Sexta
Feria, 13 de Octubre
Beata
Alejandrina María da Costa
1904-1955
Alma
víctima de la Eucaristía y de la consagración al Corazón
Inmaculado de María
Se
alimentaba únicamente de la Eucaristía
“El
infierno es la más terrible bajeza”
Breve
Alejandrina Maria da Costa, fué un miembro laico de la Unión Salesiana. Se tiró por una ventana a la edad de 14 años, para preservar su virginidad. Quedó paralizada por la caída. Desde su cama llevó un maravilloso apostolado como alma víctima de oración, reparación y consejería espiritual para muchos que la visitaban.
Alejandrina Maria da Costa, fué un miembro laico de la Unión Salesiana. Se tiró por una ventana a la edad de 14 años, para preservar su virginidad. Quedó paralizada por la caída. Desde su cama llevó un maravilloso apostolado como alma víctima de oración, reparación y consejería espiritual para muchos que la visitaban.
Resumen
Alejandrina,
ofreciendo así su pasión, se convierte en alma víctima por amor a
la Eucaristía, y la consagración al Inmaculado Corazón, mensajes
fundamentales de Fátima.
En
respuesta a su valiente petición, los dolores se empezaron a
agudizar hasta convertirse en casi insoportables. Noche tras noche,
con fiebre muy alta, Alejandrina permanecía despierta, recostaba la
cabeza sobre su almohada, y con sus manos apretaba fuertemente el
rosario como exprimiendo alivio de sus cuentas: "Oh, Jesús",
exclamaba en sollozos, repitiendo la oración enseñada por Nuestra
Señora en Fátima, "es porque te amo, por la conversión de
los pecadores, y en reparación por las ofensas al Inmaculado Corazón
de María".
Vive
la Pasión de Jesucristo
Alejandrina
experimentó 180 éxtasis de la Pasión, que eran
precedidos por muchas horas de terror, que se hacían sobrecogedoras,
a medida que el mediodía del Viernes Santo se acercaba.
El
miedo era generalmente acompañado por una inmensa tristeza, nausea,
y una sensación de terrible aislamiento. Por siete años no pudo
olvidar su primera crucifixión. Escribe: "Todo parecía
estar presente frente a mi, sentía el miedo y el horror de esas
horas amargas, la ansiedad de mi director espiritual a mi lado, y las
lágrimas de mi familia aterrorizada".
Minutos
después del mediodía del 3 de octubre de 1938, Nuestro Señor la
invitó a sumergirse en Su Pasión: "Ves
hija mía, el Calvario esta listo, ¿aceptas?".
Alejandrina valientemente aceptó. Testigos
aguantaban la respiración mientras ella entraba en éxtasis, y
recobrando el uso de sus miembros paralizados,
casi levitó de la cama, y emprendió los movimientos de agonía del
Getsemaní al Calvario. Los éxtasis de la Pasión fueron filmados, y
las imágenes forman parte importante para la causa de su
beatificación en Roma.
Al
terminar uno de los éxtasis a las 3.00 p.m., Alejandrina levantó
sus brazos en acción de gracias, e inmediatamente, agotada en
horror, lloró: "¡¡No Jesús, No Jesús, crucifícame!!".
¡¡Perdón, perdón, perdón!!!. Ellos tienen el mismo derecho que
tengo yo, porque tú moriste en la cruz por ellos, como lo hiciste
por mí. Jesús no quiero que ningún alma vaya al infierno. Te amo
por ellos. Perdónalos, Jesús, acuérdate de mí en mi crucifixión.
El infierno es la más terrible
bajeza". Este relato nos recuerda, uno de los
diálogos de la mística Santa Gemma Galgani a fines del siglo XIX.
Días
después, Alejandrina sufrió dolores atroces, empezó a vomitar
sangre, y fue torturada por una sed tan fogosamente intensa, que el
agua no la saciaba, y que no podía ni siquiera tragar una gota.
Empezó
a percibir, literalmente, el "fuerte
olor del pecado": "Eran
olores increíblemente repugnantes" recuerda en
su autobiografía. "me traían violetas y perfumes para
acercarlos a mi nariz, pero los apartaba porque todavía estaba
atormentada por ese vil olor. Solo el recuerdo de estas cosas me
hacen sufrir".
Se
alimenta exclusivamente de la Eucaristía
Un
día escuchó la voz del Señor, que le decía: "No te
alimentarás más con comida en la tierra. Tu comida será mi Carne,
tu bebida será mi Divina Sangre, tu vida será mi Vida. Tú la
recibes de mí, cuando una mi corazón al tuyo. No tengas miedo, ya
no serás más crucificada como en el pasado, ahora nuevas pruebas te
esperan que serán las más dolorosas. Pero al final, yo te llevaré
al cielo, y la Santísima Madre te acompañará".
Durante
los últimos trece años de su vida, Alejandrina no comió, ni bebió
nada. Se alimentaba únicamente de la Eucaristía. Su sed solo
podía ser saciada por Dios mismo. Todos estos hechos, fueron
cuidadosamente documentados por reconocidos médicos profesionales.
Alejandrina
compartió a su director espiritual, lo que Nuestro Señor le había
dicho: "Estás viviendo solo de la Eucaristía, porque quiero
mostrarle al mundo entero el poder de la Eucaristía, y el poder de
Mi vida en las almas".
Durante
su larga agonía, escuchó la voz del Señor que le decía: "Dame
tus manos, porque quiero clavarlas con las mías. Dame tu cabeza,
porque quiero coronarlo con mis espinas, como me hicieron a Mí. Dame
tu corazón, porque quiero traspasarlo con una lanza, como me
traspasaron el mío. Abandónate completamente en Mí... Ayúdame en
la redención de la humanidad".
Santa
Muerte
Alejandrina
muere poco después de recibir la Sagrada Eucaristía, el 13 de
octubre de 1955, en el 38 aniversario del milagro del sol en Fátima.
Sus últimas palabras, entre murmuraciones, antes de morir fueron:
"No lloren por mí, hoy soy
inmensamente feliz... por fin me voy al Cielo".
Y
a los sacerdotes, peregrinos y periodistas que abarrotaban el lugar,
le dio un mensaje que debe mover a toda la humanidad: "No
pequen más. Los placeres de esta vida no valen NADA. Reciban la
Comunión; recen el rosario todos los días. Esto lo resume TODO".
Oración:
Señor mío y Dios mío. Que la tremenda agonía de la beata
Alejandrina, nos ayude a aliviar las contrariedades de la Vida, y
poder ser siempre castos de corazón como lo fué ella, y San Eduardo
III. Por nuestro Señor Jesucristo, Ayer, Hoy y Siempre. Amén.
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