martes, 1 de septiembre de 2020

1 de Septiembre

SAN JOSUÉ

Caudillo de Israel

Ninguno podrá resistiros, en todo el tiempo de tu vida; como estuve con Moisés, así estaré contigo: no te dejaré ni te desampararé”

A juzgar por el tiempo que sobrevivió a Moisés, Josué nació en Egipto, durante la esclavitud de los hebreos. Se llamaba Oseas = Salvación, pero Moisés, al enviarle con los otros once exploradores, a reconocer la tierra prometida, se lo cambió por el de Josué = El Señor salva.

De tantos triunfos militares y políticos, obtenidos con el divino auxilio, según la palabra del Señor que le dijo: "Ninguno podrá resistiros, en todo el tiempo de tu vida; como estuve con Moisés, así estaré contigo: no te dejaré ni te desampararé", es necesario destacar cuatro hechos, por su evidente carácter sobrenatural: el paso a pie enjuto del río Jordán, el estrepitoso derrumbamiento de las murallas de Jericó, la lluvia de piedras en Betorón, y la "detención" del sol en Azeca. "Mañana ha de obrar el Señor, maravillas entre vosotros", dijo al pueblo Josué, la víspera de pasar el Jordán. En efecto, "siendo el tiempo de la siega, el Jordán había salido de madre", y sin embargo, sus aguas se dividieron, y las que bajaban se detuvieron, "elevándose a manera de un monte", hasta que pasó todo el pueblo, protegido por el Arca de la Alianza.

Al séptimo día de rodear procesionalmente, con el Arca de la Alianza, el recinto amurallado de Jericó, levantando el grito todo el pueblo, y resonando las trompetas, luego que la voz y el estruendo, penetró los oídos del gentío, de repente se cayeron las murallas".

"¿No es así que al ardor del celo de Josué, se detuvo el sol, por lo que un día llegó a ser como dos?. Invocó al Altísimo todopoderoso, mientras le estaban batiendo, por todos los lados, sus enemigos, y el grande, el santo Dios, oyendo su oración, envió un furioso granizo, de piedras de mucho peso".

Murió Josué de ciento diez años, y fue sepultado en su ciudad de Tamnasaret, coincidiendo su historia, probablemente con el año 1440 antes de J. C.

De la santidad de Josué, dan testimonio, en primer lugar, las sagradas escrituras. Ellas dicen que "fue hombre de espíritu, que siempre anduvo en pos del Omnipotente, y en los días de Moisés mostró piedad, y no se apartaba del Tabernáculo".

Flavio Josefo termina su elogio con estas palabras: "Era en la paz, bueno y generoso, y además en toda virtud eximio". Josué ha sido tenido por los Santos Padres, como figura y prototipo de Jesucristo, en su nombre y en sus hechos, y San Juan Crisóstomo le llama "Josué casto".

San Roberto Belarmino, reduciendo en un compendio, las virtudes de este general hebreo, se expresa de este modo: "Viniendo ya, a las virtudes y privilegios de San Josué, diré: Fue el caudillo Josué, de una inocencia igual a la del patriarca José, hijo de Jacob, cuyo descendiente era. Otra virtud, y ella singularísima en nuestro Josué, fue la castidad virginal, en la que superó a la castidad del patriarca José, y la de su señor y maestro Moisés, En cuanto a la fe en Dios, no sé que haya existido otro mayor que él, y lo mismo creo, se puede afirmar de su esperanza, y amor a Dios y al prójimo. A todos, son notorias su prudencia y fortaleza".

En la literatura medieval, se le cuenta entre los 24 ancianos del Apocalipsis, figurando su nombre al lado de Moisés. Su sepulcro, según San Jerónimo, fue venerado por Santa Paula, en su visita a los Santos Lugares de Palestina; los árabes de esta región, celebran también su fiesta, iluminando el cenotafio tenido en Tibne, por el sepulcro de Josué.

Y para que nada falte a honrar su memoria, San Gregorio de Tours refiere, que se curaban los leprosos, bañándose en las aguas termales, que se creían de Josué, en Lévida, ciudad distante unas doce millas de Jericó. El mismo autor, escribe que su padre, acudiendo a la intercesión de San Josué, se curó de las fiebres y gota que padecía.

Coptos, griegos y el martirologio Romano, le recuerdan y honran el 1 de septiembre, como también Usuardo y Abdón, quienes le dan el título de "Profeta". Un calendario antiguo, llamado Juliano, le pone el 30 de abril, y los musulmanes de Siria, acuden a la ciudad de Trípoli, en el Líbano, para venerar el sepulcro de Josué, que ellos creen estar allí.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, concédenos la fortaleza y pureza espiritual de San Josué, para honrarte y servirte con fidelidad, todos los días de nuestra vida, y así alcanzar la verdadera tierra prometida: un lugar en tu divina morada. A Tí Señor, que nos prometiste una mansión, en la noche de la última cena. Amén.

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