Segunda
Feria, 23 de Octubre
San
Juan de Capistrano
Religioso,
predicador
1385-1456
Traían
las cosas de superstición y ocultismo, y las quemaban en hogueras
públicas
«De
aquel cuya vida está desprestigiada, queda también desprestigiada
la predicación»
Breve:
Nació en Capistrano, en la región de los Abruzos, en el año 1386. Estudió derecho en Perusa, y ejerció por un tiempo el cargo de juez.
Nació en Capistrano, en la región de los Abruzos, en el año 1386. Estudió derecho en Perusa, y ejerció por un tiempo el cargo de juez.
Ingresó
en la Orden de los Frailes Menores – Franciscanos -, y ordenado
sacerdote, ejerció incansablemente el apostolado por toda Europa,
trabajando en la reforma de costumbres, y en la lucha contra las
herejías. Murió en Ilok (Austria) el año 1456.
Beatificado:
19 Diciembre 1650 por Inocente X
Canonizado: 16 Octubre 1690 por Alejandro VIII
Canonizado: 16 Octubre 1690 por Alejandro VIII
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Nació
en Capistrano, diócesis de Sulmona, Italia, en 1385.
Hijo
de un caballero francés o alemán, que murió cuando Juan era joven.
Estudió
con esmero en la Universidad de Perugia, (Cerca de Asís).
Fue
abogado y juez. En 1412, fue nombrado gobernador de
Perugia, por Landislaus, rey de Nápoles, quien tenía control de esa
ciudad. Luchó contra la corrupción y el
soborno.
Cuando
estalló la guerra entre Perugia y Malatesta, en 1416, Juan trató de
conseguir la paz, pero lo tomaron como prisionero de guerra. En la
cárcel decidió entregarse del todo a Dios.
Tuvo
un sueño en el que vió a San Francisco, que le llamaba a entrar en
la orden franciscana. Juan se había casado justo antes de caer
preso, pero el matrimonio nunca se consumó, y fue anulado.
Entró
en la orden franciscana en Perugia, el 4 Octubre de 1416. Tenía 30
años, por lo que el maestro de novicios lo puso a prueba, dándole
los más humildes oficios.
Fue
discípulo de San Bernardino de Siena, quien le enseñó teología.
Se distinguió como predicador, aún siendo diácono. Fue ordenado a
los 33 años. Por 40 años, fue predicador itinerante por Italia y
otros países.
Una
vez en Brescia (Italia), predicó a una multitud de 126,000 personas,
que habían venido de las provincias vecinas.
Por
su radical llamada a la conversión y su sencillez, la gente lo
relacionaba con San Juan Bautista. Traían las cosas de
superstición y ocultismo, y las quemaban en hogueras públicas.
Tenía gran fama por su don de curación, y le traían a los enfermos
para que les haga la señal de la cruz.
Como
San Bernardino, propagó la devoción al nombre de Jesús, por lo que
ambos, junto con otros franciscanos, fueron acusados de herejes. Él
defendió al grupo con éxito.
Muchos
jóvenes le seguían a la vida religiosa. Estableció
comunidades franciscanas. Escribió extensivamente, sobre todo contra
las herejías de su época. Muchos de sus sermones se conservan.
Dormía
y comía poco. Hacía mucha penitencia.
Dos
veces, la comunidad franciscana lo eligió como vicario general. En
visita en Francia, conoció a Santa Colette, reformadora de la orden
de las clarisas, a quien ayudó y aconsejó eficazmente.
Juan
tenía gran don para la diplomacia. Era sabio y prudente, sabiendo
medir sus palabras, para que éstas sirvan a la voluntad de Dios.
Cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III)
lo emplearon como embajador en muchas y muy
delicadas misiones diplomáticas, con muy buenos resultados.
Tres veces le ofrecieron nombrarlo obispo de importantes
ciudades, pero prefirió seguir siendo un pobre predicador.
Fue
nuncio apostólico en Austria, donde predicó extensamente, y
combatió la herejía de los husitas. También predicó
con gran fruto en Polonia, invitado por Casimiro IV.
Los
cristianos defienden Europa
En
al año 1451, el Sultán Mahoma II, se lanzó a una campaña con el
fin de lograr la conquista de Europa. Conquistó a Constantinopla en
1453, y entonces se preparó para invadir Hungría.
En
el año 1454, Servia cayó en sus manos. Las noticias procedentes de
Servia eran horribles: quienes se resistían a renunciar a Cristo,
eran torturados. Todo lo que fuese cristiano, era destruido o
confiscado.
En
ese año, San Juan Capistrano participó en la dieta de Frankfort, y
se dispuso a preparar la defensa de Hungría. Fue a Hungría, y
predicó una cruzada en defensa de la cristiandad.
A
la edad de 70 años, el Papa Calixto II lo comisionó para dirigirla.
En Szeged unió el ejército de campesinos, que se había reunido con
el ejército de Hunyady, y ambos se dirigieron a Belgrado.
Se
decía que los cuarteles parecían casas de religiosos, más que
campamentos militares, porque en ellos se rezaba, y se predicaba la
virtud. Se celebraba misa diaria. A Juan Capistrano le tenían un
gran respeto.
La
Batalla de Belgrado, en el año 1456, salva a Europa de los otomanos
Los
otomanos atacaron a Belgrado, y contaban con 200 cañones, 50.000
hombres de caballería, y una gran flota que penetró por el río
Danubio. Ante la superioridad de las fuerzas enemigas, los cristianos
pensaban retirarse.
Pero
intervino San Juan de Capistrano, convenciendo a Hunyady a que
atacara la flota turca, a pesar de ser mucho más numerosa. En el
momento en que los defensores de la ciudad, se iban a retirar dándose
por vencidos, Juan los animó llevando en sus manos una bandera con
la cruz, y gritando sin cesar: "Jesús, Jesús, Jesús".
Recorrió
todos los batallones gritando entusiasmado: "Creyentes
valientes, todos a defender nuestra santa religión". Juan
nunca utilizó las armas de este mundo, sino la oración, la
penitencia y la predicación.
Mientras
se luchaba en Belgrado, el Papa pidió rezar el Angelus por la
victoria. Los otomanos fueron vencidos, y tuvieron que retirarse de
la región. Así se ganó la batalla de Belgrado el 21-22 de julio de
1456.
San
Juan de Capistrano, había ofrecido a Dios su vida por salvar a la
cristiandad. Dios le aceptó su oferta, y pronto murió junto con
Hunyady víctimas del tifo. Los cadáveres de los
muertos en batalla, que fueron incontables, causaron una epidemia de
tifo, que también contagió al santo que ya estaba débil y anciano.
Murió en Villach, Hungría, unos meses más tarde, el 23 de octubre.
En
Estados Unidos su nombre es famoso, por la misión franciscana en
California, que lleva su nombre.
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La vida de los clérigos virtuosos ilumina y serena
Del tratado "Espejo de los clérigos", de San Juan de Capistrano
Parte 1, Venecia 1582, 2
Los
que han sido llamados a ministrar en la mesa del Señor, deben
brillar por el ejemplo de una vida loable y recta, en la que no se
halle mancha ni suciedad alguna de pecado.
Viviendo
honorablemente como sal de la tierra, para sí mismos y para los
demás, e iluminando a todos con el resplandor de su conducta, como
luz que son del mundo, deben tener presente la solemne advertencia
del sublime maestro Cristo Jesús, dirigida no sólo a los apóstoles
y discípulos, sino también a todos sus sucesores, presbíteros y
clérigos: “Vosotros sois la sal de la
tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?. No
sirve más que para tirarla fuera, y que la pise la gente”.
En
verdad es pisado por la gente, como barro despreciable, el clero
inmundo y sucio, impregnado de la sordidez de sus vicios, y envuelto
en las cadenas de sus pecados, considerado inútil para sí y
para los demás; porque, como dice San Gregorio: «De aquel cuya vida
está desprestigiada, queda también desprestigiada la predicación».
Los
presbíteros que dirigen bien, merecen doble honorario, sobre todo
los que se atarean predicando y enseñando. En efecto, los
presbíteros que se comportan con dignidad, son acreedores a un doble
honorario, material y personal o sea, temporal y a la vez espiritual,
que es lo mismo que decir transitorio y eterno al mismo tiempo; pues,
aunque viven en la tierra sujetos a las limitaciones naturales con
los demás mortales, su anhelo tiende a la convivencia con los
ángeles en el cielo, para ser agradables al
Rey, como prudentes ministros suyos.
Por
lo cual, como un sol que nace para el mundo, desde las alturas donde
habita Dios, alumbre la luz del clero a los
hombres, para que vean, sus buenas obras y den gloria al Padre que
está en el cielo.
Vosotros
sois la luz del mundo. Pues, así como la luz no se
ilumina a sí misma, sino que con sus rayos, llena de resplandor todo
lo que está a su alrededor, así también la vida luminosa, de los
clérigos virtuosos y justos, ilumina y serena, con el fulgor de su
santidad, a todos los que la observan.
Por
consiguiente, el que está puesto al cuidado de los demás, debe
mostrar en sí mismo, cómo deben conducirse los otros en la casa de
Dios.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que por intercesión de San
Juan Capistrano, concedas fortaleza y prudencia a los diplomáticos,
políticos, jueces y abogados, en el desempeño de sus tareas. Que
nunca toleren ni el soborno, ni la corrupción.
También
te pedimos por el clero y los religiosos de todo el mundo, para que
sepan predicar con el ejemplo, y sepan defender al rebaño cuando el
lobo se presente en el corazón de la comunidad.
Por
último te pedimos Señor, que por intermedio de San Juan Capistrano,
cese el por completo el entusiasmo por la fiesta de Halloween, y se
valorice profundamente la fiesta de Todos los Santos y de los Fieles
Difuntos.
Por
nuestro Señor Jesucristo que Vive por Siempre, por los Siglos de los
Siglos. Amén.
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