Quinta
Feria, 28 de diciembre
Santos
Inocentes
Murieron
por Cristo los niños inocentes, su gloria será eterna
La Masacre
de los Santos Inocentes
Daniele da Volterra,
pintor y escultor, manerista
italiano, 1509-1566,
Galleria degli Uffizi, Florencia
Daniele da Volterra,
pintor y escultor, manerista
italiano, 1509-1566,
Galleria degli Uffizi, Florencia
Las
madres padecieron por un tiempo, ahora comparten el triunfo.
“Una
voz se escucha en Ramá: gemidos y llanto amargo: Raquel está
llorando a sus hijos, y no se consuela, porque ya no existen"
-Jr 31,15.
Los
Santos Inocentes: De acuerdo a un relato del Evangelio de San
Mateo (2, 13-13), el Rey Herodes mandó matar a los niños de Belén,
menores de dos años, al verse burlado por los magos de Oriente, que
habían venido para saludar a un recién nacido de estirpe regia.
A
partir del siglo IV, se estableció una fiesta para venerar a estos
niños, muertos como "mártires", en sustitución de Jesús.
La devoción hizo el resto. En la iconografía, se les presenta como
niños pequeños y de pecho, con coronas y palmas, en alusión a su
martirio.
La
tradición oriental los recuerda el 29 de diciembre; la latina, el 28
de diciembre. La tradición concibe su muerte, como "bautismo
de sangre" (Rm 6, 3) y preámbulo al "éxodo
cristiano", semejante a la masacre de otros niños hebreos, que
hubo en Egipto antes de su salida de la esclavitud, a la libertad de
los hijos de Dios (Ex 3,10; Mt 2,13-14).
En nuestro tiempo continúa la masacre de inocentes. Millones son masacrados por el aborto, millones más mueren abandonados al hambre, o son niños soldados... ¿Qué actitud tomamos nosotros?.
En nuestro tiempo continúa la masacre de inocentes. Millones son masacrados por el aborto, millones más mueren abandonados al hambre, o son niños soldados... ¿Qué actitud tomamos nosotros?.
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Oficio
de Lectura, 28 de Diciembre, Los Santos Inocentes, Mártires
Todavía
no hablan, y ya confiesan a Cristo
De
los sermones de San Quodvultdeus, Obispo
Sermón
2 sobre el Símbolo
Nace
un niño pequeño, un gran Rey. Los magos son atraídos desde lejos;
vienen para adorar, al que todavía yace en el pesebre, pero que
reina al mismo tiempo en el cielo y en la
tierra. Cuando los magos le anuncian que ha nacido un Rey,
Herodes se turba, y para no perder su reino, lo quiere matar; si
hubiera creído en Él, estaría seguro aquí en la tierra, y
reinaría sin fin en la otra vida.
¿Qué
temes, Herodes, al oír que ha nacido un Rey?. Él
no ha venido para expulsarte a ti, sino para vencer al Maligno.
Pero tú no entiendes estas cosas, y por ello te turbas y te ensañas,
y para que no se escape al que buscas, te muestras cruel dando muerte
a tantos niños.
Ni
el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres por la
muerte de sus hijos, ni los quejidos y los gemidos de los niños, te
hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños,
porque el temor te ha matado a ti el corazón. Crees que si consigues
tu propósito, podrás vivir mucho tiempo, cuando precisamente
quieres matar a la misma Vida.
Pero
Aquél, fuente de la gracia, pequeño y grande, que yace en el
pesebre, aterroriza tu trono, actúa por medio de ti, que ignoras sus
designios, ya que libera las almas de la
cautividad del demonio. Ha contado a los hijos de los
enemigos, en el número de los adoptivos.
Los
niños, sin saberlo, mueren por Cristo; los padres hacen duelo por
los mártires que mueren. Cristo ha hecho dignos testigos suyos, a
los que todavía no podían hablar. He aquí de qué manera reina el
que ha venido para reinar. He aquí que el
liberador concede la libertad, y el salvador la salvación.
Pero
tú, Herodes, ignorándolo, te turbas y te ensañas, y mientras te
encarnizas con un niño, lo estás enalteciendo mientras lo ignoras.
¡Oh
gran don de la gracia!. ¿De quién son los merecimientos, para que
así triunfen los niños?. Todavía no
hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía
no pueden entablar batalla, valiéndose de sus propios miembros, y ya
consiguen la palma de la victoria.
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, por todos los niños
y niñas del mundo, para que siempre veamos en ellos a Tí mismo, que
naciste como niño de la Virgen María. A Tí te lo pedimos Señor,
que nos enseñaste que sólo siendo niños, llegaremos a las moradas
eternas. Amén.
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