martes, 29 de septiembre de 2020

 29 de Septiembre

Santos Ángeles Arcángeles



Visión del Papa Leon XIII, y oración a San Miguel Arcángel

Según las Sagradas Escrituras hay siete arcángeles:

"Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles, que tiene entrada a la gloria del Señor" (Tb 12:15)

"Reciban gracia y paz de Aquel que Es, que Era y que Viene, de parte de los Siete Espíritus, que están delante de Su Trono" (Ap 1:4),

Las Sagradas Escrituras, mencionan el nombre de solo tres: San Miguel (Ap 12:7-9), San Gabriel (Lc 1:11-20; 26-38) y San Rafael (Tobit 12:6, 15). Los nombres de los otros cuatro arcángeles (San Uriel, San Barachiel ó Baraquiel, San Jehudiel, y San Saeltiel) no aparecen en la Biblia. Se encuentran en libros no canónicos de Enoc, el cuarto libro de Esdras, y en la literatura rabínica.

La Iglesia reconoce los nombres, que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás nombres, pueden tenerse como referencia, pero no son doctrina de la Iglesia, ya que provienen de libros, que no son parte del canon de la Sagrada Escritura.

Debemos tener cuidado, con otros nombres dados a los ángeles, algunos de los cuales son de origen ocultista, o de la Nueva Era.

Se recomienda rezar, a los Siete Santos Arcángeles. A los arcángeles se les llama, los siete magníficos:

San Miguel: (Ap 12:7-9) "quien como Dios". Venció y expulsó a Satanás del cielo.

Como individuos, como naciones, como Iglesia, estamos en gran una batalla espiritual. Es nuestro deber de amor, usar todas las armas espirituales, para batallar con amor, fortaleza y astucia.

Se lo representa como soldado, con una espada desenvainada, y aplastando la cabeza del demonio. San Miguel ha tenido una intervención histórica, en el peregrinar de la Humanidad. Ha hecho las veces del Ángel exterminador, de quienes se oponen a los designios divinos. Es el comandante supremo de las legiones celestiales, que cuidan al planeta Tierra.

La Virgen dijo a la Venerable María Agreda: "Mi hija, no hay palabras humanas que puedan describir, el horror del mal que hay en Lucifer y en sus secuaces; y como sus dardos, están dirigidos a la destrucción del hombre. Su gran malicia, su astucia, sus mentiras, sugerencias, sus insinuaciones y tormentos, se dirigen a la mente y al corazón humano; él trata de aplastar toda obra buena, de destruirla, de esconderla. Toda la malicia que su mente es capaz de poseer, quiere inyectarla en las almas. Contra estos ataques, Dios da su admirable protección, si el hombre tan solo cooperara y correspondiera...”.

Oración: Amado San Miguel Arcángel, protégenos de las acechanzas del demonio, y ayúdanos a superarnos todos los días, en el combate interior para liberarnos de todo pecado, y servir sólo a Dios, como Tú lo haces ayer, hoy, y lo harás siempre. Amén. (Ver al final la visión del Papa León XIII, y su oración. También se describe su presencia en la Eucaristía, y su asistencia a los moribundos).

San Gabriel: (Lc 1:11-20; 26-38) "el que gobierna, o mensajero de Dios". 

Él se le apareció al profeta Daniel, y le explicó una visión de eventos futuros, diciéndole, "Tú eres un hombre elegido especialmente".

En el Nuevo Testamento, se le apareció a Zacarías, para avisarle que Isabel, su mujer, tendría un hijo, al que llamaría Juan (Lucas 1:11-20). De igual manera, fue San Gabriel quien se le apareció a la Virgen María, diciéndole que concebiría, y daría a luz a un Hijo, a quien pondría por nombre Jesús (Lucas 1:26-38).


A San Gabriel se lo representa con una vara de perfumada azucena, la que obsequió a María Santísima en la Anunciación, que representa la Sublime Pureza Inmaculada de la Madre Virgen.

Oración: Amado Arcángel San Gabriel, te pedimos que visites con frecuencia a las mujeres embarazadas, para que el fruto de sus vientres, sea siempre bendito. Ábrenos el entendimiento, para interpretar correctamente las Sagradas Escrituras, y el Signo de los Tiempos, y saber aceptar los Mandatos Divinos, tanto personales como del mundo, con devoción filial, como lo hizo la Santísima Virgen. Amén.

San Rafael: (Tobit 12:6, 15) "el que cura o sana". Es el arcángel cercano a los hombres, para aliviarlos en su dolor y sufrimiento.

Es uno de los tres arcángeles, cuyo nombre aparece en la Biblia (Tobit 12:6, 15). Los otros son San Miguel y San Gabriel.

A San Rafael se lo representa, con un atuendo de caminante o peregrino, con bastón y cantimplora, y el pez del que se obtuvo la hiel, para curar al padre de Tobías;

Oración: Amado Arcángel San Rafael, te pedimos también con todo el fervor de nuestro espíritu. Haz que se dilate y extienda más el santo evangelio, con la práctica de la moral. Que asistas al romano pontífice, y a los demás pastores católicos y ortodoxos, y concedas unidad en la verdad, a las autoridades y magistrados cristianos. Cura nuestras heridas corporales y espirituales. Amén.

San Uriel. Su nombre significa: "Fuego de Dios"

Se le representa con una espada en el jardín del Edén. Se lo considera el Arcángel, puesto por el Padre Eterno, a las puertas del Paraíso, con su Espada de Fuego; es Aquel que expulsó a Adán y Eva.

Combate el espíritu de la ira, del odio y de la impaciencia, poniendo en el corazón, las virtudes de la dulzura, benignidad, paciencia y mansedumbre. Con la dulzura y la paciencia, vencemos y atamos al espíritu malvado. "Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso a vuestras almas" (Mateo 11,29).

San Uriel nos rodea con su corona ardiente de amor, de paciencia y de bondad. Él cuida todos los lugares de las apariciones Marianas, enriqueciéndolos de gracias. Jesús afirmó, en unas de sus revelaciones: "Cuando los ejércitos rojos avancen, ellos atravesarán tan solo al precio de la muerte, y con la pérdida de sus vidas, el cinturón de fuego colocado delante de los lugares, de las apariciones de mi Madre".

Pedimos a San Uriel, que nos libre de caer, en la pasión del odio, la ira y la impaciencia; y también nos proteja de personas malvadas, iracundas, nerviosas; y derrame en nuestro corazón, y en el alma de los que nos rodean, el Amor, dulce, suave y sereno. En la iconografía, se representa a San Uriel, mostrando su pecho y su corazón ardiente de Caridad.

Oración: San Uriel, rodéanos con el Cinturón de Fuego; ven en nuestra ayuda, con tu Ejército Celestial. Y enséñanos a vivir y hacer, como ha hecho Jesús aquí en la tierra. Amén.

San Barachiel ó Baraquiel. Su nombre significa: "Bendición de Dios".

Pedimos a San Barachiel, que nos proteja de caer en la pereza, la indiferencia a las Cosas Santas, en la mortal tibieza, y libere a las almas por las que rezamos, del pecado capital de pereza, y la mortal caída en la tibieza e indiferencia.

La liberación de los pecados mencionados, abre el camino para la vida espiritual, trayéndonos el Don de la Conversión y la fortaleza, y la entrega total en sostener la vocación, a la que nos llamó el Padre Dios, por ser primeramente Hijos por adopción, en la Sangre de Jesucristo, y luego en la vocación particular de cada uno: vocación religiosa, vocación al matrimonio, vocación a la soltería, vocación en una carrera en bien de la humanidad, etc. A San Barachiel se lo representa portando un canastito, lleno de flores y frutos preciosos, los frutos de la Vocación cumplida.

Oración: Santo Arcángel Barachiel, dános fuerzas para trabajar, y no ser indiferentes al dolor de nuestro prójimo. Ayúdanos a crecer en las buenas obras, y en el amor a Dios y a María. Amén.

San Jehudiel. Su Nombre significa: "Alabanza de Dios". Combate el espíritu de la envidia y de los celos. Todos nosotros somos llamados, a recibir la corona que Jehudiel tiene en su mano, la señal de la recompensa divina, para aquellos que son fieles a Dios y lo alaban.

San Pablo a Timoteo: "ahora me corresponde la Corona de Justicia. que el Señor, como Justo Juez, me dará en ese día. Pero no solamente a mí., sino a todos aquellos, que han esperado con amor su venida" (2 Timoteo 4,8).

Pedimos a San Jehudiel, que nos impida caer en envidias y celos, que exterminan toda serena paz del alma, y nos proteja de individuos obsesivos por los celos, y con la pertinaz maldad de la envidia; y derrame en nuestras almas, y en las de las personas que nos rodean, la fidelidad a la Ley de Dios y de la Iglesia, y la Obediencia a las Divinas Disposiciones.

Oración: "Santo Arcángel Jehudiel, fuerte ángel y gran opositor de los espíritus malignos, ven en nuestra ayuda con todo tu ejército angelical. Asístenos en la lucha, contra los tremendos ataques del Infierno, que amenazan destruir a la Iglesia. Quita de nuestros corazones toda envidia, y haz que el Decreto Divino, llegue a ser para nosotros, alabanza eterna y viviente en Dios. Amén".

San Sealtiel. Su Nombre significa: "Plegaria a Dios":

Se lo representa con las manos juntas, en oración profunda, o con el incienso de adoración, representando así, su unión gozosa con Dios;

Combate el espíritu de la intemperancia, la gula y del exceso en la bebida. La intemperancia, lleva a toda clase de pecados y de delitos. El Salvador nos advierte: "Estén alerta, no sea que se endurezcan vuestros corazones, por los vicios, las borracheras, y las preocupaciones de la vida. No sea que ese día, caiga de repente sobre ustedes" (Lucas 21,34).

San Sealtiel como distribuidor de gracias, lleva en sus manos una cesta de flores (también frutos), o bien, va derramando flores y frutos; señal de la gloria de la vida con Dios, de la práctica de las Santas Virtudes. Así lo vió la Venerable Sor Josefa Menéndez, Hermana Coadjutora de la Congregación del Sagrado Corazón, fundada por Santa Magdalena Sofía Barat, y confidente de las revelaciones del llamamiento de amor del Corazón del Salvador.

La alegría de la vida, en la vida de los niños de Dios, se refleja en Sealtiel. El saberse escondidos completamente, en la bondad paternal de Dios, en el ardiente amor de María, y el valor de luchar por Dios y por María. El amor de entrega a Dios, también se refleja en Sealtiel. Lo invocamos con sus ángeles, para los esposos, para que ellos puedan siempre decir sí, a toda nueva vida, confiada por Dios y por Él obsequiada.

Oración: Santo Arcángel Sealtiel, que siempre estemos alegres en el Señor. Te pedimos conservar siempre en pureza, el espíritu de niño o niña, que llevamos adentro, para dar gloria a Dios, en cada momento de nuestra vida. Amén.

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La oración a San Miguel del Papa León XIII

El 13 de Octubre de 1884, el Papa León XIII, experimentó una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba consultando ciertos temas con sus cardenales, en la capilla privada del Vaticano, cuando de pronto, se detuvo al pie del altar, y quedó sumido en una realidad que solo él veía.

Su rostro tenia expresión de horror y de conmoción. Empezó a palidecer. Algo muy horrible había visto. De repente se incorporó, levantó su mano como saludando, y se fue a su estudio privado. Lo siguieron los cardenales, y le preguntaron: “¿Qué le sucede su Santidad?, ¿Se siente mal?” 

Él respondió: "¡Oh, que imágenes tan terribles, se me han permitido ver y escuchar!", y se encerró en su oficina.

¿Qué vió León XIII?. "Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás, desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia, y llevar a todo el mundo al infierno, si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás le pidió permiso a Dios, de tener 100 años para poder influenciar al mundo, como nunca antes había podido hacerlo".

También León XIII pudo comprender, que si el demonio no lograba cumplir su propósito, en el tiempo permitido, sufriría una derrota humillante. Vió a San Miguel Arcángel aparecer, y lanzar a Satanás con sus legiones, en el abismo del infierno.

Después de media hora, llamó al Secretario para la Congregación de Ritos. Le entregó una hoja de papel, y le ordenó que la enviara, a todos los obispos del mundo, indicando que bajo mandato, tenía que ser recitada después de cada misa, la oración que ahí él había escrito.

Oración del Papa León XIII:

"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.


Reprímale Dios, le pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás, y a los otros espíritus malignos,
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén".

San Miguel y la Eucaristía

Se nos enseña en la Tradición, que San Miguel preside el culto de adoración, que se rinde al Altísimo, y ofrece a Dios las oraciones de los fieles, simbolizadas por el incienso que se eleva ante el altar.

La liturgia nos presenta a San Miguel, como el que lleva el incienso, y está de pie ante el altar, como nuestro intercesor, y es el portador de las oraciones de la Iglesia, ante el Trono de Dios. En el Canon #1 de la Misa: "que tu ángel presente ante Tí, las oraciones de tu Iglesia".

Es muy interesante notar, que en las apariciones marianas, se han incluido manifestaciones de San Miguel; también se lo relaciona con la Sagrada Eucaristía, y con la adoración debida a Jesús Eucarístico, y a la Santísima Trinidad:

Fátima: En 1916, se les aparece el ángel por primera vez. Se arrodilla en tierra, inclina la frente hasta el suelo, y pidió que oraran con él: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no Te aman".

Segunda aparición: "¡Rezad, rezad mucho. Los corazones de Jesús y María, tienen sobre vosotros, designios de misericordia. Ofreced constantemente, oraciones y sacrificios al Altísimo!".

Tercera aparición: Se aparece con un cáliz en sus manos, sobre el cual está suspendida una Hostia, de la cual caían gotas de sangre al cáliz. Dejando el cáliz y la hostia, suspendidos en el aire, se postró en tierra y repitió tres veces:

"Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente, y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón, y del Corazón Inmaculado de María, te pido la conversión de los pobres pecadores".

Después se levantó, y le dio la Hostia a Lucía, y el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo: "Tomad el Cuerpo y bebed la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajados por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes, y consolad a vuestro Dios”.

Oración: Amado Arcángel San Miguel, que la Eucaristía nos mantenga siempre unidos, al Cuerpo Místico de nuestro Señor, en Amor, Paz y Fidelidad a sus mandatos Divinos. Amén.

San Miguel, defensor de los moribundos:

San Miguel continúa su ministerio angélico, en relación a los hombres, hasta que nos lleva a través de las puertas celestiales. No solo durante la vida terrenal, San Miguel defiende y protege nuestras almas; él nos asiste de manera especial a la hora de la muerte, ya que su oficio, es recibir las almas de los elegidos, al momento de separarse de su cuerpo.

En la liturgia, la Iglesia nos enseña que este arcángel, está dispuesto para custodiar el paraíso, y llevar a él, a aquellos que podrán ser recibidos ahí. A la hora de la muerte, se libra una gran batalla, ya que el demonio tiene muy poco tiempo, para hacernos caer en tentación o desesperación, o en falta de reconciliación con Dios.

Por eso, es que en estos momentos, se libra una gran batalla espiritual, por nuestras almas. San Miguel está al lado del moribundo, defendiéndole de las asechanzas del enemigo.

Anécdota: San Anselmo cuenta de un religioso piadoso, que a punto de morir, recibía grandes asaltos del demonio. El demonio se le apareció, acusándole de todos los pecados, que había cometido antes de su bautismo (que fue tardío).

San Miguel se aparece, y le responde que todos esos pecados, quedaron borrados con el Bautismo. Entonces Satanás, le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel le contesta, que estos fueron perdonados en la confesión general, que hizo antes de profesar.

Satanás entonces le acusa, de las ofensas y negligencias de su vida religiosa. San Miguel declara que esos han sido perdonados, por sus confesiones, y por todos los buenos actos que hizo durante su vida religiosa, en especial la obediencia a su superior, y que lo que le quedaba por expiar, lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad, vividos con resignación y paz.

En los escritos de San Alfonso de Ligorio encontramos:

"Había un hombre polaco de la nobleza, que había vivido muchos años en pecado mortal, y lejos de la vida de Dios. Se encontraba moribundo, y estaba lleno de terror, torturado por los remordimientos, lleno de desesperación. Este hombre había sido devoto de San Miguel Arcángel, y Dios en su misericordia, permitió que este arcángel se le apareciera.

San Miguel le alentó al arrepentimiento, diciéndole que había orado por él, y le había obtenido más tiempo de vida, para que lograra la salvación. Al poco rato, llegan a la casa de este hombre, dos sacerdotes dominicos que dijeron, que se les había aparecido un extraño joven, pidiéndoles que fueran a ver a este hombre moribundo. El hombre se confesó con lágrimas de arrepentimiento, recibió la Santa Comunión, y en brazos de estos dos sacerdotes, murió reconciliado con Dios”.

Oración Final: Amado Arcángel San Miguel, protege mediante tu poder, a los moribundos que agonizan en todas partes, especialmente en hospitales y en los campos de batalla, de todas las acechanzas del demonio, y ayudálos a morir en la Paz del Señor. Amén.

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