domingo, 24 de febrero de 2019


Domingo 24 de febrero

San Modesto, Obispo († 486)


Latin: "Modestus". Medus: medida. El que observa la medida justa

Breve
Obispo penitente. Alentó al pueblo, en medio de la devastación de la guerra, y corrigió la indisciplina del clero. Logró muchas conversiones.

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Archidiocesis de Madrid

Su apelativo bien pronunciado, indica al poseedor de una virtud, altamente costosa de conseguir, y dice mucho con relación a la templanza, que ayuda al perfecto dominio de sí. Buen servicio hizo esta virtud al santo, que la llevó en su nombre.

El pastor de Tréveris – Oeste de Alemania – trabaja, y se desvive por los fieles de Jesucristo, allá por el siglo V. Lo presentan los escritos, que narran su vida, adornado con todas las virtudes, que debe llevar consigo un Obispo.

Al leer el relato, uno va comprobando, que con modalidades diversas, el hombre continúa siendo el mismo, a lo largo de la historia. No cambia en su esencia, no son distintos sus vicios, y ni siquiera se puede decir, que no sea un indigente, de los mismos remedios, ayer que hoy.

Precisamente, en el orden de lo sobrenatural, las necesidades corren parejas por el mismo sendero, las virtudes a adquirir son siempre las mismas, y los medios disponibles son idénticos. Fueron inventados hace mucho tiempo, y el hombre ha cambiado poco, y siempre por fuera.

Modesto es un buen obispo, que se encuentra con un pueblo invadido, y su población asolada, por los reyes francos Merboco y Quildeberto.

A su gente, le pasa lo que suele suceder, como consecuencia del desastre de las guerras. Soportan todas las consecuencias del desorden, del desaliento, del dolor de los muertos, y de la indigencia. Están descaminados los usos y costumbres de los cristianos; abunda el vicio, el desarreglo y el libertinaje.

Para colmo de males, si la comunidad cristiana está deshecha, el estado en que se encuentra el clero, es aún más deplorable. En su mayor parte, están desviados, sumidos en el error, y algunos nadan en la corrupción.

El obispo está al borde del desaliento; lleno de dolor, y con el alma encogida por lo que ve y oye. Es muy difícil, poner de nuevo en tal desierto, la semilla del Evangelio. Humanamente, la tarea se presenta con dificultades, que parecen insuperables.

Reacciona haciendo cada día más suyo, el camino que bien sabía, habían tomado con éxito los santos. Se refugia en la oración; allí gime en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplaque su ira.

Apoya el ruego con generosa penitencia; llora los pecados de su pueblo, y ayuna. Sí, son muchas las horas pasadas con el Señor, como confidente, y recordándole que al fin y al cabo, las almas son suyas.

No deja otros medios que están a su alcance, y que forman parte del ministerio. También predica. Va poco a poco en una labor lenta; comienza a visitar las casas, y a conocer directamente a su gente. Sobre todo, los pobres se benefician primeramente, de su generosidad. En esas conversaciones de hogar, instruye, anima, da ejemplo y empuja en el caminar.

Lo que parecía imposible se realiza. Hay un cambio entre los fieles, que supo ganar con paciencia y amabilidad. Ahora es el pueblo quien busca a su Obispo, porque quiere gustar más de los misterios de la fe. Ya estuvieron sobrado tiempo, siendo rudos, ignorantes y groseros.

Murió -y la gente decía que era un santo el que se iba- el 24 de febrero del año 486.

El relato reafirma juntamente, la pequeñez del hombre -el de ayer y el de hoy- y su grandeza.
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Otros santos San Modesto

Hay varios santos con este nombre:
San Modestus, maestro de S. Vitus, martir bajo Diocleciano (c. AD 304)
San Modestus, diácono, mártir. Quemado en 303 AD
San Modesto, obispo de Trier, †489
San Modestus de Jerusalem †634
Santos Tiberio y Modestus, mártires bajo Diocleciano; venerados en Montpellier.

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San Modestus de Jerusalén


Obispo, Restaurador y Mártir
634

Restauró los templos de lugares santos de Jerusalén, después de la invasión persa. El rey de Persia, Cosroes, en el año 600, invadió a Palestina, y devastó la Iglesia, tanto a las personas, como a las construcciones. Mató a millares de cristianos, a otros los vendió como esclavos; a otros, entre ellos al arzobispo de Jerusalén, San Zacarías, los desterró.

El emperador Heráclito de Constantinopla, derrotó a Cosroes, y le quitó la Santa Cruz, que se habían robado los persas de Jerusalén, y quiso él mismo ir a la ciudad santa para restaurarla. Al ver la devastación, el emperador lloró.

Habiendo muerto San Zacarías en el destierro, Modesto, superior de un convento de Palestina, fue escogido como sucesor. Se dedicó con todas sus fuerzas, a restaurar los templos, poniendo atención en conservar lo original.

Lo primero que reconstruyó, fue el templo del Santo Sepulcro, y luego el de Getsemaní, el Huerto de los Olivos, y la Casa de la Última Cena, o Cenáculo. Después siguieron, centenares de otras iglesias y capillas.

Una de las grandes contribuciones, fue la del Arzobispo de Alejandría en Egipto, que le envió mil cargas de harina para los obreros, mil trabajadores, mil láminas de hierro, y mil bestias de carga.

Un 18 de diciembre, mientras llevaba un valioso cargamento de ayuda, para la restauración de los santos lugares, fue envenenado para poder robarle los tesoros que llevaba.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que a imitación de tus santos siervos San Modesto, podamos nosotros guardar siempre la justa medida, en todos los pensamientos, deseos y actos de nuestra vida, buscando sólo la Gloria de tu Santo Nombre. A Tí Señor, que transformaste al Agua en Vino, con la medida justa en las bodas de Caná, haz lo mismo con nuestro espíritu, cuando se fusione en tu Misericordia, con el tuyo. Amén.



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