domingo, 19 de julio de 2020


19 de julio

San Símaco, 51ª papa


Nació en Córcega, y subió al pontificado en el año 498. Discutida su elección durante mucho tiempo, y negada su legitimidad por el emperador Atanasio, Teodorico, rey de Italia, se declaró por su validez, y expulsó al antipapa Lorenzo.

Uno de los primeros actos de su pontificado, fue la convocatoria a un concilio en Roma, en marzo del año 499; en él se determinó, que sería pontífice legítimo, el que obtuviese la mayor parte de los sufragios, del clero romano.

Entretanto, el emperador Atanasio, publicó un libelo, acusando a Símaco de maniqueísmo, a pesar de que el pontífice, había desterrado a muchos de éstos al África. San Enodio de Pavía, se encargó de refutar este libelo difamatorio, contra el papa.

Durante su pontificado, Símaco apoyó económicamente a los obispos de África, que se encontraban desterrados en Cerdeña, tras las persecuciones a que los vándalos, de doctrina arriana, habían sometido a la Iglesia del norte de África. También concedió la libertad a los esclavos que mantenía la Iglesia, y asimismo, se le atribuye la construcción inicial del Palacio Vaticano.

Murió en 514. en Roma

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San Arsenio

Anacoreta de Egipto


(Roma, 354 - Troe, Egipto, 445)

Apártate del trato con la gente, y ve a la soledad”

Arsenio significa: fuerte, valeroso, valiente.

San Arsenio, fue uno de los monjes más famosos de la antigüedad. Sus dichos o refranes, fueron enormemente estimados. Las gentes hacían viajes de semanas y meses, con tal de ir a consultarle y oír sus consejos.

Cuando el emperador Teodosio el Grande, buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, que era un senador sumamente sabio, y muy práctico en los consejos que sabia dar. Y así durante diez años, tuvo que vivir en el palacio imperial, tratando de educar a los dos hijos del emperador, Arcadio y Honorio.

Pero se dio cuenta, de que el uno era demasiado atrevido, y el otro demasiado apocado, y desilusionado de este fracaso como educador, de los dos futuros emperadores, se dispuso ofrecerle a Dios otra labor, que le fuera de mayor utilidad, para su santificación y salvación.

Y estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara, sobre lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: "Apártate del trato con la gente, y ve a la soledad". Entonces, se dispuso ir al desierto a orar, y a hacer penitencia, con los demás monjes de esa soledad.

Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador, y como alto empleado del Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas, para saber si en verdad, era apto para esa vida de humillación y mortificación. El superior lo recibió fríamente, y al llegar al comedor, no lo hizo sentar a la mesa, sino que lo dejó de pie, junto a su mesa. Luego, en vez de pasarle un plato de comida, le lanzó una tajada de pan al piso, y le dijo secamente: "Si quiere comer algo, recoja eso".

Arsenio se inclinó humildemente, recogió la tajada de pan, y se sentó en el suelo a comer. El superior, al observar este comportamiento admirable, lo consideró lo suficientemente humilde, como para ser recibido como monje, y lo aceptó en el monasterio, diciendo a los demás religiosos: "Éste será un buen hermano".

Arsenio había pasado toda su vida, en el alto gobierno, y en lujosos palacios, tratando con gente de mundo, y conservaba algunas costumbres mundanas, que los otros monjes, no hallaban como corregírselas, porque le tenían mucho respeto. Entonces dispusieron irlo corrigiendo indirectamente, poco a poco. Así por ejemplo, él acostumbraba montar la pierna, mientras estaba rezando en la capilla.

Y los demás para quitarle la tal costumbre, le dijeron a un monje joven, que mientras rezaban, tuviera la pierna montada, y que ellos le llamarían la atención por eso. Y así lo hicieron, regañando fuertemente al joven por esa actitud. Arsenio entendió muy bien la lección, y se corrigió.

San Arsenio se hizo famoso, por sus penitencias extraordinarias. Un día llegó un alto empleado del imperio, a llevarle un documento, en el cual se le comunicaba, que un senador riquísimo, le dejaba en herencia todas sus grandes riquezas, y que se fuera a reclamarlas.

El santo exclamó: "Antes de que él muriera en su cuerpo, yo morí en mis ambiciones y avaricias. No quiero riquezas mundanas, que me impidan adquirir las riquezas del cielo". Y renunció a todo esto, en favor de los pobres.

Con frecuencia, pasaba toda la noche en oración. Los sábados al anochecer, empezaba a rezar de rodillas, con los brazos en cruz, y permanecía así, hasta que caía por el suelo desmayado.

Tenía 40 años, cuando abandonó el palacio imperial, donde tenía todas las comodidades, para irse a un tremendo desierto, donde todo faltaba. Desde los 40 años y hasta los 95 años, estuvo orando, ayunando y haciendo penitencias en el desierto, por la conversión de los pecadores, la extensión de la religión, y el perdón de sus propios pecados.

Como hombre de mundo, y de política que había sido, sentía una gran inclinación a tratar con la gente, y a charlar con los demás, pero ahora, en cambio, hacía todo lo posible, por retirarse del trato con todos, y vivir en la más completa soledad.

Cuando un día, el superior le llamó la atención, porque no se prestaba a quedarse a charlar, con las numerosísimas personas que iban a consultarle, y le respondió: "Dios sabe que los quiero con toda mi alma, y que gozo inmensamente charlando con ellos, pero como penitencia, tengo que abstenerme lo más que pueda, de las charlatanerías. El Señor me ha dicho, que si quiero santificarme, tengo que hacer la mortificación, de apartarme del trato con las gentes".

En verdad que a cada persona, Dios la lleva a la santidad por caminos diversos. A unos los hace santos, haciendo que se dediquen totalmente, a tratar con los demás para salvarlos, y a otros les ha pedido, que con el sacrificio de no tratar tanto con la gente, le ganen también almas para el cielo.

Por muchos siglos, han sido enormemente estimados, los dichos o frases breves, que San Arsenio acostumbraba decir a las gentes. Desde remotas tierras, iban viajeros, ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas, pero sumamente provechosas. Recordemos algunos de sus dichos:

"Muchas veces, he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido, de haber guardado silencio".

"Siempre he sentido temor, a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador".

El religioso, debe preguntarse frecuentemente: "¿Para qué abandoné el mundo, y me hice religioso?, y responderse: Me hice religioso, porque quiero santificarme y salvar mi alma”.

Si esto no lo consigo - la santificación - he perdido totalmente mi tiempo". Esta frase, ha conmovido a muchos santos. Por ejemplo, San Bernardo, la tenía escrita así en su habitación: "Bernardo: ¿a qué viniste a la vida religiosa? - Quiero salvar mi alma y santificarme".

San Arsenio pedía consejos espirituales, a monjes que eran muchísimo más ignorantes que él. Le preguntaron por qué lo hacía, y respondió: "Yo sé idiomas, literatura, filosofía y política, pero en lo espiritual, soy un analfabeto. En cambio, estos religiosos, que no hicieron estudios especiales, son unos especialistas en espiritualidad, y de ello, saben mucho más que yo".

Un religioso le preguntó, por qué los sabios del mundo, que conocen tantas ciencias, y han leído muchos libros, son tan ignorantes, en lo que se refiere a la santidad, y en cambio, tanta gentecita ignorante, progresa tan admirablemente en lo espiritual, y el santo respondió: "Es que la ciencia infla y llena de orgullo, y en un corazón orgulloso, Dios no hace obras de arte en santidad. En cambio, los humildes conocen su debilidad, su ignorancia y su insuficiencia, y ponen toda su confianza en Dios, y en ellos sí hace prodigios de santificación, Nuestro Señor".

Arsenio era muy conocido por su presencia venerable. Alto, flaco, bien parecido, con una barba larguísima y muy blanca, su hermosa figura descollaba majestuosamente, entre los demás monjes. Y su santidad, superaba a la de los demás compañeros.

Las gentes lo veneraban inmensamente, y sus consejos han sido apreciados por muchos siglos. Que Arsenio ruegue por nosotros, y nos consiga una santidad como la suya.

A los noventa y cinco años, le llevó Dios, lleno de méritos, en el año 449.

De toda palabra indebida que diga una persona, tendrá que rendir cuentas el día del juicio”. (Jesucristo, Mt. 12,36).

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Santa Macrina la Joven


Etimológicamente significa “resplandeciente”. Viene de la lengua griega.

SANTA MACRINA LA JOVEN (327-380) nació en el Ponto, cerca del Mar Muerto, en la actual Turquía, en una familia dotada, con la bendición de la santidad; fue discípula de San Gregorio, el Taumaturgo..

Santa Macrina la Joven, fue la primogénita de los diez hijos de Basilio y Santa Emelia; también era nieta de Santa Macrina la Mayor, en cuyo honor la bautizaron así.

Tres de sus hermanos, alcanzaron igualmente la santidad: San Basilio el Grande, en quien influyó sobremanera, San Gregorio de Nisa, quien escribió su biografía, y San Pedro de Sebastea, que fue educado solamente por ella.

A los 12 años, Santa Macrina la Joven, ya había sido prometida en matrimonio, pero al morir quien habría de ser su esposo, decidió que nunca se casaría. Más bien, ella fue de gran ayuda para su madre, en el cuidado y educación de sus hermanos.

Cuando su madre quedó viuda, Santa Macrina la Joven, le propuso convertir su casa, en Anessi, en un claustro, y así comenzaron a llevar una vida monacal, en la que incluyeron a la servidumbre, en condiciones completamente igualitarias. Hacia el año 356, este monasterio se encontraba en pleno auge.

En el año 373 falleció su madre, y Santa Macrina, pasó a ser la superiora del monasterio. Su hermano Gregorio, ya había sido designado Obispo de Nisa, y en el año 379, al pasar éste por Anessi, a visitar a su hermana, la encontró sumamente enferma.

Después de haber disfrutado ambos hermanos, de una profunda charla espiritual, Santa Macrina la Joven, murió en el año 380. Fue sepultada a poca distancia de su monasterio, en la iglesia de los Cuarenta Mártires de Sebastea.

SANTA MACRINA LA JOVEN, nos enseña el valor de encontrar, el justo medio entre el trabajo activo, y la vida contemplativa.

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Recordamos hoy también con Amor y Agradecimiento a los siguientes Santos y Mártires.

-San Sisenando, diácono y mártir. Nació en Beja (Badajoz); fue a Córdoba a estudiar, y entró con los jóvenes que se educaban, en la iglesia de San Acisclo. Después del martirio de sus amigos y compañeros, Pedro y Walabonso, se propuso imitar su ejemplo, y se ofreció al cadí, que le decapitó dejando colgado su cuerpo, a la puerta del palacio de los emires.

-San Pablo de Córdoba, diácono y mártir. Son muy pocos los datos, con los que contamos de este santo cordobés. Debió nacer hacia finales del siglo VIII, o a principios del IX, en la ciudad de los califas, la Córdoba española. También sabemos que era diácono,

Como tal, atiende desde la Iglesia de San Zoilo, a quienes sufren necesidad, en su Córdoba natal. Después del martirio de San Sisenando, él es llevado también al patíbulo, ejecutándose la sentencia, el 20 de julio del año 851.

Su cuerpo fue dejado a los animales, pero algunos cristianos consiguieron rescatarlo, y darle sepultura en la iglesia de San Zoilo, donde había prestado sus servicios.

-San Epafras; fue discípulo de San Pablo, y ordenado obispo de Colosos (Asia Menor). Padeció martirio en el siglo II. Su cuerpo, traído a Roma, se conserva en Santa María la Mayor.

-Santa Aurea, mártir, hermana de los Santos Adulto y Juan. Después de enviudar, entró en el monasterio de Cuteclara, permaneciendo en él más de veinte años, practicando las más ásperas penitencias. En el año 856, Mohamed mandó degollarla, como blasfema de Mahoma, y colgar su cuerpo, en un palo junto al Guadalquivir.

-San Martín, obispo de Tréveris (Alemania), 210.
-San Félix, obispo de Verona.
-San Reticio, obispo de Autun (Francia), 334.
-San Liberio, obispo de Poitiers.

-San Ambrosio, abad de Volturne (Italia), 778. Escritor eclesiástico, muy celebrado, por sus comentarios escriturísticos, sobre el Cantar de los Cantares, el Apocalipsis, el Levítico, y sus tratados ascéticos, de “El combate de los vicios y las virtudes”, imitación de la Psicomoquia del poeta Prudencio, También escribió sobre los siete pecados capitales, y varias homilías.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que esta maravillosa constelación de Santos y Mártires, sea un aliciente, para que nos sintamos impulsados a recibir tu Gracia, que se derrama como una lluvia torrencial de Luz y Amor, sobre nuestras cabezas y corazones. Que ellos nos iluminen y fortalezcan en la Fe y la Devoción, a tu Santo Nombre. Por Nuestro Señor Jesucristo, que Vive y Reina junto a Tí, por los Siglos de los Siglos. Amén.

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