Sexta
Feria, 22 de Febrero
La
cátedra del Apóstol San Pedro
La
festividad de la Cátedra de San Pedro, se celebraba en Roma ya en el
siglo IV, en este día, para poner de manifiesto, la unidad de la
Iglesia, fundada en la persona del Apóstol.
San
Pedro
Vicente Macip 1525
Vicente Macip 1525
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La
Iglesia de Cristo se levanta, sobre la firmeza de la Fe de San Pedro
De
los sermones de San León Magno, Papa
(Sermón
4, en el aniversario de su consagración episcopal, 2-3: PL 54,
149-151)
De
todos se elige a Pedro, a quien se pone al frente de la misión
universal de la Iglesia, de todos los apóstoles, y de los Padres de
la Iglesia; y aunque en el pueblo de Dios, hay muchos sacerdotes y
muchos pastores, a todos los gobierna Pedro, aunque todos son regidos
eminentemente, por Cristo.
La
bondad divina ha concedido a este hombre, una excelsa y admirable
participación de su poder, y todo lo que tienen de común con Pedro
los otros jerarcas, les es concedido por medio de Pedro.
El
Señor pregunta a sus apóstoles, qué es lo que los hombres opinan
de Él, y en tanto coinciden sus respuestas, en cuanto reflejan la
ambigüedad de la ignorancia humana.
Pero
cuando urge, qué es lo que piensan los mismos discípulos, es el
primero en confesar al Señor, aquel que es primero, en la dignidad
apostólica. A las palabras de Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios vivo, le responde el Señor: ¡Dichoso
tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie
de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Es
decir: «Eres verdaderamente dichoso,
porque es mi Padre, quien te lo ha revelado; la humana opinión no te
ha inducido a error, sino que la revelación del cielo te ha
iluminado, y no ha sido nadie de carne y hueso, sino que te lo ha
enseñado Aquel, de quien soy el Hijo único».
Y
añade: Ahora te digo yo, esto es: «Del mismo modo que mi Padre
te ha revelado mi divinidad, igualmente yo ahora, te doy a conocer tu
dignidad: Tú eres Pedro, que soy la piedra inviolable, la piedra
angular que ha hecho de los dos pueblos una sola cosa; yo, que soy el
fundamento, fuera del cual nadie puede edificar, te digo a ti, Pedro,
que eres también piedra, porque serás fortalecido por mi poder, de
tal forma, que lo que me pertenece por propio poder, sea común a
ambos, por tu participación conmigo».
Sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. «Sobre esta fortaleza –quiere decir–
construiré el templo eterno, y la sublimidad de mi Iglesia, que
alcanzará el cielo, y se levantará sobre la firmeza de la fe de
Pedro».
El
poder del infierno, no podrá con esta profesión de Fe, ni la
encadenarán los lazos de la muerte, pues estas palabras son palabras
de vida. Y del mismo modo, que lleva al cielo a los confesores de la
fe, igualmente arroja al infierno, a los que la niegan.
Por
esto dice al bienaventurado Pedro: “Te
daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra,
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo”.
La
prerrogativa de este poder, se comunica también a los otros
apóstoles, y se transmite a todos los obispos de la Iglesia, pero no
en vano, se encomienda a uno, o que se ordena a todos; de una forma
especial, se otorga esto a Pedro, porque la figura de Pedro, se pone
al frente de todos los pastores de la Iglesia.
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BENEDICTO
XVI
AUDIENCIA
GENERAL
Miércoles
22 de febrero de 2006
La
audiencia general del miércoles 22 de febrero, se celebró en dos
momentos sucesivos: el primero en la basílica de San Pedro, y el
segundo en la sala Pablo VI
(En
la Basílica de San Pedro)
Queridos
amigos, deseo dar una cordial bienvenida, a todos los presentes en
esta basílica, cuyo ábside hoy, está adornado e iluminado, con
ocasión de la fiesta de la Cátedra del Apóstol Pedro.
En
particular, os saludo a vosotros, queridos estudiantes y profesores
del colegio San Francisco de Lodi, que conmemoráis el cuarto
centenario de vuestra escuela, fundada por los padres barnabitas; así
como a vosotros, queridos alumnos y profesores, del Instituto María
Inmaculada de Roma.
La
fiesta de hoy, que nos invita a mirar a la Cátedra de San Pedro, nos
estimula a alimentar la vida personal y comunitaria, con la fe
fundada en el testimonio de San Pedro, y de los demás Apóstoles. Si
imitáis su ejemplo, también vosotros, queridos amigos, podréis ser
testigos de Cristo, en la Iglesia y en el mundo.
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(En
la sala Pablo VI)
La
Cátedra de San Pedro, don de Cristo a su Iglesia
Queridos
hermanos y hermanas:
La
liturgia latina, celebra hoy la fiesta de la Cátedra de San Pedro.
Se trata de una tradición muy antigua, atestiguada en Roma desde el
siglo IV, con la que se da gracias a Dios, por la misión encomendada
al apóstol San Pedro, y a sus sucesores.
La
"cátedra", literalmente, es la sede fija del obispo,
puesta en la iglesia madre de una diócesis, que por eso se llama
"catedral", y es el símbolo de la autoridad del obispo, y
en particular de su "magisterio", es decir, de la enseñanza
evangélica, que en cuanto sucesor de los Apóstoles, está llamado a
conservar y transmitir a la comunidad cristiana.
Cuando
el obispo, toma posesión de la Iglesia particular que le ha sido
encomendada, llevando la mitra y el báculo pastoral, se sienta en la
cátedra. Desde esa sede guiará, como maestro y pastor, el camino de
los fieles en la Fe, en la Esperanza y en la Caridad.
¿Cuál
fue, por tanto, la "cátedra" de San Pedro?. Elegido por
Cristo como "roca", sobre la cual edificar la Iglesia, (cf.
Mt 16, 18), comenzó su ministerio en Jerusalén, después de la
Ascensión del Señor, y de Pentecostés.
La
primera "sede" de la Iglesia fue el Cenáculo, y es
probable que en esa sala, donde también María, la Madre de Jesús,
oró juntamente con los discípulos, a Simón Pedro, le tuvieran
reservado un puesto especial.
Sucesivamente,
la sede de Pedro fue Antioquía, ciudad situada a orillas del río
Oronte; en Siria (hoy en Turquía), en aquellos tiempos, tercera
metrópoli del Imperio Romano; después de Roma, y Alejandría en
Egipto.
De
esa ciudad, evangelizada por San Bernabé y San Pablo, donde "por
primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristianos"
(Hch 11, 26), por tanto, donde nació el nombre de cristianos para
nosotros, San Pedro fue el primer obispo, hasta el punto de que el
Martirologio romano, antes de la reforma del calendario, preveía
también una celebración específica, de la Cátedra de San Pedro en
Antioquía.
Desde
allí, la Providencia llevó a Pedro a Roma. Por tanto, tenemos el
camino desde Jerusalén, Iglesia naciente, hasta Antioquía, primer
centro de la Iglesia procedente de los paganos, y todavía unida con
la Iglesia, proveniente de los judíos.
Luego
Pedro se dirigió a Roma, centro del Imperio, símbolo del "Orbis"
—la "Urbis" que expresa el "Orbis", la tierra—,
donde concluyó con el martirio de su vida, al servicio del
Evangelio.
Por
eso, la sede de Roma, que había recibido el mayor honor, recogió
también el oficio encomendado por Cristo a Pedro, de estar al
servicio de todas las Iglesias particulares, para la edificación y
la unidad, de todo el pueblo de Dios.
Así,
la sede de Roma, después de estas migraciones de San Pedro, fue
reconocida como la del sucesor de Pedro, y la "cátedra" de
su obispo, representó la del Apóstol encargado por Cristo, de
apacentar a todo su rebaño.
Lo
atestiguan los más antiguos Padres de la Iglesia, como por ejemplo
San Ireneo, obispo de Lyon, pero que venía de Asia menor, el cual,
en su tratado “Contra las herejías”, describe la Iglesia de
Roma, como "la más grande, más antigua, y más conocida por
todos, que la fundaron, y establecieron los más gloriosos apóstoles
Pedro y Pablo"; y añade: "Con esta Iglesia, a
causa de su origen más excelente, debe necesariamente estar de
acuerdo toda la Iglesia, es decir, los fieles de todas partes"
(III, 3, 2-3).
A
su vez, un poco más tarde, Tertuliano afirma: "¡Cuán
feliz es esta Iglesia de Roma!. Fueron los Apóstoles mismos, quienes
derramaron en ella, juntamente con su sangre, toda la doctrina"
(La prescripción de los herejes, 36).
Por
tanto, la cátedra del Obispo de Roma, representa no sólo su
servicio a la comunidad romana, sino también su misión de guía, de
todo el pueblo de Dios.
Celebrar
la "Cátedra" de San Pedro, como hacemos nosotros,
significa por consiguiente, atribuirle un fuerte significado
espiritual, y reconocer que es un signo privilegiado, del amor de
Dios; Pastor bueno y eterno, que quiere congregar a toda su Iglesia,
y guiarla por el camino de la salvación.
Entre
los numerosos testimonios de los Santos Padres, me complace recordar
el de San Jerónimo, tomado de una de sus cartas, escrita al Obispo
de Roma, particularmente interesante, porque hace referencia
explícita, precisamente a la "cátedra" de Pedro,
presentándola como fuente segura de verdad
y de paz.
Escribe
así San Jerónimo: "He decidido
consultar a la cátedra de Pedro, donde se encuentra la fe, que la
boca de un Apóstol exaltó; vengo ahora a pedir un alimento para mi
alma, donde un tiempo fui revestido de Cristo. Yo no sigo un primado
diferente del de Cristo; por eso, me pongo en comunión con tu
beatitud, es decir, con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esta
piedra, está edificada la Iglesia" (Cartas I,
15, 1-2).
Queridos
hermanos y hermanas, en el ábside de la basílica de San Pedro, como
sabéis, se encuentra el monumento a la Cátedra del Apóstol, obra
madura de Bernini, realizada en forma de gran trono de bronce,
sostenido por las estatuas de cuatro doctores de la Iglesia, dos de
Occidente, San Agustín y San Ambrosio, y dos de Oriente, San Juan
Crisóstomo y San Atanasio. Os invito a deteneros ante esta obra tan
sugestiva, que hoy se puede admirar, decorada con muchas velas, para
orar en particular por el ministerio, que Dios me ha encomendado.
Elevando
la mirada hacia la vidriera de alabastro, que se encuentra
exactamente sobre la Cátedra, invocad al
Espíritu Santo, para que sostenga siempre con su luz y su fuerza, mi
servicio diario a toda la Iglesia. Por esto, como por vuestra devota
atención, os doy las gracias de corazón.
Saludos
Saludo
cordialmente a los visitantes, venidos de España y de Latinoamérica,
de modo especial a los peregrinos de la parroquia de Matamorosa
(Santander), al colegio San José Obrero de Hospitalet (Barcelona), y
al grupo de la universidad Cardenal Herrera, de Moncada (Valencia),
así como a los peregrinos de Chile. Gracias de corazón, por
vuestras oraciones, y por vuestra atención.
(En
italiano)
Mi
pensamiento va finalmente, a los enfermos y a los recién casados.
Vosotros, queridos enfermos, ofreced al Señor, vuestros momentos de
prueba, para que se abran las puertas de los corazones, al anuncio
del Evangelio. Y vosotros, queridos recién casados, sed testigos del
amor de Cristo, que os ha llamado a realizar un proyecto de vida
común.
(22
de febrero de 2006) © Innovative Media Inc.
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos
y el martirio de San Pedro Apóstol, puedan todos los pontífices,
guardar con rectitud el rebaño que le has sido confiado, sintiendo
su paternal protección, y enseñando con profundo celo, las
enseñanzas vertidas en el Evangelio. A Tí Señor que eres cabeza de
la Iglesia Universal, y Vives y Reinas, por los Siglos de los Siglos.
Amén.
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