Cuarta
Feria, 20 de Diciembre
SANTO
DOMINGO DE SILOS, abad
(+1073)
Nació
en La Rioja, España, cerca del año 1000. Entró de religioso con
los Padres Benedictinos, en el famoso monasterio de San Millán de la
Cogolla, y estando allí, hizo grandes progresos espirituales,
recibiendo del Espíritu Santo, la inspiración para interpretar los
temas de la Revelación Divina, contenidos en la Sagrada Biblia.
Llegó a ser superior del convento, y en sólo dos años restauró
totalmente aquella construcción que ya estaba deteriorada.
Un
día llegó el rey de Navarra, a exigirle que le entregara los
cálices sagrados, y lo más valioso que hubiera en el convento, para
dedicar todo esto a los gastos de guerra. Santo Domingo se le
enfrentó valientemente, y le dijo: “Puedes matar el cuerpo, y a
la carne hacer sufrir, pero sobre el alma no tienes ningún poder. El
evangelio me lo ha dicho, y a él debo creer, que sólo a quien tiene
poder de echar el alma al infierno, a ése debo temer”.
El
rey de Navarra, lleno de indignación desterró al abad Domingo. Al
enterarse de lo ocurrido, el rey Fernando I de Castilla, lo mandó
llamar, y le confió el Monasterio de Silos, que estaba en un sitio
estéril y alejado; además se hallaba en estado de total abandono y
descuido, tanto en lo material como en lo espiritual. Santo Domingo
demostró ser un genio organizador, con un gran talento para la
restauración.
Levantó
un monasterio ideal, y formó, entre otras cosas, una biblioteca
llena de los mejores libros de ese tiempo, transformando aquella casa
en un lugar de trabajo y oración.
Santo
Domingo de Silos, logró liberar a más de 300 cristianos que estaban
prisioneros, y eran utilizados como esclavos por los musulmanes. Por
esta razón se le representa frecuentemente acompañado de hombres
con cadenas. Murió el 20 de diciembre del año 1073, y todavía se
conserva el famoso monasterio de Santo Domingo.
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro. que por los méritos y la
intercesión de Santo Domingo de Silos, podamos hacer frente con
dignidad a cualquier ataque contra los símbolos de nuestra Fe, tales
como crucifijos, cálices, imágenes sagradas, y fundamentalmente el
templo sagrado en donde te dignaste morar: nuestro propio cuerpo. Que
Santo Domingo de Silos nos ayude a preservarlo y liberarlo de toda
mancha, y así permanecer como tu digna morada, hasta que Tú nos
recibas en las mansiones celestiales. A Tí Señor que Vives y
Reinas, por los Siglos de los Siglos. Amén.
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