viernes, 13 de noviembre de 2015

Quinta Feria, 13 de noviembre


San Leandro, arzobispo de Sevilla
(540- 600)
Breve
Hermano de los santos Fulgencio, Florentina e Isidoro, presidió el Concilio III de Toledo (año 589), en el que se logró la conversión del rey visigodo Recaredo y la unidad católica de la nación española. Murió hacia el año 600, y su cuerpo fue trasladado a la catedral hispalense.
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Defensor y restaurador de la fe
Del libro de San Isidoro, obispo, sobre los varones ilustres
Cap. 41: PL 83, 1103-1104

Leandro, hijo de Severino, natural de Cartagena, fue, primeramente, monje y, después, metropolitano de la Bética. Era hombre de condición apacible, de extraordinaria inteligencia y de preclarísima moralidad y doctrina. La conversión de los visigodos, de la herejía arriana a la fe católica, fue fruto de su constancia y prudencia. Antes había sufrido destierro, y aprovechó este tiempo para redactar dos volúmenes contra los arrianos y una exhortación, a su hermana Florentina, sobre la vida consagrada y el desprecio del mundo.
Trabajó asiduamente en la restauración litúrgica, arregló el Salterio y compuso sentidas melodías para la santa misa, Laudes y salmos. Escribió variedad de cartas al papa Gregorio, a su propio hermano y a varios prelados. Gobernó su diócesis en tiempos del rey Recaredo.
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Gozo de la unidad de la Iglesia
De la homilía pronunciada por San Leandro en honor de la Iglesia, al final del Concilio III de Toledo.
PL 72, 894-895

Regocíjate y alégrate, Iglesia de Dios, gózate porque formas un solo cuerpo para Cristo. Armate de fortaleza y llénate de júbilo. Tus aflicciones se han convertido en gozo. Tu traje de tristeza se cambiará por el de alegría. Ya queda atrás tu esterilidad y pobreza. En un solo parto diste a Cristo innumerables pueblos. Grande es tu Esposo, por cuyo imperio eres gobernada. Él convierte en gozo tus sufrimientos y te devuelve a tus enemigos convertidos en amigos.

No llores ni te apenes, porque algunos de tus hijos se hayan separado de ti temporalmente. Ahora vuelven a tu seno gozosos y enriquecidos.

Fíate de tu cabeza, que es Cristo. Afiánzate en la fe. Se han cumplido las antiguas promesas. Sabes cuál es la dulzura de la caridad y el deleite de la unidad. No predicas sino la unión de las naciones. No aspiras más que a la unidad de los pueblos. No siembras más que semillas de paz y caridad. Alégrate en el Señor, porque no has sido defraudada en tus sentimientos.

Pasados los hielos invernales y el rigor de las nieves, has dado a luz, como fruto delicioso, como suaves flores de primavera aquellos que concebiste entre gemidos y oraciones ininterrumpidas.

Oración

Te pedimos Oh Dios, que por medio de tu obispo San Leandro pasen los hielos invernales en el corazón de España y de Europa, y manteniendo la paz y unidad interior – especialmente en estos días en nuestras amadas España y Gran Bretaña - , puedan volver a irradiar el calor y la luz de la Fe en tu Divino Hijo al mundo entero. Por nuestro Señor Jesucristo, que Vive por Siempre. Amén.

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