viernes, 4 de septiembre de 2020

                                                                     4 de Septiembre

San Moisés


Legislador de Israel

Aprox. 1300 AC

Moisés nos enseña a saber esperar y confiar, en los tiempos que Dios dispone, para cada uno de nosotros; a reservar un tiempo personal de meditación, y a preparar adecuadamente a su sucesor, con visión de futuro


La historia de Moisés se encuentra en el Éxodo, el segundo libro de la Sagrada Biblia.

Un faraón de Egipto mandó que se matara al nacer, a todo niño varón judío. Moisés, de la tribu de Leví, fue escondido por sus padres. Lo pusieron en un canasto, forrado de brea, sobre el río Nilo.

La hija del faraón, que se bañaba en el río, descubrió al niño. Se compadeció de él, y se lo entregó a la hermana del niño, que observaba de lejos, y se acercó en ese momento. Fue así que el bebé, regresó por un tiempo con su familia. La princesa, le puso por nombre “Moisés”, que significa salvado de las aguas.

La hija del faraón, adoptó a Moisés como príncipe, y lo educó en el palacio del rey.

Un día, Moisés vio que un egipcio atormentaba a un israelita, y por defender al israelita, mató al egipcio. Aquello se supo, y Moisés huyó al desierto.

En el desierto, Moisés se casó con Séfora, y con ella tuvo dos hijos: Eliécer y Gerson. Estuvo viviendo como beduino durante cuarenta años.

Un día, mientras cuidaba las ovejas en el desierto, vió Moisés una zarza que ardía, pero sin consumirse. Se acercó para ver, y una voz le dijo: "Moisés, Moisés, quítate las sandalias, porque el sitio que estás pisando es sagrado".

Le preguntó: “¿Quién eres Tú Señor?”. La voz le respondió: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He oído las lamentaciones de mi pueblo Israel, y he dispuesto a bajar para ayudarlos. He dispuesto liberarlos de la esclavitud de Egipto, y llevarlos a una tierra que mana leche y miel. Yo te enviaré al faraón, para que los deje salir en libertad”.

Conocemos todos los milagros, de las diez plagas de Egipto: la división del Mar Rojo; el agua surgida entre las rocas; el maná; la dación de Yaveh de las tablas de la Ley en el Monte Sinaí. Sabemos luego, que los hebreos debieron permanecer cuarenta años en el desierto, antes de entrar en la Tierra Prometida.

Leyendo todo esto a la distancia, y en medio del infernal ruido y confusión, de voces y videos, de nuestra civilización moderna, lo que más conmueve es darnos cuenta, de que los planes de Dios y sus tiempos – ¡40 años! - no son evidentemente los nuestros. Dios se toma su pausa, porque respeta nuestra propia evolución personal.

Dios llevó a Moisés, a vivir por cuarenta años al desierto en su juventud, para prepararlo interiormente. Luego llevó a los hebreos, otros cuarenta años en el desierto, con el mismo fin. Pero el lugar en ambos casos, no era cualquier lugar. Era el desierto, la soledad, el aislamiento. Necesitamos siempre conservar en nuestra vida, un lugar y un tiempo privado, aislado y tranquilo, para poder orar y meditar. Puede ser durante un fin de semana, o durante las vacaciones estivales, o invernales, o simplemente al final de cada día.

El otro aspecto importante, es que Moisés trabajó para el futuro, en base a su Fe, en la promesa de Yaveh. No pudo ver su trabajo terminado, pero supo preparar a su sucesor, a Josué, a quien honramos el 1ª de Septiembre pasado, algo que hoy en día, es casi imposible de constatar.

Es común ver a personalidades de diversos ámbitos, ya sea político, empresarial, sindical, académico, o incluso dentro mismo de las asociaciones católicas, obsesionados por la reelección indefinida de sus cargos, honores y privilegios. Moisés nos enseñó otra cosa.

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Santa Rosa de Viterbo

(1234-1252)

Virgen

Atributos: Cruz, rosas, hoguera

Cuerpo Incorrupto

Santa y Virgen, perteneciente a la Tercera Orden de San Francisco. Supo convertir su casa, en un pequeño convento. Hizo frente con sus quince años, al tirano Federico II Hohenstaufen, cuando se apoderó de tierra y bienes de la Iglesia, en Viterbo. Por ello fue expulsada de allí.

En Vitorchiano, estaba un supuesto mago, que tenía engañada a mucha gente. Rosa mandó encender una hoguera en la plaza, y se subió a ella, permaneciendo tres horas sin sufrir daño. El hecho, provocó la conversión del supuesto mago, y de los habitantes del pueblo.

Basó su predicación, en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

En el año 1258, el Papa Alejandro IV, tras una serie de visiones de la santa, mandó desenterrar el cadáver, que se encontró incorrupto, y ordenó trasladarlo, al monasterio de Santa María de las Rosas. Esto se hizo solemnemente, con una procesión, presidida por este Papa y cuatro cardenales, el 4 de septiembre, de ahí que se celebre la fiesta de Santa Rosa en este día.

En 1357, quedó reducida a cenizas, la capilla que guardaba sus reliquias, y se quemó la caja que las contenía; pero el cuerpo sólo cambió de color.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que nos ayudes a confiar siempre, en los tiempos de cumplimiento de tus promesas; a conservar siempre en nuestras vidas, un lugar y un tiempo específico para honrarte, escucharte y disfrutar de tu compañía, como lo hiciste con Moisés y Rosa de Viterbo, y saber preparar a nuestros colaboradores, para ocupar nuestro lugar, en la familia y en el trabajo. Por Jesucristo nuestro Señor, que nos abriga en su Santo Corazón. Amén.

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