sábado, 16 de febrero de 2019


Sábado 16 de febrero

Santa Juliana de Nicomedia


Virgen y Mártir
(† 305)

Fue vista peleando con Satanás disfrazado, hasta que finalmente lo sometió, manteniéndolo en el piso, y sujetándolo con una cadena

Es invocada en contra de las enfermedades contagiosas

Durante la última gran persecución, antes de la legalización del cristianismo, en el Imperio Romano, el Emperador Diocleciano ordenó la matanza de miles de cristianos, a causa de su fidelidad a la fe cristiana.

Entre tantos jóvenes que dieron sus vidas, en vez de abandonar la fe en Jesucristo, estuvo Santa Juliana, Virgen y Mártir. Su memoria se celebra, en el aniversario de su martirio, el 16 de febrero del año 305.

Según la Martiriología de Beda el Venerable, Juliana vivía en la ciudad de Nicomedia, en Bitinia (actualmente en Turquía). Juliana fue martirizada por la fe, cuando se negó a contraer matrimonio, con un oficial romano.

Su padre, el pagano Africano, era un funcionario ambicioso en las legiones romanas, y desdeñaba a Juliana, simplemente por el hecho de haberse convertido en cristiana. En contra de su voluntad, la comprometió con el Senador Eleusio, el cual sentía sólo desprecio por su fe y por su castidad.

Cuando Eleusio se enteró, de que Juliana no se convertiría en su esposa, decidió que entonces no sería la esposa de nadie. Su llamado al cristianismo, había dejado a Juliana sin familia propia.

Ambos hombres, al fallar en su propósito de someter a esta santa a su voluntad, la trataron brutalmente: el padre de Juliana la azotó y la torturó. Eleusio la hizo encerrar en la cárcel, donde fue vista peleando con Satanás disfrazado, hasta que finalmente lo sometió, manteniéndolo en el piso, y sujetándolo con una cadena.

Juliana sufrió una muerte de mártir. Se cuenta que primero, fue quemada parcialmente en una hoguera; luego fue zambullida en un caldero lleno de aceite hirviente; y finalmente, la muy sufrida santa, fue liberada de sus torturas terrenales, por el acto instantáneo y caritativo de la decapitación.

La lucha de Juliana con Satanás, era una de las historias favoritas de la Iglesia medieval. Lo que aún fascina, es su gran significado psicológico: se dice que Satanás, se le apareció a la santa como un ángel de luz. Su propósito era persuadir a Juliana, a creer que todo a lo que había renunciado en este mundo, era, de hecho, bueno.

La martirología romana nos dice, que el padecimiento de Juliana sucedió en Nicomedia, pero es más probable que haya muerto en Nápoles, de pronto en Cumae, donde se dice que sus reliquias son veneradas. Algunas de estas reliquias, se encuentran hoy día en Bruselas, Bélgica, en la Iglesia de Nuestra Señora de Sablon.

Aunque su historia, fue la fuente de muchos cuentos románticos, según Beda el Venerable, Juliana es claramente una figura histórica, ya que San Gregorio Magno, solicitó reliquias del Obispo Fortunato de Nápoles, para un oratorio que una cristiana rica, construyó en honor a Santa Juliana, y otros santos en Campania, Italia.

Sin embargo, la tradición en el norte de España, mantiene que es allí que está enterrada, en un pueblo cerca del Mar de Cantabria, que de ella toma su nombre, Santillana del Mar. Santillana es una contracción de Santa-Iuliana. La Iglesia de Santa Juliana en Santillana, es una abadía (colegiata) al estilo románica, con más de mil años de antigüedad.

En el arte, Santa Juliana es a veces mostrada en un caldero, guiando a Satanás encadenado, o con una corona, y llevando una cruz sobre su pecho. Es invocada en contra de las enfermedades contagiosas.

En la pintura y ventanales eclesiásticos de la Edad Media, Santa Juliana es mostrada frecuentemente, batallando con un dragón con alas; usualmente ella lleva una cadena para amarrarlo. También puede ser vista con un dragón a sus pies.

Aunque hay elementos inciertos en su historia, y puede que haya añadiduras legendarias, Santa Juliana es una Santa sumamente apropiada, especialmente para los jóvenes, que confrontan a diario los falsos valores, y las atracciones de la sociedad moderna.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de Santa Juliana, sepamos distinguir claramente, la camuflada presencia satánica, y mantenernos firmemente alejados, de sus insinuaciones y tentaciones, que a diario nos ofrece. A Tí Señor, que supiste rechazar sus insinuaciones en el desierto. Amén.

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