Segunda
Feria, 2 de octubre
LOS
SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS
Cuando
se habla de los ángeles custodios, nos referimos primariamente a los
que ejercen la salvadora tutela de las personas individuales. Cada
uno de nosotros tiene su ángel de la guarda. Dios quiere
que todos los hombres se salven, y que lleguen al conocimiento de la
verdad.
Al
decir todos los hombres no excluimos a ninguno. Tenemos por tanto,
por más congruente a esta voluntad salvífica de Dios, el extender
con la misma universalidad el ministerio tutelar de los ángeles.
Todas las almas han sido redimidas por Cristo, todas están en el
camino de la salvación, todas son defendidas y protegidas por los
ángeles.
Y
muchas almas, nacidas en el paganismo, y misteriosamente salvadas por
la iluminación de !a Fe, deben esto a los ángeles de su guarda. Lo
sabremos el día en que se haga la cuenta universal, del paso de los
hombres por la tierra.
Pero
lo vislumbramos ya, desde ahora, siguiendo el pensamiento de los
teólogos, sobre la salvación de las personas que no creen en Dios,
o que no lo conocen, pero que guardan la ley natural. El ministerio
de los ángeles juega en ellos un papel principal.
Este
ángel nuestro nos acompaña siempre, no nos abandona jamás en esta
vida. En la otra, para quienes hayan alcanzado la gloria,
aún quedan vinculados a su triunfo. Todos
los hombres tienen su ángel custodio.
Pero,
además, lo tienen los reinos v comarcas.
De San Miguel, como ángel del pueblo de Dios, se habla en el libro
del profeta Daniel. Y el pueblo gentil de los persas tenía su ángel.
Así podemos aceptar la doctrina de San Jerónimo, que nos dice que,
"cuando el Altísimo separaba a las
razas, y se constituían los términos de cada pueblo, numeraba los
ángeles que les habían de custodiar".
Y
si esto se dice de los pueblos, lo diremos, con tanta mayor razón,
de la Iglesia católica, difundida de Oriente a Occidente, y de las
Iglesias particulares, de las diócesis y colectividades religiosas.
Los
ángeles custodios deben ser venerados e invocados.
Oración:
¡Oh Dios, que con inefable providencia, te has dignado enviar
a tus santos ángeles para nuestra guarda!, concede a los que te
pedimos, el vernos defendidos por su protección, y gozar eternamente
de su compañía y amistad. Que el ángel custodio de nuestras
naciones, proteja y consuele a todos sus habitantes. Por Cristo
nuestro Señor. Así sea. Amén.
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