sábado, 13 de julio de 2019


Sábado 13 de julio

San Enrique II


Rey y Emperador, del Sacro Imperio Romano Germánico

972-1024

Breve
Piadoso rey y emperador, instruido desde pequeño, por los monjes benedictinos.

Supo ser un fiel reflejo, del Rey de los Reyes, a quien sirvió durante toda su vida.

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San Enrique nace en Baviera, en el año 973; es descendiente de Otón el Grande, y de Carlomagno. Nació en el castillo de su padre, el duque de Baviera, junto al río Danubio.

En su juventud, vive junto a los monjes, del monasterio benedictino de Hildesheim. De ellos recibe una educación completa, fundamentada en el amor a Dios.

Completa su educación, bajo el obispo de Regensburg, San Wolfang. ¡Que preparación tan estupenda, para ser un gran rey, sabiendo que todo rey, como todo cristiano, debe representar a Jesucristo, Rey de reyes!.

En el año 995, sucedió a su padre, en el gobierno del ducado de Baviera. El 1002, es proclamado en Maguncia, rey de Germania. En el año 1014, el Papa Benedicto VIII, lo consagra en Roma, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El Papa, como reconocimiento de su celo por la fe, le regala un globo de oro, rematado en una cruz. Enrique lo agradece, entiende el simbolismo, y lo manda llevar, a la abadía de Cluny, Francia.

Su esposa es Cunegunda, santa mujer. San Enrique, aplicó los valores evangélicos a las decisiones del gobierno, comprendiendo que era su deber como rey, reinar bajo la autoridad de Cristo. Se distinguió por su interés, en la reforma de la vida de la Iglesia, en la defensa de sus derechos, y en promover la actividad misionera.

Fundó varios obispados, y dotó a los monasterios. Influye en la conversión, de San Esteban de Hungría, que se había casado con una hermana suya. Se opone al cisma del antipapa Gregorio, y apoya a Benedicto VIII. Mantiene amistad con Odilón, abad de Cluny. Juntos trabajan en la reforma eclesiástica, restituyendo la disciplina, y la observancia regular. Trabajó mucho por la paz.

Al final de su vida, Enrique II, llamado con razón el Piadoso, se retira al monasterio de Vanne. El abad Ricardo, le ordena volver al trono, pero muere poco después, el 13 de julio del 1024, en el castillo de Grona.

Fue canonizado el 1146, por Su Santidad Eugenio III.

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Del oficio de lectura del 13 de Julio, San Enrique
Proveía a la paz y tranquilidad de la Iglesia
De la Vida antigua de San Enrique

El bienaventurado siervo de Dios, después de haber sido consagrado rey, no contento, con las preocupaciones del gobierno temporal, queriendo llegar a la consecución, de la corona de la inmortalidad, se propuso también trabajar, en favor del supremo Rey, a quien servir es reinar.

Para ello, se dedicó con suma diligencia, al engrandecimiento del culto divino, y comenzó a dotar y embellecer, en gran manera, a las iglesias. Creó en su territorio, el obispado de Bamberg, dedicado a los príncipes de los Apóstoles, Pedro y Pablo, y al glorioso mártir San Jorge, y lo sometió, con una jurisdicción especial, a la Santa Iglesia Romana; con esta disposición, al mismo tiempo que reconocía, el honor debido, por disposición divina, a la primera de las sedes, daba solidez a su fundación, al ponerla bajo tan excelso patrocinio.

Con el objeto de dar una muestra clara, de la solicitud con que aquel bienaventurado varón, proveyó a la paz y a la tranquilidad, de su Iglesia recién fundada, con miras incluso a los tiempos posteriores, intercalamos aquí el testimonio de una carta suya:

«Enrique, rey por la gracia de Dios, a todos los hijos de la Iglesia, tanto presentes como futuros. Las saludables enseñanzas de la revelación divina, nos instruyen y amonestan, a que dejando de lado los bienes temporales, y posponiendo las satisfacciones terrenas, nos preocupemos por alcanzar, las mansiones celestiales, que han de durar para siempre.

Porque la gloria presente, mientras se posee, es caduca y vana, a no ser que nos ayude en algún modo, a pensar en la eternidad celestial. Pero la misericordia de Dios, proveyó en esto, una solución al género humano, dándonos la oportunidad, de adquirir una porción de la patria celestial, al precio de las posesiones humanas.

Por lo cual, Nos, teniendo en cuenta esta designación de Dios, y conscientes de que la dignidad regia, a que hemos sido elevados, es un don gratuito de la divina misericordia, juzgamos oportuno, no sólo ampliar las iglesias, construidas por nuestros antecesores, sino también edificar otras nuevas, para mayor gloria de Dios, y honrarlas de buen grado, con los dones que nos sugiere nuestra devoción.

Y así, no queriendo prestar oídos sordos, a los preceptos del Señor, sino con el deseo, de aceptar con sumisión los consejos divinos, deseamos guardar en el cielo los tesoros, que la divina generosidad nos ha otorgado, allí donde los ladrones no horadan ni roban, y donde no los corroen, ni la polilla ni la herrumbre; de este modo, al recordar los bienes, que vamos allí acumulando en el tiempo presente, nuestro corazón vive ya, desde ahora en el cielo, por el deseo y el amor.

Queremos, por tanto, que sea conocido de todos los fieles, que hemos erigido en sede episcopal, aquel lugar, heredado de nuestros padres, que tiene por nombre Bamberg, para que en dicho lugar, se tenga siempre memoria de Nos, y de nuestros antecesores, y se inmole continuamente, la víctima saludable, en provecho de todos los fieles, que viven en la verdadera fe». Amén.

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Hoy también celebramos, con Amor y Agradecimiento, la memoria de los siguientes Santos y Mártires:

-Beata Angelina de Marsciano, Viuda

-San Anacleto, papa y mártir. Natural de Atenas, convertido por San Pedro, nos dice San Ignacio, escribiendo a los Tralienses, el Apóstol le ordenó de diácono y sacerdote. En el año 83, fue electo para suceder a San Cleto, en el papado. Preceptuó, que todos cuantos asistiesen a la misa, comulgasen. Mandó construir y consagró, la primera basílica, en honor de los Santos Apóstoles, llamada la Memoria, o Trofeo de los Apóstoles. En el año 96 fue martirizado en Roma.

-Santos Joel y Esdras, profetas, ss. VII y V antes de Jesucristo.
-San Silas, discípulo de San Pablo, Macedonia, s. I.
-San Serapión, mártir, s. III.
-San Miropio, mártir, Isla de Quíos, 250.
-San Eugenio y compañeros mártires. Cartago, s. V.
-San Turiaf, obispo de Bretaña (Francia), 749.
-Santas Maura y Brígida, mártires, Beauvais (Francia), s. V.
-Beato Santiago de Voragine, arzobispo de Génova, 1298. Celoso prelado, teólogo y comentarista afamado, es autor de una Leyenda de los Santos (Leyenda dorada), la primera traducción de la Biblia en italiano, una Suma de las virtudes y los vicios, y un Tratado de las alabanzas de la Virgen, entre otros escritos.

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Oración: Oh Dios, que has llevado a San Enrique, movido por la generosidad de tu gracia, a la contemplación de las cosas eternas, desde las preocupaciones del gobierno temporal, concede a nuestros gobernantes, por sus ruegos, y los de los santos y mártires de este día, caminar hacia Ti, con sencillez de corazón, en medio de las vicisitudes de este mundo, sabiendo ser poderosos guardianes de la Fe, la Justicia y la Misericordia. A Tí Señor que eres Rey de Reyes, y te encuentras a la diestra del Padre, y Reinas con Él por los Siglos de los Siglos. Amén.




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