domingo, 1 de octubre de 2017

Domingo 1 de Octubre

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS Y DE LA SANTA FAZ


(1873-1897)

"La Florecita", "Santa Teresita de Lisieux"

Patrona de las misiones

Doctora de la Iglesia

Breve
Nació en Alençon (Francia), en el año 1873. Siendo aún muy joven, ingresó en el monasterio de carmelitas de Lisieux, ejercitándose sobre todo en la humildad, la sencillez evangélica, y la confianza en Dios, virtudes que se esforzó en inculcar, de palabra y de obra, en las novicias.

A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde, en brazos de sus hermanas del Carmelo. En sus momentos postreros, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a San Francisco Javier, como patrona de las misiones.

Murió el día 30 de septiembre del año 1897, ofreciendo su vida por la salvación de las almas, y por el incremento de las vocaciones de la Iglesia. Es patrona de las misiones, y doctora de la Iglesia. 

Sus Reflexiones
El centro de su espiritualidad fue la misericordia o amor de Dios. Por encima de todo, enfatiza siempre la misericordia divina, ante la cual confía, y nada hay que temer.

En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento.

Comprendió que la vida cristiana, no consiste en una serie de grandes empresas, sino de recorrer de buena gana, y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».

RECEMOS JUNTO A SANTA TERESITA
¡Santa Teresa del Niño Jesús!. Durante tu corta vida en la tierra, llegaste a ser espejo de pureza angélica, de amor tan fuerte como el sol, y de total abandono en manos de Dios. Ahora que gozas de las recompensas de tus virtudes, vuelve hacia mí tus ojos de misericordia, pues yo pongo toda mi confianza en tí.

Obtén para mí, la gracia de guardar mi mente y corazón limpios como los tuyos, y que aborrezca sinceramente, cuanto pueda de alguna manera empañar la gloriosa virtud de la pureza, tan querida de nuestro Señor.

Encantadora rosa y reinecita, recuerda tus promesas, de que jamás dejarías sin atender ninguna petición que te hiciera, que enviarías una lluvia de rosas, y vendrías a la tierra para hacer el bien.

Con la confianza que me inspira tu poder ante el Sagrado Corazón, imploro tu intercesión en mi provecho, y me concedas esta gracia que yo tanto deseo (Menciona lo que deseas para tí y tu familia).

Santa "Teresita", recuerda tu promesa de "hacer el bien en la tierra", y que enviarías "una lluvia de rosas" sobre quienes te invoquen. Obtén para mí de parte de Dios las gracias que quiero de su infinita bondad. Que yo experimente el poder de tus oraciones en cualquier necesidad.

Consuélame en todas las amarguras de la vida presente, en especial cuando me llegue la hora de la muerte, para que yo sea digno de tener parte en la felicidad eterna, de la que tú disfrutas en el cielo. Amén.

Oración final
Padre celestial, por medio de Santa Teresa del Niño Jesús, quieres recordar al mundo, el amor misericordioso que llena tu Corazón, y que pongamos en Él nuestra confianza, como los niños en sus padres.

Humildemente, te damos gracias por haber coronado de tanta gloria a tu hija Teresa, siempre fiel, y por haberle dado el admirable poder de acercar a Tí, día tras día, a innumerables almas para que te alaben eternamente.


¡Oh Señor!. Tú dijiste: "Si no vuelven a ser como niños no podrán entrar en el Reino de los Cielos" (Mt 18,3). Concédenos, te rogamos, seguir las huellas de tu virgen Teresa, con humildad y pureza de intención, para que podamos alcanzar los premios eternos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
 

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