Domingo
29 de noviembre
SAN
SATURNINO DE TOULOUSE
Obispo
y Mártir
(+ s. III)
Breve
El
martirologio romano reza en este día lo siguiente: En Toulouse, en
tiempo de Decio, San Saturnino, obispo; fue detenido por los paganos
en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto de las gradas.
Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo,
entregó su digna alma a Cristo".
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Históricamente
apenas se sabe nada sobre el primer arzobispo de Toulouse, pero la
historia de su época y de su país y numerosos testimonios relativos
a su culto nos ayudan a tener de él un conocimiento más completo.
Los
orígenes de la ciudad de Toulouse se remontan a las migraciones de
los pueblos celtas en el siglo IV antes de nuestra era. Bajo la
conquista romana—128 a. de C. 52 d. C.—, la Galia céltica
asimiló la civilización de los que la ocuparon, guardando su
espíritu propio. De esta manera, Toulouse, renovada por las
instituciones romanas era en el siglo IV la ciudad más floreciente
de la Narbonense. Así, Saturnino, el fundador de la iglesia de
Toulouse entró en el siglo lll en una brillante ciudad galo-romana.
Su figura destaca gloriosamente en la antigüedad cristiana de los
países occidentales.
Su
nombre—diminutivo del dios Saturno—es tan común en latín que no
indica nada del personaje, de quien, por otra parte, se desconoce
todo lo anterior a su episcopado Toulouseno. a pesar de que leyendas
posteriores le hacen venir de Roma o de Oriente.
Cuando
Saturnino llegó a Toulouse no debió de encontrar allí más que un
grupo pequeño de cristianos. Gracias a su celo apostólico se
desarrolló rápidamente esta comunidad joven, que él organizó y a
la que gobernó como buen pastor.
Si
no se sabe nada cierto sobre su vida y apostolado, estamos mejor
informados sobre su muerte: en el año 250 aparecieron en la Galia
los edictos de Decio que obligaban a todos los cristianos a hacer
acto público de idolatría.
Durante
esta persecución, la más terrible que tuvo lugar en la Galia, los
sacerdotes paganos de Toulouse atribuyeron a la presencia de
Saturnino en su ciudad el mutismo de sus ídolos, que no emitían
oráculos. Un día, los sacerdotes paganos excitaron a la
muchedumbre contra el obispo cuando pasaba ante el templo de Júpiter
Capitolino. Quisieron obligarle a sacrificar a los dioses.
Los
paganos, exasperados ante su enérgica negativa, no quisieron esperar
el final de un proceso regular. La muchedumbre, con la complicidad
tácita de los magistrados, se apoderó de Saturnino y le ató con
una cuerda detrás de un toro que iba a ser inmolado y que huyó
furioso. Rota la cabeza y despedazado el cuerpo, Saturnino
encontró así una muerte heroica causada por el motín popular.
Su
comunidad, fortificada en su fe, pero consternada por ese fin
trágico, no se atrevía a tocar el cuerpo del mártir, porque la
persecución exigía prudencia. Sin embargo, dos mujeres valerosas
recogieron piadosamente el cuerpo, que quedó en el sitio donde la
cuerda se había roto, y lo sepultaron dignamente cerca de allí, al
norte de la ciudad, a la orilla de la gran ruta de Aquitania.
Al
recuerdo de San Saturnino hay que asociar el de las dos santas
mujeres que tuvieron la valentía de levantar el cuerpo del mártir
mutilado horriblemente para enterrarle cerca del lugar donde el toro
furioso se había detenido.
La
liturgia las celebra en la diócesis de Toulouse el día 17 de
octubre bajo el nombre de "Santas Doncellas". La Pasión,
escrita en el siglo V, precisa que ellas fueron apresadas por los
paganos, azotadas con varas y arrojadas despiadadamente de la ciudad.
Se
cuenta que San Saturnino en un viaje a España había encontrado a
estas dos jóvenes, hijas del rey de Huesca, que las había
convertido y las había llevado con él a su ciudad episcopal.
Después
del martirio del obispo y cuando fueron expulsadas de la ciudad,
posiblemente se refugiarían en Ricaud. donde vivieron con santidad.
fueron enterradas a algunos kilómetros al oeste de Castelnaudary
(Aude), en una aldea que desde entonces se llamó
Mas-Saintes-Puelles, y que llegó a ser el centro del culto a estas
mujeres humildes y devotas.
Oración:
Te pedimos Señor, que por intercesión de San Saturnino y de estas
dos jóvenes valientes que rescataron su cuerpo, prime siempre la
cordura y la visión cristina de la vida social en todos los
espectáculos deportivos, ya que en nuestros tiempos muchos ya no
adoran a Júpiter pero sí a un balón de fútbol, dejando de lado
muchas personas sus creencias, y se convierten en una terrible y
despiadada muchedumbre. A Tí Señor que Vives por Siempre. Amén.
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