lunes, 16 de noviembre de 2015

Segunda Feria, 16 Noviembre

Santa Margarita de Escocia

c. 1045- 16 Nov. 1093
Vivió ejemplarmente como madre y como reina.
Día de su fiesta: Santidad del matrimonio y de la familia

Nieta del rey Edmund Ironside de Inglaterra.
Bisnieta-sobrina de San Esteban de Hungría.

Nació en Hungría alrededor del año 1046 mientras su familia estaba exilada por la invasión danesa de Inglaterra.

Fue dada en matrimonio a los 24 años al rey de Escocia, Malcon III. Tuvo ocho hijos, uno de los cuales fue Santa Maud, esposa de Enrique I.
Margarita fundó abadías y utilizó su posición para trabajar en favor de la justicia y los pobres.

Su esposo e hijo mayor murieron defendiendo a Escocia de la invasión de Inglaterra. Ella le entregó su profundo dolor a Dios y cuatro días más tarde murió también.

Murió en Edimburgo el año 1093.  Enterrada frente al altar mayor en Dunfermline, Escocia.
Canonizada en 1251 por el Papa Inocencio IV
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Oficio de lectura, 16 de noviembre, Santa Margarita de Escocia
Santidad del matrimonio y de la familia
De la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano II, #48

El hombre y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne, con la íntima unión de personas y de obras se ofrecen mutuamente ayuda y servicio, experimentando así y logrando más plenamente cada día el sentido de su propia unidad.

Esta íntima unión, por ser una donación mutua de dos personas, y el mismo bien de los hijos exigen la plena fidelidad de los esposos y urgen su indisoluble unidad.
El auténtico amor conyugal es asumido por el amor divino y se rige y enriquece por la obra redentora de Cristo y por la acción salvífica de la Iglesia, para que los esposos sean eficazmente conducidos hacia Dios y se vean ayudados y confortados en su sublime papel de padre y madre.

Por eso, los esposos cristianos son robustecidos y como consagrados para los deberes y dignidad de su estado, gracias a este sacramento particular; en virtud del cual, cumpliendo su deber conyugal y familiar, imbuidos por el espíritu de Cristo, con el que toda su vida queda impregnada de fe, esperanza y caridad, se van acercando cada vez más hacia su propia perfección y mutua santificación, y así contribuyen conjuntamente a la glorificación de Dios.

De ahí que, cuando los padres preceden con su ejemplo y oración familiar, los hijos, e incluso cuantos conviven en la misma familia, encuentran más fácilmente el camino de la bondad, de la salvación y de la santidad. Los esposos, adornados de la dignidad y del deber de la paternidad y maternidad, habrán de cumplir entonces con diligencia su deber de educadores, sobre todo en el campo religioso, deber que les incumbe a ellos principalmente.

Los hijos, como miembros vivos de la familia, contribuyen a su manera a la santificación de sus padres, pues, con el sentimiento de su gratitud, con su amor filial y con su confianza, corresponderán a los beneficios recibidos de sus padres y, como buenos hijos, los asistirán en las adversidades y en la soledad de la vejez.
El estado de viudez, cuando se acepta con ánimo valiente como una continuidad del amor conyugal, será honrado por todos. La familia comunicará generosamente con otras familias sus riquezas espirituales. 

Por consiguiente, la familia cristiana, al brotar del matrimonio, es imagen y participación de la unión amorosa entre Cristo y la Iglesia, manifestará a todos la viva presencia del Salvador en el mundo, la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya sea con el amor de los esposos, con su generosa fecundidad, con su unidad y fidelidad, ya sea también con la amable cooperación de todos los miembros de la familia.


Oración: Te pedimos Señor que por intercesión de Santa Margarita de Escocia, nuestros gobernantes promuevan leyes protectoras de la familia, reforzando la autoridad de los padres y el sentido de obediencia de los hijos. Por nuestro Señor Jesucristo Ayer, Hoy y Siempre. Amén.

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