, no tenemos ningún dato, históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia, y evangelizó Tarascón. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.

Los primeros en dedicar una celebración litúrgica, a Santa Marta, fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de Santa María Magdalena, impropiamente identificada con su hermana María.

Santa Marta, es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.

Bibliografía:
Salesman, P. Eliécer,  Vidas de los Santos # 3
Sgarbossa, Mario y Luigi Giovannini - Un Santo Para Cada Día

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Del oficio de lectura, 29 de Julio, Santa Marta

Dichosos los que pudieron hospedar al Señor, en su propia casa

De los sermones de San Agustín, Obispo
Sermón 103, 1-2,6

Las palabras del Señor nos advierten, que en medio de la multiplicidad de ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender.

Tender, porque somos todavía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún, de su posesión. Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender hacia ella, porque sólo así, podremos un día llegar a término.

Marta y María eran dos hermanas, unidas no sólo por su parentesco de sangre, sino también por sus sentimientos de piedad; ambas estaban estrechamente unidas al Señor, ambas le servían durante su vida mortal, con idéntico fervor. Marta lo hospedó, como se acostumbra a hospedar, a un peregrino cualquiera.

Pero en este caso, era una servidora, que hospedaba a su Señor, una enferma al Salvador, una criatura al Creador. Le dio hospedaje, para alimentar corporalmente a Aquel, que la había de alimentar con su Espíritu.

Porque el Señor, quiso tomar la condición de esclavo, para así ser alimentado por los esclavos, y ello no por necesidad, sino por condescendencia, ya que fue realmente una condescendencia, el permitir ser alimentado. Su condición humana, lo hacía capaz de sentir hambre y sed.

Así pues, el Señor fue recibido, en calidad de huésped, Él, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron; pero a cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, adoptando a los siervos, y convirtiéndolos en hermanos, redimiendo a los cautivos, y convirtiéndolos en coherederos.

Pero que nadie de vosotros diga: «Dichosos han sido, los que pudieron hospedar al Señor, en su propia casa». No te sepa mal, no te quejes, por haber nacido en un tiempo, en que ya no puedes ver al Señor, en carne y hueso; esto no te priva de aquel honor, ya que el mismo Señor afirma: “Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.

Por lo demás, tú, Marta –dicho sea con tu venia, y bendita seas por tus buenos servicios–, buscas el descanso, como recompensa de tu trabajo. Ahora estás ocupada, en los mil detalles de tu servicio; quieres alimentar unos cuerpos que son mortales, aunque ciertamente, son de santos; pero, ¿por ventura, cuando llegues a la patria celestial, hallarás peregrinos a quienes hospedar, hambrientos con quienes partir tu pan, sedientos a quienes dar de beber, enfermos a quienes visitar, litigantes a quienes poner en paz, muertos a quienes enterrar?.

Todo esto allí ya no existirá; allí sólo habrá lo que María ha elegido: allí seremos nosotros alimentados, no tendremos que alimentar a los demás. Por esto, allí alcanzará su plenitud y perfección, lo que aquí ha elegido María, la que recogía las migajas de la mesa opulenta, de la palabra del Señor. ¿Quieres saber lo que allí ocurrirá?. Dice el mismo Señor, refiriéndose a sus siervos: Os aseguro que los hará sentar a la mesa, y los irá sirviendo.

Oración: Dios todopoderoso y Eterno, ya que tu Hijo aceptó la hospitalidad de Santa Marta, y se albergó en su casa; concédenos por los méritos y la intercesión de esta santa mujer, servir fielmente a Cristo en nuestros hermanos, y que nuestro corazón, sea una morada digna de tu realeza, y así poder ser recibidos, como premio, en tu casa del cielo. A Tí Señor, que nos prometiste que te ibas para preparar en el cielo, las mansiones que nos tienes reservadas. Amén.

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